Magnum sigue disparando
La prestigiosa agencia, que debe su nombre a la afici¨®n de sus fundadores por las grandes botellas de champ¨¢n, cumple 65 a?os en la cima del fotoperiodismo. Su revoluci¨®n gr¨¢fica pervive a pesar de las graves crisis del oficio.
Magnum sigue disparando¡ porque esta legendaria cooperativa de los mejores fot¨®grafos del planeta no ha dejado de apuntar con sus c¨¢maras de fotos hacia todo lo que en estos ¨²ltimos 65 a?os merec¨ªa la pena ser retratado. S¨ª, ya s¨¦ que el nombre de la agencia Magnum no se refiere al conocido rev¨®lver, sino a la botella de litro y medio de champ¨¢n que tanto le gustaba beber a Robert Capa despu¨¦s de una dura campa?a de fotos saltando de trinchera en trinchera, pero es cierto que gran parte de la ¨¦pica de este grupo de escogidos fot¨®grafos se ha forjado en las guerras del siglo XX y que la marca Magnum es sin¨®nimo de fotograf¨ªa b¨¦lica. Sin embargo, sus hombres y mujeres han documentado desde conflictos y revoluciones, hasta concursos de belleza, migraciones, desastres naturales o partidos de b¨¦isbol, y siempre con una enorme intencionalidad est¨¦tica en cada uno de sus fotogramas. Porque esa parece ser la divisa de Magnum. Su sello. No solo est¨¢n siempre donde hay que estar, sino que adem¨¢s logran contarlo, plasmarlo, de la manera m¨¢s efectiva posible, mas impactante, incluso m¨¢s bella si es que una fotograf¨ªa de guerra, por ejemplo, puede ser bella.
Robert Capa, el m¨¢s conocido de los primeros cuatro socios de la cooperativa, nos dej¨® una frase para la historia (y para las facultades de Periodismo): si tu fotograf¨ªa no es buena es porque no estabas lo suficientemente cerca. La gente de Magnum apenas usa teleobjetivos. Suelen trabajar con ¨®pticas cortas, de las que obligan a acercarte a los hechos para capturar ese momento ef¨ªmero. Capa debe de ser el ¨²nico fot¨®grafo que ha conseguido im¨¢genes ic¨®nicas de al menos dos grandes conflictos: su miliciano del mono blanco cayendo herido de muerte en Cerro Muriano, en la guerra civil espa?ola, y la borrosa silueta de un marine estadounidense en las playas de Normand¨ªa iniciando el asalto a Europa. En las dos ¨¦l estaba tan cerca que ya nos da igual no saber qui¨¦nes eran esos dos soldados, porque las fotograf¨ªas trascienden su significado y nos dicen, sobre todo, que el fot¨®grafo estaba all¨ª. En los ¨²ltimos a?os, incluso, se ha dudado de que el miliciano espa?ol hubiera sido herido, que estuviera siquiera en el frente y si la fotograf¨ªa era de Capa o de su entonces compa?era sentimental, Gerda Taro. Pero ese debate, de verdad, solo lo hemos tenido en Espa?a. Para el resto del mundo, para la historia, el fundador de Magnum fue el primero que retrat¨® a un soldado en el momento de su muerte. Y eso ya no hay quien lo cambie. Capa muri¨® en 1954 reventado por una mina en Indochina y no consta que dejara nada dicho o escrito sobre esa fotograf¨ªa ni ese miliciano. No existe su verdad sobre ella, m¨¢s all¨¢ de que siempre reivindic¨® esa foto como suya. Que ya es bastante.
Otro de sus colegas, Henri Cartier-Bresson, le sobrevivi¨® casi cincuenta a?os m¨¢s. El franc¨¦s fue, podemos decir, el maestro retratista de la agencia. Un hombre que beb¨ªa de las fuentes del surrealismo parisiense del periodo de entreguerras y que nunca se desprendi¨® de su Leica de 35 mil¨ªmetros. Cartier-Bresson dej¨® un concepto que todos los periodistas, gr¨¢ficos o no, hemos intentado alguna vez aprehender: ¡°El instante decisivo¡±. Ese fogonazo de comuni¨®n absoluta con la realidad que tienes delante. El momento m¨¢gico donde exclamas para tus adentros ¡°lo tengo¡±. Ese clic que encierra d¨ªas de preparaci¨®n, horas de espera, minutos de riesgo y segundos de duda. Cartier-Bresson fue un fot¨®grafo humanista y esa impronta se convirti¨® tambi¨¦n en marca de la casa Magnun. Algunos de sus m¨¢s reputados miembros, como Sebasti?o Salgado, han elevado sus series sobre las migraciones humanas a categor¨ªa de arte. Cristina Garc¨ªa Rodero, la ¨²nica espa?ola en la agencia, ha documentado la Espa?a oculta y, seguramente, m¨¢s fascinante, desde hace muchos a?os.
No solo est¨¢n donde hay que estar, sino que lo plasman de forma bella
El mito de Magnum reside en la incontestable calidad de su n¨®mina de fot¨®grafos, pero tambi¨¦n en la enorme fuerza creativa del trabajo de sus fundadores y el destino tr¨¢gico de alguno de ellos. David Seymour muri¨® dos a?os despu¨¦s de Capa, abatido por las balas egipcias en el conflicto del Canal de Suez. Y George Rodger no volvi¨® a fotografiar una guerra despu¨¦s de ser de los primeros en entrar en el campo de concentraci¨®n nazi de Bergen Belsen y retratar las pilas de cad¨¢veres de jud¨ªos en lo que fue la primera prueba gr¨¢fica del genocidio.
F¨ªjense en las fotograf¨ªas que acompa?an este reportaje. Con el trabajo de los se?ores de Magnum muchos de nosotros nos hemos formado y preparado. Hemos aprendido y hemos so?ado. Su cat¨¢logo tiene m¨¢s de 200.000 fotograf¨ªas y todas buenas. En 2010 fue vendido al magnate inform¨¢tico Michael Dell, que a su vez lo cedi¨® a la Universidad de Tejas para su estudio y conservaci¨®n. En estos tiempos confusos para el periodismo y sus valores, los hombres y mujeres de Magnum siguen siendo un ideal de entrega y de calidad. No est¨¢ muy claro c¨®mo sobrevivir¨¢ la agencia a estos vaivenes digitales, a los m¨®viles con c¨¢mara, a los tiempos de Instagram donde cualquiera se hace fot¨®grafo y juega a poner filtros y crear atm¨®sferas. Ahora que las redes sociales est¨¢n popularizando ese periodismo ciudadano donde todo vale y se retuitea sin contrastar ni valorar, se sigue necesitando la ¨¦tica y la est¨¦tica de Magnum para enterarnos de verdad cu¨¢l es el ¡°instante decisivo¡± de un acontecimiento. Para que sigan ense?¨¢ndonos el mundo a trav¨¦s de ¨®pticas cercanas, donde el respeto a la realidad y el gusto por una buena historia, ¡°por peque?a que sea¡±, como dec¨ªa Cartier-Bresson, siga siendo la diferencia.
Revolucionarios asociados
En 1947, cuatro reporteros gr¨¢ficos fundaron en Par¨ªs la Agencia Magnum. Iba a convertirse en la primera cooperativa de fot¨®grafos colaboradores del mundo. Cada uno de los fundadores hab¨ªa participado directamente en la II Guerra Mundial. Una experiencia que cambi¨® sus vidas. El grupo lo formaban el h¨²ngaro Robert Capa, el franc¨¦s Henri Cartier-Bresson, el brit¨¢nico George Rod?ger y el polaco David Seymour, Chim.
Capa era ya un conocido y veterano fot¨®grafo de la Guerra Civil espa?ola ¨Cque hab¨ªa cubierto junto a su socia Gerda Taro¨C y de la II Guerra Mundial cuando surgi¨® en su cabeza la idea de crear la Agencia Magnum. Hab¨ªa fotografiado en Normand¨ªa el desembarco en Omaha Beach. Sus im¨¢genes eran legendarias. Capa era un hombre apuesto que a¨²n no hab¨ªa cumplido 35 a?os y que encarnaba adem¨¢s la elegancia y la valent¨ªa de un fot¨®grafo de guerra.
Seymour tambi¨¦n hab¨ªa capturado im¨¢genes de la Guerra Civil espa?ola. Despu¨¦s de emigrar a Estados Unidos y de convertirse en ciudadano estadounidense, se hab¨ªa alistado en el Ej¨¦rcito norteamericano y hab¨ªa servido como fot¨®grafo de guerra en Europa durante la II Guerra Mundial. Cuando regres¨® a Polonia, sus padres hab¨ªan muerto en un campo de concentraci¨®n nazi.
Cartier-Bresson era el heredero de una adinerada familia francesa cat¨®lica. Se convirti¨® en un fot¨®grafo surrealista que compart¨ªa un estudio en el Par¨ªs de antes de la guerra con Capa y Seymour. Los tres eran amigos. Cuando Alemania invadi¨® Francia, Cartier-Bresson se alist¨® en el Ej¨¦rcito franc¨¦s como fot¨®grafo de combate. Aunque fue capturado y estuvo tres a?os en la c¨¢rcel como prisionero de guerra, posteriormente se escap¨® para unirse a la resistencia francesa.
Rodger era un aventurero ingl¨¦s que tras el bachillerato se lanz¨® a la mar. Despu¨¦s de pasar una temporada en un barco mercante en el que dio la vuelta al mundo, volvi¨® a su pa¨ªs y encontr¨® trabajo como fot¨®grafo. Cuando comenz¨® la II Guerra Mundial, document¨® el Blitz de Londres captando las acciones b¨¦licas de los aliados, trabaj¨® como colaborador en la revista Life y pas¨® el resto de la guerra cubriendo conflictos en ?frica, Europa, Birmania y China. Cuando la guerra mundial termin¨®, Rodger fue uno de los primeros fot¨®grafos que entr¨® en Bergen-Belsen, capturando con su c¨¢mara las primeras evidencias visuales de los campos de exterminio de los nazis. Aquella experiencia fue tan traum¨¢tica que, a diferencia de sus compa?eros fundadores de Magnum, decidi¨® que jam¨¢s volver¨ªa a trabajar como corresponsal de guerra. Y no lo hizo.
Posteriormente, los hombres de Magnum se dividieron el mundo en distintas zonas geogr¨¢ficas, y se pusieron a trabajar. En 1954, Capa muri¨® al pisar una mina terrestre en Indochina. Dos a?os m¨¢s tarde, Seymour fue alcanzado por el fuego de una ametralladora egipcia mientras cubr¨ªa el conflicto del Canal de Suez en 1956. Rodger vivi¨® m¨¢s tiempo y muri¨® en 1995, a los 87 a?os. Cartier-Bresson, que hab¨ªa nacido el mismo a?o que Rodger, vivi¨® casi diez a?os m¨¢s. Muri¨® en 2004 a los 96 a?os.
Al tiempo que nuevos fot¨®grafos se han ido incorporando a la Agencia Magnum durante los ¨²ltimos 65 a?os, otros han muerto o se han jubilado. Pero todos sus miembros han continuado capturando las im¨¢genes de los conflictos mundiales. (¡)
La mayor¨ªa de los fot¨®grafos que pertenecen a la ¨²ltima generaci¨®n de Magnun, cuyo rango de edad oscila entre los 28 y 29 a?os y los cuarenta y pocos, eran a¨²n unos ni?os cuando se desmoron¨® el comunismo. Aprendieron su oficio en un complicado campo de pruebas con desagradables consecuencias para ellos: en el C¨¢ucaso, durante la separaci¨®n de Yugoslavia y en las guerras de Irak y Afganist¨¢n que siguieron a los atentados terroristas del 9 de septiembre. Incluso, mientras algunos de aquellos conflictos empezaban y otros terminaban, ciertas tensiones sin resolver que se produjeron tras la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica dieron origen ¨Cdel mismo modo que se produce un se¨ªsmo cuando hay un desplazamiento de las placas tect¨®nicas¨C, a una serie de as¨ª llamadas revoluciones de colores contra los totalitarismos arraigados en lugares como Georgia (revoluci¨®n de las rosas), Ucrania (revoluci¨®n naranja) y Kirguist¨¢n (revoluci¨®n de los tulipanes), cada una de ellas documentada muy de cerca por el fot¨®grafo alem¨¢n Thomas Dworzak. (¡)
Junto a su amigo norteamericano, y tambi¨¦n fot¨®grafo Chris Hondros, el fot¨®grafo brit¨¢nico Tim Hetherington, que hab¨ªa iniciado su carrera en Magnum, muri¨® en abril de 2011 mientras cubr¨ªa el asedio de las fuerzas de Gadafi a la ciudad libia de Misrata. Fue una tr¨¢gica p¨¦rdida de un hombre joven con talento y en la plenitud de su vida. Es un recordatorio que nos hace pensar que las revoluciones pueden ser dram¨¢ticas. Son acontecimientos que cambian la vida, e incluso para demasiados, pueden significar el final de sus vidas.
?Ser¨¢ posible que la revoluci¨®n tecnol¨®gica tenga como consecuencia que este excepcional grupo de reporteros gr¨¢ficos de Magnum desaparezca dentro de unos pocos a?os? Tal vez. Pero a¨²n es muy pronto para saberlo. Este libro, mientras tanto, es el testimonio de un periodo extraordinario de la historia humana que ha sido contado por un grupo de hombres y mujeres igualmente extraordinario. Puede que no volvamos a ver algo parecido otra vez.
? 2012, Jon Lee Anderson. Traducci¨®n de Virginia Solans.
Texto extra¨ªdo del libro 'Magnum Revolution. 65 years of fighting for freedom', editado recientemente por Prestel.
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