La verdad es de quien sabe contarla
¡®Pisando ceniza¡¯, las memorias de Manuel Arroyo-Stephens, son un homenaje a los seres que amamos y han desaparecido
Las cosas solo suceden a los que saben contarlas, le dijo el editor Manuel Arroyo-Stephens a Antonio Ord¨®?ez al final de un almuerzo que hab¨ªa comenzado a las dos de la tarde y llegaba a su fin a las tres de la madrugada. A lo largo de la conversaci¨®n, Ord¨®?ez se hab¨ªa quejado amargamente de que no fuera a quedar nada de lo que hab¨ªa vivido en los ruedos. Lo que hab¨ªa hecho, lo hab¨ªa hecho en el aire y con el aire se hab¨ªa ido. Los dos hombres se separaron con la promesa de seguir hablando. No pudo ser, a los pocos meses el torero mor¨ªa de un c¨¢ncer. Las palabras de Arroyo-Stephens sobrevuelan Pisando ceniza (Turner), unas memorias sin orden cronol¨®gico y sin apenas nombres, donde el hermoso lenguaje lleva al lector con la suavidad de una engrasada y silenciosa cinta mec¨¢nica hacia el coraz¨®n del libro: la noria de la vida y la muerte, el eterno retorno, la resurrecci¨®n de los muertos que hace posible la literatura.
Los episodios se enlazan como las cabinas de la noria: cada relato finaliza con una muerte ¨Cla de un librero de viejo, la de Bergam¨ªn, la de la madre del editor¡¨C y prosigue con la vida en el siguiente. Vida y muerte, la luz y su inevitable sombra. Hay algo conocido, familiar, ¨ªntimo en lo que se cuenta. No es ajena a ese logro la escritura de Arroyo-Stephens, que posee un eco atemporal, elegante, sincero, como un buen mueble que resiste el paso de a?os y modas. Porque hay libros como este donde el qu¨¦ y el c¨®mo son igual de importantes. Donde lo que se cuenta y c¨®mo se cuenta son indistinguibles. Este es sobre todo un homenaje a los seres que amamos y han desaparecido, un conmovedor testimonio de c¨®mo el milagro de la literatura los devuelve a la vida. Como dice John Banville en su ¨²ltima novela, La guitarra azul: ¡°As¨ª regresan los muertos, llevados por los vivos para arremolinarse en torno a nosotros, p¨¢lidos espectros de ellos y de nosotros mismos¡±.
elpaissemanal@elpais.es
Memorias en desorden
A un Bergam¨ªn viejo, vitalista y entra?able est¨¢n dedicadas gran parte de las p¨¢ginas de Pisando ceniza. Manuel Arroyo-Stephens, que fue su editor y su amigo, viaj¨® con ¨¦l por toda Espa?a siguiendo a Rafael de Paula, el torero gitano al que ambos adoraban. Pero, adem¨¢s de Bergam¨ªn, otros personajes aparecen en estas p¨¢ginas: libreros de viejo y el ilustrado don Bartolo, hijo de Juan March; Rafael Alberti, la madre de Arroyo-Stephens¡ Un mundo desaparecido y resucitado de entre las cenizas.
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