¡°Para cumplir las metas de desarrollo, hay que mirar con lupa el gasto militar¡±
Katherine Dixon, directora del Programa de Seguridad y Defensa de Transparencia Internacional, alerta de la necesidad de reducir la corrupci¨®n en el sector para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030
La corrupci¨®n es un lastre para la Agenda 2030. A todos los niveles y en todas las ¨¢reas. Katherine Dixon, directora del Programa de Seguridad y Defensa de la organizaci¨®n Transparencia Internacional, con sede en Reino Unido, se encarga de erradicarla en un sector en el que confluyen dos factores de riesgo, tal y como ella indica: ¡°secretismo y contratos millonarios¡±. Afirma que, si queremos avanzar en otros ¨¢mbitos como la educaci¨®n o el desarrollo sostenible, hay que mirar con lupa el gasto militar. Trabajar con los Estados para que hagan sus cuentas m¨¢s transparentes y reducir la corrupci¨®n en los Ministerios de Defensa y Seguridad, en las Fuerzas Armadas y en las empresas armament¨ªsticas. La experta aboga por controles de exportaci¨®n m¨¢s estrictos y por un desglose del gasto al que puedan acceder los ciudadanos y parlamentarios.
¡°En un sector tan opaco como el de la defensa es tremendamente f¨¢cil ocultar grandes sumas de dinero, hay una parte de los contratos p¨²blicos que no se sabe d¨®nde va a parar¡±. Este dinero no siempre va destinado a mejorar la seguridad de los ciudadanos. La corrupci¨®n en el sector de la defensa supone un 40% de las transacciones mundiales, seg¨²n ha documentado su organizaci¨®n. El total suma, como m¨ªnimo, p¨¦rdidas de 20.000 millones de d¨®lares al a?o. Esto, recuerda Dixon, adem¨¢s de agravar las violaciones de derechos humanos, tiene un impacto directo en los ¨ªndices de pobreza.
¡°La corrupci¨®n en defensa, los gastos injustificados, las comisiones y los sobornos devoran los presupuestos de otras partidas y son uno de los principales obst¨¢culos para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible¡±, asegura. La factura la pagamos todos, aunque es especialmente cara para los habitantes de pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, ya que quita espacio a otros ¨¢mbitos de vital importancia. ¡°Desde Transparencia Internacional nos centramos sobre todo en el Objetivo 16 ¡ªPaz, justicia e instituciones s¨®lidas¡ª, aunque estas fugas de dinero tienen un impacto directo en todos y cada uno de ellos¡±. El gasto de las arcas del Estado que deber¨ªa ir destinado por ejemplo a cumplir el Objetivo 3 ¡ªsalud y bienestar¡ª o el Objetivo 9 ¡ªindustria, innovaci¨®n o infraestructura¡ª, se ve mermado.
¡°Un ejemplo claro es Sud¨¢n del Sur¡±, revela. Seg¨²n un informe de Naciones Unidas, alrededor del 35% del Producto Interior Bruto se gasta en defensa, a pesar de que en el pa¨ªs hay declarada una hambruna. ¡°El problema es que el gasto tampoco sirve para proteger a la poblaci¨®n¡±. Para Dixon esto desemboca en una situaci¨®n absurda. ¡°No tiene sentido vender armas a pa¨ªses y cubrir las necesidades b¨¢sicas de la poblaci¨®n a trav¨¦s de la ayuda¡±.
Entre 1987 y 2015, los pa¨ªses en desarrollo aumentaron sus gastos militares en un promedio del 240%
Y desde su organizaci¨®n, alertan, el gasto militar mundial aumenta, pero no lo hace de la mano de los est¨¢ndares de transparencia. Seg¨²n datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, entre 1987 y 2015 los pa¨ªses en desarrollo aumentaron sus gastos militares en un promedio del 240%. Tambi¨¦n lo han hecho las principales potencias. Estados Unidos, por ejemplo. Tras a?os de recortes, con la llegada de Trump a la Casa Blanca, ya se anunci¨® un incremento del 9,27% para el presupuesto militar de 2018. China ha ampliado oficialmente el gasto en un 7% en 2017. Estos son datos aproximados, ya que no se puede calcular con precisi¨®n debido al alto nivel de secretismo. ¡°La seguridad nacional es una de las excusas que se atribuyen los Estados para no revelar sus gastos en defensa¡±. Una barrera dif¨ªcil de traspasar. Adem¨¢s, a?ade, no siempre es f¨¢cil cambiar el modus operandi: ¡°Por lo general son sectores muy orgullosos, existe un factor emocional¡±.
Dixon cuenta con amplia experiencia en temas de control de armamento y antiproliferaci¨®n nuclear. Ha ocupado gran parte de su carrera en el Ministerio de exteriores de Reino Unido, destinada en Shangh¨¢i y, entre otros puestos, como analista pol¨ªtica para Afganist¨¢n. Es consciente de que el abuso de poder va ligado tambi¨¦n a inestabilidad. ¡°La corrupci¨®n es una amenaza para la seguridad de los Estados¡±, asegura. Y a?ade que no solo crea inestabilidad interna, tambi¨¦n regional y global. Menciona crisis recientes en las que la corrupci¨®n ha encendido la mecha del conflicto. Desde la Primavera ?rabe, hasta Ucrania, donde actualmente trabajan sobre el terreno para supervisar e implementar la reforma en materia de seguridad y defensa.
Por si esto fuera poco, sostiene, el despilfarro allana el camino hacia el extremismo. "La desconfianza por parte de la poblaci¨®n en sus fuerzas de seguridad, en sus Ej¨¦rcitos, es un arma muy poderosa a la hora de reclutar a j¨®venes por parte de grupos terroristas¡±. Un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicado recientemente alerta de que esta desconfianza en el Ej¨¦rcito y, especialmente la polic¨ªa, es un factor clave que beneficia a grupos como Daesh o Boko Haram. ¡°La corrupci¨®n se utiliza como arma de propaganda religiosa¡±, explica Dixon. Cuando se malgastan los recursos tampoco los ej¨¦rcitos cuentan con los instrumentos y la formaci¨®n necesaria para hacer frente a este tipo de amenazas.
Por todo ello, est¨¢ convencida de que dentro del mismo sector de la cooperaci¨®n se deber¨ªa prestar m¨¢s atenci¨®n a esta realidad. ¡°Existe esa idea de que la defensa no va con nosotros, que no es nuestra funci¨®n; puede incluso causar recelo que una organizaci¨®n no gubernamental invierta dinero en mejorar este ¨¢mbito¡±, se?ala. Su razonamiento, lejos de ser escandaloso, parece m¨¢s bien l¨®gica aplastante. ¡°Se necesita una legislaci¨®n que no ponga f¨¢cil introducir armas letales en entornos corruptos. Est¨¢ demostrado que esa es la receta para el desastre¡±.
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