El hambre, arma de destrucci¨®n masiva
Seis de cada 10 personas que no comen lo suficiente viven en pa¨ªses afectados por un conflicto
Cuesta pensar en un saco de arroz como un elemento mort¨ªfero. O en bidones de agua como granadas esperando ser activadas. La guerra, sin embargo, tiene mucho que ver con la comida. O, mejor dicho, con la falta de ella. El hambre es causa y consecuencia de enfrentamientos y, en suma, provoca una inseparable espiral de desnutrici¨®n y violencia. El a?o pasado el n¨²mero de hambrientos crec¨ªa por primera vez desde 2003: 815 millones de personas no comen lo suficiente. Y entre ellas, seis de cada 10 est¨¢n en pa¨ªses afectados por conflictos. De los 155 millones de ni?os y ni?as desnutridos, 122 millones sufren los impactos de la guerra.
Los datos, publicados el mes pasado por la FAO (Agencia de la ONU para la Alimentaci¨®n y la Agricultura), han sido la base de una reflexi¨®n impulsada por la ONG Acci¨®n contra el Hambre (ACH), con motivo del pr¨®ximo D¨ªa Mundial de la Alimentaci¨®n, el pr¨®ximo lunes 16 de octubre. ¡°El hambre es un arma de guerra silenciosa, muy barata y que podr¨ªa considerarse de destrucci¨®n masiva¡±, apuntaba este martes Manuel S¨¢nchez Montero, director de Incidencias y Relaciones Internacionales de la ONG.
El orden habitual del c¨ªrculo vicioso comienza por el estallido de la violencia, que provoca el desplazamiento de la poblaci¨®n. Despu¨¦s llega la destrucci¨®n de cosechas y de mercados u otras v¨ªas de comunicaci¨®n. Hasta que miles de personas quedan aisladas de la comida. Se calcula, adem¨¢s, que una guerra reduce el Producto Interior Bruto (PIB) de una comunidad hasta un 17% cada a?o. As¨ª ha ocurrido en Siria, Sud¨¢n del Sur y otros conflictos vigentes.
El impacto indirecto
"Hay que tener cuidado. De los 489 millones de hambrientos que viven en pa¨ªses en conflicto, no todos sufren directamente los efectos de los enfrentamientos", apunta Kosta Stamulis, director general adjunto de la FAO. Muchos sienten indirectamente el impacto que la violencia tiene sobre la econom¨ªa, las infraestructuras o la estabilidad de sus pa¨ªses.
Exponer intencionadamente al hambre a la poblaci¨®n es un delito de guerra, seg¨²n los Convenios de Ginebra de 1949, que intentaron limitar el uso de la fuerza en conflictos despu¨¦s de los desastres de dos contiendas mundiales. ¡°Ha alcanzado a m¨¢s de 800 millones de personas, de los que 489 millones viven en pa¨ªses con conflictos¡±, lamentaba Olivier Longu¨¦, director general de ACH. ¡°Sabemos que la paz es la soluci¨®n y tambi¨¦n c¨®mo luchar contra el hambre. Tenemos que anticiparnos, que incluir mecanismos de monitoreo¡±. La Corte Penal Internacional, en su Estatuto de Roma de 2002, tambi¨¦n entiende como ¡°crimen de guerra¡± el hacer padecer hambre de forma intencionada como m¨¦todo b¨¦lico, y ¡°crimen de lesa humanidad¡± la privaci¨®n del acceso a alimentos o medicinas con el fin de destruir parte de una poblaci¨®n.
Frenar uno de los eslabones de este bucle impedir¨ªa que se repita incesantemente la misma historia. Como ejemplo, Somalia: lleva desde los a?os noventa anclada en el mismo binomio de hambruna y guerra (al que se suman las sequ¨ªas) que ha costado millones de v¨ªctimas. Un c¨ªrculo del que no ha salido a¨²n y se est¨¢ calcando en los otros tres principales conflictos actuales de Nigeria, Yemen y Sud¨¢n del Sur. Este ¨²ltimo pa¨ªs, destacaba Longu¨¦, naci¨® como producto del hambre hace apenas seis a?os y sus incesantes problemas siguen teniendo su origen en la falta de comida. ¡°Es interesante conocer esta relaci¨®n. Ahora se est¨¢ estudiando en los casos de pa¨ªses como T¨²nez o Siria, en los que la subida del precio de cereales o combustible pueden entrar como causas de la ruptura de su estabilidad¡±, apunt¨®.
A la condena del hambre se suma el primer punto de esta rueda imparable: los desplazamientos. Muchos de los que atraviesan la l¨ªnea de la desnutrici¨®n severa grave ¡ªque supone el 45% de muertes entre menores de cinco a?os, seg¨²n el Programa Mundial de Alimentos (PMA)¡ª han tenido que dejar sus hogares. Luc¨ªa Prieto, responsable de Acci¨®n contra el Hambre en la zona del Sahel, se refiri¨® al ¨¢rea del lago Chad como la gran v¨ªctima de una presi¨®n demogr¨¢fica desde el estado de emergencia instaurado por la intensificaci¨®n de ataques del grupo terrorista Boko Haram a partir de 2009. ¡°Nigeria, N¨ªger, Camer¨²n y Chad suman m¨¢s de 17 millones de afectados de los que 10 millones y medio tienen asistencia de agua, sanidad o control de epidemias¡±, explic¨®. ¡°Hay 7,2 millones de personas al borde de la hambruna a quienes se les ayuda con comida o recursos econ¨®micos para que la compren¡±, subray¨®.
Por ¨²ltimo, los ponentes aludieron al programa Hambre Cero de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). ¡°La FAO es un gran aliado y este programa es muy exitoso, pues no solo pone el foco en los conflictos o el cambio clim¨¢tico sino que intenta asistir desde el principio¡±, sostuvo Longu¨¦ antes de repetir eso de que ¡°el hambre no es tan espectacular como un bomba, pero puede ser igual de efectiva¡±. Como esgrime Mart¨ªn Caparr¨®s en su ensayo sobre el tema, ¡°el hambre ha sido desde siempre, la raz¨®n de cambios sociales, progresos t¨¦cnicos, revoluciones y contrarrevoluciones. Nada ha influido m¨¢s en la historia de la humanidad. Ninguna enfermedad, ninguna guerra ha matado a tanta gente¡±.
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