Racismo, discriminaci¨®n y destierro
Los dominicanos descendientes de haitianos, exiliados en su propio pa¨ªs
Miles de dominicanos y dominicanas, cuyos padres y madres nacieron en Hait¨ª, han perdido su nacionalidad y son hostigados cotidianamente por un Estado que los considera intrusos en su propia naci¨®n. Una decisi¨®n que encuentra sus ra¨ªces en d¨¦cadas de desencuentro y hostilidad entre dos pa¨ªses que comparten una misma historia de opresi¨®n. Una misma isla en el Mar del Caribe, dividida por algo m¨¢s que una frontera artificial manchada de sangre. Los gobiernos de Rep¨²blica Dominicana, no s¨®lo sus largas dictaduras sino tambi¨¦n sus administraciones democr¨¢ticas, sus clases dominantes y sus portavoces, han fomentado y mantenido este antagonismo que maltrata especialmente a los dominicanos y dominicanas m¨¢s pobres.
¡°Ser haitiano o descendiente de haitianos en Rep¨²blica Dominicana es una maldici¨®n¡±.
La frase pertenece a Deisy Toussaint, una de las protagonistas de Hasta la Ra¨ªz, largometraje documental que cuenta parte de la lucha emprendida por los dominicanos de ascendencia haitiana por recuperar la nacionalidad de la tierra donde nacieron. Deisy forma parte de las 133.770 personas que el 23 de septiembre de 2013 perdieron su nacionalidad dominicana debido a la Sentencia 168 del m¨¢ximo tribunal de ese pa¨ªs. La sentencia, que se aplic¨® con car¨¢cter retroactivo para todas las personas nacidas en territorio dominicano desde 1929 de padres en situaci¨®n migratoria irregular, arrebat¨® el derecho adquirido por generaciones de personas que solo ten¨ªan una cosa en com¨²n: ser descendientes de migrantes haitianos.
El efecto devastador de la Sentencia 168 llam¨® la atenci¨®n de muchos medios de comunicaci¨®n en todo el mundo, pero la negaci¨®n del derecho a la nacionalidad a los descendientes de haitianos est¨¢ cimentada desde muchas d¨¦cadas atr¨¢s. El padecimiento que hoy enfrentan los descendientes de haitianos para ser ciudadanos en Rep¨²blica Dominicana es una continuaci¨®n legalista de la tristemente c¨¦lebre Masacre del Perejil.
Un pasado com¨²n tempestuoso
Desde sus dispares conformaciones como rep¨²blicas, Dominicana y Hait¨ª, pa¨ªses que comparten la isla Quisqueya en las Antillas Mayores del Caribe, han crecido con profundas diferencias: dos idiomas producto de influencias coloniales distintas, la ocupaci¨®n del ej¨¦rcito haitiano a territorio dominicano y el genocidio de miles de ciudadanos haitianos por ¨®rdenes del dictador Trujillo.
La relaci¨®n entre los dos pueblos tambi¨¦n tiene historias comunes: ambos provienen principalmente de la mezcla del inmenso contingente de esclavos tra¨ªdos por los reinos de Francia, Espa?a y por bucaneros del Caribe angl¨®fono y holand¨¦s durante cinco siglos.
Rep¨²blica Dominicana y Hait¨ª tambi¨¦n comparten la mezcla de mar y el oc¨¦ano, el gusto por la m¨²sica bailable y el arroz con habichuelas, adem¨¢s de una tutelada historia com¨²n que mezcla batallas entre caudillos, matones en puestos de presidentes y el padecimiento del expansionismo capitalista y militarista de los Estados Unidos a principios del siglo XX. Hait¨ª fue invadida en 1915 y Rep¨²blica Dominicana, en noviembre de 1916 por los marines norteamericanos.
Deisy naci¨® 75 a?os despu¨¦s de esas invasiones. Hija de una migrante haitiana y un dominicano, ella creci¨® en medio de muchas carencias econ¨®micas que no impidieron que hoy sea una emergente escritora y periodista. A los 22 a?os, gan¨® un concurso de cuentos en su natal Santo Domingo. El premio era un viaje a Cuba, pero cuando fue a sacar su pasaporte, las autoridades del pa¨ªs se negaron a entregarle el documento porque su apellido, Toussaint, revelaba sus ra¨ªces haitianas.
El ejercicio cotidiano de la negaci¨®n
Las personas dominicanas de ascendencia haitiana no se diferencian demasiado del resto de los habitantes de un pa¨ªs donde la mayor parte de la poblaci¨®n es afrodescendiente. Quiz¨¢s sea el uso del creole en la intimidad de la casa la caracter¨ªstica m¨¢s diferenciadora entre los hijos de los haitianos y quienes no lo son.
Aun as¨ª, muchas personas viven con temor porque el color de su piel es m¨¢s oscuro y los nombres o apellidos son, por ejemplo, Jean, Pie, Luis, Chals. ¡°Cada vez que voy para la capital estoy nerviosa. Cuando veo que entran los polic¨ªas, es pa¡¯rriba de m¨ª que vienen porque uno tiene este colorcito. Desde que me ven, me piden los documentos¡±, afirma Mar¨ªa, que vive en el suroeste del pa¨ªs. Mar¨ªa se refiere a los chequeos militares que detienen unidades de transporte cargadas de pasajeros, exigiendo documentaci¨®n s¨®lo a aquellas personas de tez m¨¢s oscura, sospechosa de ser haitiana.
El calvario que hoy contin¨²an padeciendo los hijos de migrantes haitianos en Dominicana es el resultado de una pr¨¢ctica normalizada por d¨¦cadas entre los mismos funcionarios del Estado. En el Archivo General de la Naci¨®n de Santo Domingo, todav¨ªa pueden encontrarse documentos oficiales que dan cuenta del esfuerzo de altos funcionarios p¨²blicos por negar el derecho a la nacionalidad a estos dominicanos y dominicanas.
Por ejemplo, en el a?o 1969 el funcionario encargado de la Direcci¨®n General de Migraci¨®n escribi¨® una carta dirigida a Joaqu¨ªn Balaguer, ex ministro del dictador Trujillo y, a la saz¨®n, presidente del pa¨ªs, delegado por los Estados Unidos luego de su segunda invasi¨®n a Rep¨²blica Dominicana en 1965. En la carta, el funcionario animaba al presidente Joaqu¨ªn Balaguer a controlar ¡°la gran cantidad de haitianos existentes en nuestro territorio, que, por el hecho de tener hijos con mujeres dominicanas, son dominicanos¡±.
El Estado dominicano ha intentado sistem¨¢ticamente negar el derecho a ser dominicanos a los hijos e hijas de los haitianos nacidos en el territorio nacional. A veces con argucias legales como el cambio de la ley migratoria, la Constituci¨®n del pa¨ªs o la misma Sentencia 168, pero casi siempre con negaciones m¨¢s sutiles, menos visibles para el resto de la sociedad: negaciones que las personas afectadas padecen cada vez que deben realizar un tr¨¢mite legal o demandar sus documentos.
¡°?T¨² sabes lo que me hicieron all¨¢ en la Junta? Me mandaron a sacar la acta de defunci¨®n de mi madre, la foto de la tumba donde estaba muerta mi mam¨¢ y mi pap¨¢, se lo llev¨¦ pa¡¯ all¨¢ y aun as¨ª no me quieren dar la c¨¦dula¡±, cuenta Altagracia que vive en un batey del Suroeste del pa¨ªs.
En Rep¨²blica Dominicana es la Junta Central Electoral la instituci¨®n responsable de emitir actas de nacimiento y c¨¦dulas de identidad, indispensables para realizar casi cualquier actividad civil: estudiar, trabajar, cotizar en un seguro de salud, declarar a los hijos e hijas, contraer matrimonio y tener una cuenta bancaria, entre otros.
¡°Cuando vamos a la Junta nos tratan mal, uno llega a la Junta y dicen: ?Lleg¨® un haitiano!¡±, cuenta Roberto, refiri¨¦ndose al trato que recibe por parte de los funcionarios, quienes usan el gentilicio ¡°haitiano¡± como sin¨®nimo de inferioridad.
Pero no solo la Junta Central niega los documentos. ¡°Me trataron como una vulgar estafadora, mientras de un momento a otro me dejaron sin nacionalidad¡±, relata Deisy, cuyo pasaporte fue negado aludiendo que su apellido era ¡°afrancesado¡± y, por tal motivo, cuestionando que hubiera nacido en el pa¨ªs.
Esta persistente negaci¨®n responde a m¨¢s de ocho d¨¦cadas de planificada divisi¨®n entre las poblaciones dominicana y haitiana. En su af¨¢n de perpetuar su hegemon¨ªa pol¨ªtica, la clase dominante dominicana ha construido una historia de rechazo constante de cualquier forma de coexistencia con Hait¨ª y los haitianos.
La ideolog¨ªa anti-haitiana del Estado dominicano
El escritor y ex presidente dominicano, Juan Bosch, describi¨® al gobierno de Rafael Le¨®nidas Trujillo como ¡°la tiran¨ªa que no tiene ejemplo en la historia americana, tan pr¨®diga en tiranos¡±.
Trujillo construy¨® su imperio dominante de 31 a?os usando a los campesinos sin tierra como soldados a sueldo y, luego, como ej¨¦rcito de ocupaci¨®n en su propio pa¨ªs. Desde la jefatura del gobierno lanz¨® una m¨¢quina de terror sobre cualquier disidencia pol¨ªtica, cre¨® un partido ¨²nico y prohibi¨® la libertad de prensa.
Hace ya 80 a?os, en octubre de 1937, Trujillo orden¨® a sus tropas una masacre conocida como ¡°Masacre del Perejil¡± para erradicar de forma masiva la poblaci¨®n de origen haitiano que resid¨ªa en las fincas agr¨ªcolas, situadas a lo largo de la frontera entre ambos pa¨ªses. Quiz¨¢s nunca se sepa con precisi¨®n cu¨¢ntas personas fueron asesinadas por ser haitianas o negras, pero diversas fuentes sit¨²an la cifra entre 9 y 20 mil. Donde Trujillo ten¨ªa sus fincas, no muri¨® ning¨²n haitiano.
Durante gran parte del siglo XX, ambos estados tutelados acordaron la contrataci¨®n de mano de obra haitiana para trabajar en el corte de la ca?a de azucar en Rep¨²blica Dominicana, seg¨²n la m¨¢xima estadounidense: ¡°mano de obra barata en Hait¨ª, tierras baratas en Santo Domingo¡±. La mayor parte de esa migraci¨®n se estableci¨® en los ejes de explotaci¨®n azucarera al Suroeste y Este del pa¨ªs. Hoy, seg¨²n datos oficiales, en Rep¨²blica Dominicana viven cerca de 480 mil migrantes haitianos.
Al mismo tiempo que su imperio econ¨®mico se fortalec¨ªa, Trujillo orden¨® a diversos escribanos de la ¨¦poca edificar una ideolog¨ªa de identidad nacional basada en cuatro pilares: Hait¨ª como sin¨®nimo de atraso, negaci¨®n de la herencia africana, exaltaci¨®n de la herencia hispana y ¡°blanqueamiento¡± de la frontera dominicana con migraci¨®n europea.
La construcci¨®n de esta ideolog¨ªa anti-haitiana fue responsabilidad de Trujillo, aunque los gobiernos posteriores no han hecho esfuerzos significativos para derribarla. De hecho, muchos de estos gobiernos utilizaron en el pasado, y contin¨²an haci¨¦ndolo, el llamado ¡°tema haitiano¡± como una cortina de humo para desviar la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica sobre los grandes problemas nacionales.
As¨ª, mientras su mano de obra barata y sin acceso a la seguridad social es usada en las industrias de la construcci¨®n, agricultura y servicios, a los haitianos se les responsabiliza de una supuesta ¡°invasi¨®n silenciosa¡± a Rep¨²blica Dominicana para, lentamente, apoderarse de la Rep¨²blica Dominicana, tal como ocurri¨® durante la ocupaci¨®n entre 1822 y 1844.
La promoci¨®n del antihaitianismo ha tenido resultados sobre todo en los descendientes de esos migrantes. Y aunque ha sido una lucha muy desigual, un importante grupo de dominicanos de origen haitiano tienen a?os organiz¨¢ndose para exigir al Estado dominicano el reconocimiento de su derecho a la nacionalidad.
La descendencia cimarrona
Aunque existen importantes antecedentes de esta pr¨¢ctica, fue a partir del a?o 2007 cuando el Estado dominicano comenz¨® a negar formalmente la renovaci¨®n y adquisici¨®n de actas de nacimiento, c¨¦dulas y pasaportes a personas dominicanas de ascendencia haitiana, provocando as¨ª su desnacionalizaci¨®n y consecuente condici¨®n de apatridia.
Ese a?o la Junta Central emiti¨® la Resoluci¨®n 12 con el fin de depurar el registro civil dominicano suspendiendo provisionalmente la expedici¨®n de documentos ¡°viciados o instrumentados de manera irregular¡±, pero en la pr¨¢ctica suspend¨ªa indefinidamente la entrega de actas de nacimiento y c¨¦dulas de identidad a hijos de haitianos. Muchas de estas personas, j¨®venes, que en su mayor¨ªa no llegaban a los 25 a?os, comenzaron a organizarse para resistir el avasallamiento que se aplic¨® sobre ellos. La mayor¨ªa proviene de bateyes, poblaciones crecidas en las ¨®rbitas de los ingenios azucareros.
Durante 6 a?os, el nivel de conciencia pol¨ªtica, movilizaci¨®n social y exigencia no violenta al Estado fue en aumento. Estos j¨®venes, acompa?ados por diversas organizaciones sociales, levantaron con creatividad a la opini¨®n p¨²blica alrededor de una demanda muy concreta: todas las personas nacidas en territorio dominicano previo al cambio de la Constituci¨®n en el a?o 2010 tienen derecho a la nacionalidad dominicana.
Por eso, la Sentencia 168 emitida en el a?o 2013 polariz¨® a tanta gente, desde quienes consideran a estas personas como haitianas y quienes las reconocen como dominicanas. La presi¨®n a nivel nacional e internacional al gobierno de Danilo Medina aument¨®, y el presidente se vio forzado a ofrecer una alternativa legal para atender la demanda de las personas afectadas por dicha Sentencia.
As¨ª fue como, en el a?o 2014, se promulg¨® la Ley de Naturalizaci¨®n o Ley 169-14. Esta ley segreg¨® a las personas afectadas en dos grupos: el Grupo A, consistente en personas nacidas en Rep¨²blica Dominicana y asentadas en el registro civil dominicano como tales, y el Grupo B, consistente en personas nacidas en Rep¨²blica Dominicana que nunca fueron registradas en el registro civil.
Desde que comenz¨® a implementarse esta ley, los funcionarios del Estado dominicano encargados de aplicarla, continuaron ejerciendo criterios arbitrarios, exigiendo a las personas afectadas requisitos no previstos para optar por la entrega de sus documentos. Sobre algunos de estos funcionarios recaen tambi¨¦n acusaciones de maltrato verbal en base a argumentos racistas y xen¨®fobos.
Luego de 3 a?os de promulgada, la Ley 169 no ha resuelto la situaci¨®n de acceso efectivo a la documentaci¨®n y pleno disfrute de la nacionalidad dominicana. Seg¨²n las organizaciones sociales que acompa?an a los afectados solo 13.495 personas han recuperado sus documentos de identidad; es decir, menos del 10% del total. Pero, parad¨®jicamente, la misma ley dio la impresi¨®n equivocada a la opini¨®n p¨²blica de que la situaci¨®n hab¨ªa sido resuelta.
As¨ª, las personas afectadas contin¨²an padeciendo los efectos de la falta de documentaci¨®n, principalmente los que tienen que ver con el ejercicio de los actos civiles m¨¢s elementales. Tambi¨¦n sufren efectos menos visibles, como depresi¨®n, impotencia, autoexclusi¨®n, miedo a la estigmatizaci¨®n por parte de los organismos de seguridad del Estado y hasta resignaci¨®n.
¡°Yo me siento como una persona que¡c¨®mo te digo, el que no tiene papeles es igual a un perro¡±, afirma Soraida del batey 8, provincia Bahoruco.
A pesar de esto, muchas personas dominicanas de ascendencia haitiana contin¨²an consider¨¢ndose a s¨ª mismas dominicanas gracias al derecho adquirido al momento de su nacimiento, mientras buscan alternativas para reorganizarse y presionar por una salida justa a la discriminaci¨®n que sufren cotidianamente. Deisy Toussaint pag¨® un viaje a su padre dominicano que vive en el extranjero para que la reconociera como su hija, y as¨ª poder recuperar su nacionalidad dominicana. Hoy, en sus documentos de identidad, aparece como Deisy de Jes¨²s Toussaint.
Ella, al igual que miles de dominicanos y dominicanas, espera que el Estado establezca un proceso efectivo para que los hijos de haitianos nacidos en Rep¨²blica Dominicana puedan disfrutar plenamente del derecho a vivir en la tierra donde nacieron y quieren seguir perteneciendo.
Juan Carlos Gonz¨¢lez D¨ªaz es soci¨®logo, periodista y documentalista venezolano. Recientemente estren¨® ¡°Hasta la Ra¨ªz¡±, pel¨ªcula documental sobre la lucha para recuperar su nacionalidad llevada a cabo por tres mujeres dominicanas cuyos padres eran haitianos.
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