Estas hormigas llevan un exoesqueleto de antibi¨®ticos
La mayor¨ªa de las especies segregan agentes antimicrobianos sin generar resistencias
Como los humanos, las hormigas son animales sociales. Algunas especies forman colonias de centenares de miles de individuos. Y como le sucede a las comunidades humanas, tal densidad de poblaci¨®n es el caldo de cultivo ideal para los pat¨®genos. Sin embargo, un estudio con un centenar de colonias de una veintena de especies muestra que la mayor¨ªa de los form¨ªcidos segregan agentes antimicrobianos sin, que se sepa, provocar el desarrollo de resistencias. Quiz¨¢ la nueva generaci¨®n de antibi¨®ticos humanos venga de alg¨²n hormiguero.
Los entom¨®logos ya hab¨ªan descubierto que otros insectos eusociales, como las abejas, las avispas de la familia Vespidae, los trips comunitarios o las termitas disponen de mecanismos contra bacterias, hongos o levaduras. La l¨®gica de la vida indica que unos seres que viven api?ados en subsuelos h¨²medos y tienen una gran afinidad gen¨¦tica, como las hormigas, est¨¢n muy expuestos a la propagaci¨®n de enfermedades. Y si llevan casi un centenar de millones de a?os en la Tierra, deben de contar con un potente sistema de inmunidad colectiva.
Es lo que han comprobado un grupo de entom¨®logos americanos. Recolectaron trabajadoras de 20 especies de hormigas diferentes de un centenar de colonias. Por medio de su inmersi¨®n en etanol y posterior centrifugado, obtuvieron los componentes b¨¢sicos de la cut¨ªcula que forma el exoesqueleto de los insectos. Tras colocarlas en recipiente con un cultivo de bacterias Staphylococcus epidermidis, comprobaron que 12 de las especies inhib¨ªan el crecimiento bacteriano.
En muchas especies a¨²n se desconoce el mecanismo concreto con el que se defienden de los pat¨®genos
"Estos resultados apuntan a que las hormigas podr¨ªan convertirse en una futura fuente de nuevos antibi¨®ticos para ayudar a combatir las enfermedades humanas", dice el investigador del Centro de Bioimitaci¨®n de la Universidad Estatal de Arizona (EE UU) y principal autor de la investigaci¨®n, Clint Penick. Aunque la muestra es muy reducida, hay cerca de diez mil especies, estos resultados confirman los obtenidos en otros estudios con especies concretas. Adem¨¢s, las hormigas seleccionadas pertenecen a cuatro de las subfamilias m¨¢s importantes y algunas divergieron gen¨¦ticamente hace millones de a?os.
Los autores de la investigaci¨®n, publicada en la revista cient¨ªfica Royal Society Open Science, part¨ªan de una hip¨®tesis: cu¨¢nto m¨¢s grandes las colonias que forma una determinada especie, m¨¢s expuestas a los pat¨®genos. As¨ª que deber¨ªan de segregar agentes antimicrobianos m¨¢s potentes. Sin embargo, no encontraron correlaci¨®n entre dimensiones del hormiguero y potencia defensiva de su antibi¨®tico.
"De hecho, la hormiga que produjo el antimicrobiano m¨¢s potente en nuestro estudio, conocida como hormiga ladrona [Solenopsis molesta], vive en colonias de unos pocos centenares de trabajadoras. Estas hormigas son, adem¨¢s, las m¨¢s peque?as de todas las que hemos estudiado. Cuando analizamos especies que forman supercolonias, llamadas as¨ª porque estos gigantescos hormigueros pueden extenderse centenares de kil¨®metros y contener millones de hormigas, no encontramos evidencias de actividad antimicrobiana", comenta Penick.
Pero que no encontraran antimicrobianos en el exoesqueleto del 40% de las especies no significa que estas hormigas no dispongan de defensas. Lo explica la entom¨®loga de la Universidad Estatal de Pensilvania y coautora del estudio Margarita L¨®pez-Uribe: "Los insectos sociales usan un amplio abanico de mecanismos para controlar la infecci¨®n y propagaci¨®n de enfermedades. La inmunidad mediante antimicrobianos en sus cut¨ªculas en solo uno de estos mecanismos", dice. Hay otros como la recolecci¨®n de componentes antibi¨®ticos de las plantas y que usan para proteger la colonia y otras especies usan ej¨¦rcitos de microbios beneficiosos.
"La relaci¨®n entre pat¨®genos y antibi¨®ticos en las hormigas es mucho m¨¢s equilibrada"
A¨²n queda mucho para convertir a las hormigas en factor¨ªas de antibi¨®ticos para las enfermedades humanas. Hay que comprobar la acci¨®n de sus antimicrobianos contra otras bacterias, identificando los principales entomopat¨®genos. Tendr¨¢n que localizar todos los mecanismos que usan los form¨ªcidos para crear estos componentes activos y aislarlos. Pero las hormigas parten con una ventaja: la aparente ausencia del desarrollo de resistencias.
"Los humanos llevamos usando antibi¨®ticos menos de 100 a?os y muchos pat¨®genos ya han desarrollado resistencia. Estamos inmersos en lo que algunos llaman una carrera de armamentos antibi¨®ticos, donde los pat¨®genos generan resistencia a nuestros antibi¨®ticos tan r¨¢pido o m¨¢s que nosotros descubrimos unos nuevos", recuerda Penick. Y a?ade L¨®pez-Uribe: "La relaci¨®n entre pat¨®genos y antibi¨®ticos en las hormigas es mucho m¨¢s equilibrada. No hay abuso de los antibi¨®ticos, por lo que la presi¨®n selectiva sobre los pat¨®genos es menor y la evoluci¨®n de resistencias es menos problem¨¢tica".
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