Manual de autoayuda
Los esfuerzos por mejorar la calidad de la ayuda al desarrollo en ?frica chocan con los planes migratorios de los donantes
Hasta mediados de los a?os 90 la ayuda al desarrollo estaba groseramente vinculada a los intereses geoestrat¨¦gicos y econ¨®micos de los donantes. Desde la cleptocracia de Mobutu Sese Seko hasta los cr¨¦ditos blandos del gobierno de Gonz¨¢lez a cambio de favores pol¨ªticos, la cooperaci¨®n internacional se convirti¨® en un s¨ªmbolo de todo lo que las potencias pueden hacer por sus amigos cuando las circunstancias lo requieren.
El final de la Guerra Fr¨ªa trajo la recomposici¨®n del multilateralismo y el impulso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, provocando un esfuerzo sincero por mejorar la calidad e independencia de los programas de desarrollo. Y el sistema de cooperaci¨®n creci¨® y mejor¨® con ello: eficacia del gasto, alineamiento con las prioridades del receptor, coherencia de pol¨ªticas, rendici¨®n de cuentas, etc., etc.
Hoy nos enfrentamos a la posibilidad de que todo aquello fuese un espejismo. La tregua ha durado el tiempo que los pa¨ªses donantes han necesitado para recuperar la ayuda como herramienta de chantaje o soborno.
En ?frica, los gobiernos y las instituciones de la UE han convertido la cooperaci¨®n en un lubricante al servicio de los objetivos de seguridad y control migratorio. Dos a?os largos de ofensiva pol¨ªtica y econ¨®mica est¨¢n teniendo el efecto de una apisonadora:
- En septiembre de 2015 se aprueba el Plan de acci¨®n sobre Retorno. En noviembre se celebra la Cumbre de la Valeta, donde se comprometieron 3.200 millones de euros para un Fondo Fiduciario de Emergencia para ?frica (26 pa¨ªses). De este fondo han salido ya 147 programas por un valor total de 2.500 millones y dirigidos a cuatro ¨¢reas: desarrollo econ¨®mico, resiliencia, apoyo en la gesti¨®n migratoria y apoyo en el control de fronteras.
- La Agenda Europea sobre la Migraci¨®n (junio 2016) considera por primera vez vincular de forma expl¨ªcita las pol¨ªticas de ayuda y las migratorias. Hoy una parte de los donantes habla de la condicionalidad positiva o ¡®more for more¡¯ (B¨¦lgica, Italia y Austria). Otros directamente de la negativa (Chequia, Holanda y Dinamarca).
- Europa ha firmado acuerdos de partenariado con socios africanos como Sud¨¢n, N¨ªger, Nigeria, Senegal, Mali, Etiop¨ªa, Chad y Libia. Estos se a?aden a los que ya exist¨ªan con T¨²nez, Marruecos o Argelia, completando hasta 17 acuerdos de repatriaci¨®n.
- La mayor parte de los donantes (y comentaristas) acepta el mito de la ayuda como mecanismo eficaz para frenar las migraciones.
La consecuencia es que las pol¨ªticas de desarrollo quedan gravemente contaminadas por otros prop¨®sitos, lo que se traduce en la orientaci¨®n pol¨ªtica de los fondos, pero tambi¨¦n en la contabilizaci¨®n misma del gasto: el debate migratorio ha intensificado el fen¨®meno de la ayuda hormonada, donde los donantes inflan los presupuestos de la ayuda con partidas cuya consideraci¨®n es, al menos, discutible. Uno de cada cinco euros de la ayuda europea se destin¨® en 2016 a partidas como la atenci¨®n de refugiados y estudiantes en los propios pa¨ªses de la UE, la cancelaci¨®n de deudas o la provisi¨®n de ayuda ligada a la venta de bienes y servicios europeos.
La magnitud de esta amenaza para el desarrollo de ?frica es f¨¢cil de entender si se considera que la UE y sus Estados miembros aportaron en 2015 m¨¢s de la mitad de los 51.036 millones de d¨®lares que recibi¨® en forma de ayuda el continente m¨¢s dependiente de la cooperaci¨®n extranjera. Aunque solo una parte de estos recursos van destinados espec¨ªficamente a los fondos migratorios, su efecto contaminante es mucho m¨¢s amplio: con estas decisiones, Europa ha vuelto a introducir en el coraz¨®n de sus pol¨ªticas de desarrollo una condicionalidad perversa que distrae fondos, limita la eficacia de los programas y hace a la ayuda vulnerable cuando desaparecen estos incentivos.
Hoy es posible afirmar que la condici¨®n de pa¨ªs origen o tr¨¢nsito de las migraciones desempe?a un papel tangible y relevante en las decisiones de cooperaci¨®n de los donantes europeos. ?Por qu¨¦? Porque en un estado de histeria autoinducida, sus gobiernos han decidido llegar tan lejos como sea necesario para garantizar el objetivo imposible de controlar los flujos migratorios como quien abre y cierra un grifo.
Tenemos la responsabilidad de recuperar el sentido com¨²n y revertir este proceso.
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