¡°Trabajar de ni?o en la mina me permiti¨® terminar los estudios¡±

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Julius Opiyo (1966, Migori, Kenia) empez¨® a trabajar como minero con apenas 12 a?os. El padre se hab¨ªa quedado sin su empleo como polic¨ªa y el dinero para cuidar de dos esposas y de 11 hijos nunca era suficiente. Si quer¨ªa seguir estudiando, no le quedaba m¨¢s remedio. Fue as¨ª c¨®mo comenz¨® a adentrarse 600 metros bajo tierra. Como en las otras peque?as minas de oro de la regi¨®n, all¨ª tambi¨¦n se utilizaba mercurio para separar el precioso metal. La ley proh¨ªbe su uso, pero la pobreza y el desconocimiento de otros m¨¦todos dejan muy poca libertad de elecci¨®n a las comunidades m¨¢s vulnerables. Hoy Opiyo ha cambiado el mono polvoriento por un traje limpio, pero no ha olvidado el trabajo bajo tierra. Sus esfuerzos est¨¢n ahora centrados en buscar alternativas para proteger a los 5.000 mineros de todo el pa¨ªs que siguen estando expuestos a la contaminaci¨®n por este metal pesado.

A¨²n recuerda la primera vez que baj¨® a una mina, en compa?¨ªa de su primo y de una l¨¢mpara de queroseno. "Sent¨ª mucho miedo. Era oscuro y la escalera no parec¨ªa muy resistente", cuenta desde la sede de Naciones Unidas de Nairobi, en la que particip¨® en la Asamblea de la organizaci¨®n sobre Medioambiente, celebrada a principios de este mes. Con el dinero acumulado durante los turnos de fin de semana y en las vacaciones, pudo hacer frente al gasto del material escolar.

En esa ¨¦poca, la miner¨ªa estaba prohibida en su regi¨®n natal, en el occidente del pa¨ªs. "Era como jugar al gato y al rat¨®n. De repente llegaba la polic¨ªa y hab¨ªa que huir. Me resultaba muy f¨¢cil escapar al ser tan peque?o y esconderme entre los ¨¢rboles, pero muchas otras personas eran detenidas y ten¨ªan que pagar sobornos para ser puestos en libertad", explica. A pesar de todo, Opiyo mira al pasado viendo el vaso medio lleno. "Pude terminar los estudios gracias al trabajo en la mina. Hay que tener en cuenta todos estos factores antes de condenar el empleo de menores en estas actividades".

La exposici¨®n al mercurio puede originar da?os cerebrales, cardiovasculares y de ri?¨®n, p¨¦rdida de cociente intelectual y afectar al desarrollo del sistema nervioso de los fetos durante el embarazo. Opiyo conoce de muy cerca los problemas para la salud vinculados a este metal. Su madre fue diagnosticada con silicosis y falleci¨® en 2015. Su mejor amigo tambi¨¦n enferm¨® por la contaminaci¨®n.

"Cuando empec¨¦ a trabajar en la asociaci¨®n me sent¨ªa culpable por haber sido c¨®mplice de alguna manera del uso del mercurio y de la contaminaci¨®n de mi regi¨®n". Este sentimiento y las ganas de reaccionar contra las injusticias sociales le empujaron a buscar ayuda econ¨®mica para llevar a cabo investigaciones y actividades de sensibilizaci¨®n.

La exposici¨®n al mercurio puede originar da?os cerebrales, cardiovasculares y de ri?¨®n, p¨¦rdida de cociente intelectual y afectar el desarrollo del sistema nervioso de los fetos durante el embarazo

En la actualidad, trabaja codo con codo con el mundo acad¨¦mico keniano para desarrollar m¨¦todos alternativos para la actividad minera, pero admite que existen muchos obst¨¢culos. Uno de ellos es la ausencia de datos fiables sobre el n¨²mero de afectados. A este factor se une la falta de apoyo por parte de las autoridades y la extensa corrupci¨®n. "Mientras no tengan conocimiento sobre el problema, no pueden ayudarnos", lamenta.

Kenia firm¨® la Convenci¨®n de Naciones Unidas de Minamata, el primer acuerdo ambiental internacional que regula el uso del mercurio en actividades humanas, en 2013, pero a¨²n no lo ha ratificado. Las comunidades mineras del pa¨ªs pierden cada a?o entre 174.000 millones y 342.000 millones de chelines (entre 1.430 millones y 2.812 millones de euros) por la contaminaci¨®n derivada del mercurio, seg¨²n un estudio publicado de reciente en la revista cient¨ªfica The Journal of Environmental Management.

La contaminaci¨®n por mercurio afecta tambi¨¦n a los que est¨¢n bien informados sobre este problema, como demuestra un estudio realizado de reciente por el IPEN (una red de salud p¨²blica global y medioambiente) y el BRI (el Instituto de Investigaci¨®n sobre Biodiversidad) y divulgado en la Asamblea de Naciones Unidas sobre Medioambiente de Nairobi. La investigaci¨®n, realizada con ocasi¨®n de la cumbre de los pa¨ªses firmantes de la Convenci¨®n de Naciones Unidas de Minamata, ha demostrado que la contaminaci¨®n por mercurio afecta tambi¨¦n a los representantes de organizaciones internacionales. M¨¢s de la mitad de los participantes del encuentro, celebrado el pasado mes de septiembre, presentaban niveles de este metal m¨¢s elevados del umbral de alerta para la salud.

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