?Por qu¨¦ tu hijo devora la fruta y el m¨ªo no? No, no es por suerte
Aunque muchos crean que les ha tocado un ni?o "mal comedor", la actitud de los padres es clave
Desde que nacieron y empezaron con la comida complementaria, nuestros hijos han tenido siempre a su disposici¨®n y a su alcance una gran variedad de frutas. Para desayunar, para merendar, para comer entre horas, para el postre. Por el contrario, lo habitual en los armarios y la nevera de nuestra casa es que no haya productos procesados, industriales e hiperazucarados. Nuestros hijos, por lo tanto, comen fruta. Mucha fruta. Y nosotros, que somos el primer ejemplo que tienen, tambi¨¦n. A prop¨®sito de esto, escrib¨ª recientemente un post en mi blog personal, un poco ¡°harto¡± de que la gente atribuya a la suerte divina la relaci¨®n que nuestros peque?os tienen con la fruta. El post se viraliz¨®. Y, como siempre ocurre en materia de crianza, pronto se crearon dos bandos: uno formado por los que estaban de acuerdo. Otro, por los que de alguna forma se sintieron atacados en su papel de padres-madres.
¡°Todo lo que tenga que ver con la crianza levanta susceptibilidades y la alimentaci¨®n, adem¨¢s, es diferente de otros temas y genera m¨¢s pol¨¦mica. A casi nadie le gusta reconocer que no lo est¨¢ haciendo bien, y cuando se trata de los m¨¢s peque?os de la casa a¨²n menos. Nos ponemos a la defensiva enseguida¡±, afirma Yolanda Fleta, soci¨®loga especializada en Sociolog¨ªa de la Alimentaci¨®n y coautora junto a Jaime Gim¨¦nez del libro?Coaching nutricional para ni?os y padres (Grijalbo). Su opini¨®n la comparte la dietista-nutricionista Natalia Moragues, miembro del centro de medicina y nutrici¨®n Alvida, quien a?ade que cuestionar por inadecuado el patr¨®n alimentario de un ni?o supone tambi¨¦n muchas veces cuestionar el de los propios progenitores, algo que ¡°no siempre es f¨¢cil de aceptar¡± por parte de estos.
El papel de los padres y el valor del ejemplo
Para Yolanda Fleta los padres desempe?amos un papel ¡°fundamental¡± en la alimentaci¨®n de nuestros hijos y ¡°a la hora de favorecer que estos conozcan toda la variedad de alimentos saludables que existen¡± porque, en la mayor¨ªa de los casos, los ni?os conocen los alimentos a trav¨¦s de nosotros. Y, como afirma la experta de la consultor¨ªa Nutritional Coaching, no se trata tanto de transmitir a los ni?os ¡°amor¡± por las frutas y verduras, como de incorporar estos alimentos ¡°en su cotidianidad, en su d¨ªa a d¨ªa¡±. Desde este punto de vista, para la soci¨®loga, los padres tenemos ¡°la responsabilidad y tambi¨¦n la libertad¡± de ofrec¨¦rselos y de ponerlos a su disposici¨®n para que ellos los consuman; y, tambi¨¦n, de consumirlos nosotros ¡°para mostrarnos como un modelo a seguir¡±.
?Y hasta qu¨¦ punto influye el ejemplo que demos los padres, lo que nuestros hijos vean en nosotros en relaci¨®n con las frutas? ¡°Los ni?os aprenden por imitaci¨®n. Nuestros hijos son peque?os clones nuestros, repiten nuestras frases, act¨²an y se comportan como nosotros. Si cuando tu hijo hace algo mal le respondes con un cachete ¨¦l aprender¨¢ a reaccionar de la misma manera cuando alg¨²n ni?o le diga algo que no le guste. Del mismo modo, si nuestro hijo nos observa comer frutas en cada merienda, si acostumbra a ver siempre sobre la mesa un frutero cargado de frutas, ¨¦l ver¨¢ normal comer fruta y por imitaci¨®n es probable que haga lo mismo que nosotros¡±, argumenta Natalia Moragues.
En un momento dado es m¨¢s f¨¢cil decidir comprar fruta y no comprar alimentos procesados y azucarados que librar una lucha contra tu hijo
Yolanda Fleta, por su parte, a?ade que hay numerosos estudios que demuestran la influencia que tiene el entorno en los h¨¢bitos de alimentaci¨®n y de estilo de vida de los ni?os, un entorno del que forman parte padres y hermanos, pero tambi¨¦n el grupo de amigos del ni?o o la publicidad que ve en la televisi¨®n o en otras pantallas. Seg¨²n Fleta, es ¡°interesante¡± saber que aunque el entorno ajeno a nosotros pueda condicionar a nuestros hijos, nosotros tambi¨¦n tenemos la capacidad de influir en ese entorno, por ejemplo, ¡°consiguiendo que esos padres y madres que normalmente tra¨ªan boller¨ªa industrial a sus hijos para merendar d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, empiecen a traer fruta alg¨²n d¨ªa, despu¨¦s de ver c¨®mo t¨² lo haces habitualmente. Es lo que el psic¨®logo Albert Bandura, acu?¨® como determinismo rec¨ªproco: t¨² me influyes, yo te influyo¡±.
Ofr¨¦celes a tus hijos fruta y comer¨¢n fruta
Mi teor¨ªa de que la relaci¨®n de mis hijos con la fruta no es cuesti¨®n de suerte, sino de h¨¢bitos, se sustenta en dos puntos. El primero, ya tratado, es el del valor del ejemplo. El segundo, el de la presencia de fruta en el hogar. Ofr¨¦celes a tus hijos fruta y comer¨¢n fruta. ¡°A mayor exposici¨®n a un alimento, mayor probabilidad de que lo prueben¡±, afirma Natalia Moragues. ¡°El tipo de comida que tienen a su disposici¨®n influye mucho¡±, a?ade por su parte Yolanda Fleta, para la que este, el de tener en casa comida saludable, ser¨ªa el nivel m¨¢s ¡°f¨¢cil¡± sobre el que como padres podemos empezar a trabajar: ¡°En un momento dado es m¨¢s f¨¢cil decidir comprar fruta y no comprar alimentos procesados y azucarados que librar una lucha contra tu hijo, o contra ti mismo, para no consumirlos una vez que los tienes en el armario de la cocina. No hay que meter al enemigo en casa¡±.
Porque del mismo modo en que los ni?os comen fruta cuando esta es la alternativa que le ofrecen los padres, tambi¨¦n comen alimentos menos recomendables cuando estos est¨¢n a su disposici¨®n. Por mucha fruta que tengan a su alcance. ¡°El problema que tienen los ni?os que consumen a diario galletas y productos azucarados es que su paladar se modifica y se acostumbra a estos sabores m¨¢s potentes de forma que comienzan a rechazar otros sabores como por ejemplo los de las frutas, que ya no les resultan tan dulces¡±, explica Moragues.
Y el problema es que muchos padres, a las primeras de cambio, en cuanto nuestros hijos nos rechazan dos frutas o comen menos de lo que esperamos, en lugar de seguir intent¨¢ndolo, recurrimos al camino f¨¢cil con tal de que coman ¡°algo¡±. ¡°Si un ni?o come poco, es probable que sea porque su cuerpo no necesita comer m¨¢s¡±, afirma la dietista-nutricionista, que no obstante reconoce que a veces esto asusta a los padres y lleva a muchos de ellos a ofrecer sus hijos alimentos ultraprocesados con tal de quedarse tranquilos vi¨¦ndolos comer. Una decisi¨®n que seg¨²n Natalia Moragues ¡°en ning¨²n caso¡± es la soluci¨®n al problema. Todo lo contrario, lo agrava: ¡°si al ni?o no le entusiasman mucho las frutas y las verduras y encima le damos de comer estos productos hiperpalatables lo que estaremos consiguiendo con ello es aumentar este rechazo y que cada vez las frutas y las verduras le resulten m¨¢s insulsas, entrando en un c¨ªrculo vicioso del que es m¨¢s dif¨ªcil salir¡±.
?Y qu¨¦ pasa en el caso de los hermanos, cuando siguiendo los mismos patrones uno come mucha fruta y otro no quiere ni verla? Seg¨²n Yolanda Fleta lo primero que no hay que hacer ¡°es echarle la culpa a la suerte¡±. En cambio, s¨ª podemos sentarnos con el que no come fruta ¡°y empezar poco a poco encontrando alguna que s¨ª le apetezca¡±. Y luego est¨¢n las expectativas, que no deben ser las mismas con todos los ni?os. Lo importante para la soci¨®loga es ¡°ofr¨¦celes siempre alternativas saludables entre las que escoger, darles protagonismo para que tengan mayor compromiso con su elecci¨®n, hacerlo divertido y mostrarnos como ejemplo¡±. ?Y si todo eso no funciona? ¡°No pasa nada, no te fustigues pero tampoco desistas. Recuerda para qu¨¦ es importante para ti que tus hijos coman fruta y verdura¡±.
"A veces hacemos todo lo que est¨¢ en nuestra mano y aun as¨ª a nuestro hijo siguen sin gustarle determinadas verduras"
?Suerte o h¨¢bito?
Llegados a este punto, que nuestros hijos coman o no fruta, ?es cuesti¨®n de suerte o de h¨¢bito? Para Moragues hablamos de un hecho ¡°multifactorial¡±. No obstante, apunta que tendremos ¡°m¨¢s probabilidades¡± de que nuestros hijos coman fruta y verdura ¡°si se la ofrecemos a diario, si la dejamos a su alcance y si nos ve comerla¡±. Pero esto tambi¨¦n depender¨¢ de nuestra conducta, como por ejemplo ¡°si le castigamos con comer lo que no les gusta o les premiamos con chucher¨ªas¡±. Al final, para la dietista-nutricionista, en todo caso, est¨¢n las preferencias personales de cada ni?o: ¡°A veces hacemos todo lo que est¨¢ en nuestra mano y aun as¨ª a nuestro hijo siguen sin gustarle determinadas verduras, al menos de momento, pero no hay que desesperar. Si sigue viendo ese estilo de alimentaci¨®n saludable en casa, alg¨²n d¨ªa es probable que coman as¨ª y aunque no coman de todo, el patr¨®n saludable ir¨¢ grabado en su cerebro. No hace falta que le gusten todas las verduras, cada persona y ni?o tiene sus preferencias, de lo que realmente nos tenemos que preocupar es de no darle alimentos no saludables¡±. El famoso ¡°no comas mejor, deja de comer peor¡±, acu?ado por el dietista-nutricionista Julio Basulto.
¡°La suerte tiene que ver con el azar, y el h¨¢bito es algo que surge de la repetici¨®n frecuente de una conducta, sostenida en el tiempo, a trav¨¦s de la cual se obtiene un beneficio. La suerte, por tanto, no estar¨ªa en nuestra mano modificarla. En cambio, los h¨¢bitos s¨ª dependen de nosotros mismos¡±, reflexiona por su parte Yolanda Fleta, que a?ade tambi¨¦n otro factor: la preferencia innata por el dulce del ser humano, vinculada con nuestro instinto de supervivencia. ¡°Esta preferencia hizo que nuestros ancestros pudieran sobrevivir cuando la disponibilidad de alimentos era escasa. El problema es que hoy en d¨ªa lo que tenemos precisamente no es escasez de alimentos, sino todo lo contrario, un ambiente obesog¨¦nico que nos incita a comer a todas horas. Hay ni?os que de manera innata se sentir¨¢n atra¨ªdos por la fruta y otros no tanto. En ambos casos, no obstante, la exposici¨®n a la fruta y el ejemplo en su consumo, desembocar¨¢n en una aumento en la ingesta de fruta¡±.
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