La ¡®cultura anfibia¡¯ de Colombia, en peligro
Los habitantes de la Ci¨¦naga Grande de Santa Marta pasaron de sufrir el conflicto armado a sobrevivir en medio de una cat¨¢strofe ambiental
La Ci¨¦naga Grande de Santa Marta se ve como un inmenso mar que solo puede dimensionarse en un mapa a escala. Son 450 kil¨®metros cuadrados de espejo de agua los de esta laguna costera colombiana que lleg¨® a ser la gran despensa pesquera del pa¨ªs. Ubicada junto al mar Caribe, en la regi¨®n del Magdalena, cuenta con poblaciones palaf¨ªticas de postal que parecen una Venecia tropical y tiene el honor de haber sido declarada reserva de la biosfera por la Unesco y de estar incluida en la llamada lista Ramsar que recoge los humedales de mayor importancia del mundo. Es realmente hermosa, equiparable al Parque Nacional de Do?ana en Espa?a, pero hoy languidece, vict¨ªma de una crisis medioambiental y social que la muestra como un caso paradigm¨¢tico de ecosistema degradado por la acci¨®n del hombre. Dicen que todav¨ªa es posible salvarla.
Para cualquier humedal, su raz¨®n de ser es el agua. En el caso de la Ci¨¦naga, su funcionamiento h¨ªdrico es muy particular por las interacciones de agua dulce y salada que tiene con el mar Caribe, con el poderoso r¨ªo Magdalena que desemboca en el Atl¨¢ntico y con los r¨ªos que bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta. A la Ci¨¦naga, el agua le entra por todas esas v¨ªas. En realidad, cada vez menos porque esos flujos est¨¢n rotos y los expertos advierten que, de no tomar medidas, el humedal podr¨ªa secarse con tr¨¢gicas consecuencias para la fauna y para las miles de personas cuya vida depende del ecosistema.
La bi¨®loga marina Sandra Vilardy, una de las cient¨ªficas que mejor conoce esta laguna, se?ala que no se puede afirmar rotundamente que el humedal se est¨¦ secando pero s¨ª es preocupante el riesgo que corre por el gran volumen de agua que le est¨¢ dejando de entrar al sistema. Para la tambi¨¦n decana de la Universidad del Magdalena, Colombia no es consciente de la importancia de la Ci¨¦naga Grande de Santa Marta. ¡°Es el delta del r¨ªo Magdalena, el m¨¢s importante del pa¨ªs, y como todo delta es un ecosistema clave en cuanto a captura de carbono y regulaci¨®n hidrol¨®gica y de sedimentos¡±, explica.
Misi¨®n Ramsar
Que la situaci¨®n es critica lo corrobor¨® recientemente una misi¨®n de expertos de la Convenci¨®n Ramsar, un tratado internacional firmado por 169 pa¨ªses que propugna la conservaci¨®n y recuperaci¨®n de los humedales poniendo en valor su importancia como ecosistemas relacionados con el agua, ya sean lagos, r¨ªos, acu¨ªferos, pantanos, marismas, estuarios o deltas. La misi¨®n evalu¨® el estado de conservaci¨®n de la Ci¨¦naga a petici¨®n del Ministerio de Ambiente colombiano. Su informe concluy¨® que todas las caracter¨ªsticas ecol¨®gicas del ecosistema estaban afectadas en un nivel muy elevado. Entre las consideraciones que entreg¨® al Gobierno colombiano, recomendaba incluirla en el llamado Registro de Montreux, la lista de humedales m¨¢s amenazados del mundo para as¨ª poder obtener acompa?amiento internacional y acceso a recursos.
Los humedales son los ecosistemas que m¨¢s r¨¢pidamente se est¨¢n perdiendo en el planeta y siguen siendo minusvalorados por el desarrollo
Y es que Ramsar, especialmente en el Dia Mundial de los Humedales, sigue alertando que ¨¦stos son los ecosistemas que m¨¢s r¨¢pidamente se est¨¢n perdiendo en el planeta y que siguen siendo minusvalorados por el desarrollo. Los expertos recuerdan que son la base de la alimentaci¨®n de milllones de personas que dependen del arroz o de la pesca en agua dulce, que son fundamentales para la emigraci¨®n de aves, que son una barrera para las tempestades y que almacenan mas carbono que cualquier bosque tropical.
Dicen que el deterioro de la Ci¨¦naga empez¨® hace 50 a?os cuando se construyeron dos carreteras que la separaron abruptamente del mar Caribe y del r¨ªo Magdalena. Al actuar como barreras, afectaron los intercambios de flujos de agua dulce y salada que necesita el humedal. El desastre se empezar¨ªa a evidenciar muchos a?os despu¨¦s en un paisaje apocal¨ªptico de 26.000 hect¨¢reas de bosque de manglar muerto. Desde entonces, las agresiones ambientales a la laguna no han cesado. Los paisajes apocal¨ªpticos tampoco. En agosto de 2016, las aguas del ecosistema amanecieron con un manto de 25 toneladas de peces muertos. La falta de oxigeno y los altos niveles de salinidad por la interrupci¨®n de los flujos h¨ªdricos estar¨ªan afectando la calidad de las aguas.
La agroindustria, con los monocultivos de banano y palma de aceite, es ahora la se?alada como principal de buena parte de los males de la Ci¨¦naga por el uso indiscriminado e irresponsable que hacen de las aguas subterr¨¢neas y de los r¨ªos que deber¨ªan nutrirla. Y es que el caudal que baja de los r¨ªos de la Sierra Nevada, denuncian las comunidades, ha sido desviado por los empresarios agr¨ªcolas debido a la gran demanda de riego de sus plantaciones. A la Ci¨¦naga no le est¨¢ llegando entonces el agua dulce suficiente y s¨ª muchos sedimentos y vertidos de plaguicidas. Desde el sector ambiental se clama por recuperar las fuentes h¨ªdricas de la Sierra Nevada y su reordenamiento teniendo en cuenta que el 53% de los flujos de agua, dicen, ser concesiones a las empresas.
Nueva Venecia y Buenavista siguen resistiendo y construyendo su vida sobre el agua como han hecho desde hace dos siglos
Los empresarios agr¨ªcolas tienen, sin embargo, un inusitado apoyo en la Corporaci¨®n Aut¨®noma Regional del Magdalena (Corpamag), la entidad encargada de la gesti¨®n ambiental en la regi¨®n, siempre reticente a reconocer el grave estado ecol¨®gico del humedal. ¡°Las concesiones representan solo el 20% del caudal que ingresa a la Ci¨¦naga. Es un sector con 120 a?os de existencia y del que depende el producto interno del departamento. Tenemos 25.000 hect¨¢reas de banano que generan 25.000 empleos m¨¢s la explotaci¨®n de palma africana. Esas concesiones fueron otorgadas hace muchos a?os respetando los caudales ecol¨®gicos¡±, afirm¨® enf¨¢tico su director Carlos Francisco Granados en un reciente foro dedicado a la Ci¨¦naga.
Empobrecimiento
Pero la situaci¨®n de la Ci¨¦naga va mas all¨¢ de un problema ambiental. Recuperar el ecosistema no es solo salvar el humedal, sino a los 300.000 pobladores de sus 14 municipios. Es un hecho que el estado ecol¨®gico del entorno ha repercutido en el empobrecimiento de las comunidades que presentan altos ¨ªndices de necesidades b¨¢sicas insatisfechas. En la zona no existe un solo municipio que tenga una planta de tratamiento de aguas residuales ni tampoco manejo de residuos s¨®lidos ni recolecci¨®n de basuras. Todo va a parar directamente a la Ci¨¦naga.
La pesca artesanal, de la que viven unas 15.000 personas, tambi¨¦n se ha resentido particularmente y con ello la seguridad alimentaria de la poblaci¨®n. Las capturas han disminuido en un 90% en menos de 20 a?os, asegura Vilardy. La escasez de pescado ha hecho que los propios pescadores se vean obligados a recurrir a m¨¦todos m¨¢s agresivos para pescar que han generado m¨¢s da?o al ecosistema.
La pesca es cada vez menor y su h¨¢bitat cada vez m¨¢s contaminado, pero en el interior del humedal, las poblaciones palaf¨ªticas de Nueva Venecia y Buenavista siguen resistiendo y construyendo su vida sobre el agua como han hecho desde hace dos siglos. Situadas una de otra a 25 minutos de distancia en lancha, ambas localidades est¨¢n rodeadas completamente de agua. Entre las dos cuentan con unas 400 casas flotantes que reposan sobre columnas de madera en las aguas del humedal. Solo es posible llegar por v¨ªa fluvial y cualquier desplazamiento, por peque?o que sea, debe hacerse en canoa, incluso para ir a la escuela o a la casa del vecino. La vida aqu¨ª pudiera parecer id¨ªlica, pero no lo es. Su vulnerabilidad es cada vez mayor, aunque se niegan a desaparecer y perder su condici¨®n cultural de comunidades anfibias.
S¨ª podr¨ªa dejar de existir el cercano pueblo de Bocas de Cataca. ¡°Ser¨ªa el primer la primera poblaci¨®n colombiana en desaparecer por falta de agua. Las personas mayores no se quieren ir, pero los j¨®venes ya se marcharon todos. Es una gran tristeza¡±, lamenta Vilardy. Es la cr¨®nica de la muerte anunciada de un pueblo que sucumbi¨® a la cat¨¢strofe ecol¨®gica y que en el a?o 2000 fue tambi¨¦n v¨ªctima de una masacre paramilitar que dej¨® siete muertos y provoc¨® el desplazamiento de sus mil habitantes. Solo retornaron unas 25 familias que hoy apenas tienen que pescar ni qu¨¦ comer.
El dolor de la guerra se vivi¨® intensamente en toda la Ci¨¦naga Grande de Santa Marta causando cerca de 300.000 v¨ªctimas y el narcotr¨¢fico, la guerrilla y los paramilitares, especialmente, agravaron el deterioro del ecosistema. Estos ¨²ltimos tuvieron el control estableciendo, como indica un informe del Centro de Memoria Hist¨®rica, alianzas con la clase pol¨ªtica local y regional y con el poder empre?sarial del sector bananero y palmero.
En agosto de 2016, las aguas del ecosistema amanecieron con un manto de 25 toneladas de peces muertos
Los paramilitares asesinaron a l¨ªderes de pescadores y ambientalistas e implantaron su r¨¦gimen de terror ejecutando 17 masacres en varios municipios de la Ci¨¦naga que provocaron el ¨¦xodo masivo de sus pobladores. Lo sabe bien Trojas de Cataca, pero tambi¨¦n Nueva Venecia cuando en el a?o 2000, paramilitares armados llegaron en lancha al pueblo y mataron e hicieron desaparecer a unas 70 personas. Maria Isabel Mendoza ten¨ªa 20 a?os y una ni?a de 46 d¨ªas cuando lo vivi¨®. ¡°O¨ªmos gritos y disparos. En nuestra desesperaci¨®n cogimos nuestra canoa, llegamos a una zona que estaba seca y all¨ª nos escondimos. Aquel d¨ªa mataron a mi cu?ado, al suegro de mi otra hermana y a un primo de 17 a?os. El pueblo qued¨® vac¨ªo. Nos fuimos todos. Tambi¨¦n la gente de Buenavista se march¨®¡±, recuerda.
A Nueva Venecia y Buenavista regresaron de nuevo casi todos. Retornar fue la ¨²nica opci¨®n de hacer lo que hab¨ªan hecho siempre, pescar, y seguir desarrollando su cultura, tan apegada al agua. ¡°Un pescador no tiene nada que hacer en la ciudad. Hemos sido una comunidad muy resiliente, pero ya no somos los mismos. Rompieron el tejido social y ser¨¢ dif¨ªcil recomponerlo. Todav¨ªa no nos han reparado colectivamente como v¨ªctimas y la pesca ya no volver¨¢ a ser lo que fue¡±, se?ala Mar¨ªa Isabel.
Pese a la grave situaci¨®n, son muchas las voces que piensan que la recuperaci¨®n de la Ci¨¦naga es posible. Vilardy es una de ellas. ¡°Lo que se debe hacer es liberar el agua porque est¨¢ secuestrada y que el humedal se comunique nuevamente con el mar por las cinco bocas que hab¨ªa. Si entra el agua, se recupera el resto¡±, se?ala convencida.
Desde el Ministerio de Ambiente dicen que la Ci¨¦naga es una prioridad. ¡°Debe haber una reconsideraci¨®n estrat¨¦gica por parte de la actividad agroindustrial, de la urbana y de la ganadera. La Ci¨¦naga deber¨ªa ser un proyecto de construcci¨®n de paz desde el territorio en el que no podemos seguir violando los derechos de las comunidades¡±, afirma su director de bosques y biodiversidad C¨¦sar Rey. En la hoja de ruta para salvar el humedal estar¨ªa presentar diferentes proyectos al llamado Fondo Colombia Sostenible, un ente creado por el Gobierno colombiano y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para aunar la recuperaci¨®n social y medioambiental en las zonas rurales m¨¢s afectadas por el conflicto armado.
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