Etiop¨ªa: ?ojos abiertos o cerrados al progreso?
El hermoso proyecto fotogr¨¢fico 'Ape dumma' es met¨¢fora y retrato de las tribus del valle del Omo que, presionadas por la construcci¨®n de presas en sus territorios, atraviesan un dif¨ªcil momento con p¨¦rdida paulatina de sus tradiciones
?frica es omphalos, nodo y nexo. ?frica es diversidad y colorido. ?frica es tradici¨®n y tambi¨¦n puente y, quiz¨¢ para su desgracia, uno de los continentes m¨¢s ricos en materias primas y recursos codiciados por la industria tecnol¨®gica y alimentaria. Eso la convierte en uno de los enclaves m¨¢s deseados y depredados del planeta por este moderno ¡°mundo l¨ªquido¡± que dir¨ªa Zygmunt Bauman.
Por eso ?frica es un continente de contrastes mortalmente herido. Un continente en el que la tradici¨®n y la modernidad son la realidad, contrapuesta y dolorosa, de una met¨¢fora visual. Una met¨¢fora en la que se enfrentan dos polos cargados de significados dicot¨®micos: los ojos abiertos o cerrados al progreso, al cambio imparable, a la impertinente y mal querida realidad. A esa realidad que viene impuesta, no ya por el paso del tiempo, sino sobre todo por los postulados del modo de vida occidental y, en el peor de los casos, por los esquemas de pensamiento econ¨®mico oriental marcados por la China moderna.
En el Valle del Omo conviven, en un fr¨¢gil equilibrio, ocho tribus que re¨²nen a m¨¢s de 200.000 seres humanos
La visi¨®n dominante, occidental y, en cierto modo, etnoc¨¦ntrica que subsume todas las esferas de la sociedad, la cultura y la econom¨ªa, se obstina en se?alar las diferencias entre ellos y nosotros. Es el concepto filos¨®fico, antropol¨®gico y psicol¨®gico de la otredad. Esa otredad en la que cada vez reconocemos menos al otro y por el contrario, queremos convertirlo m¨¢s en nosotros.
Esta visi¨®n etnoc¨¦ntrica ha sido la base secular del colonialismo, pero tambi¨¦n de este nuevo neocolonialismo que est¨¢ acabando con los sistemas de vida ancestrales y est¨¢ alterando las visiones cosmog¨®nicas y cosmol¨®gicas de sociedades milenarias. Para algunos, estas sociedades permanecen ancladas, a ojos cerrados, en un pasado cada vez m¨¢s lejano e insostenible. Para buena parte de la poblaci¨®n ind¨ªgena, el verdadero problema es la incapacidad de asimilar el progreso sin destruir su identidad cultural.
El proceso de cambio, aun cuando pueda ser no deseado o deseable, es imparable. No es empe?o ni labor del documentalista o del periodista establecer juicios de valor, pero hay una alternativa abierta, desde la visi¨®n fotogr¨¢fica, para mostrar en su amplitud cr¨ªtica la realidad de estas tribus.
Las im¨¢genes que acompa?an a este texto son una parte de esa mirada. Esta es la esencia del proyecto Ape dumma ¨C Open your eyes que iniciamos en el sur de Etiop¨ªa, en el valle del r¨ªo Omo, en el verano de 2017. Sin ser una demanda; sin ser una obligaci¨®n; sin ser un documento contractual, esta nueva visi¨®n trata de ser una nueva forma de acercarse a la realidad de la otredad desde una perspectiva fotogr¨¢fica inusual. Se trata, desde el primer instante, de mover a pensar al espectador y al lector. Hacer hablar al personaje retratado, no a trav¨¦s de su mirada, sino de lo que sus ojos cerrados nos transmiten.
La acci¨®n de abrir o cerrar los ojos es independiente de cualquier juicio de valor. No se trata de establecer qu¨¦ postura es la m¨¢s correcta, bondadosa o realista. Se trata, en este caso, de aproximar al espectador a una necesidad de posicionarse. Buscar la met¨¢fora visual que nos permita alcanzar a esa otredad. Y aqu¨ª la posici¨®n se establece a trav¨¦s de una imagen despojada, en esencia, del ¨²nico nexo de relaci¨®n entre ambas partes: la mirada.
El proyecto Ape dumma (Abre tus ojos, en lengua kara) comienza all¨¢ donde se inici¨® el viaje de la humanidad. Etiop¨ªa est¨¢ reconocida como la cuna del hombre y a ella hemos regresado para iniciar un proceso de b¨²squeda de una nueva visi¨®n sobre sus tribus m¨¢s arcaicas. Tribus que habitan una delgada l¨ªnea que las separa del cambio total que implica la globalizaci¨®n. Su ¨²nico aislamiento es mental. Sus aldeas, sus campos de cultivo y sus ¨¢reas de pastoreo est¨¢n al alcance de cualquier veh¨ªculo, de cualquier c¨¢mara o de cualquier arma autom¨¢tica.
Para buena parte de la poblaci¨®n ind¨ªgena, el verdadero problema es la incapacidad de asimilar el progreso sin destruir su identidad cultural
Las riquezas de su subsuelo y de su territorio son ya pasto de la voracidad moderna. Solo sus mentes permanecen ancladas en otra realidad, ni mejor ni peor, solo diferente. Una realidad a la que se enfrentan con los ojos cerrados. La pregunta que subyace es qui¨¦nes de ellos est¨¢n dispuestos a abrir sus ojos y sobre todo, si deber¨ªan abrirlos. Un debate entre el etnocentrismo y el indigenismo; de la tradici¨®n frente al progreso; del mantenimiento de unas estructuras culturales, sociales y econ¨®micas frente al buenismo bienintencionado de la labor misionera.
En el bajo valle del Omo, en el suroeste de Etiop¨ªa, la distancia que separa la tradici¨®n de la evoluci¨®n es un billete de cinco birr (poco menos de 20 c¨¦ntimos de euro). La suma a la que, por consenso institucional, asciende la ¡°compra¡± o el ¡°alquiler¡± de una pose.
All¨ª conviven, en un fr¨¢gil equilibrio, ocho tribus que re¨²nen a m¨¢s de 200.000 seres humanos. Muchos de ellos situados en un cambiante y extra?o limbo entre la tradici¨®n y el progreso. La tradici¨®n mantenida por los ancianos, por la cultura, por lo at¨¢vico y la costumbre y la modernidad que viene de la mano de los turistas, los prospectores, los ingenieros, los comerciantes, los misioneros, los asesores militares y unos pocos j¨®venes a los que la ce?ida circunscripci¨®n de la tribu se les antoja demasiado asfixiante.
Etiop¨ªa, 30 a?os despu¨¦s de la mayor sequ¨ªa de su historia, vive un momento de transici¨®n, como la mayor parte del continente africano. La base tribal del pa¨ªs, minoritaria, se enfrenta a la posibilidad de abrir sus ojos o mantenerlos cerrados m¨¢s all¨¢ del pago del retrato o del capricho del fot¨®grafo. Sus ojos cerrados representan algo m¨¢s que la mera manipulaci¨®n de su realidad. Es una opci¨®n.
La distancia entre unos ojos cerrados y otros abiertos es, metaf¨®ricamente, la misma que existe entre la arcaica sujeci¨®n a la tradici¨®n y la sumisa o arriesgada aceptaci¨®n el progreso.
Los ¨²ltimos cinco a?os han sido complicados para las relaciones del Gobierno et¨ªope y los grupos tribales de la Orom¨ªa y especialmente del Valle del Omo, en la dif¨ªcil frontera con Kenia y Sud¨¢n del Sur.
Los ¨²ltimos proyectos del Gobierno del dimitido Haile Mariam Desalegn han colocado en una situaci¨®n muy comprometida a las principales tribus de la cuenca del r¨ªo Omo, especialmente a aquellas que hunden m¨¢s sus ra¨ªces en la base socioecon¨®mica de car¨¢cter semi n¨®mada. Es evidente que algunos cambios, como la supresi¨®n de la ablaci¨®n del cl¨ªtoris o la prohibici¨®n de la tradici¨®n mingui que eliminaba sistem¨¢ticamente a los ni?os ¡°malditos¡± de algunas tribus mediante el infanticidio, han sido un acierto.
El nudo gordiano se relaciona con la gesti¨®n de la pol¨ªtica hidrol¨®gica y el crecimiento exponencial de la agricultura extensiva de regad¨ªo. Este progreso econ¨®mico, necesario seg¨²n el ex primer ministro y parte de la poblaci¨®n, choca frontalmente con el mantenimiento de los modos de vida tradicionales de las tribus.
El Gobierno no aclara qu¨¦ est¨¢ ocurriendo con las tribus y el proceso obligado de sedentarizaci¨®n y abandono de las tradiciones
La construcci¨®n de la nueva presa Gibbe III en el r¨ªo Omo, en funcionamiento desde diciembre de 2016, con una inversi¨®n de m¨¢s de 1.500 millones de euros por parte de Ethiopian Electric Power y el Exim Bank de China y la ayuda del Banco Mundial para el fomento del Programa de Servicios B¨¢sicos (PSB), genera 1870 MW de potencia ¡ªun 50% de la cual se vende a pa¨ªses vecinos, especialmente Kenia, Sud¨¢n y Yibuti¡ª y permite nutrir un sistema de irrigaci¨®n para 175.000 hect¨¢reas sobre todo dedicadas a explotaciones extensivas de az¨²car, aceite de palma, y ma¨ªz. Lo que el Gobierno no hab¨ªa aclarado cuando se abri¨® la crisis pol¨ªtica actual es qu¨¦ est¨¢ ocurriendo y qu¨¦ ocurrir¨¢ con las tribus, su relocalizaci¨®n y el proceso obligado de sedentarizaci¨®n y abandono paulatino de las tradiciones. Tampoco informa sobre por qu¨¦ los alquileres de las tierras de agricultura extensiva a pa¨ªses extranjeros, principalmente Malasia, India, China y Arabia Saud¨ª, se ha hecho a rentas bajas, de menos de un euro la hect¨¢rea.
El verdadero problema con las tribus es el de su reasentamiento. Este programa estatal se plantea como un sistema de relocalizaci¨®n de las poblaciones tribales, especialmente dentro de un espacio confinado y protegido por el Gobierno como el Parque Nacional de Mago (el m¨¢s reciente de Etiop¨ªa, creado en 1979) y dentro del cual, a modo de reserva, quedan confinadas algunas de las de mayor diversidad y riqueza cultural y ¨¦tnica, como los Aari, Banna, Bongoso, Hamar, Karo, Kwegu, Male, Bodi y Mursi. En su periferia, otras tribus como Dassanach o Nyangaton, se enfrentan a problemas similares y a una presi¨®n que conduce directamente a su extinci¨®n.
Seg¨²n diferentes estudios, como el Enginering Ethnic Conflict? del Oakland Institute o los elaborados por Survival International y la ONG Friends of Lake Turkana, el problema radica en que aunque no hay una evidencia clara de migraciones forzadas, el proceso de reasentamiento es una realidad. Para Human Rights Watch est¨¢ claro que existen violaciones sistem¨¢ticas de los derechos humanos en Etiop¨ªa y recalca que la invasi¨®n de las tierras tribales para rentarlas o venderlas a la agricultura extensiva es manifiestamente ilegal.
La sedentarizaci¨®n, la imposici¨®n del abandono de ciertas tradiciones como la econom¨ªa de trueque, la realizaci¨®n de escarificaciones, las perforaciones labiales o la ruptura de los ecosistemas tribales est¨¢n generalizando problemas de amplio calado entre el Gobierno y las tribus. Problemas de seguridad que se agravan por el consumo de alcohol, la posesi¨®n incontrolada de armas y los enfrentamientos armados como los de 2013, que terminaron con la muerte de m¨¢s de medio centenar de suris en la matanza del mercado de Maji, los choques con el Ej¨¦rcito en marzo de 2016 o el ataque perpetrado en la misma zona por grupos tribales Surma contra turistas europeos en noviembre de ese mismo a?o.
La relocalizaci¨®n de tribus es en realidad un proceso de creaci¨®n de reservas en las que las tribus se han convertido en un recurso tur¨ªstico de primer orden. El fomento del etnoturismo se ha presentado por el Gobierno et¨ªope y los turoperadores como una soluci¨®n de compromiso en la que no se ha tenido en cuenta el problema de aculturaci¨®n-transculturaci¨®n asociado a la interacci¨®n entre tribus y extranjeros (faranjis), ni los sentimientos de explotaci¨®n y frustraci¨®n surgidos en la relaci¨®n entre los turistas y las tribus.
Todo esto ha derivado en un proceso de p¨¦rdida de identidad por parte de las tribus como manifiesta el uso de disfraces y elementos inveros¨ªmiles de adorno y decoraci¨®n, la copia de atuendos de otras tribus menos accesibles o incluso la replicaci¨®n de posturas o acciones por parte de los ind¨ªgenas para tratar de contentar al turista y con ello conseguir m¨¢s birr. Esto qued¨® perfectamente plasmado en el documental Framing the other, elaborado en 2011 por Ilja Kok y William Timmer. As¨ª, el turismo fomentado por el Gobierno como soluci¨®n a algunos de los problemas tribales es percibido por las tribus como culturalmente destructivo y explotador.
Este proceso de degradaci¨®n y de p¨¦rdida de identidad cultural se aprecia cuando se convive con las tribus de forma estrecha tal y como manifiestan las im¨¢genes que acompa?an este reportaje, donde se aprecia claramente la dicotom¨ªa entre lo tradicional y el progreso. Entre la esencia cultural propia y la transculturaci¨®n; entre lo real y aut¨¦ntico y lo que la tribu percibe que precisa, necesita o desea el visitante extranjero. En definitiva, la evidencia de un mundo no solo en cambio, sino en v¨ªas de desaparici¨®n y ante el que somos ahora nosotros quienes debemos preguntarnos durante cu¨¢nto tiempo podremos seguir manteniendo los ojos cerrados.
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