?Cu¨¢l de estas dos figuras se llama Bouba? ?Y Kiki? El 95% de la gente responde lo mismo
No importa la edad, el idioma ni el entorno. Los neuropsic¨®logos llevan casi 90 a?os estudiando este fen¨®meno universal
En la imagen superior hay una figura que se llama Bouba y otra que se llama Kiki. ?Cu¨¢l es cu¨¢l? Si lo plantea a sus compa?eros de oficina o familiares, es muy probable que contesten que la redondeada es Bouba; y la picuda, Kiki. ?C¨®mo es posible?
No se trata de una coincidencia ni de una ilusi¨®n visual, sino que la explicaci¨®n a este fen¨®meno se remonta hasta hace casi 90 a?os. En 1929, el psic¨®logo Wolfgang K?hler realiz¨® este experimento en la isla de Tenerife. En su momento, K?hler utiliz¨® las mismas formas geom¨¦tricas pero pidiendo a los participantes que atribuyeran las palabras Takete y Maluma. ?El resultado? El 95% de los sujetos asignaron la palabra Takete a la forma puntiaguda, y Maluma a la lobulada.
A?os m¨¢s tarde, en 2001, los neurocient¨ªficos Vilayanur S. Ramachandran y Edward Hubbar recuperaron las aportaciones de K?hler, y realizaron de nuevo el experimento (en esta ocasi¨®n con las ya mencionadas Bouba y Kiki) en grupos de habla inglesa y habla tamil, una lengua dr¨¢vida hablada principalmente en el sur de la India y el norte de Sri Lanka. En este segundo estudio los resultados fueron exactamente los mismos: entre el 95% y 98% de los participantes respondieron "Bouba" al objeto redondo y "Kiki" al picudo. Con esta nueva aportaci¨®n, los cient¨ªficos consiguieron demostrar que el efecto se produc¨ªa independientemente del entorno, cultura o idioma de los participantes. M¨¢s todav¨ªa, en 2006, un estudio publicado en la revista Developmental Science, dirigido por el neurocient¨ªfico Daphne Maurer, demostr¨® que el efecto tambi¨¦n suced¨ªa en ni?os menores de 3 a?os que todav¨ªa no sab¨ªan leer.
El origen de las palabras no es arbitrario
Ramachandran y Hubbard especulan en sus trabajos que esta coincidencia podr¨ªa deberse a las conexiones entre las ¨¢reas sensoriales y motoras de nuestro cerebro, como la forma en la que ponemos nuestros labios para nombrar ciertos objetos y la idea que nos hacemos de los mismos: Kiki requiere un paladar alto y Bouba una boca m¨¢s bien redondeada. En este sentido, el investigador Julio Santiago, del Departamento de Psicolog¨ªa Experimental de la Universidad de Granada, explica que ¡°en general, las consonantes oclusivas (d, ch, g, j, k, p, t) se asocian con formas picudas, y las continuantes (b, f, h, m, n, s, v, z) con formas redondeadas. As¨ª pues, la asignaci¨®n de nombres a objetos no es completamente arbitraria". Este fen¨®meno, de hecho, pone en entredicho que el significante (la forma) no tenga relaci¨®n con su nombre, lo que se hab¨ªa considerado como uno de los rasgos definitorios del lenguaje desde tiempos de Ferdinand de Saussure, precursor de la ling¨¹¨ªstica moderna del siglo XIX.?
¡°A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales,Un d¨ªa dir¨¦ vuestros nacimientos latentes¡¡±
Con este verso empieza uno de los sonetos m¨¢s conocidos del poeta franc¨¦s Arthur Rimbaud (1854-1891). Una de las interpretaciones m¨¢s extendidas de la pieza es la que define su car¨¢cter sinest¨¦sico (lo que en neurofisiolog¨ªa se conoce como la asimilaci¨®n de diferentes sentidos en un mismo acto perceptivo, como olores que tienen colores, m¨²sica con textura, etc.). Precisamente, en el efecto Bouba/Kiki, nuestros mapas cerebrales visuales y auditivos establecen fuertes conexiones, reproduciendo as¨ª un modelo sinest¨¦sico. As¨ª, Julio Santiago detalla que ¡°cuando se trata de interconectar sonidos con otros sentidos [lo que se conoce como efectos de simbolismo fon¨¦tico], la mayor¨ªa de las personas est¨¢n de acuerdo en que ciertos sonidos corresponden a objetos grandes o peque?os, r¨¢pidos o lentos, ¨¢speros o suaves, etc.¡±.
La industria gastron¨®mica parece haberse percatado de las interacciones entre la vista, el o¨ªdo, el olfato, el gusto y el tacto, y est¨¢n muy bien aprovechadas por los actuales chefs de vanguardia: "Un yogur en un vaso pesado parece m¨¢s cremoso, el chocolate suena grave y la menta aguda¡±, ejemplifica Santiago. Un caso clar¨ªsimo es el men¨² degustaci¨®n que ha dise?ado el chef brit¨¢nico Heston Blumenthal para su galardonado restaurante The Fat Duck. En ¨¦l, el cocinero juega con la percepci¨®n polisensorial de sus comensales. Al cambiar el nombre de una de sus propuestas, pasando de ¡°helado de cangrejo¡± a ¡°bizcochito de cangrejo congelado¡±, logr¨® aumentar las ventas de este plato, consiguiendo que lo percibieran m¨¢s dulce que cuando se llamaba helado.
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