Esta enfermedad mata a la mitad de las personas que infecta. Entonces, ?por qu¨¦ no se hace algo m¨¢s?
La melioidosis es una infecci¨®n bacteriana que mata silenciosamente a miles de personas cada a?o. Hablamos con el m¨¦dico que se ha puesto como meta conseguir que el mundo le preste atenci¨®n
Prasart Songsorn se levantaba cada ma?ana antes del amanecer para dirigirse a los campos antes de que el sol tropical y la opresiva humedad impidiesen trabajar. Pas¨® sus 56 a?os en la peque?a plantaci¨®n de arroz de su familia en el norte de Tailandia, laboreando descalzo en el lodo tibio. Las botas aumentaban el calor y la humedad, y Songsorn no quer¨ªa comprar algo que solo le servir¨ªa para sufrir m¨¢s.
Aunque a mediados de su cuarta d¨¦cada de vida le diagnosticaron diabetes, Prasart ten¨ªa un aspecto sano y no falt¨® ni un solo d¨ªa al trabajo. Por eso, cuando, a principios de junio de 2017, empez¨® a tener dificultades para respirar y fiebre alta, intent¨® aguantar. Cuando ya no pudo, viaj¨® unos cuantos kil¨®metros hasta el hospital p¨²blico de la zona, donde le diagnosticaron una dolencia renal debida a que nunca se hab¨ªa tratado la diabetes. Para entonces estaba tan enfermo que los m¨¦dicos lo trasladaron al hospital Sunpasitthiprasong de la ciudad de Ubon Ratchathani, a unas dos horas de camino.
Su hermana peque?a, Aroon, no se fiaba del diagn¨®stico. ¡°Si no puedes respirar, ?c¨®mo vas a tener un problema en los ri?ones?", pens¨®, pero se imagin¨® que los m¨¦dicos de la ciudad, que ten¨ªan m¨¢s experiencia, no tardar¨ªan en averiguar qu¨¦ era lo que no funcionaba. No fue as¨ª.
Durante una semana, Prasart sufri¨® sin saber realmente qu¨¦ le pasaba. Hasta que su hermano muri¨®, Aroon no se enter¨® de que lo que ten¨ªa era una infecci¨®n llamada melioidosis. Aunque es una de las principales causas de la neumon¨ªa en esta zona de Tailandia, especialmente en la ¨¦poca de lluvias, la enfermedad sigue siendo un misterio para la mayor¨ªa de la gente.
¡°Nunca hab¨ªamos o¨ªdo hablar de la melioidosis¡±, dec¨ªa Sompurn, hermano de Prasart. ¡°Cuando muri¨®, nos dieron un folleto que explicaba que la enfermedad ven¨ªa del suelo y la manera de protegerte¡±.
Enfermedades desatendidas
Direk Limmathurotsakul encuentra que, desde que empez¨® a estudiar la melioidosis en la Unidad de Investigaci¨®n de Medicina Tropical Mahidol-Oxford (MORU) de Bangkok, en 2002, el reconocimiento oficial de la dolencia sigue siendo igual de escaso. ¡°La desatenci¨®n a la melioidosis es tal que la Organizaci¨®n Mundial de la Salud ni siquiera la incluye en su lista de enfermedades desatendidas¡±, declaraba en el congreso sobre bioamenazas que se celebr¨® en Washington en 2017.
La melioidosis es una infecci¨®n bacteriana que puede provocar una serie de s¨ªntomas que incluyen fiebre, dolor muscular, abscesos y tos, lo cual ha llevado a los investigadores a darle el nombre de ¡°la gran imitadora¡±. Es dif¨ªcil de diagnosticar, y para ello es necesario un proceso cualificado que puede llevar m¨¢s de una semana, un tiempo del que los pacientes como Prasart a menudo no disponen.
Este hecho, unido al desconocimiento generalizado, ha tenido como consecuencia que nadie supiese cu¨¢ntos casos de melioidosis hab¨ªa en Tailandia o en cualquier otro pa¨ªs del mundo. Limmathurotsakul se puso como meta en su vida cambiar esta situaci¨®n y conseguir que la dolencia fuese reconocida como una de las enfermedades tropicales desatendidas m¨¢s importantes del mundo.
La melioidosis es una de las principales causas de la neumon¨ªa en zonas de Tailandia, pero sigue siendo un misterio para la mayor¨ªa de la gente
Su mayor batalla ha resultado ser la que libra no contra la enfermedad, sino contra un enemigo mucho m¨¢s formidable: la pasividad y la indiferencia de las burocracias gubernamentales. Limmathurotsakul sab¨ªa que la melioidosis era un gran problema; la pregunta era si conseguir¨ªa que alguien le prestase atenci¨®n.
En la d¨¦cada de 1910, el m¨¦dico brit¨¢nico Alfred Whitmore y el asistente quir¨²rgico C. S. Krishnaswami observaron una terrible tendencia entre los pacientes del hospital general de Rang¨²n, en Birmania (la actual Myanmar). A la cl¨ªnica aflu¨ªan sin cesar hombres j¨®venes, muertos o a punto de morir, con fiebre alt¨ªsima, malnutrici¨®n y marcas de haberse inyectado opio. Al principio, Whitmore sospech¨® que la droga era la causa de su enfermedad, pero la rapidez de su deterioro y la localizaci¨®n de los abscesos lejos de los puntos de punci¨®n hizo que lo reconsiderase.
Cuando ¨¦l y su colaborador cultivaron bacterias tomadas de las erupciones, descubrieron que ¡°los cultivos tanto de los pulmones como del bazo produc¨ªan un crecimiento exuberante en cultivo puro del bacilo objeto de estudio¡±. Llamaron a la bacteria Bacillus pseudomallei, pero, sin antibi¨®ticos, hab¨ªa poco que hacer por esos pacientes malnutridos, d¨¦biles y vulnerables.
En los 80 a?os transcurridos entre el descubrimiento de Whitmore y Krishnaswami y la licenciatura de Limmathurotsakul de la facultad de Medicina ha habido pocos cambios. La enfermedad recibi¨® el nombre oficial de melioidosis en 1932, y los cient¨ªficos descubrieron la presencia de la bacteria (rebautizada Burkholderia pseudomallei en 1992) en los suelos y el agua de todo el sudeste de Asia, aunque la enfermedad se localizaba principalmente en Tailandia, Myanmar, Camboya y Laos.
Alta mortalidad
Aprender a tratar la melioidosis fue la prueba de fuego. Limmathurotsakul hab¨ªa le¨ªdo al respecto en los libros de texto, pero nunca hab¨ªa tratado a un paciente hasta que lleg¨® al hospital Sunpasitthiprasong de Ubon Ratchathani. Aunque ya ten¨ªa antibi¨®ticos a su disposici¨®n, pocos resultaban eficaces contra la enfermedad. Adem¨¢s, para cuando los pacientes llegaban a la cl¨ªnica, algunos de ellos estaban demasiado enfermos para que los antibi¨®ticos sirviesen de algo. ¡°Alrededor de la mitad de los pacientes a los que trat¨¦ murieron. Era como lanzar una moneda al aire¡±, recuerda.
Durante la estaci¨®n de lluvias, entre julio y octubre, los aguaceros torrenciales ¡°levantan¡± la bacteria que vive en el agua y el suelo. Los cient¨ªficos no conocen a¨²n con exactitud la causa. Una hip¨®tesis es que la lluvia la deje en suspensi¨®n en al aire, de donde luego es inhalada. Esta es tambi¨¦n la estaci¨®n en la que los arroceros como los Songsorn pasan largas jornadas en los campos, con sus extremidades desnudas sumergidas en la tierra y el agua cargadas de melioidosis. El resultado es que los casos se disparan y desbordan los pabellones del Ubon Ratchathani especializados en la dolencia.
Durante su primera estaci¨®n de lluvias, los d¨ªas de Limmathurotsakul en el sofocante pabell¨®n de melioidosis tomaron la forma de una desalentadora rutina. ¡°Te dabas una vuelta por la planta y no ve¨ªas m¨¢s que melioidosis. Cada dos o tres d¨ªas mor¨ªa alguien¡±, cuenta. Nuevos pacientes reemplazaban r¨¢pidamente a los que no sobreviv¨ªan.
Ese a?o, m¨¢s de 100 personas murieron de melioidosis solo en Sunpasitthiprasong. A pesar de la monoton¨ªa del trabajo, Limmathurotsakul sab¨ªa que los enfermos a su cuidado ten¨ªan una importante ventaja sobre la mayor¨ªa de los dem¨¢s infectados por la enfermedad, porque hab¨ªan acudido a un hospital que pod¨ªa diagnosticarlos y tratarlos.
La variedad de s¨ªntomas de la enfermedad hace que sea dif¨ªcil diagnosticarla. La misma bacteria puede provocar neumon¨ªa a una persona, septicemia a otra, y un absceso en el codo a una tercera. En un peque?o estudio realizado en un hospital, m¨¢s de la mitad de los ni?os con melioidosis hab¨ªa llegado con infecciones locales, a menudo en las gl¨¢ndulas par¨®tidas (las gl¨¢ndulas salivares situadas delante de los o¨ªdos), mientras que en Australia, donde la melioidosis suele aparecer en las zonas aisladas del Territorio del Norte, los hombres mayores tienen una probabilidad desproporcionada de que les salgan abscesos en la pr¨®stata.
Igual que en ¨¦poca de Whitmore, para diagnosticar la melioidosis hay que hacer cultivos de bacterias procedentes de los abscesos, la orina, los esputos, la sangre y cualquier otro fluido en el que el m¨¦dico considere que se puede encontrar la enfermedad, explica Vanaporn Wuthiekanun, una microbi¨®loga de voz suave que forma parte del MORU y que ha trabajado con melioidosis en Sunpasitthiprasong durante m¨¢s de 30 a?os.
¡°Es f¨¢cil si tienes experiencia, pero para quien no tiene mucha, es complicado¡±, afirma. Tambi¨¦n es largo y, como en el caso de la familia de Prasart Songsorn, mucha gente no sabe qu¨¦ ha contra¨ªdo su familiar hasta que muere, si es que llegan a descubrirlo alguna vez.
La melioidosis es una infecci¨®n bacteriana que puede provocar una serie de s¨ªntomas que incluyen fiebre, dolor muscular, abscesos y tos
Incluso si se diagnostica a tiempo, la melioidosis es dif¨ªcil de tratar. La membrana exterior cerosa de la bacteria la hace resistente a la mayor¨ªa de los antibi¨®ticos. F¨¢rmacos como la gentamicina, empleada para tratar la neumon¨ªa y la septicemia, no funcionan con la melioidosis. El tratamiento de la enfermedad exige m¨¢s bien dos o tres semanas de administraci¨®n intravenosa de ceftazidima en el hospital, seguida de tres a cinco meses de antibi¨®ticos orales como paciente ambulatorio.
Cuanto antes comience el tratamiento, mejor, afirma Wuthiekanun, pero ni siquiera el tratamiento precoz supone una garant¨ªa. Las tasas de mortalidad de la melioidosis en Tailandia ascend¨ªan al 50% cuando Limmathurotsakul comenz¨® su estudio, y no han mejorado mucho desde entonces. En el norte de Australia, fallecen al menos entre un 10 y un 20% de los pacientes.
Seg¨²n el baremo de la mayor¨ªa de las enfermedades infecciosas, explica el infect¨®logo australiano Patrick Harris, es un porcentaje astron¨®mico. Comp¨¢renlo con otras enfermedades tropicales desatendidas y m¨¢s conocidas: la malaria (tasa de mortalidad del 0,2%), el dengue (1%, m¨¢s elevado en los casos graves), enfermedad de Chagas (menos del 5%) y leptospirosis (5-15%).
¡°A escala mundial, la carga de morbilidad sigue siendo muy elevada, probablemente porque las personas acuden tarde al m¨¦dico. No pueden llegar con rapidez al hospital. A menudo est¨¢ m¨¢s extendida en comunidades pobres, entre campesinos, personas que tal vez vivan muy alejadas de una gran ciudad o de un hospital importante. Hay muchos factores sociales m¨¢s¡±, remacha Harris.
Limmathurotsakul sab¨ªa que el desfile de pacientes que pasaba por su sala de melioidosis no pod¨ªa ser m¨¢s que una peque?a fracci¨®n de la carga total de melioidosis del pa¨ªs. Muchos pacientes mor¨ªan antes de poder llegar al hospital; otros ped¨ªan ayuda a una mezcolanza de proveedores de salud comunitarios, que les recetaban de todo, desde penicilina hasta remedios de hierbas o masajes. Tailandia, comprendi¨®, ten¨ªa un importante problema de melioidosis. Si ¨¦l ve¨ªa 100 muertes por esta enfermedad en un ¨²nico hospital solo durante la estaci¨®n de lluvias, deb¨ªan de estar muriendo anualmente decenas de miles de personas.
Falta de informaci¨®n
Pero desde 1947, cuando Tailandia public¨® su primer caso de melioidosis, la cifra oficial anual es diminuta; incluso a mediados de la d¨¦cada de 2000, se declaraba aproximadamente un caso por cada 100.000 habitantes. Laos no document¨® los casos de melioidosis hasta 1999. Los ¨²nicos casos conocidos de Birmania/Myanmar desde 1945 corresponden a viajeros. La falta de datos creaba un problema circular: los organismos de financiaci¨®n no daban dinero para investigar una enfermedad que no parec¨ªa presente, pero si no dispon¨ªa de fondos, Limmathurotsakul no pod¨ªa obtener datos para demostrar que s¨ª lo estaba.
¡°La principal pregunta que todos intentan plantear es cu¨¢ntas personas mueren debido a la enfermedad, porque si no lo sabemos, los pol¨ªticos no se mueven¡±, dice.
La fiebre empez¨® en febrero. A Pailat Ganjanarak le resultaba cada vez m¨¢s dif¨ªcil pasar por alto la fatiga, los escalofr¨ªos y los v¨®mitos, de modo que fue a que le dieran un masaje, un com¨²n curalotodo para enfermedades leves en esta parte de Tailandia. No sirvi¨® de nada. Entonces, este infectado de 55 a?os, propietario de una peque?a tienda de comestibles junto a la carretera principal que sale de Ubon Ratchathani hacia el sur, fue a un m¨¦dico, que le diagnostic¨® un problema inflamatorio y le recet¨® esteroides. Al cabo de una semana, Ganjanarak estaba m¨¢s enfermo que nunca. Doce d¨ªas de antibi¨®ticos tampoco le ayudaron. No paraba de empeorar. ¡°Estaba tan enfermo, que ni siquiera pod¨ªa andar¡±, dice.
Su esposa lo llev¨® al Hospital Sunpasitthiprasong, esperando que los m¨¦dicos pudieran determinar cu¨¢l era la misteriosa enfermedad que Ganjanarak padec¨ªa. Los cultivos de sangre no dieron una respuesta hasta mediados de marzo, m¨¢s de un mes despu¨¦s de que contrajese la enfermedad. A pesar de vivir casi toda su vida en la parte del mundo en la que la melioidosis est¨¢ m¨¢s extendida, el enfermo no hab¨ªa o¨ªdo hablar de ella. Y la mayor¨ªa de sus amigos, tampoco. ¡°Casi nadie me cre¨ªa, porque nunca hab¨ªan o¨ªdo hablar de ella¡±, asegura.
Todo el mundo conoce la leptospirosis ¨Cuna enfermedad bacteriana que puede causar problemas renales¨C, la meningitis y la neumon¨ªa, pero es raro que alguien haya o¨ªdo hablar de la melioidosis, comenta Pornpan Suntornsut, miembro del departamento de investigaci¨®n de la melioidosis en el MORU-Sunpasitthiprasong. Calcula que solo el 2% de la poblaci¨®n de Ubon Ratchathani sabe qu¨¦ es. Y los m¨¦dicos no siempre saben mucho m¨¢s.
La variedad de s¨ªntomas de la enfermedad hace que sea dif¨ªcil diagnosticarla
En opini¨®n de Suntornsut, esto refleja la actitud oficial hacia la melioidosis. Los pacientes no saben preguntar por la melioidosis, los m¨¦dicos no pueden dar un diagn¨®stico r¨¢pido y la administraci¨®n p¨²blica no tiene datos suficientes ¨Co voluntad pol¨ªtica suficiente¨C para hacer algo al respecto.
Otro problema es el sistema de declaraci¨®n obligatoria de enfermedades en Tailandia. Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, explica Limmathurotsakul, el Gobierno quer¨ªa un m¨¦todo para descubrir y contener los brotes de c¨®lera. Al principio, lo ¨²nico que hac¨ªa falta era una llamada telef¨®nica al Ministerio de Salud P¨²blica para que enviaran t¨¦cnicos a investigar.
Sin embargo, a lo largo de los 60 a?os siguientes, se a?adieron cada vez m¨¢s enfermedades a la lista. En la actualidad son 78 en total. Pero en la mayor¨ªa de los hospitales de Tailandia, incluidos los de 1.000 camas que pueden tratar hasta 200.000 pacientes al a?o, sigue habiendo solo una persona responsable de declarar todas estas enfermedades, seg¨²n Limmathurotsakul.
En su opini¨®n, esto hace que el sistema sea proclive a cambios de prioridades: ¡°Este a?o, hay p¨¢nico al dengue, de modo que el Ministerio de Sanidad dice que declaremos los casos de dengue. Lo hacemos. Necesitamos los datos para comunicarlos a la poblaci¨®n. Ya sea p¨¢nico a la gripe, p¨¢nico a la gripe aviaria, al ¨¦bola, al c¨®lera¡ Cualquier p¨¢nico que haya este a?o, ellos dicen, muy bien, este a?o la prioridad es esta¡±.
Sin atenci¨®n
La melioidosis no es una enfermedad que cause grandes brotes o pandemias, y no capta titulares en los medios de comunicaci¨®n ni la atenci¨®n de la administraci¨®n p¨²blica; simplemente provoca infecciones a un ritmo constante. Por lo general tampoco se transmite entre personas, lo que disminuye a¨²n m¨¢s su nivel de prioridad. Tambi¨¦n tiende a afectar a cultivadores de arroz pobres, en zonas rurales, otro impedimento a la hora de recibir atenci¨®n oficial.
Al otro lado de la frontera, en Laos y Camboya, las dificultades son similares. En el Hospital Infantil Angkor, en Siem Reap, Paul Turner ve unos 40-50 casos diagnosticados de melioidosis al a?o. Calcula que Camboya debe de tener miles de casos al a?o, pero la naturaleza end¨¦mica de la enfermedad hace que el Gobierno no obligue a declararla.
Al final, el resultado es que la melioidosis est¨¢ enormemente infradeclarada, tanto en el sureste de Asia como en otras partes del mundo. Los m¨¦dicos han declarado casos en Brasil y en toda ?frica, casos no correspondientes a viajeros, lo que significa que el enfermo debi¨® de contagiarse en su propio patio trasero. Limmathurotsakul y David Dance, un m¨¦dico brit¨¢nico que trabaja con la melioidosis en Laos, sospechan que esto representa ¨²nicamente una fracci¨®n de la carga de morbilidad, puesto que la melioidosis se parece a muchas otras enfermedades tropicales y sigue siendo dif¨ªcil de diagnosticar. Y la carga parece destinada a aumentar debido a dos factores en concreto: el cambio clim¨¢tico y la diabetes.
Al otro lado del oc¨¦ano ?ndico, en Sri Lanka, Enoka Corea, una m¨¦dico especializada en enfermedades contagiosas, hizo hace una d¨¦cada un llamamiento a sus compa?eros para que buscasen casos de melioidosis. En los primeros a?os, encontraron uno o dos casos. Ahora, el goteo se ha convertido en una corriente continua.
¡°De repente descubrimos que ve¨ªamos tal vez 10 casos al a?o, luego pasamos a 23, despu¨¦s a 65, y m¨¢s tarde a ciento y pico. Este a?o, nos queda todav¨ªa una cuarta parte del a?o y ya tenemos casi 60, 70 casos¡±, puntualiza Corea. Prev¨¦ que el n¨²mero seguir¨¢ creciendo, debido a que el cambio clim¨¢tico provocar¨¢ m¨¢s episodios meteorol¨®gicos extremos que aerosolizar¨¢n m¨¢s bacterias del suelo, adem¨¢s de aumentar las zonas del mundo en las que las B. pseudomallei pueden reproducirse.
Las consecuencias del cambio clim¨¢tico ya empiezan a sentirse en Australia. Los modelos clim¨¢ticos predicen que m¨¢s partes del pa¨ªs se volver¨¢n hospitalarias para la melioidosis. El aumento del n¨²mero de personas aquejadas de diabetes probablemente incremente a¨²n m¨¢s las cifras de esta enfermedad. Aunque nadie sabe exactamente por qu¨¦, la diabetes acrecienta el riesgo de desarrollarla, y parece aumentar la probabilidad de que la persona infectada desarrolle formas m¨¢s graves, como septicemia o neumon¨ªa, que multiplican las posibilidades de fallecer a causa de ella.
¡°Ambos [la diabetes y el cambio clim¨¢tico] provocar¨¢n casi con certeza una mayor incidencia en el futuro¡±, afirma Dance.
Y aunque sus compa?eros predijeran un aumento en los casos de melioidosis, Limmathurotsakul ten¨ªa dificultades para convencer a su propio Gobierno de que documentase la carga de morbilidad actual. Fuese donde fuese, encontraba un tipo de resistencia distinto. En el escal¨®n inferior, carec¨ªan de tiempo y recursos, o tem¨ªan que sus superiores pensasen que hab¨ªan cometido un error por no haber declarado todos estos casos antes. Sin embargo, los altos directivos no quer¨ªan causar p¨¢nico y no cre¨ªan que los datos fueran tan importantes.
¡°Me toc¨® arreglarlo paso a paso¡±, dice. El proceso supuso a?os de reuniones con funcionarios p¨²blicos, desde personal de hospitales de zona hasta el Ministerio de Sanidad.
Por otro lado, Limmathurotsakul y su equipo empezaron a reunir datos y a desarrollar modelos inform¨¢ticos para calcular la verdadera incidencia de la enfermedad. En 2016, publicaron el primer c¨¢lculo mundial sobre prevalencia de la melioidosis, y las cifras eran mucho m¨¢s elevadas de lo previsto. Su trabajo mostraba que cada a?o enferman de melioidosis unas 165.000 personas, de las cuales mueren 89.000. Algo importante tambi¨¦n es que su trabajo revel¨® la existencia de puntos de infecci¨®n por melioidosis en el sureste de Asia, entre ellos India y Sri Lanka.
¡°Ese art¨ªculo fue realmente el comienzo¡±, dice Dance. ¡°Intentar que la gente adquiera conciencia de la enfermedad y del hecho de que, si las predicciones de ese modelo son correctas, es una asesina mucho mayor para los humanos que algunas otras enfermedades mucho m¨¢s conocidas¡±.
Cambios
Unido a los a?os de incansable trabajo de base de Limmathurotsakul para convencer a las autoridades p¨²blicas de que deb¨ªan mejorar la declaraci¨®n de casos, este informe de gran repercusi¨®n ha provocado cambios en la actitud oficial hacia la melioidosis. Solo en la provincia de Ubon Ratchathani, los c¨¢lculos de incidencia de la melioidosis aumentaron de 4,4 casos por 100.000 habitantes a comienzos de la d¨¦cada de 1990 a 21 casos por 100.000 habitantes en 2016, gracias a la mejora de la declaraci¨®n de casos. A medida que los hospitales van declarando m¨¢s casos, Limmathurotsakul espera que otros centros espabilen tambi¨¦n. Conf¨ªa en que los datos servir¨¢n adem¨¢s para impulsar nuevos estudios.
Para frenar la melioidosis har¨¢ falta algo m¨¢s que datos. Mientras que otros tienen los ojos puestos en el desarrollo a largo plazo de una vacuna o en la construcci¨®n de nuevas instalaciones sanitarias, Limmathurotsakul afirma que se necesitan iniciativas menos ostentosas, como proporcionar agua potable. En Ubon Ratchathani, Pornpan Suntornsut y su equipo est¨¢n probando el que posiblemente sea el m¨¦todo m¨¢s sencillo de todos.
En toda esta regi¨®n de f¨¦rtiles campos de arroz, los campesinos se inclinan para atender sus cosechas, con las piernas metidas hasta la mitad de la pantorrilla en agua enfangada. La mayor¨ªa de ellos trabajan descalzos. Yo llegu¨¦ con el calor tropical del mediod¨ªa, de modo que muy pronto entend¨ª por qu¨¦.
El sudor empieza al instante a salir por todos mis poros. En menos de cinco minutos, estoy empapado, con el pelo pegado a la frente. Incluso con sandalias, siento los pies absurdamente calientes. La idea de ponerse botas parece un chiste. Pero botas son exactamente lo que el equipo de la MORU ha venido a recomendar.
Pasar largas horas de trabajo descalzos en la tierra es una de las principales v¨ªas de transmisi¨®n de la melioidosis. Pero el brutal calor hace que resulte dif¨ªcil vender las botas de goma protectoras. Teniendo en cuenta los pocos casos oficiales de melioidosis que hay, a la mayor¨ªa no le parec¨ªa que valiese la pena la molestia de trabajar con botas, explica Suntornsut. Pero ahora que la enfermedad empieza a ser reconocida, est¨¢n aqu¨ª para proporcionar informaci¨®n y hablar sobre la importancia de llevar botas y de hervir el agua para matar las bacterias. Aunque todav¨ªa es demasiado pronto para disponer de datos concluyentes, Suntornsut cree que los esfuerzos del equipo est¨¢n dando fruto.
Puede que Limmathurotsakul haya cambiado la actitud de las autoridades hacia la declaraci¨®n obligatoria de la enfermedad, pero la batalla dista mucho de estar ganada. Sentado en su despacho, en Ubon Ratchathani, hace una pausa tras casi dos horas de intensa charla y se reclina hacia atr¨¢s.
¡°Hay que seguir insistiendo¡±, dice. ¡°Porque si no lo haces y desapareces, nadie m¨¢s insistir¨¢. No puedes esperar que otro haga el trabajo por ti¡±.
La Unidad de Investigaci¨®n de Medicina Tropical Mahidol Oxford est¨¢ financiada por Wellcome, la editora de Mosaic.
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