?Qu¨¦ ocurre tras la puerta del pediatra? ?Por qu¨¦ tardamos tanto?
En la sala de espera reina la impaciencia ?Para qu¨¦ tanto tiempo con un beb¨¦ que al final no tiene nada?
La sala de espera est¨¢ a rebosar como todas las tardes de oto?o o invierno, muchas madres esperando porque el pediatra va pasado de hora, los ni?os se impacientan y alborotan, alg¨²n abuelo de la consulta de al lado refunfu?a, "pues no estar¨¢n tan malos". Llantos y alguna carrera, el abuelo sigue molesto, "?d¨®nde est¨¢n esos padres que no les dicen nada?". La tensi¨®n va en aumento y la puerta del pediatra no se abre.
Han llegado tres madres m¨¢s con sus peque?os "de urgencia", nada importante, pero no puede esperar a ma?ana esa tos o esa fiebre, o el rasgu?o que se ha hecho en el parque. Se esperar¨¢n a que haya un hueco entre los que correctamente pidieron su cita, se conocen de clase y del parque as¨ª que se suman a la animada charla que va subiendo decibelios.
Como en el famoso cartel de silencio, una enfermera que ha asomado la cabeza al pasillo y visto el foll¨®n que hay, ha recomendado bajar el volumen. El pap¨¢ que estaba hablando por el m¨®vil, pero que no ten¨ªa necesidad porque su interlocutor le estaba oyendo en Murcia sin necesidad de aparato, ha recibido el codazo de su se?ora que le indica que se salga a la calle a hablar.
Por unos instantes vuelve la calma, hay gente de pie, se agotaron los asientos, el abuelo gru?¨®n agradece a la enfermera el gesto con un "gracias se?orita, es que ya no hay educaci¨®n".
La puerta sigue sin abrirse, la inquietud se masca en el ambiente, hasta que de repente sale un peque chillando y la madre, sin soltar la puerta, le dice a una se?ora, "anda, mam¨¢ ll¨¦vale a hacer pis y qu¨¦date con Borja, que no me puedo enterar de nada", y la puerta se vuelve a cerrar.
La abuela, de muy buen porte, algo p¨¢lida y que nadie pens¨® que podr¨ªa tener edad para serlo, recoge al llor¨®n y se lo lleva unos metros m¨¢s all¨¢ camino del excusado, aunque ella est¨¢ esperando a su m¨¦dico de familia. El canijo le ha contagiado una gastroenteritis y se ve en las ¨²ltimas.
La puerta sigue cerrada y los que ten¨ªan hora a menos veinte ya han llegado, la sala est¨¢ hasta la bandera.
Cuando todo parece que va a explotar o que habr¨ªa que llamar a la autoridad, se abre el port¨®n y aparece la mam¨¢ que no se enteraba con el carrito del beb¨¦, l¨¢grimas en los ojos denotan que la maternidad del segundo no le est¨¢ sentando demasiado bien, abrumada y superada por una lactancia no f¨¢cil, motivo de la consulta, el mayor al que no le parece bien el nuevo intruso, el colegio que ya le llen¨® de mocos y el miedo a que se los pase al beb¨¦, el marido ausente.
La vecina del quinto, que por casualidad estaba tambi¨¦n esperando con Pelayo, le pregunta "?qu¨¦ te ha dicho? Nada, como siempre". (N¨®tese que la vecina siempre tiene un punto de amargor, de mala leche, pretende quedar siempre por encima de ti y denota un "si ya te lo dec¨ªa yo", que puede echar por tierra cualquier estima o valor profesional).
Y ahora, ?qu¨¦ puede contestar la mam¨¢ con voz entrecortada todav¨ªa, una muchedumbre mir¨¢ndola y haci¨¦ndola sentir culpable por haber tardado tanto tiempo? Pues nada, que no tiene nada.
La atenci¨®n y la cr¨ªtica como una luz de faro ahora cambia dr¨¢sticamente, pobre mujer, el ogro es... el pediatra. Tanto enrollarse para al final no saber lo que tiene. Todo vuelve a la casilla de salida cuando sale Jes¨²s el pediatra y dice: "Veamos, Sof¨ªa, pod¨¦is pasar. Los que ven¨ªs sin cita tendr¨¦is que esperar a que los que vinieron con hora pedida pasen. Muchas gracias". Ruido de fondo con frases de todo tipo, "no se pensar¨ªan colar", "es que venimos de urgencia", "vienen para tonter¨ªas, lo de mi peque s¨ª que es importante", "pues no puedo echar toda la tarde aqu¨ª, tenemos piano", y "el entrenamiento de b¨¢dminton empieza en media hora"...
Se vuelve a cerrar la puerta.
Pero, ?qu¨¦ ha ocurrido al otro lado?
Cuando entra por la puerta una madre con su beb¨¦ para una primera revisi¨®n, el tiempo debe pararse, reservamos en la cita bastante tiempo porque es una de esas consultas que creo que hay que hacer con mimo. Es donde tienes que enganchar al cliente, que dir¨ªan los comerciales. Yo trabajo en la Seguridad Social, pero de todas formas creo que es el momento donde hay que estar especialmente atento y hay que dedicar m¨¢s tiempo. Las preguntas son muchas, las dudas enormes, aunque sea el segundo hijo como en este caso, no solo hay que ver si f¨ªsicamente el beb¨¦ cumple los est¨¢ndares, hay que preguntar a la mam¨¢ c¨®mo est¨¢, c¨®mo lleva la lactancia, si se llevan bien beb¨¦ y madre, c¨®mo lo lleva el reci¨¦n coronado hermano mayor...
Me gusta tener cerca?durante la exploraci¨®n al reci¨¦n destronado rey de la casa y ascendido a presidente mayor en un mismo acto, con responsabilidades nuevas, cuidar del intruso y protegerlo, aunque no le vea la gracia de momento. "Borja ay¨²dame, dale la mano a tu hermana que est¨¢ llorando y no me deja auscultarla", "Borja, ?quieres pintar mientras le pesamos?", en fin, intentos de hacerle sentir tambi¨¦n importante y presente en la visita como integrante del nuevo n¨²cleo. Hasta que se agotan los recursos y aparece el incuestionable recurso de los tres a?os, "me hago pis". Se acab¨® todo, hay que salir corriendo al ba?o, menos mal que ten¨ªamos a la joven, pero perjudicada, abuela en la puerta.
En ese momento de tranquilidad, solos ya con el beb¨¦ revisado y al pecho para que se calme, surge la pregunta, "y t¨², Mar¨ªa ?c¨®mo est¨¢s?". Y entonces brotan las l¨¢grimas y el reloj se para. El beb¨¦ engorda poco, palabras de ¨¢nimo, revisi¨®n de la t¨¦cnica de lactancia, aportar confianza y seguridad en lo que hace y c¨®mo lo hace, que todo va bien, que aproveche para dormir cuando el mayor est¨¢ en el cole y la beb¨¦ duerme, que cuando est¨¦ su pareja tome las riendas, no ayude, sino que tome el control y permita que los momentos de pecho sean de descanso real, no un estr¨¦s a?adido. Que todo va bien, que no se preocupe, que no pasa nada, que descanse y que si tiene cualquier duda act¨²e con sentido com¨²n y que su decisi¨®n siempre ser¨¢ la buena, y si la duda es gruesa tiene mi tel¨¦fono y mi correo electr¨®nico para lo quiera. Su beb¨¦ no tiene nada, es sano y fuerte.
As¨ª, al salir por la puerta, la contestaci¨®n a la vecina ha sido sincera y con la verdad por delante. No tiene nada.
Que pase el siguiente...
Jes¨²s Mart¨ªnez es pediatra, autor del libro y del blog El m¨¦dico de mi hij@.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.