Se acabaron las peleas por el aire acondicionado (y ganan los calurosos)
Que s¨ª, que conviene bajarlo unos grados m¨¢s. "Las altas temperaturas en los espacios interiores est¨¢n atrofiando nuestro sistema de quema de grasas", advierte un catedr¨¢tico en Bioqu¨ªmica y Biomedicina
Imagine que su jefe le comunica que a partir de ma?ana la temperatura de la oficina bajar¨¢ de los confortables 22 grados hasta los 17. Antes de arrugar el ce?o, sepa que su organismo lo agradecer¨¢. Esa es la tesis del profesor Wouter van Marken Lichtenbelt, del departamento de Biolog¨ªa Humana de la Universidad de Maastricht (Holanda). La propuesta se enmarca dentro de una iniciativa de la revista Building Reseach & Information sobre la optimizaci¨®n de recursos energ¨¦ticos y reducci¨®n de emisiones de CO2 en las construcciones habitables. Y no pod¨ªa ser m¨¢s revolucionaria: subir y bajar varias veces al d¨ªa el termostato, dej¨¢ndolo algunas horas en temperaturas frescas, ayudar¨ªa a combatir la obesidad y la diabetes tipo 2. Vayamos por partes.
En su art¨ªculo Healthy excursions outside the thermal comfort zone (Excursiones fuera de la zona de comodidad t¨¦rmica), van Marken concluye que con solo diez d¨ªas de exposici¨®n intermitente a un ambiente m¨¢s fresco (pero sin llegar a tiritar) dentro del edificio, mejora la sensibilidad a la insulina y aumenta el consumo de calor¨ªas, vital para controlar la obesidad.
Este punto de partida no es nuevo. En 1950, el f¨ªsico sueco Per Fredrik Scholander se?al¨® que cuando el cuerpo se encontraba fuera de la "zona termoneutra" (entre 26 y 32 grados), por encima o por debajo, se daba un mayor gasto metab¨®lico para regular la temperatura corporal. Estudios posteriores, como el de los investigadores Francesco Celi o Takeshi Yoneshiro, iban a¨²n m¨¢s all¨¢, asegurando que dos horas al d¨ªa a 17 grados durante seis semanas pod¨ªan reducir aproximadamente el 5% de la masa grasa de los participantes. En otras palabras, un poco de fresco mientras redacta unos informes podr¨ªan ayudarle en su lucha contra los michelines.
La responsable de este "milagro" para perder kilos sin mover ni un dedo es la grasa parda (conocida as¨ª por su alta concentraci¨®n de mitocondrias, que son de color oscuro y cuya funci¨®n consiste en suministrar la energ¨ªa necesaria para la actividad celular, quemando, por tanto, la que se ingiere con la comida). En este sentido, Francesc Villarroya, catedr¨¢tico del Departamento de Bioqu¨ªmica y Biomedicina Molecular de la Universidad de Barcelona y miembro del Instituto de Biomedicina (IBUB), detalla: ¡°Hoy sabemos que ese tipo de tejido adiposo se potencia con el fr¨ªo, pero no podemos imponer una temperatura baja a todo el mundo. Eso no quita que el persistente aumento de calor en espacios interiores debido a la calefacci¨®n est¨¦ atrofiando nuestros propios sistemas de quema de grasa. De hecho, de seguir as¨ª, podr¨ªamos encontrarnos con un ambiente obesog¨¦nico en las sociedades occidentales¡±.
Resultados esperanzadores para los diab¨¦ticos
Los beneficios de refrigerar ligeramente la estancia alcanzan tambi¨¦n a otro de los grandes problemas de la salud en Occidente: la diabetes tipo 2,?la forma m¨¢s com¨²n de este trastorno metab¨®lico que afecta hoy a unos 400 millones de habitantes en todo el mundo. Varios cient¨ªficos holandeses tomaban en 2015 a un grupo de pacientes con esa enfermedad y les ped¨ªan que disfrutaran de unos refrescantes 15 grados durante seis horas diarias, a lo largo de 10 jornadas. Los resultados eran esperanzadores, porque algunos experimentaron una mejor¨ªa de hasta el 43% en su sensibilidad a la insulina.
Desde la Sociedad Espa?ola de Diabetes (SED), su presidenta, Anna Novials, endocrin¨®loga en el Hospital Cl¨ªnic de Barcelona y directora del Laboratorio de Diabetes y Obesidad del IDIBAPS, ve la propuesta con buenos ojos, aunque se muestra cauta: ¡°Se basa en estudios muy reveladores, pero a¨²n muy limitados. Y aunque llegaran a tenerlos, imponerlo en los edificios de uso com¨²n podr¨ªa ser aventurado. Si ya hoy nos peleamos por la temperatura, imagine lo que ser¨ªa tener que pasar varias horas al d¨ªa a 17 grados, si uno no tiene problemas ni de diabetes ni de obesidad. En cambio, como pauta para tener en casa, es una excelente idea. Todo lo que nos pueda ayudar a controlar una enfermedad sin necesidad de medicamentos debe, como poco, ser tenido en consideraci¨®n¡±.
Lo revolucionario de Van Marken y sus colegas es impulsar que la climatizaci¨®n de los edificios sea variable. ¡°Asumimos que una temperatura estable satisface la comodidad y la salud de la mayor¨ªa de las personas. Un poco de fr¨ªo y una variabilidad de los grados cent¨ªgrados en el interior tendr¨ªan interesantes beneficios sobre la salud, sin llegar a ser inc¨®modo¡±, explica el profesor. Dado que la inmensa mayor¨ªa de los estudios los realizan nuestros vecinos del norte, apenas hay investigaciones concluyentes con el supuesto contrario: apagar el aire acondicionado y dejar a los humanos a merced de la can¨ªcula veraniega, que en la verde Maastricht es mucho m¨¢s indulgente que en Madrid o Sevilla, por poner un ejemplo. La mala noticia es que, durante verano, en muchas zonas de Espa?a, una habitaci¨®n a 17 grados solo es posible con el aire acondicionado al m¨¢ximo. As¨ª que habr¨¢ que valorar si al planeta le merece la pena que usted se quite michelines a golpe de bajar el termostato, o prefiere esperar a ponerlo en pr¨¢ctica cuando llegue el oto?o.
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