Las mujeres bolivianas que ponen cara a la pol¨ªtica
Bolivia cuenta con el Parlamento m¨¢s paritario de Am¨¦rica Latina, pero el pa¨ªs presenta una realidad con muchas luces y sombras
Gabriela Monta?o apenas tiene tiempo. Cuando entra en la sala lo hace con paso decidido, da la mano firme y se sienta sin dudar delante de la c¨¢mara. Ha pospuesto la entrevista cuatro veces; la agenda de la presidenta de la C¨¢mara de Diputados de Bolivia no es f¨¢cil. Pero una vez consigue encajarla, contesta todas las preguntas con tono pausado y sin mirar el reloj durante 40 minutos. Luego se despide y se va con el mismo paso firme a atender a la prensa nacional sobre la pol¨¦mica del d¨ªa. Es una de las caras visibles del partido del Gobierno y seguramente la mujer con m¨¢s poder de Bolivia; solo tres hombres est¨¢n por encima de ella.
Si Monta?o es la mujer con m¨¢s proyecci¨®n en las filas del Gobierno, lo mismo se puede decir en la oposici¨®n de Soledad Chapet¨®n, alcaldesa de la segunda ciudad m¨¢s poblada de Bolivia. La Sole gobierna El Alto desde junio de 2015 y es, adem¨¢s, vicepresidenta del partido Unidad Nacional. En una ma?ana ha inaugurado el pavimento de una calle de uno de los distritos. A continuaci¨®n, ha colaborado junto a un grupo de padres en el asfaltado de la cancha de un colegio en un barrio de la periferia que crece sin parar gracias a la afluencia de migrantes rurales del Altiplano. Asiste a los actos junto a una se?ora mayor que se mantiene lejos de los focos de las c¨¢maras que siempre siguen a la alcaldesa: su madre. Hace unas semanas perdi¨® a su padre y, sin dejar de trabajar, quiere estar junto a ella.
Como Monta?o y Chapet¨®n, cientos de mujeres se sientan en parlamentos regionales y estatales, dan discursos en m¨ªtines y promueven leyes en un pa¨ªs, Bolivia, que tiene desde 2014 el segundo Parlamento m¨¢s paritario del mundo. Leonilda Zurita asiste a muchos eventos junto al presidente, Evo Morales. Aunque actualmente no tiene ning¨²n cargo p¨²blico, es una l¨ªder hist¨®rica de los sindicatos cocaleros. Igual que Silvia Lazarte, que ahora vive del cultivo de 50 hect¨¢reas de soja con su familia en la regi¨®n oriental del pa¨ªs y est¨¢ retirada de la primera l¨ªnea pol¨ªtica, pero hace 11 a?os fue elegida presidenta de la Asamblea Constituyente, uno de los procesos democr¨¢ticos m¨¢s importantes de la historia del pa¨ªs andino.
En Bolivia, las mujeres representan el 50,6% del conjunto de las dos c¨¢maras legislativas nacionales, lo que supone una cifra muy superior a la de la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos. Solo Islandia, Suecia y Finlandia alcanzan el 40% de mujeres en sus Parlamentos y la media europea est¨¢ en un 27,5%, seg¨²n recopila la Uni¨®n Interparlamentaria. En Espa?a, el 39,1% de los esca?os del Congreso tienen nombre de mujer.
Para muchos en las filas del Gobierno boliviano garantizar la paridad pol¨ªtica ha sido una iniciativa del presidente, pero lo cierto es que las bolivianas se sientan en sus esca?os cada d¨ªa gracias a una ley electoral que obliga a los partidos a presentar listas cremallera que alternen mujeres y hombres en todos los niveles territoriales, algo in¨¦dito en el mundo.
Jimena Costa, una diputada de la oposici¨®n, se?ala precedentes mucho m¨¢s antiguos: recuerda que el sufragio femenino existe en Bolivia desde 1953 y que la reforma electoral de 2010, la que impone listas cremallera, ven¨ªa reclam¨¢ndose desde los a?os noventa. ¡°La democracia se ha ampliado y es m¨¢s inclusiva¡±, afirma Katia Uriona, la presidenta del Tribunal Supremo Electoral, el ¨®rgano que gestiona y supervisa los procesos electorales. Todas estas mujeres que han irrumpido en la vida pol¨ªtica ¡°rompen un espacio que hab¨ªa sido tradicionalmente masculino¡±, dice.
A menudo, se critica el sistema de cuotas argumentando que el incremento de los n¨²meros no va acompa?ado de un cambio cualitativo. Pero quienes forman parte de este cambio responden sin dudar. ¡°Esta presencia cuantitativa se transforma en una presencia cualitativa que modifica agendas, que logra imponer asuntos que interesan a las mujeres, que implican la transformaci¨®n real de sus vidas¡±, explica Monta?o, la presidenta de los diputados. Durante su gesti¨®n como presidenta del Senado ¡ªentre 2012 y 2014¡ª, la Asamblea Legislativa Plurinacional aprob¨® la Ley integral contra la violencia machista y la Ley contra el acoso y la violencia pol¨ªtica, la primera del mundo de este tipo.
Pero las cuotas solo act¨²an en el ¨¢mbito legislativo y esta alta participaci¨®n no se refleja tanto en el ejecutivo. A pesar de que Morales nombr¨® un gabinete de ministros paritario en 2010, desde enero de este a?o apenas hay cuatro ministras en un Gobierno con 20 carteras. Y es una situaci¨®n que se repite en otras instancias: no hay una sola gobernadora (presidenta auton¨®mica) y existen, en los 339 municipios del pa¨ªs, solo 28 alcaldesas, un escaso 8% cuando hay un 51% de concejalas.
En Bolivia, las mujeres representan el 50,6% del conjunto de las dos c¨¢maras legislativas nacionales, lo que supone una cifra muy superior a la de la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos
Varias expertas y pol¨ªticas explican esta brecha alegando que es m¨¢s dif¨ªcil aplicar un sistema de cuotas en estos casos. ¡°En los ¨¢mbitos ejecutivos hay la voluntad pol¨ªtica, pero no hay normas tan taxativas en cuanto a paridad. En la mayor¨ªa de los casos estamos hablando de espacios unipersonales. ?C¨®mo se hace paridad para la candidatura de una alcald¨ªa que es una persona?¡±, se pregunta la presidenta de la C¨¢mara de Diputados.
El activismo de las mujeres est¨¢ tan arraigado que un mill¨®n de mujeres ¡ªalrededor de un tercio de las mayores de edad¡ª est¨¢n afiliadas al sindicato de mujeres m¨¢s grande del pa¨ªs, la Bartolina Sisa, seg¨²n sus propias cifras. ¡°Antes, las mujeres ni siquiera iban a sufragar, ni siquiera ten¨ªan derecho a hacerse elegir. Ahora m¨¢s bien nos eligen, nos mandan a ser autoridades¡±, cuenta Zurita, que fue m¨¢xima dirigente nacional de las Bartolinas.
Mucha gente se?ala que el hecho de que en Bolivia las mujeres est¨¦n tan implicadas en la vida pol¨ªtica se debe al chacha-warmi, un t¨¦rmino de la cosmovisi¨®n andina que se traduce en ¡°hombre-mujer¡± y que se entiende como la complementariedad entre ambos en todos los aspectos de la vida privada y p¨²blica. As¨ª que, por este sistema andino, si hay un l¨ªder en la comunidad, tambi¨¦n deber¨ªa haber una lideresa. Pero como muchas tradiciones, este t¨¦rmino tiene una impronta patriarcal y feministas como la activista boliviana Julieta Paredes critican que en realidad el chacha-warmi es ¡°un par machista de complementariedad, jer¨¢rquica y vertical; los hombres arriba y privilegiados y las mujeres abajo y subordinadas¡±. De hecho, muchas personas lamentan que a pesar de que exista esta paridad en algunas esferas pol¨ªticas, la sociedad sigue siendo profundamente patriarcal y se conservan tasas de violencia y discriminaci¨®n hacia las mujeres abrumadoras. Solo en 2016, la Fiscal¨ªa boliviana contabiliz¨® 104 feminicidios.
Si se ha conseguido cambiar agendas, como dice Gabriela Monta?o, la contrapartida m¨¢s brutal de la incorporaci¨®n de la mujer es la violencia y el acoso pol¨ªtico. En 2012, una concejala de un peque?o municipio cercano a La Paz fue asesinada tras meses de sufrir acoso y violencia, durante los cuales incluso le echaron cemento en los ojos. Tras este caso, Bolivia aprob¨® una ley pionera para tipificar y regular este tipo de violencia, la que se ejerce a una mujer electa o designada en un cargo p¨²blico. Pero no se ha conseguido acabar con esta lacra, que sufren de una forma m¨¢s brutal las concejalas y alcaldesas de municipios rurales. Las diputadas tampoco se libran. Costa cuenta que han llegado a amenazarle con la seguridad de sus hijos si no abandonaba una de las comisiones pol¨ªticas que integraba y da nombres y apellidos de sus acosadores, que se encuentran en las filas de su propio partido.
¡°Cuando preguntamos si sufren acoso y violencia pol¨ªtica, todas (las concejalas) levantan la mano porque en alg¨²n momento s¨ª han sufrido acoso y violencia pol¨ªtica¡±, cuenta la abogada de la Asociaci¨®n de Concejalas de Bolivia (Acobol), Sandra Silva. Esta asociaci¨®n, que actualmente es una de las m¨¢s activas en la protecci¨®n de las pol¨ªticas, recibi¨® 49 denuncias que involucraban a 65 v¨ªctimas en 2016 por estos motivos. Hasta septiembre de este a?o recibieron otras 40 denuncias con un total de 49 v¨ªctimas de acoso pol¨ªtico. Las acosan y denuncian para que abandonen la pol¨ªtica y dejen su sitio a su sustituto, que siempre es un hombre, o para que no aprueben una ley, o les ocultan informaci¨®n para que no acudan a las reuniones o los plenos, o incluso les tapian la entrada a la alcald¨ªa como le ocurri¨® a Bertha Quispe, la alcaldesa de Collana, un municipio del Altiplano.
Que haya m¨¢s diputadas que diputados en el que sigue siendo en las estad¨ªsticas el pa¨ªs m¨¢s pobre de Am¨¦rica del Sur es, sin duda, un logro, pero no se puede tapar todas las sombras que deja esta paridad pol¨ªtica. Queda mucho por hacer, y eso lo saben bien las mujeres que dan la cara d¨ªa a d¨ªa desde sus puestos pol¨ªticos. Son conscientes de que es un reto que tienen por delante ellas, que ejercen los cargos actualmente, pero tambi¨¦n toda una generaci¨®n que est¨¢ por venir y que tiene que conseguir tapar todos los agujeros que a¨²n quedan y romper esos techos que m¨¢s que de cristal parecen de hormig¨®n armado y que mujeres como Gabriela Monta?o o Soledad Chapet¨®n a¨²n no consiguieron derribar, a pesar de haber avanzado tanto.
Este reportaje forma parte de un proyecto que ha sido financiado por el Centro Europeo de Periodismo (EJC, por sus siglas en ingl¨¦s) a trav¨¦s de su Programa de Becas para la Innovaci¨®n en la Informaci¨®n sobre el Desarrollo.
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