Ellas heredar¨¢n la tierra
Las mujeres ind¨ªgenas sufren todav¨ªa m¨¢s discriminaci¨®n que los hombres en muchos frentes, pero su lucha por la igualdad va ganando terreno a la injusticia
Mujeres con sari, con turbante, con traje de chaqueta, en tacones o botas de monta?a. De mil etnias y pa¨ªses diferentes y todas ellas activistas, cient¨ªficas, periodistas, abogadas, profesoras... En cualquier caso, mujeres con algo que decir. Pertenecen a comunidades ind¨ªgenas y rurales de Asia, Am¨¦rica y ?frica; y hasta Estocolmo, capital de Suecia, han viajado para dar protagonismo a su causa. Se encuentran en la tercera Conferencia Internacional sobre los Derechos a la Tierra, un evento anual organizado por la Agencia de Cooperaci¨®n y Desarrollo de Suecia (SIDA) y la Iniciativa de Derechos y Recursos (Rights and Resources Initiative). El debate gira en torno a los desaf¨ªos que toca hacer frente en la conquista de un derecho tan importante como silenciado: el de los pueblos nativos a la posesi¨®n de las tierras que habitan. Para explotarlas y protegerlas seg¨²n sus tradiciones, que han demostrado ser las mejores a la hora de detener la deforestaci¨®n y conservar la biodiversidad. Y s¨ª: especialmente, se habla de las mujeres.
Unos 2.500 millones de personas viven y usan tierras comunitarias. Sin embargo, las legislaciones nacionales rara vez reconocen los derechos de tenencia de las mujeres, las cuales componen m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n ind¨ªgena y rural del mundo y son indispensables en sus comunidades. "Ellas son las productoras, las dispensadoras de cuidados. Cuando se produce un desastre, cuidan de todos, y son importantes transmisoras de conocimientos". As¨ª se pronuncia Victoria Tauli-Corpuz, relatora especial de la ONU para los derechos de los pueblos ind¨ªgenas. "Son un repositorio de mucha sabidur¨ªa. El hombre pesca y caza, pero la mujer sabe de la horticultura, de las plantas para comer y para medicarse, y es la principal transmisora de las lenguas propias", a?ade, por su parte, Fiona Watson, directora de campa?as del movimiento por los derechos de los pueblos ind¨ªgenas Survival International.
"Las leyes son protectoras, pero no con los derechos de las mujeres a la tierra", critica Ana Larsson, cient¨ªfica en el Centro de Estudios Internacionales sobre los Bosques (CIFOR). Larsson menciona un estudio reci¨¦n publicado por RRI: Poder y potencial: un an¨¢lisis comparativo de regulaciones y leyes nacionales sobre los derechos de las mujeres a los bosques comunitarios. Se ha realizado en 30 pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo donde, si bien el 93% contempla normativas por la igualdad, luego suelen fallar estrepitosamente a la hora de aplicarlas. "En la pr¨¢ctica, el 57% de las mujeres no recibe la protecci¨®n necesaria. No se protege el derecho de herencia a la tierra [se respeta en el 10% de los casos] y solo en otro 3% se les reconoce el derecho a votar", resume la experta.
?Por qu¨¦ las ind¨ªgenas sufren este tipo de discriminaci¨®n? Es complicado dar con una sola causa, pues tiene que ver con leyes consuetudinarias, con tradiciones. "A veces, la cultura se utiliza para explicarlo, pero nunca debe ser una excusa para justificar violaciones de derechos humanos", enfatiza Julie Koch, directora ejecutiva de Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Ind¨ªgenas (IWGIA), en una entrevista posterior por correo electr¨®nico.
Las ind¨ªgenas se encuentran entre los grupos con las tasas m¨¢s altas de mortalidad materna, malnutrici¨®n y riesgos para la salud en general
Ocurre que, generalmente, el registro de una propiedad est¨¢ a nombre del marido, del padre o del hermano. En caso de separaci¨®n o de divorcio, el hombre suele obtener los derechos y, a menudo, estas pr¨¢cticas coexisten con las leyes oficiales y prevalecen sobre ellas. Lo mismo con las herencias: "Siguen la l¨ªnea de los miembros masculinos de la familia y, en otros casos, las que deber¨ªan ser herederas directamente no pueden poseer la tierra", completa Koch. Situaciones as¨ª dejan a las afectadas al borde de la miseria, "sobre todo cuando los hombres venden las parcelas y usan el dinero para fines diferentes de apoyo a la familia".
Watson describe otro escenario. "En muchas ocasiones, no hay tierra suficiente para sobrevivir, como el caso del pueblo guaran¨ª de Brasil". Los guaran¨ª kaiow¨¢ de Mato Grosso del sur viven en reservas s¨²per pobladas donde no hay espacio para cultivar. La p¨¦rdida de sus recursos ha supuesto que los hombres hayan tenido que adaptar su supervivencia a nuevas actividades. "La mujer ha visto sus funciones como madre, eje del hogar y productora de subsistencia cada vez m¨¢s dif¨ªciles de mantener", coincide Koch. Cuando est¨¢n en su tierra, el dinero no es necesario, sobre todo en los pueblos cazadores y recolectores, porque la riqueza est¨¢ en los recursos naturales. Pero si no tienen acceso a ellos, se ven obligados a buscar un empleo; "Ellas se colocan en el sector dom¨¦stico en centros urbanos, donde no reciben un sueldo suficiente por su trabajo y son muy vulnerables a la explotaci¨®n sexual", completa Watson.
Envidiable igualdad
Stephen Corry, el director del movimiento por los pueblos ind¨ªgenas Survival International, aseguraba en 2005: "Las mujeres ind¨ªgenas son uno de los grupos m¨¢s vulnerables del mundo, y a menudo son elegidas despiadadamente como objetivo para la explotaci¨®n. No exageramos cuando decimos que miles de ellas sufren violaciones y prostituci¨®n a manos de quienes se apropian de sus tierras, que las consideran personas primitivas y atrasadas. La tragedia es que dentro de sus propias sociedades suelen gozar de una igualdad y libertad que muchos envidiar¨ªan en Occidente".
En las sociedades industriales, muchas mujeres todav¨ªa luchan para que se las trate igual que a los hombres. Sin embargo, para las pertenecientes a la tribu m¨¢s amenazada de la Tierra, los aw¨¢s, la igualdad es una realidad. La vida para estas mujeres transcurre en pac¨ªfica simbiosis con la selva. Acogen a las cr¨ªas hu¨¦rfanas de los animales que cazan y las amamantan como si fueran parte de la familia. Una vez que una cr¨ªa es acogida, ya nunca se la comer¨¢n.
De igual manera, no se discrimina por raz¨®n de sexo en la sociedad zo¡¯¨¦. Los zo¡¯¨¦s son pol¨ªgamos y, tanto las mujeres como los hombres, pueden tener m¨¢s de un compa?ero. Es bastante com¨²n que una mujer con varias hijas se case con diferentes hombres, algunos de los cuales podr¨ªan casarse m¨¢s tarde con ¨¦stas. "Las ind¨ªgenas no est¨¢n atrasadas ni son primitivas; tienen sociedades complejas y en evoluci¨®n que florecen cuando se las deja perseguir las formas de vida diversas y autosuficientes que han desarrollado a lo largo de los siglos", indican desde Survival.
El impacto de la discriminaci¨®n se da en varios sentidos. Uno es el psicol¨®gico: "Todo lo que significa vida ¡ªcultural, cosmol¨®gica, espiritual¡¡ª viene de la relaci¨®n de la ind¨ªgena con la tierra. Una vez que esta es destruida o invadida se sienten casi violadas psicol¨®gicamente", apunta Watson. Luego est¨¢ el impacto f¨ªsico al ser expulsada de su territorio y perder sus recursos: "Se encuentran entre los grupos con las tasas m¨¢s altas de mortalidad materna, malnutrici¨®n y riesgos para la salud en general, incluidas ciertas enfermedades como la diabetes", advierte Koch.
La mujer ind¨ªgena est¨¢ sometida a muchas formas de violencia. La dom¨¦stica y la sexual son las m¨¢s visibles, y en esta ¨²ltima profundiza Watson. "Se han documentado much¨ªsimos casos en los que, donde hay proyectos grandes como carreteras, minas o hidroel¨¦ctricas, viene gente de fuera y abusa de las mujeres". La experta se refiere a ¨¢reas a menudo remotas, donde es muy dif¨ªcil poner una denuncia, como en Pap¨²a occidental, donde los militares utilizaron la represi¨®n sexual como arma de dominaci¨®n. "Hay poca investigaci¨®n y mucha impunidad, y esto tambi¨¦n impacta en su salud porque contraen enfermedades de transmisi¨®n sexual". Otro ejemplo muy sonado es el de las ind¨ªgenas guatemaltecas de Sepur Zarco, que en 2016 lograron la primera condena en su pa¨ªs a dos militares por los secuestrar y abusar de 11 mujeres de la etnia maya-keqch¨ª.
Ha de tenerse en cuenta que tambi¨¦n son discriminadas cuando se trata de tomar decisiones sobre sus propias vidas desde el punto de vista familiar o comunitario, o cuando se trata de controlar sus propios cuerpos, pues sus derechos reproductivos y sexuales son violados frecuentemente. "La violencia f¨ªsica y psicol¨®gica contra las mujeres es la expresi¨®n m¨¢xima de la discriminaci¨®n que enfrentan y la forma m¨¢s degradante de control social", abunda la directora de IWGIA. Y se?ala como ejemplo de resistencia la lucha de las mujeres ind¨ªgenas de Per¨² por obtener justicia y reparaci¨®n para las m¨¢s de 300.000 v¨ªctimas de esterilizaciones forzadas entre 1996 y 2000 por obra del Gobierno de Alberto Fujimori.
La violencia institucional y la proveniente de los sectores p¨²blico y privado tambi¨¦n est¨¢n a la orden del d¨ªa. Un informe de Naciones Unidas describe c¨®mo en los yacimientos petrol¨ªferos del Ecuador, el c¨¢ncer es la causa del 32% de las defunciones, tres veces m¨¢s que la media nacional y afecta principalmente a las mujeres. Tambi¨¦n por el uso de plaguicidas, pues sus efectos incluyen un "elevado nivel de toxinas en la leche materna, la sangre del cord¨®n umbilical y los tejidos grasos, que son causa de infecundidad, abortos, nacimientos prematuros, una menstruaci¨®n y una menopausia precoces, c¨¢nceres del aparato reproductor e incapacidad para tener hijos sanos", reza el mismo estudio de la ONU. En cuanto a violencia institucional, se se?ala la situaci¨®n de Canad¨¢, donde el 42,7% de las mujeres abor¨ªgenes viven en la pobreza, el doble del porcentaje de las no abor¨ªgenes y considerablemente m¨¢s que el n¨²mero de hombres. Y estos son solo algunos ejemplos.
La educaci¨®n es otro asunto central y de ello sabe bastante Mirna Cunningham, de la minor¨ªa miskita de Guatemala. Desde un elegante sal¨®n en Estocolmo, relata que no se olvida de un pasado m¨¢s humilde en el que ella, ni?a ind¨ªgena, no fue admitida en la escuela porque no conoc¨ªa el castellano ¡ªidioma en el que se impart¨ªan las clases¡ª. En su caso, su padre opt¨® por enviarla a un colegio m¨¢s lejano, por lo que pudo estudiar y convertirse en quien hoy es: cirujana y presidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Ind¨ªgenas de Am¨¦rica y el Caribe (Filac), entre otros m¨¦ritos. Pero ella ha comprobado que no siempre ocurre as¨ª con las ni?as de los entornos rurales, pues al tener que desplazarse lejos, se enfrentan al riesgo de ser violentadas en el camino. "Al final la familia prefiere no enviarlas. Se considera que estas ni?as no necesitan aprender nada porque su papel en la vida ser¨¢ atender al hombre como esposa y madre".
En Canad¨¢, el 42,7% de las mujeres abor¨ªgenes viven en la pobreza, el doble del porcentaje de las no abor¨ªgenes
Mirna Cunningham tambi¨¦n hace referencia a la discriminaci¨®n en los sistemas de salud, pues no responden a sus necesidades. "Si queremos tener un hijo, ha de ser de acuerdo a las normas occidentales", critica. La atenci¨®n sanitaria debe tener un enfoque intercultural que garantice una atenci¨®n diferenciada a cada cultura. "?De qu¨¦ vale poner s¨¢banas blancas a una ind¨ªgena si para ellas ese color significa la muerte? ?O intentar que un m¨¦dico var¨®n las examine cuando eso en sus culturas est¨¢ mal visto?", inquiere. En este sentido, la miskita elogia las iniciativas que ya se est¨¢n llevando a cabo en muchos hospitales: instalar salas de alumbramiento interculturales para que las parturientas puedan dar a luz seg¨²n sus creencias y costumbres, y con sus matronas, pero con un quir¨®fano y un cirujano en la puerta de al lado por si surgieran complicaciones.
Un avance imparable
A pesar de la evidente desigualdad, la resistencia de las mujeres ind¨ªgenas y rurales es una realidad patente desde hace d¨¦cadas. Ya en la Declaraci¨®n de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Ind¨ªgenas se las menciona espec¨ªficamente, y entre muchas iniciativas internacionales se puede reconocer la campa?a que la Uni¨®n Africana est¨¢ haciendo para asegurar que, en 2025 las africanas tengan acceso al 30% de los derechos documentados sobre la tierra.
Pero son las acciones concretas de mujeres valientes y decididas las que mejor ejemplifican su lucha. Entre la m¨¢s reconocidas, destacan l¨ªderes como M¨¢xima Acu?a y la lucha por sus monta?as ante la mayor productora de oro de Am¨¦rica Latina, la recientemente galardonada con el premio Soros a los derechos humanos Antonia Melo da Silva, por su defensa de 30.000 ind¨ªgenas amenazados por la construcci¨®n de una hidroel¨¦ctrica en Brasil, y tantas otras. El asesinato de la l¨ªder medioambiental hondure?a, Berta C¨¢ceres, recuerda que esta batalla no sale gratis.
M¨¢s all¨¢ de nombres reconocidos y acciones premiadas, miles de ciudadanas an¨®nimas han llevado a su d¨ªa a d¨ªa la guerra contra la discriminaci¨®n. El norte de Tanzania es tierra de animales salvajes, flora apabullante y poblaci¨®n masai. "All¨ª, han logrado ganar espacio en la toma de decisiones dentro del ?rea de Conservaci¨®n del Ngorongoro", detalla Koch. Aunque este es uno de los pa¨ªses con m¨¢s ingresos por turismo de ?frica, el 40% de su poblaci¨®n es pobre y eso obliga a muchos varones masai a emigrar a las ciudades para buscar trabajo remunerado. A ra¨ªz de este vac¨ªo, las mujeres han ganado espacio en la toma de decisiones. "Supone un gran desaf¨ªo y una enorme carga a la vez, pues se quedan solas contra la pobreza, el hambre y la falta de derechos b¨¢sicos", cuenta la experta. Pero se han organizado y creado la asociaci¨®n Pastoralist Women Council, donde hacen escuchar sus demandas en cuanto a seguridad alimentaria, educaci¨®n y salud.
Otro ejemplo viene de la experiencia de la propia Mirna Cunnigham y las mujeres de la regi¨®n de Nicaragua en la que vive. Su ley de autonom¨ªa les permite tener un consejo regional propio y han conseguido que el 50% del mismo est¨¦ formado por mujeres y que est¨¦ presidido por una de ellas. Tras a?os de trabajo, las vecinas de las 115 comunidades de esta regi¨®n aut¨®noma han creado el Foro de Mujeres Ind¨ªgenas. "Se re¨²nen 1.000 mujeres anualmente e invitan a las autoridades a mantener un di¨¢logo para evaluar el cumplimiento de los compromisos adoptados el a?o anterior", relata. Tambi¨¦n han pactado con la administraci¨®n de justicia que, en casos de violencia de g¨¦nero, no se aplique la ley tradicional porque esta plantea la mediaci¨®n y ellas no quieren eso, sino una condena. ?C¨®mo lo han conseguido en una sociedad tradicionalmente machista?" Han sido a?os capacitando a los hombres, ense?¨¢ndoles instrumentos internacionales, derechos humanos, peleando con ellos... Un trabajo de hormigas", r¨ªe.
La Uni¨®n Africana pretende que, en 2025, las africanas tengan acceso al 30% de los derechos documentados sobre la tierra
Watson, por su parte, recuerda una reuni¨®n de bosquimanos en Botsuana a la que asisti¨® hace a?os. "Aparentemente los hombres hablaban y tomaban las decisiones, pero yo me fij¨¦ en las mujeres, que no estaban dentro del c¨ªrculo de hablantes, sino sentadas detr¨¢s de ellos. Percib¨ª que ellas estaban hablando, a veces en voz baja, e indicando a los hombres lo que ten¨ªan que decir en la reuni¨®n. Es un pueblo cazador y recolector, y tienen mucha tradici¨®n de ser autosuficientes: tanto mujeres como hombres tienen papeles diferentes pero son iguales".
A comienzos de octubre el sol a¨²n luce brillante en Suecia, pero el fr¨ªo aprieta. Arrebujados en gruesos abrigos, los participantes charlan animadamente y comparten caf¨¦s y bollos de canela entre sesi¨®n y sesi¨®n de esta serie de conferencias. Se habla entre mujeres y sobre mujeres y, entre todas ellas, una voz sobresale. Es la de Katia Maia, directora ejecutiva de Oxfam en Brasil: "Las mujeres traen al mundo m¨¢s que beb¨¦s, ellas traen el futuro de la humanidad, paren para sus pa¨ªses, para sus comunidades. Si hablamos de igualdad de g¨¦nero, entonces hablemos de sus derechos a la tierra. Porque cuando el mundo invierte en mujeres y ni?os, el mundo entero se beneficia".
Las mujeres de las Am¨¦ricas y sus derechos territoriales
La Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con la colaboraci¨®n de IWGIA,? ha presentado un nuevo informe que analiza las principales problem¨¢ticas a las que se enfrentan las mujeres ind¨ªgenas en las Am¨¦ricas y que est¨¢ dirigido tanto a los Gobiernos como a asociaciones de mujeres y de derechos humanos. El documento se ha dado a conocer?en Montevideo (Uruguay) durante el 165 Per¨ªodo de Sesiones de la CIDH.
Mujeres ind¨ªgenas se centra en este colectivo como sujetos de derechos y no s¨®lo como v¨ªctimas, ya que ellas cumplen un papel central en la lucha por la autodeterminaci¨®n de los pueblos ind¨ªgenas. El texto detalla cu¨¢les son las diferentes formas de discriminaci¨®n a las que se enfrentan: desde la violencia en contextos de conflicto armado, violencia dom¨¦stica o en casos de procesos migratorios. Adem¨¢s, profundiza sobre los aspectos relacionados al acceso a la justicia, desde una perspectiva multidisciplinaria, incluyendo la justicia ind¨ªgena.
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