Solo te creer¨¦ si me dices lo que quiero o¨ªr
Cuando los datos contradicen nuestras convicciones, solemos ignorarlos o manipularlos para adaptarlos a unas ideas preconcebidas. As¨ª lo hacen los creacionistas, los antivacunas y los ¡®conspiranoicos¡¯ del 11-S
?Han notado que una persona siempre cambia de opini¨®n cuando le presentan unos datos que contradicen sus convicciones m¨¢s profundas? No, ?verdad? Yo tampoco. Es m¨¢s, da la impresi¨®n de que una persona cuando se le presentan pruebas abrumadoras en contra de lo que cree, se reafirma en sus opiniones. El motivo es que esos datos ponen en peligro su visi¨®n del mundo.
Los creacionistas, por ejemplo, rechazan las pruebas de la evoluci¨®n que aportan los f¨®siles y el ADN porque les preocupa que los poderes laicos est¨¦n comi¨¦ndole terreno a la fe religiosa. Los enemigos de las vacunas desconf¨ªan de las grandes farmac¨¦uticas y piensan que el dinero corrompe la medicina. Eso les lleva a defender que las vacunas causan autismo, pese a que el ¨²nico estudio que relacionaba esas dos cosas fue desmentido en su d¨ªa y su autor fue acusado de fraude. Quienes defienden las teor¨ªas de la conspiraci¨®n en torno a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos se fijan en minucias como el punto de fusi¨®n del acero de los edificios del World Trade Center que hizo que se derrumbaran, porque creen que el Gobierno ment¨ªa y llev¨® a cabo operaciones encubiertas con el fin de crear un nuevo orden mundial. Los negacionistas del cambio clim¨¢tico estudian los anillos de los ¨¢rboles, los n¨²cleos del hielo y las ppm (partes por mill¨®n) de los gases de efecto invernadero, porque defienden con pasi¨®n la libertad, en especial la de los mercados y las empresas, para actuar sin atenerse a estrictas normas gubernamentales. Quienes aseguraban que Barack Obama no naci¨® en Estados Unidos diseccionaron desesperadamente su certificado de nacimiento en busca de mentiras, porque estaban convencidos de que el primer presidente afroamericano de EE UU era un socialista empe?ado en destruir su pa¨ªs. Los defensores de estas teor¨ªas estaban convencidos de que quienes se mostraban esc¨¦pticos ante ellas pon¨ªan en peligro su visi¨®n del mundo. Y rechazaban los datos que rebat¨ªan su postura por considerar que ven¨ªan del frente enemigo.?
El hecho de que las convicciones resulten m¨¢s fuertes que las pruebas se debe a dos factores: la disonancia cognitiva?y el llamado efecto contraproducente. En el cl¨¢sico When Prophecy Fails (cuando la profec¨ªa se equivoca), el psic¨®logo Leon Festinger y sus coautores escrib¨ªan en 1956 acerca de la reacci¨®n que tuvieron los miembros de una secta que cre¨ªa en los ovnis cuando la nave espacial que esperaban no lleg¨® a la hora prevista. En lugar de reconocer su error, ¡°siguieron tratando? de convencer al mundo entero¡± y, ¡°en un intento deses?perado por eliminar su disonancia, se dedicaron a hacer una predicci¨®n tras otra, con la esperanza de acertar con alguna de ellas¡±. Festinger llam¨® disonancia cognitiva a la inc¨®moda tensi¨®n que surge cuando se piensan dos cosas contradictorias al mismo tiempo.
En su libro de 2007 Mistakes Were Made, But Not By Me (hubo errores, pero yo no los comet¨ª), dos psic¨®logos sociales, Carol Tavris y Elliot Aronson (alumno de Festinger), documentan miles de experimentos que demuestran que la gente manipula los hechos para adaptarlos a sus ideas preconcebidas?con el fin de reducir la disonancia. Su met¨¢fora de la ¡°pir¨¢mide de la elecci¨®n¡± sit¨²a a dos individuos juntos en el v¨¦rtice de la pir¨¢mide y muestra c¨®mo, cuando cada uno adopta y defiende una posici¨®n distinta, empiezan a distanciarse r¨¢pidamente hasta que acaban en extremos opuestos de la base de la pir¨¢mide.
Corregir un hecho falso puede reforzar las percepciones equivocadas del grupo
porque se pone en peligro su visi¨®n del mundo
En otros experimentos llevados a cabo por el profesor de Dartmouth College (EE UU) Brendan Nyhan y el profesor de la Universidad de Exeter (Reino Unido) Jason Reifler, los investigadores identifican un factor relacionado con esta situaci¨®n: lo que denominan el efecto contraproducente, ¡°por el que al tratar de corregir las percepciones equivocadas, ¨¦stas se refuerzan en el grupo¡±. ?Por qu¨¦? ¡°Porque ponen en peligro su visi¨®n del mundo o de s¨ª mismos¡±.
Por ejemplo, a los sujetos de los experimentos se les dieron art¨ªculos falsos de peri¨®dicos que confirmaban ideas err¨®neas pero muy extendidas, como la de que hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva en Irak. Cuando despu¨¦s les mostraron un art¨ªcu?lo que explicaba que, en realidad, nunca se hab¨ªan encontrado dichas armas, quienes se opon¨ªan a la guerra aceptaron el nuevo art¨ªculo y rechazaron el anterior. Sin embargo, los partidarios de la guerra dijeron que el nuevo art¨ªculo les hab¨ªa convencido a¨²n m¨¢s de que hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, porque probaba que Sadam Husein las hab¨ªa escondido o destruido. De hecho, dicen Nyhan y Reifler, entre muchos de estos ¨²ltimos participantes, ¡°la idea de que Irak ten¨ªa armas de destrucci¨®n masiva antes de la invasi¨®n encabezada por Estados Unidos persisti¨® hasta mucho despu¨¦s de que el propio Gobierno de Bush llegara a la conclusi¨®n de que no era as¨ª¡±.
Si los datos que deber¨ªan corregir una opini¨®n solo sirven para empeorar las cosas, ?qu¨¦ podemos hacer para convencer al p¨²blico de que est¨¢ equivocado? Por mi experiencia, aconsejo mantener las emociones al margen; discutir, no criticar (nada de ataques personales y nada de mencionar a Hitler); escuchar con atenci¨®n e intentar expresar detalladamente la otra postura; mostrar respeto; reconocer que es comprensible que alguien pueda pensar de esa forma; intentar demostrar que, aunque los hechos sean otros de los que se pensaba, esto no significa necesariamente que se altere la visi¨®n del mundo.
Quiz¨¢ estas estrategias no siempre sirvan para hacer que la gente cambie de opini¨®n, pero es posible que ayuden a que no haya tantas divisiones innecesarias, sobre todo ahora que EE UU est¨¢ en plena fiebre revisionista de la realidad con fines pol¨ªticos.
Michael Shermer es fundador y director de la revista?Skeptic. Este art¨ªculo fue publicado en Scientific American en 2017.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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