Luces y sombras de La Chanca
La Chanca es un barrio almeriense de leyenda, al sur de Espa?a. Ha seducido a fot¨®grafos, cineastas y escritores. Es un mundo dentro de otros mundos El escritor Juan Goytisolo, que recibe esta pr¨®xima semana el Premio Miguel de Cervantes de las Letras, describe su visi¨®n sobre un lugar anta?o maldito
La belleza y miseria del barrio almeriense de La Chanca han atra¨ªdo siempre la mirada ya puramente est¨¦tica, ya compasiva o indignada del contemplador. Bombardeada por la flota de la Alemania nazi durante la Guerra Civil, La Chanca se hundi¨® en el olvido en los a?os m¨¢s duros de la posguerra. La hambruna que azot¨® Espa?a en aquella ¨¦poca se ceb¨® con su poblaci¨®n hasta l¨ªmites dif¨ªciles de imaginar. En los archivos de la Diputaci¨®n Provincial de Almer¨ªa se conservan docenas de fotograf¨ªas tomadas por los llamados Servicios Sociales de la Falange, la ¨²nica instituci¨®n que pod¨ªa hacerlo sin riesgo de ir a la c¨¢rcel. Las im¨¢genes que reproducen nos remiten a otras m¨¢s recientes de India o de los pa¨ªses del Sahel: chiquillos desnudos y hambrientos, hombres lega?osos y esquel¨¦ticos, mujeres cubiertas con harapos. Una desesperanza sin l¨ªmites embebe aquellos cuadros de la vida diaria en los que la belleza agreste y violenta del lugar no asoma por ning¨²n lado. Solo indigencia, sordidez y desolaci¨®n.
Cuando me adentr¨¦ en La Chanca en 1959, ignoraba que un gran fot¨®grafo almeriense, Carlos P¨¦rez Siquier, hab¨ªa recorrido discretamente el barrio y captado con su c¨¢mara las pendientes, cuevas y casuchas que descubr¨ªa en mi ascenso de la rambla a la pendiente escarpada y acribillada de hoyuelos: la boca de las covachas que amadrigaban a decenas de familias sumidas en una existencia degradada y sin horizontes. El cineasta Nonio Parejo, en su excelente documental titulado El regreso, reproduc¨ªa estampas sobrecogedoras tomadas por los mencionados Servicios Sociales falangistas en los a?os cuarenta y fotos de P¨¦rez Siquier en las que la belleza del ¨¢mbito captada con su sensibilidad de artista no excluye una indignaci¨®n ¨¦tica ante el submundo social que contempla.
Bombardeada por la alemania nazi durante la guerra civil, La Chanca se hundi¨® en el olvido en la posguerra
Desde el tr¨¢nsito a la democracia bastantes cosas han cambiado por fortuna en La Chanca. La labor admirable del arquitecto Ram¨®n de Torres, del maestro del colegio p¨²blico chanque?o Juan Jos¨¦ Ceba y de Pepe el Barbero y la Asociaci¨®n La Tra¨ª?a, con su defensa incansable de los derechos de sus habitantes a una vida digna y una educaci¨®n decente, ha introducido variaciones notables en el barrio anta?o maldito sin alterar en exceso esa singularidad que, ayer como hoy, fascina. La Chanca sigue siendo La Chanca, y las condiciones de existencia de una parte de su poblaci¨®n han mejorado de forma sensible. Digo una parte, pues, como comprob¨¦ durante el rodaje del filme de Nonio Parejo, en Casas de ?ngel se hacina a¨²n un gueto en el que insectos y ratas campan a sus anchas. El Ayuntamiento de Almer¨ªa no hace nada para remediarlo: como me dijo un anciano, ¡°saben que no votamos por ellos¡±.
Estas fotos de Cecilia Orueta Carvallo se enfrentan con ¨¦xito, en el nuevo contexto de La Chanca del presente siglo, al dilema que me atenaz¨® hace 50 a?os: conjugar en una mirada ¨²nica el paisaje f¨ªsico y el paisaje moral. Ya no hay hambre, analfabetismo y tracoma en La Chanca, pero su marginaci¨®n ¨Cla frontera invisible que separa el barrio del resto de la ciudad¨C perdura. Las casitas desparramadas como dados que se descubren desde la atalaya de la Alcazaba, las escenas de vida familiar al aire libre, las fotos de chiquillos con vaqueros y cazadoras ce?idas, de los muebles de saldo apilados en las aceras, del ni?o que empu?a un rev¨®lver de juguete, del arriero tirando de la brida del caballo, de las chozas que sirven de antesala a las cavernas excavadas en la roca, inducen a interrogar y a interrogarnos sobre la dura realidad que nos brindan.
?Est¨¢ condenada La Chanca a la exclusi¨®n y a la indigencia? La belleza que siempre nos deslumbra, ?debe convivir para siempre con un subdesarrollo inaceptable? Estas im¨¢genes nos fuerzan a reflexionar. No da respuestas f¨¢ciles, sino que plantea preguntas y m¨¢s preguntas. En ello reside, sin duda, su car¨¢cter ejemplar.
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