Colombianas que pelean por la paz
A un a?o de la firma del fin de medio siglo de conflicto en el pa¨ªs latinoamericano, la violencia es a¨²n una realidad en muchas zonas. De visita en Madrid, cuatro activistas comentan el proceso
La paz en Colombia supone para el pa¨ªs afrontar muchos retos. El primero, que los detractores del acuerdo que puso fin a m¨¢s de medio siglo de conflicto no consigan tumbarlo. En este sentido, los comicios presidenciales del pr¨®ximo mayo inquietan especialmente a los defensores de este proceso. Una preocupaci¨®n compartida por las activistas convocadas por la ONG Alianza por la Solidaridad en Madrid, todas ellas participantes en la Mesa de Conversaciones de La Habana que terminaron hace un a?o con la firma de un acuerdo, refer¨¦ndum en el que gan¨® el no mediante, entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
"Las elecciones se van a dividir entre los que apoyan y atacan el proceso de paz", asegur¨® en un encuentro con periodistas esta semana Pilar Rueda,?consultora de la Organizaci¨®n Mundial de las Migraciones para asesorar a la Secretar¨ªa Ejecutiva de La Jurisdicci¨®n Especial para la Paz. Temen tambi¨¦n las que le acompa?an en la mesa, Charo Mina, defensora de los derechos humanos, y Camila Cienfuegos, exguerrillera de las FARC, que se impongan los segundos. "Si gana la ultraderecha, se acabar¨¢ el acuerdo", sentenci¨® tajante Rueda. "La extrema derecha no quiere la paz. Han demonizado nuestra lucha", a?adi¨® Cienfuegos, quien denunci¨® que el expresidente ?lvaro Uribe "ha hecho todo lo posible por deslegitimar el acuerdo".
La paz ya perdi¨® unos comicios, el refer¨¦ndum que se realiz¨® en octubre de 2016, que con una baja participaci¨®n y una ¨ªnfima mayor¨ªa, dijo no al proceso. Fue un voto sobre todo urbano, el que menos sufri¨® la violencia, el que se opuso. Los opositores est¨¢n en contra de las, en su opini¨®n, demasiado favorables condiciones que los exguerrilleros consiguieron. Aunque el proceso sigui¨® adelante con una nueva versi¨®n aprobada en el Congreso y el Senado, el temor de sus defensores a que se eche por tierra lo conseguido contin¨²a.?
Entendemos que nuestros territorios son de un inter¨¦s econ¨®mico enorme y somos una piedra en el camino Charo Mina, defensora de los derechos humanos
Sea cual sea el resultado de las presidenciales, la paz ya est¨¢ en marcha y con un a?o cumplido. Pero ?se ha avanzado? En opini¨®n de las participantes en el encuentro, poco. Los siguientes escollos, si se consigue que el acuerdo sobreviva a las urnas, tienen que ver con c¨®mo se lleva a cabo la implementaci¨®n. Y las activistas no dudaron en hablar de "negligencias" y "violaciones de derechos humanos" en este proceso. Una de las principales cuestiones a resolver es precisamente la que desencaden¨® esta guerra: las tierras. El propio Gobierno calcula que los campesinos fueron despojados de 8,3 millones de hect¨¢reas que principalmente fueron a parar manos de grandes empresarios a medida que los lugare?os se ve¨ªan obligados a abandonar sus casas.
Por su parte, Mina record¨® que de los 44 millones de habitantes del pa¨ªs, el 20% son afrodescendientes. "Unos 10 millones de personas, la mitad mujeres, que se han visto dr¨¢sticamente afectadas por el conflicto interno". Por eso, se?al¨®, es tan importante para los pueblos ¨¦tnicos, afrodescendientes e ind¨ªgenas que este acuerdo siga adelante, pues el texto contempla que sus derechos sean respetados. Sobre todo, en lo concerniente a las tierras. "Nos preocupa que se mantenga este enfoque en la implementaci¨®n. Pero en el primer a?o, nuestro balance es que no se ha cumplido", advirti¨®.
El deseo compartido de la paz por los m¨¢s afectados por la violencia se ve truncado por una nueva realidad que rememora los peores tiempos pasados. Tras el desarme de las FARC, otros grupos armados atemorizan a la poblaci¨®n, de nuevo principalmente, por intereses sobre el territorio. "Amenazan a los l¨ªderes y lideresas que se tienen que estar moviendo continuamente para que no les maten", asegur¨® Mina. "El pasado lunes fue asesinada en Tumaco, zona de plantaciones de coca, Luz Yenny Monta?o, una lideresa comunal", ejemplific¨®. Las balas y las intimidaciones tienen un claro objetivo, en opini¨®n de la l¨ªder afrocolombiana: "Nosotros entendemos que nuestros territorios son de un inter¨¦s econ¨®mico enorme y somos una piedra en el camino. Y muchos derechos territoriales son violados flagrante e intencionadamente". "Nos preocupa la restituci¨®n territorial de zonas ancestrales all¨ª donde no tenemos la titularidad colectiva. Estos territorios los hemos cuidado y hemos garantizado que Colombia cuente con el 10% de la biodiversidad del mundo", zanj¨®.
Para los exguerrilleros y habitantes de las zonas afectadas por el conflicto, esa violencia est¨¢ impidiendo la reintegraci¨®n en la sociedad que esperaban. Especialmente duro est¨¢ siendo para las mujeres, como Cienfuegos. Ella, que durante los di¨¢logos de paz en La Habana asumi¨® cargos como responsable de comunicaciones y como integrante de la subcomisi¨®n de g¨¦nero, lo conoce de primera mano. "Las mujeres no tenemos seguridad y hay bandas emergentes en los territorios", denunci¨®. Se la juegan, continu¨® su relato, si salen de su zona en el Valle del Cauca para llevar a sus ni?os al m¨¦dico. "Asesinan a gente con fusil muy cerca de donde nosotros estamos realizando nuestra transici¨®n".
La implementaci¨®n es muy importante para nosotros. Ahora, donde vivimos no hay escuelas, no hay manera de que nuestros hombres y mujeres se eduquen Camila Cienfuegos, exguerrillera de las FARC
Cienfuegos, que se uni¨® a las FARC a los 13 a?os, es hoy una defensora del acuerdo de paz. Tras d¨¦cadas de ausencia del Estado en las zonas controladas por el grupo armado, ahora que este se ha desarmado y disuelto, se espera que las instituciones asuman la responsabilidad de proveer con servicios b¨¢sicos y proteger a la poblaci¨®n. "La implementaci¨®n es muy importante para nosotros. Ahora, donde vivimos no hay escuelas, no hay manera de que nuestros hombres y mujeres se eduquen. Vemos con preocupaci¨®n que cuando compa?eros salen del territorio, son detenidos. Las violaciones de derechos humanos son reiterativas", expuso la exgerrillera. Denunci¨® que apenas les llega la ayuda prometida, ni siquiera pa?ales, compresas o alimentos para los ni?os. Con todo, tiene esperanza de que la paz adquiera con el tiempo todo su significado y el estigma quede atr¨¢s. "La reincorporaci¨®n no ha sido lo que esper¨¢bamos, pero creemos que esta puede ser una paz real y duradera. Nuestra apuesta es que la sociedad nos acepte y trabajar en los territorios para que se garanticen los derechos de la poblaci¨®n, sobre todo de las mujeres, de todas, no solo las excombatientes".??
A modo de conclusi¨®n, Eliana Romero, coordinadora de Alianza por la Solidaridad en Colombia, subray¨® que ¨¦ste "es el segundo pa¨ªs m¨¢s desigual de Am¨¦rica Latina" y la paz deber¨ªa contribuir a reducirla, entre otras oportunidades. Unas que no se conseguir¨¢n si no se dan los pasos adecuados. "El programa de erradicaci¨®n de la coca est¨¢ siendo r¨¢pido, pero el de la sustituci¨®n por otros cultivos, muy lento. Ha pasado un a?o y las instituciones no han pasado por estos territorios, no hay programas concretos en las comunidades". La soluci¨®n solo puede ser, en su opini¨®n, seguir adelante.
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