La nueva masculinidad de Kenia
En el pa¨ªs africano est¨¢ cambiando el concepto de lo que es ser hombre. Cinco de ellos cuentan c¨®mo dejan atr¨¢s los tradicionales roles de g¨¦nero
Una estimulante mezcla de influencias ¡ªdesde la urbanizaci¨®n hasta la religi¨®n, pasando por el desempleo o las iniciativas de desarrollo de g¨¦nero¡ª est¨¢n cambiando lo que significa ser hombre en Kenia. En este pa¨ªs religioso y socialmente conservador, la funci¨®n tradicional de los hombres es la de protectores y proveedores. Pero con la tasa de desempleo m¨¢s alta de ?frica oriental, muchos son incapaces de cumplir estas expectativas. Al mismo tiempo, las mujeres, en especial en las ciudades, est¨¢n redefiniendo cada vez m¨¢s las relaciones entre sexos; han dejado de encargarse de la casa y del cuidado de los ni?os para pasarse a la pol¨ªtica y los negocios.
Esto ha hecho que los hombres se pregunten cu¨¢l es su funci¨®n en la sociedad contempor¨¢nea. En algunos casos, han respondido a esta dificultad recurriendo a la violencia como medio para reafirmar las nociones de virilidad tradicionales. Pero otros muchos intentan redefinir la masculinidad mediante sus acciones en el hogar, en el trabajo y en la comunidad.
Esta es la historia de cinco de ellos que est¨¢n remodelando activamente lo que significa ser grandes hombres en Kenia hoy en d¨ªa.
Evans Campbell, artista
¡°Nos vemos a nosotros mismos a trav¨¦s de una lente te?ida con la opresi¨®n de lo que nos han ense?ado a pensar. Las normas y los valores ahogan nuestra capacidad para movernos por el mundo de manera independiente. La sociedad ha hipersexualizado la figura desnuda. Las curvas y los contornos de una mujer est¨¢n politizados de ret¨®rica reaccionaria. Como hombre, siento la resistencia a cambiar esto. Todos queremos aferrarnos a la supuesta seguridad del patriarcado, intentando desesperadamente imprimir nuestras im¨¢genes en el mundo. La expresi¨®n del yo que me deja verdaderamente libre es muy desconcertante: ser simplemente yo da tanto miedo que solo con pensarlo pierdo las esperanzas. ?Cu¨¢ndo estar¨¦ realmente en paz conmigo mismo? ?Cu¨¢ndo me liberar¨¦ de todo lo dem¨¢s? Cuando est¨¦ desnudo y solo. Cuando las respuestas sean m¨ªas, nacidas de un doloroso proceso de evaluaci¨®n sin miedo a lo desconocido. Pero incluso la simbolizaci¨®n de dicha propensi¨®n es detestada. Mi capacidad para hacer algo se limita a lo que hay sobre m¨ª y no a lo que hay dentro. La mera existencia es una conquista contra un mundo de elementos preestablecidos, todos ellos tan variados como las personas que los albergan. De modo que yo me convierto en mi pecado. Me convierto en lo que t¨² desear¨ªas que no fuese¡±.
Mutahi Chiira, arquitecto
¡°Para mi esposa y para m¨ª, la p¨¦rdida del primer embarazo fue devastadora, pero logramos superarla con el tiempo. De modo que cuando, a comienzos de este a?o, recibimos a TJ, para nosotros fue una especie de redenci¨®n. Naturalmente, esto me da un amor especial por mi hijo y siempre procuro dedicarle tiempo, en cuanto tengo la oportunidad, ya sea darle de comer, cambiarle el pa?al, jugar o incluso acostarlo. Tengo la intenci¨®n de dedicarle mucho tiempo para establecer un v¨ªnculo fuerte en estos primeros a?os. As¨ª sentaremos una buena base para crear una relaci¨®n padre-hijo satisfactoria. En resumen, lo hago por amor".
Peter Kairu, animador juvenil
¡°En nuestra sociedad, a los hombres se les ense?a a ser fuertes y valientes, a ser los protectores y los proveedores de la familia. Pero yo creo que esto puede compartirse entre los dos, la esposa y el marido. Es algo que proporciona respeto. Cuando eres t¨² quien trae el pan a la familia, puedes volverte muy autoritario. Esto puede hacerte violento, y como t¨² eres el ¨²nico que aporta el sustento, la familia no har¨¢ nada¡±.
Tony Mwebia, activista
¡°Por supuesto que mis amigos se burlan de mi trabajo contra la mutilaci¨®n genital femenina. Me llaman MGF, pero no me importa. Me apasiona lo que hago y nadie me va a parar. No involucrar a los hombres contra ella es como si un m¨¦dico tratase los s¨ªntomas de una enfermedad sin atajar la enfermedad en s¨ª¡±.
Victor Odhiambo, educador comunitario
¡°Hace tres a?os fui a visitar la casa de unos ni?os y una ni?a me pidi¨® medio d¨®lar. Despu¨¦s descubr¨ª que necesitaba el dinero para compresas, y alguien se las hab¨ªa ofrecido a cambio de sexo. Se me part¨ªa el coraz¨®n. Comprend¨ª que este era un problema exclusivamente de mujeres; la menstruaci¨®n es un tema del que a los hombres les cuesta hablar. Quise hacer algo al respecto, de modo que todas las semanas visitamos un colegio y realizamos talleres con unos 500 estudiantes. Lo llamamos romper el silencio. Ahora lo llaman menstruaci¨®n, lo llaman periodo, lo llaman el sangrado. Queremos que sea un proceso normal del que la sociedad pueda hablar¡±.
Este art¨ªculo forma parte de Big Men, un proyecto del Centro Europeo de Periodismo que cuenta historias sobre los hombres, la masculinidad y la igualdad de g¨¦nero en Kenia, Uganda y Ruanda.
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