?Est¨¢ ¡®Peppa Pig¡¯ destrozando la imaginaci¨®n de los ni?os?
Las declaraciones de una psic¨®loga australiana han causado un fuerte impacto en el mundo anglosaj¨®n. Nos preguntamos si tienen alg¨²n fundamento
A la buena de Peppa Pig le han acusado, nada menos, que de ser perjudicial para los ni?os. Eso ha afirmado una medi¨¢tica psic¨®loga australiana, en unas declaraciones que han traspasado el ¨¢mbito de lo local y han sido noticia hasta en el Reino Unido. Miles de padres se han preguntado at¨®nitos: ?Peppa Pig¡ una mala influencia??
La doctora Karen Phillip ¡ªas¨ª se llama esta psicoterapeuta¡ª refer¨ªa que "los ni?os est¨¢n perdiendo la capacidad de desarrollar habilidades en empat¨ªa y leer el lenguaje corporal de otras personas porque ya no est¨¢n en sinton¨ªa con ¨¦l¡±. Acusaba a estos dibujos de mermar el desarrollo de su imaginaci¨®n. ¡°Los peque?os est¨¢n perdiendo la capacidad de crear nuevos juegos, nuevos conceptos y nuevas ideas por estar demasiado acostumbrados a ser entretenidos por una fuente externa¡±. Y pon¨ªa como ejemplo la serie de la cerdita y su familia: ¡°Si los padres interact¨²an con los ni?os mientras ven Peppa Pig, cantando, bailando e interactuando con ellos, entonces la cosa cambia¡±. Es decir, que una serie como Peppa Pig solo es beneficiosa para los ni?os si estos la ven en compa?¨ªa de sus padres. (El revuelo causado entre padres de distintas nacionalidades oblig¨® a esta terapeuta a defenderse en un v¨ªdeo: "Jam¨¢s mencion¨¦ el programa Peppa Pig, me refer¨ªa al uso excesivo de pantallas", aleg¨®).
As¨ª y todo, ?pueden los dibujos animados (incluso los m¨¢s inocentes) ser perjudiciales para el desarrollo de los ni?os? Giuseppe Iandolo, psic¨®logo y doctor en Desarrollo Psicol¨®gico, Aprendizaje y Educaci¨®n nos da un mensaje tranquilizador basado en la evidencia de la investigaci¨®n cl¨ªnica por parte de estudiosos como Albert Bandura, profesor de Stanford y autor de la teor¨ªa del aprendizaje social.
¡°Los dibujos animados brindan oportunidades para el desarrollo infantil: los de tipo educativo pueden contribuir al desarrollo ling¨¹¨ªstico y narrativo, a la dimensi¨®n espaciotemporal, as¨ª como a la capacidad de solucionar problemas y dificultades a trav¨¦s del modelado¡±, dice. No obstante, esto no nos exime de una supervisi¨®n, sino todo lo contrario. ¡°M¨¢s all¨¢ de que los contenidos de un dibujo animado sean adecuados, su impacto en la educaci¨®n del ni?o depender¨¢ de otros factores, como el grado de implicaci¨®n de los padres en compartirlos con ellos, explic¨¢ndolos y supervis¨¢ndolos¡±, aclara el doctor en psicolog¨ªa.
No prohibir, sino racionar (y complementar)
En general, Iandolo desaconseja la prohibici¨®n o las medidas muy radicales. ¡°No permitir que un ni?o vea dibujos animados por considerar a priori que son da?inos, adem¨¢s de privarle de una ocasi¨®n educativa, podr¨ªa perjudicarle en su sentimiento de adecuaci¨®n y relaci¨®n con sus amigos, y nos reclamar¨¢ que todos los dem¨¢s los ven y ¨¦l no¡±, explica el psic¨®logo. Ante esta demanda la mejor soluci¨®n, explica, ¡°ser¨¢ delimitar los tiempos y el tipo de dibujos, para dejar espacio a otras actividades tambi¨¦n fundamentales para desarrollo infantil: el juego, la lectura compartida y la socializaci¨®n con otros ni?os¡±.
Al igual que Phillip, opina que el exceso de tele no les hace ning¨²n favor a los ni?os y podr¨ªa tener consecuencias negativas: ¡°Los heavy TV watchers (as¨ª se refieren en investigaci¨®n cl¨ªnica a los ni?os teleadictos) manifiestan algunos efectos negativos en la socializaci¨®n y comunicaci¨®n, como son los sentimientos de soledad, una excesiva identificaci¨®n con los personajes de los dibujos, y menor rendimiento acad¨¦mico¡±, asegura Iandolo.
Otro tema fuente de intranquilidad habitual de los padres es la propia trama de las historias, en ocasiones muy dram¨¢tica. Pero esto tampoco deber¨ªa quitarnos el sue?o, puesto que ¡°contribuye al desarrollo emocional del ni?o¡±, seg¨²n aclara el investigador. Temas como el del pobre Marco, que viaja de los Apeninos a los Andes, o incluso la muerte de la madre de Bambi, ¡°activan la b¨²squeda de una soluci¨®n o de un significado que mueve toda la actividad ps¨ªquica y emocional humana. M¨¢s que crear un trauma en el ni?o, estos temas fortalecen su resiliencia porque informan de posibilidades y acontecimientos de la vida que, junto con los padres, los ni?os pueden llegar a elaborar atribuy¨¦ndole un significado personal¡±. En cualquier caso, Giuseppe Iandolo considera importante que ¡°la trama de su historia sea coherente y cohesionada alrededor de un tema central que los ni?os puedan entender y elaborar¡±.
C¨®mo afectan los personajes
Sobre si pesa m¨¢s la historia o el personaje, el experto no lo duda: ¡°A corto plazo, durante la visi¨®n del dibujo animado, pesan m¨¢s los personajes¡±, ya que la influencia de la historia requerir¨¢ un proceso de maduraci¨®n posterior. ¡°Los dibujos animados, en tanto que narran una historia con personajes con los que el ni?o se identifica, contribuyen a estimular su empat¨ªa, pero solo cuando la historia se cierra empieza a afectar el pensamiento narrativo y emocional del ni?o¡±. En otras palabras: ¡°Ver una historia estimula la empat¨ªa; contar una historia proporciona un nivel a¨²n m¨¢s profundo de empat¨ªa hacia los personajes¡±. Por esta misma raz¨®n a los padres les conviene no solo ver dibujos de vez en cuando con los ni?os, sino dejar que ellos mismos nos cuenten sus propias interpretaciones. ¡°No existen los dibujos animados perfectos porque el pensamiento narrativo se basa en lo imprevisto y en la imperfecci¨®n, pero un buen dibujo animado permitir¨¢ al ni?o y a sus padres buscar el significado de la experiencia, tal y como ocurre en la vida real¡±, a?ade.
De lo absurdo de ¡®Bob Esponja¡¯ al tono de ¡®Hora de aventuras¡¯: ?d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites?
Un estudio cl¨¢sico realizado por Keith Gilbert en 1998 sobre el impacto de los medios en ni?os de cinco y seis a?os expuestos durante dos horas diarias a distintos programas demostr¨® que, a esa edad, los ni?os todav¨ªa no son del todo capaces de distinguir entre realidad y ficci¨®n. Es decir, que tienden a identificar a los personajes de los dibujos animados como los miembros de su propia familia.
Esto podr¨ªa llevar a conductas de imitaci¨®n muy peligrosas, seg¨²n advierte la psicoterapeuta Gestalt Clotilde Sarri¨®. ¡°La identificaci¨®n con los protagonistas de los dibujos implica una mimetizaci¨®n que les puede llevar, no ya a vestir como sus referentes a base de pijamas o disfraces, sino a actuar bajo la consigna de lo que puede hacer mi s¨²per h¨¦roe, tambi¨¦n lo puedo hacer yo¡±. Tampoco debemos olvidar la influencia que pueden ejercer a nivel de principios morales, a?ade Sarri¨®: ¡°Unos dibujos animados aparentemente inofensivos podr¨ªan contener mensajes que influyeran en conceptos y estereotipos referentes a sexualidad, la violencia o la xenofobia, por poner tan s¨®lo tres ejemplos¡±.
Iandolo, por su parte, tambi¨¦n refiere una alta identidad con los personajes, sus actitudes y actividades que nos invitar¨ªa a considerar que ¡°el discurso central no es tanto durante cu¨¢nto tiempo de exposici¨®n es recomendable, sino a qu¨¦ se exponen nuestros hijos. Lo importante ser¨¢ que las conductas de sus personajes sean m¨¢s positivas que negativas, que la agresividad sea expresada pero no traiga beneficios y que los esfuerzos y las soluciones resalten por su valor adaptativo y resolutivo¡±.
En este contexto no deber¨ªamos obsesionarnos con lo grosero o grotesco de algunos dibujos: ¡°No vamos a ser moralistas, pero debemos distinguir entre entretenimiento, mala educaci¨®n y conductas delincuenciales. Algo grotesco no necesariamente debe ser grosero, un pedo en un episodio del despistado Bob esponja no tiene nada a que ver con un pedo en el contexto de South Park. Para crear esta distinci¨®n es fundamental el control parental¡±.
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