Nuestras hijas se merecen un futuro mejor

M¨¢s informaci¨®n

Las nuevas esclavas del siglo XXI

Menstruar: un reto en el cielo y en la tierra

La higiene menstrual, m¨¢s que un producto en el supermercado

El agua ?cosa de mujeres?

Es temprano y ya est¨¢n en la escuela. Las ni?as y los ni?os son igual de escandalosos en cualquier parte del mundo y, sobre todo, cuando llegan visitantes y rompen la monoton¨ªa con el saludo de precepto: ¡°Good morning teacher, how are you?¡± (Hola maestro, ?c¨®mo est¨¢?)". Esta es la bienvenida larga y cantada que nos recibe en cada una de las clases que visitamos; es el que han aprendido en un ingl¨¦s que los alumnos pronuncian a la perfecci¨®n mientras se levantan y hacen una reverencia de lo m¨¢s elegante. Despu¨¦s de eso, el aula se llena del bullicio y el revoloteo de escolares curiosos por saber qu¨¦ hacemos all¨ª.

Tenemos una reuni¨®n con Araso Jima y Dersu, dos l¨ªderes del pueblo, pero antes paramos en la escuela para ver c¨®mo est¨¢ avanzando el programa de salud que Nuevos Caminos empez¨® en la zona hace un par de a?os. Hoy estamos repartiendo las compresas de tela para las adolescentes que empiezan a menstruar. Las enfermeras se han reunido con ellas y les cuentan c¨®mo usarlas y lavarlas. Cada una de ellas un par de compresas y braguitas para que las puedan usar durante la menstruaci¨®n y as¨ª no pierdan clases. A pesar de la verg¨¹enza que les da hablar del tema, guardan su regalo como un tesoro que ser¨¢ determinante para su futuro.

Aunque por su estado nutricional no menstr¨²an m¨¢s de dos d¨ªas seguidos, esos d¨ªas no suelen asistir a clase, porque est¨¢n enfermas y sangran, seg¨²n dicen ellas. Adem¨¢s, cuando la familia va creciendo y los recursos son m¨¢s escasos, se utilizan para pagar los libros y uniformes de los hijos varones. La tasa de abandono escolar de las ni?as puede comprobarse visitando las clases de secundaria. Es inevitable entristecerse al ver que la mayor¨ªa de los adolescentes que asisten son varones. Sin agua, no hay letrinas en la escuela donde las chicas puedan asearse. Esos dos d¨ªas al mes se suman a los d¨ªas que faltan por tener que quedarse en casa para ayudar a sus madres o ir a buscar agua a la fuente m¨¢s cercana.

Y ese es el tema del que Araso Jima y Dersu quieren hablar con nosotras y por el que nos han convocado. Est¨¢n preocupados porque ven como su pueblo vuelve a sumirse en la pobreza despu¨¦s de haber probado que una vida mejor era posible.

El pueblo de Meja-Lalu particip¨®, hace ya m¨¢s de nueve a?os, en un plan de desarrollo liderado por la Oficina de Desarrollo Social del Vicariato de Meki (MCS). En la ejecuci¨®n de ese proyecto se trabaj¨® con la poblaci¨®n local en la identificaci¨®n de sus necesidades m¨¢s acuciantes para lograr un desarrollo sostenible y a largo plazo. El Gobierno se encarg¨® de que la luz llegara al pueblo y MCS puso en marcha una escuela primaria y perfor¨® un pozo de agua. El pozo abasteci¨® a la poblaci¨®n durante tres a?os, cubriendo una necesidad tan b¨¢sica como el acceso al agua potable.

Gracias a esta infraestructura, las mujeres pudieron ver c¨®mo ahorraban tiempo para realizar otras tareas vitales para la subsistencia como el cuidado de los ni?os y los enfermos en la familia, el pastoreo de los reba?os o el comercio de las cosechas estacionales que recogen tras cada temporada de lluvias.

As¨ªmismo los ni?os y ni?as pudieron iniciar estudios de educaci¨®n primaria, se acort¨® la distancia a la escuela m¨¢s cercana y ahorraron horas en la tarea diaria de ir a buscar agua a la fuente m¨¢s cercana, tarea que comparten las mujeres y los m¨¢s peque?os de la casa, normalmente las ni?as.

El coste de la reparaci¨®n de la instalaci¨®n el¨¦ctrica es inasumible, hay que buscar alternativas

Los habitantes de Meja-Lalu se sent¨ªan orgullosos de pagar su recibo de la luz, para ellos tener una bombilla en casa y tener una bomba de agua que surtiera la fuente del pueblo fue un avance exponencial en su lucha contra la pobreza.

Pero como ya habr¨¢ podido intuir el lector en este punto, la historia no acab¨® bien. Tres a?os despu¨¦s de la puesta en marcha del proyecto, durante la ¨¦poca de lluvias, una tormenta derrib¨® algunos postes de la luz, unos hablan de nueve y otros de 15. Lo cierto es que, seis a?os m¨¢s tarde, los postes ca¨ªdos son incontables. Acordamos con Araso Jima y Dersu visitar a la compa?¨ªa de la luz, con quienes ellos ya se hab¨ªan sentado en varias ocasiones sin conseguir nada. Incluso hab¨ªan conseguido reunir entre toda la comunidad los tres mil euros necesarios ¡ªuna peque?a fortuna en Meja-Lalu¡ª, que cubrir¨ªan el pago que les exig¨ªa la compa?¨ªa para unas reparaciones que nunca empezaron. El ingeniero con el que nos reunimos un par de veces nos explic¨® muy amablemente que no pueden hacer nada al respecto. El coste de la reparaci¨®n de la instalaci¨®n el¨¦ctrica, tal y como est¨¢ actualmente, es inasumible y los ingresos que se generan en Meja-Lalu por el gasto el¨¦ctrico de la poblaci¨®n no compensan los trabajos necesarios.

Tras una larga negociaci¨®n y varias visitas, finalmente conseguimos que la compa?¨ªa el¨¦ctrica se comprometiera a llevar un generador al pueblo. No tendr¨¢n electricidad en sus casas, pero al menos podremos poner en marcha de nuevo un proyecto para que el agua vuelva a ser un bien para la poblaci¨®n.

Unas semanas despu¨¦s, nos notificaron que el generador ya estaba all¨ª y que la comunidad ya se hab¨ªa organizado para empezar los trabajos de reparaci¨®n. Tras seis a?os de desuso y sin mantenimiento, el tendido el¨¦ctrico era un desastre y las instalaciones del agua en el pueblo tambi¨¦n se hab¨ªan deteriorado. Este verano organizamos una campa?a especial para llevar agua a Meja-Lalu. Gracias al apoyo de nuestros socios hemos empezado a reconstruir la nueva fuente y el dep¨®sito en el centro del pueblo. Pronto empezaremos a instalar las tuber¨ªas y hacer que el agua vuelva a correr, y con ella la vida y el desarrollo. Los habitantes de Meja-Lalu est¨¢n ansiosos por tener agua de nuevo, sobre todo las mujeres.

En una de nuestras reuniones en el pueblo, Meseret, una de las representantes de las mujeres de Meja-Lalu, se levant¨® y nos dijo: ¡°Yo quiero que mi hija vaya a la escuela, pero no puedo hacerlo todo sola y ella me tiene que ayudar. No tener agua nos est¨¢ llevando a ser cada d¨ªa m¨¢s pobres, nuestros burros mueren por los duros caminos, nuestros enfermos sufren mucho. Nuestras hijas se merecen un futuro mejor¡±.

Su clamor es el grito de todas ellas, quieren que sus hijas dejen de cargar esos tristemente famosos y tan fotografiados ¡°jerrycans¡± (garrafones) amarillos que inundan Etiop¨ªa y otros pa¨ªses de ?frica y, en su lugar, carguen los libros de la escuela para construir el futuro que a ellas se les ha negado.

El desarrollo es posible, las mujeres de Meja-Lalu lo han probado y no se resignan a ver c¨®mo sus hijas est¨¢n abocadas a repetir su historia.

Silvia Garriga es gerente de la Asociaci¨®n Nuevos Caminos, que trabaja en proyectos de desarrollo en Etiop¨ªa desde hace 10 a?os. Recientemente visit¨® los proyectos de la zona de Meki y este relato est¨¢ basado en su experiencia all¨ª.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.