Aprenda a comer un pincho (como lo har¨ªa un riojano)
Ruta por Logro?o con un desaf¨ªo: no mancharnos con sus peque?os bocados. El secreto est¨¢ en las sevilletas
El zorropito es un bocatita con ali oli, jam¨®n york, queso y lomo o beicon, seg¨²n la preferencia. Y se sujeta con tu truco incontestable: "Pues como puedas", enuncia Manuel, riojano de pura cepa, joven y sorprendido por la pregunta: Logro?o es una ciudad m¨¢s habituada a ser conocida por el boca a oreja que por las gu¨ªas de viajes. En realidad, no es tan f¨¢cil. El ali oli tiene tendencia a escurrirse, como cualquier salsa, y es necesaria cierta pericia. Recomendable, sujetarlo en ¨¢ngulo recto con respecto a la boca. M¨¢s recomendable a¨²n, armarse hasta las cejas de servilletas. Consejo muy valioso para ir de pinchos por la calle Laurel y sus adyacentes (como San Agust¨ªn o la pr¨®xima San Juan).
Tanto es as¨ª que puede impactar visualmente la cantidad de servilletas que se ven por la calle en el coraz¨®n gastron¨®mico de la capital riojana (patrimonio tur¨ªstico regional, por otro lado). El periodista Martin Schmitt es argentino, pero lleva desde 1999 trabajando en Logro?o. Suele contar que la primera vez que le sacaron de pinchos por Logro?o qued¨® realmente asustado al ver tal cantidad de servilletas. Pens¨® que era una ciudad de "guarros que tiraban todo al suelo", al ver tal cantidad de servilletas. Ahora vive como un riojano m¨¢s.
El destino de la cuadrilla lo va marcando la improvisaci¨®n. Se sale de un bar y, en el momento, se decide la pr¨®xima parada. Sin muchos miramientos, casi cualquier propuesta es aceptada. ¡°?Al Soriano!¡±, exclama uno. El Soriano es toda una instituci¨®n basada en la sencillez. En su barra de metal de las de toda la vida, no hay ni un solo expositor de pinchos. Solo se despacha uno: los champi?ones. Los preparan en una plancha situada al fondo de este estrecho local presidido, c¨®mo no, por una foto del Numancia de Soria. Y hasta ah¨ª llega pr¨¢cticamente la decoraci¨®n del bar. El pincho est¨¢ formado por una rodaja de pan sobre la que se colocan dos o tres champi?ones, en funci¨®n del tama?o, coronados por una gamba y atravesados por un palillo. ?Su secreto? Una salsa misteriosa. Si se le pregunta al cocinero por los ingredientes, ensimismado en sus champi?ones, ni siquiera retirar¨¢ la mirada de la plancha para negar con la cabeza.
Parece f¨¢cil de comer, ?verdad? Pues no lo es. La salsa gotea y los champi?ones queman. Hay un par de alternativas. La primera consiste en retirar el palillo por debajo, con lo que los champi?ones quedan abandonados a la merced de la gravedad sobre el pan. El siguiente paso, soplar uno a uno e ir cogi¨¦ndolos con el palillo. La segunda se trata de sujetar el pan con una mano y retirar los champi?ones con la otra. Ponerlos en horizontal sobre el pan para que la salsa caiga sobre ¨¦l, separ¨¢ndolos ligeramente para poder soplar e ir comi¨¦ndolos. En cualquiera de las dos alternativas, conviene separar el pincho del cuerpo, para evitar que nada caiga sobre la ropa. Huelga decir que hay que ir bien equipado de servilletas.
Sigue la ruta por la calle Laurel, en un paisaje salpicado de peregrinos que recargan las pilas antes de continuar hacia Santiago. Tambi¨¦n se dejan caer visitantes tanto espa?oles como extranjeros, atra¨ªdos por el turismo enol¨®gico. Y es imposible obviar las despedidas de solteros/as. Logro?o es centro neur¨¢lgico del norte para este tipo de eventos. Entre los hosteleros, sin embargo, se reciben a veces a disgusto, e incluso avisan con carteles que no atienden a clientes que vayan con ese plan (alocado en demas¨ªa).
La noche puede seguir de varias formas. Que si una orejita rebozada del Perchas, un matrimonio (bocatita de anchoas y boquer¨®n con pimiento verde) del centenario Blanco y Negro, unas bravas del Jubera o una tortilla de patata del Sebas. Nombres, lugares como peque?as parroquias de este peque?o rinc¨®n de esta peque?a ciudad de Espa?a, instalada junto al Ebro en un cruce de caminos entre Castilla, Euskadi, Arag¨®n y Navarra. Si uno va al Mauri, se puede topar con un nuevo reto: el morrito de cerdo. El morrito se come con la mano, tirando si hace falta para romper el bocado que se resiste. ¡°Con algo cerca para beber, porque esto tiene mucha sal¡±, advierte Sergio, el mayor de una cuadrilla. Cierto, no es recomendable para hipertensos. Pero menuda gozada de bocado.
A partir de aqu¨ª se puede pasar al digestivo ¨Co los que se tercien¨C o se puede seguir haciendo hueco para comer m¨¢s. Cosas m¨¢s raras se han visto en Logro?o, donde una vez apareci¨® el exfutbolista Eric Cantona en los toros sin que nadie supiera muy bien por qu¨¦. Puede que fuera a echar un vino a la calle Laurel y se le complicara el d¨ªa. Por algo la sabidur¨ªa popular logro?esa llama a su zona de pinchos La senda de los elefantes. Todo el que entra, dicen, sale con una buena trompa.
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