De la chabola a un piso por cuatro euros al mes
La idea de llegar a anciana y seguir viviendo en una chabola asustaba a la keniana Emma Ochieng. Gracias a una iniciativa popular, ese temor ya es cosa del pasado para ella y otras 40 familias
La idea de llegar a anciana, jubilarse y seguir viviendo en un barrio de chabolas asustaba a Emma Ochieng, una profesora de educaci¨®n primaria de 55 a?os que hasta hace apenas dos ocupaba una de las infraviviendas del suburbio de Nyalenda, en la ciudad keniana de Kisumu. Pero esos miedos han quedado en el pasado: ahora, tiene una nueva casa con huerto a 45 minutos en coche del centro de la ciudad.
Ochieng, madre soltera, ha sido durante m¨¢s de 20 a?os una m¨¢s de todas las personas que ocupan las chabolas de Nyalenda. All¨ª, los vecinos lidian a diario con la contaminaci¨®n que produce un deficiente alcantarillado, los residuos, el ruido y una alta tasa de criminalidad. "Vivir en un barrio decente estaba por encima de mis posibilidades. ?Tener una casa en la ciudad era poco m¨¢s que un sue?o!", relata la mujer.
En el a?o 2015, la maestra vio la luz al final del t¨²nel: esa luz era la Cooperativa de Vivienda de Nylanda, que forma parte del Foro Urbano Local de Kisumu y que tiene como objetivo ayudar a sus miembros, que viven en cinco barrios pobres, a adquirir una vivienda digna. Ochieng comenz¨® a contribuir con 500 chelines kenianos al mes (cuatro euros) y, a su vez, se uni¨® al Sindicato Nacional de Cooperativas de Viviendas de Kenia (Nachu), una organizaci¨®n que construye casas asequibles para personas con pocos recursos en terrenos no urbanizados.
"Las viviendas informales se est¨¢n desarrollando m¨¢s r¨¢pidamente que los planes del Gobierno", declara George Wasonga, el director general de la Plataforma de Desarrollo Urban¨ªstico de la Sociedad Civil. "La gente se est¨¢ mudando a zonas antes de que el Ejecutivo les pueda ofrecer infraestructuras para servicios b¨¢sicos como carreteras, agua, alcantarillado, electricidad o seguridad". El movimiento de poblaci¨®n que describe Wasonga se debe a que el negocio de las granjas locales est¨¢ sufriendo por el clima extremo y la subida de la importaci¨®n de comida. Debido a ello, la gente emigra del campo a zonas urbanas. El r¨¢pido ritmo de la urbanizaci¨®n en Kenia ha empujado al 56% de los habitantes de sus ciudades a vivir en suburbios.
Cada a?o, de los diez millones de personas que emigran a las ciudades en ?frica subsahariana, siete acaban viviendo en barrios de chabolas. De esos siete, solo dos tienen la esperanza de mudarse a un sitio mejor, seg¨²n las cifras citadas en un informe de la ONU de 2016 sobre suburbios.
La tendencia es similar m¨¢s all¨¢ de las fronteras kenianas: en la actualidad hay casi 1.000 millones de personas en todo el mundo que viven en barrios pobres y en asentamientos en unas 100.000 ciudades distintas. Muchas de estas barriadas est¨¢n situadas en las orillas de los r¨ªos o cerca de vertederos o zonas industriales, en territorios deteriorados, pantanosos, empinados, propensos a sufrir inundaciones y otros desastres. Las casas que se construyen all¨ª exponen a sus habitantes a temperaturas extremas, falta de ventilaci¨®n y desechos t¨®xicos, lo que va en detrimento de su salud.
Grupos de salvamento
Jessica Wekesa, la coordinadora regional de Nyanza de Nachu, explica que la cooperativa ayuda a sus afiliados a ahorrar peque?as cantidades de dinero para que puedan adquirir sus propias parcelas y viviendas. Sus miembros se organizan en grupos de 20 personas y eligen una parcela de tierra adecuada. Tras eso, Nachu lleva a cabo una verificaci¨®n de los antecedentes de los miembros del grupo, les ayuda a registrar la parcela y les concede un pr¨¦stamo para ayudarles a realizar la compra.
La organizaci¨®n construye casas para primeros compradores con dos habitaciones, un ba?o y una cocina y se las proporciona a sus due?os. El cliente paga la parcela de tierra, la casa y los servicios relacionados con una tasa al 14% del saldo reducido de su pr¨¦stamo. Tras eso, se les concede el t¨ªtulo de propiedad. Ochieng obtuvo las llaves de su nueva casa en abril de 2016 y desde entonces los problemas derivados de habitar una infravivienda han quedado en el recuerdo.
La cooperativa ayuda a sus afiliados a ahorrar peque?as cantidades de dinero para que puedan adquirir sus viviendas
En los ¨²ltimos siete a?os, Nachu y sus socios han construido alrededor de 2.000 casas en siete regiones de Kenia para personas con rentas bajas. "Utilizamos tecnolog¨ªa barata y disponible en la zona. Hemos utilizado ladrillos realizados a partir de arena mezclada con agua y expuesta a altas temperaturas", explica George Kopallah, coordinador del Foro Urbano Local de Kisumu.
Ochieng detalla que se esperaba que cada miembro de su grupo ahorrase al menos 140.000 chelines, lo que a ella le llev¨® alrededor de un a?o. Las 20 personas que adquirieron una vivienda junto a ella se distribuyeron en grupos de cinco y se prestaron los unos a los otros dinero de sus ahorros colectivos a un inter¨¦s del 10%, compartiendo sus ingresos adicionales al final del a?o. "Esto me ayud¨® a multiplicar mis ahorros para la casa, as¨ª como para pagar las tasas de la escuela de mi hija", asegura la profesora.
La casa de Ochieng ha costado 704.000 chelines, lo que incluye el precio de la parcela comunal en la que todas las casas han sido construidas. Ya solo le queda recibir el t¨ªtulo de propiedad, algo que la profesora espera que ocurra en abril de 2019, despu¨¦s de terminar de pagar el pr¨¦stamo. No obstante, tambi¨¦n ha pedido prestado dinero del banco para ampliar el sal¨®n.
Otra de las mujeres beneficiadas por esta iniciativa es Esther Akinyi, de 41 a?os, viuda y madre de dos hijos. Ella reconoce que el grupo de microahorro le ha ayudado a lidiar con los gastos inesperados derivados de su empresa de dise?o e impresi¨®n. "Enfrentarse a la carga familiar sola puede llegar a ser agotador", dice Akinyi. El pr¨¦stamo del grupo le ha permitido pagar las tasas de la escuela mientras expande su negocio, aunque no ampliar¨¢ su vivienda hasta que haya pagado lo que debe.
Apuesta por la vivienda social
En una ¨¦poca en la que las ciudades no hacen m¨¢s que extenderse, los l¨ªderes locales y los activistas que se han reunido en el Foro Urbano Local en Kuala Lumpur esta semana est¨¢n trabajando sobre c¨®mo hacer que las ciudades sean m¨¢s inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, en l¨ªnea con los objetivos de desarrollo globales. La Nueva Agenda Urbana, adoptada por los miembros de la ONU en 2016, recomienda a los Gobiernos priorizar las pol¨ªticas de vivienda en el marco de las pol¨ªticas de desarrollo nacionales y locales.
El Ejecutivo keniano pretende construir 200.000 viviendas sociales para mejorar las condiciones de vidas de las clases m¨¢s desfavorecidas que residen en los barrios m¨¢s pobres, as¨ª como 800.000 casas asequibles para las clases medias en los pr¨®ximos cinco a?os. El sector privado cubrir¨¢ el 60% de lo que se espera que sea un coste de 2.600 millones de chelines, el Fondo de Seguridad Social cubrir¨¢ el 30% y el Tesoro cubrir¨¢ el ¨²ltimo 10%.
El Ejecutivo keniano pretende construir 200.000 viviendas sociales en cinco a?os
Como parte de este esfuerzo, el Gobierno del condado de Kisumu quiere levantar 10.000 viviendas sociales importando paneles prefabricados de fibrocemento y de acero galvanizado. El Ejecutivo local asegura que los inversores se encargar¨¢n de financiar el proyecto y que ha planeado reservar parcelas de tierra gratuita para los promotores para reducir costes.
Por el momento, en Nyalenda, 40 familias se han beneficiado de estas nuevas viviendas sociales y la Cooperativa de Viviendas ha conseguido dos hect¨¢reas de tierra en las que construir cien hogares m¨¢s. Valentine Ochiambo, presidente de la Cooperativa, ha declarado que su objetivo es que los 325 miembros de la organizaci¨®n ¡ªde los cuales, dos tercios son mujeres¡ª tengan "no solo un lugar al que llamar hogar, sino que dicho hogar est¨¦ en un ambiente que no sea peligroso y que les proteja de las condiciones clim¨¢ticas cambiantes y de la contaminaci¨®n".
Mientras tanto, Ochieng est¨¢ mucho m¨¢s contenta que cuando resid¨ªa en el barrio de chabolas, donde gastaba al menos 600 chelines mensuales en comprar agua para cocinar y para hacer la colada. Ahora, ha reducido su factura de agua casi en una tercera parte y tiene suficiente como para una ducha, el ba?o e, incluso, regar sus verduras. "Aunque ha sido un viaje largo, ha sido gratificante", declara. "Mi futuro y el de mi hija est¨¢n asegurados".
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