?Es inevitable ponerse triste en oto?o o es que nos gusta el drama?
Los cambios de estaci¨®n tienen consecuencias en nuestros h¨¢bitos, cerebro e incluso rodillas. Pero no es tan fiero el le¨®n como lo pintan
Hoy arranca el oto?o, la estaci¨®n del a?o m¨¢s rom¨¢ntica, buc¨®lica e incluso reproducible sobre lienzo. Y todo esto que sobre papel suena tan sugerente como el crujir de las hojas secas, al salir de casa trae consigo un par¨®n brusco y desafinado de la m¨²sica de violines. Porque el oto?o nos fastidia. Alejarnos del mar y reducir bruscamente el tiempo dedicado al ocio ya podr¨ªan ser los factores que nos lleven a la melancol¨ªa. Pero la historia es m¨¢s larga.
?Puede un salto del term¨®metro afectar al cerebro de forma determinante? Estudios llevados a cabo en los a?os noventa en la Universidad de Southampton, Inglaterra, revelaron que la mayor¨ªa de los adultos, al menos el 90%, experimentan cambios sutiles en el estado de ¨¢nimo, energ¨ªa y sue?o cuando cambia la estaci¨®n. Esos estudios sirvieron de base para ahondar en el t¨¦rmino Seasonal Affective Disorder (SAD, en sus siglas en ingl¨¦s), que traducido al espa?ol resulta en Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una serie de s¨ªntomas que aparecen vinculados a las variaciones de luz y clima.
¡°Los cambios de las condiciones atmosf¨¦ricas nos producen alteraciones f¨ªsicas y mentales, como seres ecol¨®gicos que somos", explica el doctor Antoni Bulbena, catedr¨¢tico, director del Instituto de Neuropsiquiatr¨ªa y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona y experto en la materia. "Algunas est¨¢n ligadas a la luz, un importante regulador del organismo. Tambi¨¦n a los cambios meteorol¨®gicos como la lluvia o el viento, la estacionalidad y la contaminaci¨®n. Los cuatro factores est¨¢n bastante entremezclados¡±.
Qui¨¦n me ha robado la serotonina
En la reci¨¦n estrenada estaci¨®n, el cambio m¨¢s importante en cuanto al funcionamiento del cerebro se produce por el menor tiempo de luz solar (cada d¨ªa perdemos 3 minutos de la misma), elemento clave en la producci¨®n de ciertas hormonas. La principal, la melatonina, una hormona segregada por la gl¨¢ndula pineal en el centro del cerebro, que se produce en mayor cantidad en la oscuridad (por lo tanto, habr¨¢ m¨¢s cuantas menos horas de luz) y es la que influye en que tengamos m¨¢s sue?o (pero tambi¨¦n peor ¨¢nimo, m¨¢s hambre y m¨¢s fr¨ªo).
Varias investigaciones han constatado la relaci¨®n entre una menor luz solar y los niveles bajos de serotonina en el cerebro, la hormona del humor, lo que nos hace estar m¨¢s tristes
Al tiempo, hay otras investigaciones que han constatado una relaci¨®n entre una menor luz solar y niveles bajos de serotonina en el cerebro, la hormona del humor, lo que nos hace estar m¨¢s tristes. ¡°Desde el punto de vista del cerebro, hay latitudes donde las estaciones no tienen demasiadas diferencias, porque est¨¢n muy cerca del Tr¨®pico o del Ecuador. Para el resto, se ha hablado mucho de cambios en el humor y un peor estado an¨ªmico, porque parece que nos bajar¨ªa un poco el tono¡±, explica el doctor Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa (SEN), quien utiliza el tono condicional porque estos estudios solo muestran indicios de una relaci¨®n tristeza-oto?o. Est¨¢n ah¨ª las sospechas, pero falta la evidencia.
Menos dudas despiertan los aspectos relacionados con las costumbres. ¡°M¨¢s tiempo de trabajo, la vuelta al cole, menos tiempo para compartir con los seres queridos y algo parecido a la cuesta de enero, no solo econ¨®micamente, sino tambi¨¦n en nuestro rendimiento, ensombrecen el oto?o¡±, a?ade Tejero. Y genera un trastorno afectivo estacional que no afecta por igual a todo el mundo. De hecho, hay a quien ni le roza. En ocasiones, por razones psicol¨®gicas (una mayor adaptabilidad) Y en otras, seg¨²n las ¨²ltimas investigaciones en la Universidad de Virginia de Estados Unidos, por una mutaci¨®n gen¨¦tica que hace que el ojo de determinadas personas sea menos sensitivo a la luz (y, por tanto, vulnerables al TAE). "Esos individuos tienen unos menores niveles de un receptor de fotopigmento llamado melanopsina, involucrado en la regulaci¨®n del ritmo circadiano, y necesitan mayores niveles de luz brillante para mantenerse en su funcionamiento normal en los meses fr¨ªos", aclara el estudio.
Y luego est¨¢ el cambio de hora (el pr¨®ximo 25 de octubre, a las tres de la ma?ana ser¨¢n las dos), que nos somete a ¡°un esfuerzo adaptativo notable¡±, como asegura el doctor Bulbena, quien a?ade: "Llegado el momento, debemos ir adapt¨¢ndonos a la luz solar: el cuerpo a veces tarda una semana y hasta dos en recuperar su ritmo habitual. Es como un jet lag en versi¨®n cambio horario¡±.
¡°Esta ausencia de luz, m¨¢s que tristeza, genera letargia, lentitud, como espesura. Si uno duerme de m¨¢s le pasa esto, el cuerpo se ralentiza, se pone a hibernar, le cuesta m¨¢s pensar, est¨¢ m¨¢s retra¨ªdo socialmente, come m¨¢s, normalmente, carbohidratos, y entra en una especie de estado de retiro que puede acabar en s¨ªntomas de des¨¢nimo¡±, detalla Bulbena. Para evitarlo, Guillermo Fouce, doctor en Psicolog¨ªa, profesor de la Universidad Complutense y de la Universidad Carlos III y presidente de Psic¨®logos sin Fronteras, aconseja hacer una transici¨®n lenta del verano al oto?o ("si ahora hay que acostarse antes, no hacerlo de golpe, sino adelantando 5 minutos cada d¨ªa") y adaptar nuestra vida social a los horarios actuales ("no hace falta renunciar a la ca?a, sino tom¨¢rsela una hora antes"). Porque, en el fondo, ?no puede ser que nos afecte tanto el oto?o por una innata tendencia al drama? "Hay una parte de eso", contesta Fouce: ¡°Y si ya existe una aflicci¨®n previa, el oto?o la potenciar¨¢. Pero esto es como cuando lo ves todo gris en una jornada gris. No es el d¨ªa: eres t¨². ?Claro que se puede estar alegre en oto?o!".
"Me duele la rodilla, ma?ana va a llover"
Las principales publicaciones cient¨ªficas (desde The Lancet a Nature) han publicado durante a?os estudios sobre reacciones concretas del cuerpo humano antes las manifestaciones del clima, y uno de ellos est¨¢ firmado por el neur¨®logo espa?ol Javier L¨®pez del Val, del hospital Cl¨ªnico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza, que durante un a?o registr¨® las entradas de pacientes en su unidad y luego las compar¨® con los datos del clima de Zaragoza, para descubrir que hab¨ªa ciertos cambios atmosf¨¦ricos que se relacionaban con una mayor incidencia de accidentes cerebrovasculares (ictus).
Los cambios de luz generan letargia, lentitud, espesura. Como cuando dormimos de m¨¢s y el cuerpo se ralentiza Antoni Bulbena, director del Instituto de Neuropsiquiatr¨ªa y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona
¡°Los neur¨®logos hemos intentado ver en todas las enfermedades que aparecen de sopet¨®n la posibilidad de que la estaci¨®n o condiciones meteorol¨®gicas pudieran influir en que el problema aparezca ahora y no unas semanas antes y no hemos encontrado una relaci¨®n directa ni importante. Pero, efectivamente, se han visto ictus que aparecen fundamentalmente en ¨¦pocas de climas extremos tanto por calor como por fr¨ªo¡±, dice el doctor Tejero.
Una revisi¨®n de estudios publicada en The Journal of Rheumatology constata que aquello de predecir los cambios de tiempo no son cosas de viejos, y que realmente la humedad perjudica a las personas con artritis, mientras que otras investigaciones han refrendado la idea de que el fr¨ªo intenso y la baja presi¨®n atmosf¨¦rica (hola, oto?o) aumentan el dolor en las articulaciones de los reum¨¢ticos. Pero nos quedamos con las palabras de Founce: "claro que se puede estar alegre en oto?o".
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