?xtasis para curar a veteranos de guerra
El Gobierno estadounidense aprueba un estudio que podr¨ªa llevar a la legalizaci¨®n del MDMA como f¨¢rmaco para paliar el estr¨¦s postraum¨¢tico
Jonathan Lubecky, de 40 a?os, lo hab¨ªa probado todo para sacar de su cabeza a los ¡°demonios¡±. Incluido un tratamiento de f¨¢rmacos que supon¨ªa tomar 42 pastillas al d¨ªa. Pero los demonios no desaparec¨ªan: diagnosticado con un desorden de estr¨¦s postraum¨¢tico tras servir un a?o como soldado del Ej¨¦rcito estadounidense en Irak, los fantasmas de la guerra persegu¨ªan a Lubecky. Tras siete a?os bajo distintos m¨¦todos, opt¨® por uno radical: particip¨® en un estudio en que se suministraban dosis de MDMA, la droga ilegal popularmente conocida como ¨¦xtasis, a pacientes durante sesiones de psicoterapia.
¡°Me cambi¨® la vida¡±, dice Lubecky por tel¨¦fono desde Charleston (Carolina del Sur). ¡°Si no hubiese seguido ese tratamiento, me habr¨ªa matado a m¨ª mismo. Antes, hab¨ªa tenido cinco intentos de suicidio¡±, agrega. Gracias a ello, asegura, pudo levantar cabeza: empez¨® a trabajar, se gradu¨® en la universidad con sobresaliente y se cas¨® con su pareja.
La experiencia positiva del militar retirado y otros pacientes llev¨® el pasado martes al Gobierno estadounidense a aprobar un estudio final de las terapias con ¨¦xtasis. Si las pruebas fueran positivas, podr¨ªan derivar en que la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en ingl¨¦s) autorice, a partir de 2021, el MDMA como un f¨¢rmaco legal para paliar los s¨ªntomas del PTSD, el acr¨®nimo en ingl¨¦s para el estr¨¦s postraum¨¢tico.
El PTSD ha adquirido relevancia en los ¨²ltimos a?os en EE UU como una epidemia silenciosa tras afectar a numerosos militares que vuelven de las guerras de Afganist¨¢n e Irak. Se calcula que cerca de uno de cada 15 estadounidenses lo sufrir¨¢ en alg¨²n momento de su vida, seg¨²n el centro nacional que analiza su impacto.
Cr¨ªticas a una legalizaci¨®n
Los cr¨ªticos con esos estudios temen que una hipot¨¦tica legalizaci¨®n m¨¦dica del ¨¦xtasis aliente el uso recreativo de la droga sint¨¦tica, popular en ambientes de fiesta, y minimice los efectos nocivos que puede acarrear su uso regular. Tambi¨¦n advierten del riesgo de que los doctores puedan fomentar adicciones como ha sucedido con la epidemia que acecha a EE UU de opi¨¢ceos, recetados para paliar dolores intensos.
Los partidarios de las pruebas alegan que el MDMA se administra en dosis controladas y supervisadas, y concede a los pacientes la evasi¨®n necesaria para sumergirse en el epicentro de sus traumas y a la que no llegan con otros m¨¦todos. Subrayan que en los a?os 70 los psic¨®logos empezaron a ser conscientes de los efectos placenteros del ¨¦xtasis y a utilizarlo en sus terapias. Lo mismo sucedi¨® con otros psicod¨¦licos. Pero tras convertirse en una droga popular en la calle, el ¨¦xtasis fue declarado en 1985 una sustancia ilegal por las autoridades estadounidenses.
Brad Burge, portavoz de la asociaci¨®n que impulsa los estudios, esgrime que no hay evidencia de que los pacientes del tratamiento hayan sufrido da?os cognitivos ni hayan sentido adicci¨®n por el MDMA. Argumenta que la droga es solo el m¨¦todo para abordar un problema y conf¨ªa en que el Departamento de Defensa o de Veteranos, que han hecho de la lucha contra el PTSD un asunto prioritario, se unan a las pruebas o decidan impulsar sus propias.
En su tratamiento en Charleston, a Lubecky le suministraron tres dosis de ¨¦xtasis en un periodo de 12 semanas, con una distancia de seis semanas entre dosis. El efecto de la droga le dur¨® unas siete horas, durante las cuales estuvo hablando con dos psicoterapeutas que le guiaban por sus pensamientos. En los d¨ªas posteriores, tuvo sesiones de seguimiento que se fueron acompasando.
¡°Me permiti¨® pensar con profundidad sobre las experiencias que tuve en el extranjero sin las reacciones emotivas o f¨ªsicas que habitualmente me provocar¨ªa¡±, explica el veterano, que sirvi¨® ocho a?os en el Ej¨¦rcito. Antes del tratamiento, Lubecky viv¨ªa en un estado de alerta y ansiedad permanente. Un 4 de julio, el d¨ªa nacional de EE UU que se celebra con fuegos artificiales, crey¨® revivir un ataque como los que sufri¨® en Irak. Su pareja lo encontr¨® dentro de un armario ataviado con su chaleco antibalas. En el primer 4 de julio tras seguir el estudio con ¨¦xtasis, le sigui¨® molestando el estallido de los petardos, pero no entr¨® en p¨¢nico.
¡°Antes de tomarlo, ten¨ªa constantemente ideas suicidas, casi cada minuto de cada d¨ªa¡±, rememora Lubecky, que asegura no tener ningunas ganas de volver a tomar la droga. ¡°Ahora es una o dos veces al d¨ªa, lo puedo manejar y soportar. Me hizo mucho menos depresivo. Realmente cre¨ª que [mi vida] ten¨ªa un futuro¡±.
El desorden es consecuencia de una vivencia traum¨¢tica, como una violaci¨®n sexual o la exposici¨®n a escenas horribles, como las muertes en una guerra o un incendio. Y propicia una sobrerreacci¨®n a est¨ªmulos que puede traducirse en ataques de p¨¢nico, insomnio o intentos de evadirse (con el alcohol, por ejemplo) de situaciones que puedan reavivar el trauma. Tambi¨¦n puede derivar en suicidios.
La Asociaci¨®n Multidisciplinar de Estudios Psicod¨¦licos, una ONG fundada en 1986 en California y que promueve el uso terap¨¦utico de drogas ilegales, financi¨® la segunda fase de las pruebas con ¨¦xtasis y lo har¨¢ tambi¨¦n con la tercera. Los pacientes, seg¨²n un informe, experimentaron un descenso del 56% de severidad de los s¨ªntomas y dos tercios de ellos dejaron de ser diagnosticados con estr¨¦s postraum¨¢tico tras finalizar la prueba.
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