Reformas simb¨®licas
Una Constituci¨®n reformada ret¨®rica y simb¨®licamente seguir¨ªa siendo incapaz de afrontar muchos de los retos a los que se va a enfrentar la Espa?a del futuro
La reforma de la Constituci¨®n es un fin en s¨ª mismo. Se ha convertido en una reivindicaci¨®n sin fondo, exclusivamente simb¨®lica, y un aparente compromiso con el progreso y la vanguardia. Muchas de las grandes reformas que necesita Espa?a (desde la electoral hasta pol¨ªticas que ataquen la pobreza infantil, la desigualdad o la precariedad) se pueden hacer con la Constituci¨®n actual. La reforma se defiende como un gran acto simb¨®lico y fundacional, que abrir¨ªa una nueva etapa donde nuevos actores podr¨ªan tener su momento ¨¦pico de protagonismo. Lo importante, al fin y al cabo, para estos l¨ªderes, es salir en la foto en un momento hist¨®rico.
Tambi¨¦n es algo que parece que buscan muchos votantes. El argumento de que la Constituci¨®n no la votamos los m¨¢s j¨®venes se solucionar¨ªa votando de nuevo, aunque los cambios sean m¨ªnimos. El polit¨®logo Pablo Sim¨®n sosten¨ªa en la revista Letras Libres que si cambiar una coma en la Constituci¨®n sirve para calmar esos deseos de renovaci¨®n, hag¨¢moslo, pero que eso no nos haga olvidar que hay cosas mucho m¨¢s importantes. Acierta ??igo Errej¨®n en una tribuna en El Confidencial al identificar cuatro brechas existentes en nuestro pa¨ªs: la brecha entre crecimiento y bienestar, la intergeneracional, la territorial y la que hay entre representantes y representados. Y es posible que tenga raz¨®n cuando dice que se ha roto el contrato social y que hace falta un ¡°nuevo acuerdo como pa¨ªs¡±. Pero dif¨ªcilmente se alcanzar¨¢ un consenso como el de la Transici¨®n, donde todos los espa?oles quer¨ªan m¨¢s o menos lo mismo: Europa, la democracia, la libertad, la modernidad. Y menos si Podemos se niega a formar parte de un debate de reforma de la Constituci¨®n en el que est¨¦ el PP. La Transici¨®n, un mito ya aparentemente desgastado, todav¨ªa sigue siendo un ejemplo sobre c¨®mo llegar a acuerdos para que el pa¨ªs ¡°gane autoestima¡±, que es lo que busca Errej¨®n.
En el debate de la Constituci¨®n se da una dicotom¨ªa similar a la establecida por la fil¨®sofa Nancy Fraser entre ¡°redistribuci¨®n¡± y ¡°reconocimiento¡± en la justicia: hay sectores que necesitan m¨¢s redistribuci¨®n socioecon¨®mica, una justicia material, y otros m¨¢s reconocimiento simb¨®lico. Muchos de los cambios que se piden son estrictamente de reconocimiento: la singularidad catalana, la voluntad de ser y autogobierno de las nacionalidades hist¨®ricas, la consideraci¨®n de la Espa?a plurinacional. En otras ocasiones, los mismos que se quejan de la invalidez o vacuidad de algunos puntos de la Constituci¨®n (derecho a la vivienda, al trabajo, a la salud¡) caen en el wishful thinking y piden que se incluyan menciones al feminismo o el ecologismo, como si al nombrar algo lo cre¨¢ramos. Una Constituci¨®n reformada ret¨®rica y simb¨®licamente seguir¨ªa siendo incapaz de afrontar muchos de los retos a los que se va a enfrentar la Espa?a del futuro. Pero si las reformas simb¨®licas ayudan y son la antesala de las reformas materiales, como una revisi¨®n de la financiaci¨®n auton¨®mica, bienvenido sea el reconocimiento.
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