Hartas ya de llorar, nos ha dado por re¨ªr
Querer resquebrajar los muros del patriarcado a base de carcajadas acaso sea la demostraci¨®n palpable de que ya han sido debilitados
Si hasta ahora las feministas ¨¦ramos para la inmensa mayor¨ªa unas cenizas que nos pas¨¢bamos el d¨ªa protestando por cosas tan inocuas como el patriarcado, el androcentrismo o el techo de cristal, ya nadie volver¨¢ a llamarnos amargadas. Un nuevo elemento ha entrado en nuestra lucha sin cuartel: ?el sentido del humor! Se ha convertido en un arma m¨¢s de nuestro arsenal, y no saben c¨®mo dispara. El sentido del humor se ha alineado en nuestras filas violetas y ha venido para quedarse, como el casco de los ciclistas o la comida sin gluten.
Youtubers como Alicia Murillo (El conejo de Alicia), La Pulla, Andrea Compton, Mar¨ªa Herrej¨®n o Yellow Mellow, se pasan por el forro lo pol¨ªticamente correcto y se ensucian la lengua todo lo que haga falta si sirve para la causa. Cantautoras como Vicu Villanueva defienden los derechos de las mujeres a golpe de guitarra gamberra. Y otro tanto pasa en el campo literario. Lo demuestran t¨ªtulos como Un libro para ellas, de la humorista brit¨¢nica Christie Bridget (que no Bridget Jones), una beligerante amiga del sarcasmo que igual nos cuenta una vivencia personal como reflexiona sobre las mal vistas sufragistas o combate la idea de que las feministas parecemos todas la Velma de Scooby-Doo. Esta Bridget resulta que triunf¨® con un espect¨¢culo de lo m¨¢s feminista, aunque¡ ¡°De veras no esperaba que un espect¨¢culo sobre feminismo tuviera ¨¦xito. De hecho, deseaba fracasar estrepitosamente, verme obligada a tirar la toalla y pasar a depender econ¨®micamente de mi marido imaginario¡±.
Tambi¨¦n otros libros made at home publicados este a?o a la reflexi¨®n sesuda han preferido la chanza. Me refiero a Yo tambi¨¦n soy una chica lista, de Luc¨ªa Lijtmaer, o a dos t¨ªtulos en catal¨¢n, Feminisme de butxaca. Kit de superviv¨¨ncia [Feminismo de bolsillo. Kit de supervivencia] de Bel Olid, y Feminisme per a microones [Feminismo para microondas], de Natza Farr¨¦. Las tres son hijas de los 70 (en el sentido literal), escriben tambi¨¦n en la prensa y creen que la llamada revoluci¨®n de las mujeres ¡ªque por cierto es la revoluci¨®n de todos¡ª necesita armas nuevas m¨¢s all¨¢ que del lanzamiento de sujetadores viejos, de esos con las gomas como chicles, aunque a¨²n resultan ¨²tiles frases como ¡°sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios¡±, que parece que no ha perdido actualidad.
La buena noticia no es s¨®lo que sus libros se leen muy bien, sino que tambi¨¦n se venden. Y es que esa reciente ola de t¨ªtulos en clave ir¨®nica ha sido bien recibida por las librer¨ªas, por los medios y por los lectores y las lectoras. Son libros que el boca-oreja lleva a segundas y terceras ediciones. All¨ª donde antes hab¨ªa mala leche apenas cortada con unas gotas de inflexible reclamaci¨®n de unos derechos que nos pertenecen y se nos niegan, ahora hay una negociaci¨®n h¨¢bil entre lo que nos merecemos y lo que se resisten a darnos, entendiendo por negociaci¨®n un ¡°te voy a sacar lo que me debes con la vaselina de la risa y sin que te duela¡±. Y aunque Bourdieu defendiera que no puede haber humor en la tragedia, cuando la tragedia dura demasiado no queda otra. Y esta de la desigualdad de g¨¦nero ya sabemos que est¨¢ durando.
En Yo tambi¨¦n soy una chica lista, Luc¨ªa Lijtmaer (1977) llama golpe en la cabeza a lo que Bridget (1971) llama ca¨ªda del caballo, es decir, al momento en que a una se le aparecen ante los ojos las gafas violetas y empieza a ver m¨¢s claro. Las cuatro le sacan punta a asuntos muy serios para despistar as¨ª al contrario, y lo consiguen. Lijtmaer pone en la picota los estereotipos en el sector audiovisual, que tanto da?o hacen, se retrotrae a la figura cl¨¢sica de la bruja y escribe: ¡°?Qu¨¦ es la bruja sino una se?ora que vive sola en una casa? Desde el Medievo, la bruja es simplemente la manera en que la ficci¨®n retrata a una mujer no casada a la que se le ha pasado el arroz y que decide irse a tomar un c¨®ctel. ?O qu¨¦ pens¨¢bamos que era la p¨®cima sino la versi¨®n del siglo XIII del pisco sour?¡±.
Natza Farr¨¦ (1972) evoca la operaci¨®n biquini en estos t¨¦rminos: ¡°La operaci¨®n biquini es una operaci¨®n que s¨®lo se hace a las mujeres. Va sin anestesia. Consiste en sac¨¢rnoslo todo y dejarnos s¨®lo el cuerpo. Hace un da?o de cojones. ?Hablamos de la anorexia?¡±. Y Bel Olid (1977), hablando de la lacra de las agresiones sexuales, afirma sin ambages: ¡°Si cada vez que un hombre le toca el culo a una mujer en un transporte p¨²blico hubiera una denuncia, se colapsar¨ªa la polic¨ªa¡±. Y no se equivoca, pues las muertas anuales v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero no caen del cielo, sino que se anuncian a diario a diestro y siniestro con miradas lascivas, faltas de respeto y micromachismos que no lo son tanto (me refiero a micros).
Dec¨ªa Pavese que la literatura era una defensa contra las ofensas de la vida, y el humor tres cuartos de lo mismo: siempre ha sido una manera de soportar mejor las propias desgracias, en este caso colectivas. Que a las feministas, hartas ya de llorar, nos haya dado por mofarnos de lo que a estas alturas a¨²n tenemos que estar reclamando, es una se?al de cambio de ciclo y una muestra de que algo se est¨¢ moviendo. O nuestra paciencia hab¨ªa llegado al l¨ªmite, o nuestro horizonte de expectativas se acerca. Querer resquebrajar los muros del patriarcado a base de carcajadas acaso sea la demostraci¨®n palpable de que ya han sido debilitados y que las mazas de las De Gouges, Wollstonecraft, Pankhurst, Woolf, Trist¨¢n, Zetkin, Beauvoir, Friedan, French, Faludi, Fireston y tantas otras han sido efectivas. Por lo que ahora queda tan s¨®lo darles el ¨²ltimo empujoncito.
Constatamos pues que en el feminismo el humor est¨¢ sirviendo para llevar a cabo una operaci¨®n de iluminaci¨®n de las zonas oscuras, de esos repliegues a los que las cifras, las evidencias y las noticias luctuosas parece que no llegan. Cabe el peligro de que suceda lo mismo que sucede en los espacios abiertos, que cuando est¨¢n demasiado bien iluminados los tramos largos puedan parecer m¨¢s cortos. Pero ser¨ªa un mal menor, pues nada mejor que creer que la meta est¨¢ cerca para apretar el paso y alcanzarla.
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