El populismo antinmigraci¨®n (tambi¨¦n) es malo para el desarrollo
Tras el avance de la extrema derecha en 2017, diez pa¨ªses europeos celebran elecciones este a?o
El a?o que ahora termina no podr¨ªa haber tra¨ªdo peores noticias electorales para quienes aspiramos a una reforma radical del sistema migratorio europeo. Si en Reino Unido continuaba ¨Ccon matices- la amalgama ideol¨®gica que dio lugar al Brexit, en tres bastiones del europe¨ªsmo como Francia, Pa¨ªses Bajos y Alemania los partidos tradicionales han decidido que el modo de vencer a la ultraderecha es parecerse algo m¨¢s a ella. Tanto en Noruega como en Austria, la conformaci¨®n de nuevos gobiernos solo fue posible gracias al acuerdo con partidos abiertamente xen¨®fobos. Y en el Este de Europa una revoluci¨®n conservadora de un tinte similar a la estadounidense o la brit¨¢nica desaf¨ªa a las instituciones europeas cuestionando valores fundacionales de la UE.
En este contexto, el hecho de que los Estados miembros hayan cumplido solo un 25 % de sus compromisos de reasentamiento de refugiados es casi un milagro. Porque el tono de Europa en ese ¨¢mbito ya no lo marcan sus omisiones, sino sus acciones abiertamente hostiles en contra de quienes tratan de alcanzar nuestras fronteras.
La involuci¨®n ideol¨®gica de Europa tendr¨¢ consecuencias graves, entre las que se incluyen sus pol¨ªticas humanitarias y de desarrollo:
- Reducir¨¢ a¨²n m¨¢s el esfuerzo por acoger a quienes huyen de la guerra y la persecuci¨®n: tras el fiasco de los dos ¨²ltimos a?os, la Comisi¨®n Europea se apresur¨® a anunciar un nuevo programa de reasentamiento para 50.000 refugiados. Su credibilidad, sin embargo, est¨¢ ya bajo cero y nada del nuevo contexto pol¨ªtico forzar¨¢ un cambio externo.
- Envalentonar¨¢ a quienes est¨¢n dispuestos a violar derechos humanos con tal de detener los flujos migratorios: a pesar de algunas victorias parciales ¨Ccomo la condena del Tribunal de Estrasburgo a Espa?a en Octubre de 2017 por realizar devoluciones en caliente en su frontera Sur-, la relaci¨®n entre control migratorio y derechos humanos se ha convertido en un juego de vasos comunicantes. Ning¨²n caso es m¨¢s preocupante que el de Libia, donde se acumulan las pruebas de una carnicer¨ªa de la que Europa es c¨®mplice.
- Complicar¨¢ la posibilidad de generar modelos de movilidad humana m¨¢s beneficiosos para el desarrollo: se han gastado decenas de miles de millones en levantar barreras a la inmigraci¨®n, incluyendo aquellos programas de cooperaci¨®n que tratan infructuosamente de evitar que la gente busque un futuro fuera de sus pa¨ªses de origen. Pero cualquier otra alternativa ha sido orillada. La idea de ¡°Organizar mejor la migraci¨®n legal y promover formas bien gestionadas de movilidad¡± ¨Cuno de los cuatro pilares de la pol¨ªtica migratoria europea en 2005- ser¨ªa inconcebible en este momento. Quiz¨¢s tan inconcebible como un Pacto Global sobre Migraciones, a pesar de lo que la UE dijera hace poco m¨¢s de un a?o.
A lo largo de 2017 hemos aprendido que el populismo antinmigraci¨®n no necesita ganar la mayor¨ªa de los votos para hacerse con el control del debate pol¨ªtico. La contaminaci¨®n de los partidos tradicionales ¨Cdispuestos ahora a discutir cuestiones que hace solo unos a?os hubiesen sido intolerables¨C es una realidad que podr¨ªa haber llegado para quedarse. En 2018 otros diez pa¨ªses europeos celebrar¨¢n elecciones nacionales, alguno tan relevante para este debate como Italia, Hungr¨ªa o Finlandia. En cada uno de estos casos existe la posibilidad de tomar la direcci¨®n equivocada y complicar a¨²n m¨¢s la posibilidad de reformar este sistema inmoral, insensato y crecientemente ilegal. Debemos ayudar a evitarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.