Si estos anuncios de Navidad no le hacen llorar, no es usted ning¨²n monstruo
La explicaci¨®n cient¨ªfica de que algunos se queden imp¨¢vidos frente a los dramones m¨¢s lacrim¨®genos
Nunca una festividad tuvo tan buena prensa. Todo es paz y amor, bondad y felicidad. Canciones. Lucecillas de colores. Reencuentros. Una explosi¨®n de regalos y buenos deseos. Pero esa es la teor¨ªa porque, donde unos ven canciones, otros ven perturbadoras tonadillas; ven reencuentros, s¨ª, pero con el odioso cu?ado quetodolosabe; regalos, tambi¨¦n, pero en forma de gasto descomunal inasumible para unas depauperadas arcas personales. Y deseos, por supuesto. Pero de que todo pase r¨¢pido y de que llegue ya el 7 de enero.
Hay algo que trasciende. Algo que va m¨¢s all¨¢ y que logra poner de acuerdo a casi todos: una lagrimita, un leve sollozo, la piel de gallina... Y que irrumpe en la tele cuando uno menos se lo espera en forma de anuncio lacrim¨®geno. Loter¨ªa, embutidos, bebidas carbonatadas. Da igual. A llorar.
Aunque hay unos pinchaglobos incansables que ni por esas. Sacan punta a todo y se mofan del pardillo que no compr¨® el d¨¦cimo en su d¨ªa y que encuentran un tanto siniestro que un se?or con bigote se divierta jugando por la noche con un mont¨®n de maniqu¨ªes. ?El motivo? Sencillo. Y se esconde en el cerebro.
¡°El plano racional, el m¨¢s alejado de las vivencias y las emociones, es el que toma el control en el cerebro de los que se quedan fr¨ªos frente a estos anuncios¡±, explica el neuropsic¨®logo Andr¨¦s Garc¨ªa S¨¢nchez, del Hospital de Neurorehabilitaci¨®n Casaverde de Madrid.
Todo responde a los procesos neuronales y el papel de cada hemisferio; en el caso de las personas anal¨ªticas, ser¨¢ el izquierdo el que m¨¢s trabaje y, en el caso contrario, el hemisferio derecho activar¨¢ las conexiones vivenciales, reforzando el factor emocional.
Algunos estudios apuntan a las evidentes diferencias en la personalidad de ambos perfiles, llegando incluso a destacar algunas distinciones f¨ªsicas. Una investigaci¨®n de la Universidad de Monash, en Austria, determina que la morfolog¨ªa cerebral es distinta, pero Garc¨ªa S¨¢nchez se fija m¨¢s en el plano comportamental.
Por eso explica que quien se mantiene hier¨¢tico frente a los mensajes edulcorados ¨²nicamente est¨¢ racionalizando su contenido y es capaz de ver m¨¢s all¨¢ de la mera vibraci¨®n sentimental. Es decir, que adopta la postura de "a m¨ª no me van a vender m¨¢s d¨¦cimos" o "vale, perfecto, pero yo odio el jam¨®n de York".
'Marketing' emocional
Este es un recurso m¨¢s que efectivo en la estrategia publicitaria. ¡°Los anuncios de Navidad suelen apelar al marketing emocional, sum¨¢ndose a la ola de bondad que impera en estas fechas, y prescinden del racional¡±, explica el profesor de marketing de las escuelas Nett Formaci¨®n y K¨¹hnel Juan Luis Salda?a.
De un tiempo a esta parte, apostar por la emoci¨®n para ganarse al p¨²blico parece ser apuesta segura. Primero, porque los publicistas se bajan del carro de la mera invitaci¨®n al consumismo y, segundo, y tal como explica Salda?a, ¡°porque estas historias se retienen m¨¢s f¨¢cilmente, consiguiendo que lleguemos a apreciar una marca casi sin que nos demos cuenta¡±.
Y es cierto: probablemente recuerde con mayor facilidad unas cuantas campa?as de anuncios de loter¨ªa, pero dif¨ªcilmente ser¨¢ capaz de rememorar las tres o cuatro ¨²ltimas estrategias de, por ejemplo, una marca de detergente para la lavadora.
Por eso, a perseguir la lagrimita. ¡°Del m¨ªtico 'calvo' pasamos, hace ya unos a?os, a las historias humanas, ¨ªntimas, a veces demasiado edulcoradas y forzadas¡±, repasa Salda?a, que vincula estas l¨ªneas narrativas a las pel¨ªculas cl¨¢sicas de la Navidad en Espa?a: ¡°Es un mensaje similar al de La gran familia, por ejemplo. La crisis emocional porque Chencho se ha perdido y la explosi¨®n de j¨²bilo porque todos terminan juntos, en paz y armon¨ªa¡±.
A m¨ª no me la dan
No obstante, las mentes racionales tratan de forma similar los mensajes racionales y los emocionales. Ejercen un juicio m¨¢s fr¨ªo y distante, cambiando el prisma con el que los cerebros m¨¢s emotivos reciben estas microhistorias televisivas. Y eso es, tambi¨¦n, fruto de la experiencia.
¡°Las t¨¦cnicas publicitarias han variado muy poco y llevamos d¨¦cadas viendo anuncios. Por eso, hay miradas que han aprendido a desentra?ar el mensaje ¨²ltimo con facilidad¡±, explica Lecina Fern¨¢ndez, psic¨®loga cl¨ªnica y experta en ilusi¨®n. Cerebros que han aprendido a detectar la exageraci¨®n y la apelaci¨®n sin ambages al llanto.
Y explica Fern¨¢ndez que quiz¨¢, tambi¨¦n, el motivo por el que estas personas no lloran es porque no quieren exponerse. ¡°Adem¨¢s de por el juicio cr¨ªtico, el motivo de la falta de emoci¨®n puede deberse a que, directamente, la persona evita estos mensajes¡±.
Porque no quiere entrar en la rueda; porque bastante tiene con lo que lleva arrastras y porque lo que peor le viene es que le presenten una narraci¨®n deliberadamente blanda que termine por tocarle una fibra ya debilitada. Y eso lleva a determinar que todo se trata de¡
Una cuesti¨®n social y cultural
¡°Independientemente del cariz religioso, la Navidad est¨¢ asociada a la paz, el amor, la felicidad y el balance de una etapa y el comienzo de otra¡±, subraya Lecina Fern¨¢ndez. Sobre estos d¨ªas planea la idea de que un tiempo se va y empieza un libro con las p¨¢ginas en blanco y, de ah¨ª, que sea inevitable ¡°notar m¨¢s los vac¨ªos, las ausencias, mientras se nos bombardea con un ca?¨®n que nos obliga a ser felices¡±, completa la psic¨®loga.
Algunos expertos lo llaman trastorno afectivo estacional, una suerte de baj¨®n puntual vinculado a un determinado momento del a?o que nos hace estar m¨¢s sensibles. Y que no tiene por qu¨¦ estar motivado por el clima ¨Cno hay que olvidar que muchos argentinos tambi¨¦n odian la Navidad, aunque la vivan en ba?ador¨C, sino que deriva del contexto.
Lo que s¨ª resulta evidente es, en conclusi¨®n, que la mente emocional ser¨¢ m¨¢s proclive a llorar frente a la tele, y que la m¨¢s anal¨ªtica ser¨¢ la encargada de generar chistes y memes ir¨®nicos para las redes sociales. Porque decisi¨®n ¨ªntima es entrar o no en la rueda y c¨®mo vivir y gestionar las sensaciones. Pero ni el uno tiene un trastorno ni el otro un coraz¨®n de hielo.
Son, m¨¢s bien, formas de interpretar los mensajes. As¨ª que no critique al que no llora y piense tambi¨¦n que la vida, sin un puntito de cinismo, probablemente ser¨ªa mucho m¨¢s aburrida. Si es de los hier¨¢ticos y nota que su piel est¨¢ adquiriendo un tono verdoso, cuidado: tampoco es cuesti¨®n de convertirse en el Grinch.???
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