Fallecen 17 personas tras una avalancha de basura en Maputo
El accidente plantea interrogantes sobre la eficacia en la gesti¨®n de los residuos y la buena gobernanza en la capital mozambique?a
El pasado 19 de febrero fallec¨ªan 17 personas, entre ellas varios menores de edad, tras derrumbarse un mont¨ªculo de basura en Hulene, un vertedero de 17 hect¨¢reas y el mayor de Mozambique, situado a 10 kil¨®metros del centro de Maputo. La pila de desechos, de unos 15 metros de altura ¨C el equivalente a un edificio de dos plantas¨C, cedi¨® a causa de las lluvias torrenciales a las 3 de la madrugada, mientras las personas que resid¨ªan en el vertedero se encontraban durmiendo.
Hogar para algunos de los residentes m¨¢s pobres de la ciudad, Hulene es una de las zonas m¨¢s deprimidas de la capital, albergando a m¨¢s de 550 familias en las inmediaciones de su vertedero. Durante la guerra civil de Mozambique, de 1977 a 1992, el barrio experiment¨® un gran auge demogr¨¢fico alojando a personas de las zonas rurales del norte del pa¨ªs que hu¨ªan del conflicto en busca de refugio. Para todos ellos, Hulene no es solo un hogar sino una fuente de recursos donde hallar comida y productos para la reventa.?Por ello, muchos han sido reticentes a abandonarlo cuando el gobierno y las autoridades locales les han ofrecido otras tierras donde levantar sus casas. Sin embargo, ahora, tras el accidente, sus residentes han sido reubicados a un refugio temporal en el vecindario de Ferroviario, a unos 30 minutos al sur del vertedero.
En Mozambique, cerca del 50% de los hogares viven en una situaci¨®n de pobreza multidimensional severa seg¨²n el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y el reciclaje periurbano se ha convertido en un medio de vida com¨²n. Pero la peligrosidad de vivir en estos espacios, tanto a nivel medioambiental como a nivel sanitario, es alt¨ªsima. Por ello, y tras presiones de diferentes grupos de la sociedad civil, en 2013 el Ayuntamiento de Maputo acord¨® cerrar el vertedero Hulene y trasladarlo a Matlemele, en la vecina ciudad de Matola. A pesar de todo, cinco a?os m¨¢s tarde la reubicaci¨®n sigue sin haberse producido, seg¨²n las autoridades, debido a las restricciones presupuestarias.?El ministro de Tierra, Medio ambiente y Desarrollo Rural mozambique?o,?Celso Correia, ha estimado en 89,3 millones de euros el coste para el cierre del vertedero de Hulene; mientras el presidente del municipio de Matola, Calisto Cossa, dijo a la prensa que la construcci¨®n del nuevo relleno costar¨¢ 32,5 millones de euros. El actual alcalde de Maputo, David Simango, se enfrenta ahora a graves acusaciones por parte de los partidos de la oposici¨®n, a qui¨¦n atribuyen toda la responsabilidad por las muertes de la avalancha, puesto que parte de su campa?a de 2013 promet¨ªa cerrar el vertedero que ha provocado esta cat¨¢strofe humana.? ?
La gesti¨®n de residuos es uno de los servicios urbanos m¨¢s necesarios y donde se hace m¨¢s visible su efectividad como un indicador de buena gobernanza local. Sea por falta de planificaci¨®n, infraestructura deficitaria o por una lacra colonial en la g¨¦nesis de algunas ciudades africanas, las malas pr¨¢cticas en la gesti¨®n de la eliminaci¨®n de residuos afectan a muchos pa¨ªses de ?frica.
El pasado mes de julio, cientos de ambientalistas africanos se reunieron en Ghana para celebrar la Conferencia Anual de Limpieza de ?frica, un encuentro para abordar nuevas f¨®rmulas de gesti¨®n de los desechos en las ciudades, incluyendo iniciativas de reciclaje en el marco de la econom¨ªa verde. Desde Maputo, asociaciones como Livaningo, un grupo de activismo ambiental, llevan ya 15 a?os haciendo campa?a por el cierre de este vertedero por estar operando por encima de su capacidad y creando condiciones de vida peligrosas para los residentes.
Tras los acontecimientos del 19 de febrero, habr¨¢ que ver de qu¨¦ forma se soluciona la cuesti¨®n de los desechos s¨®lidos en la ciudad. Sea como sea, las medidas tendr¨¢n que incluir viviendas asequibles a sus antiguos residentes, tanto como f¨®rmulas para que no tengan que volver a poner sus vidas en riesgo y puedan seguir sacando partido del reciclaje de desechos.
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