Falacias l¨®gicas
Las falacias l¨®gicas, cuyo estudio sistem¨¢tico se remonta a Arist¨®teles, pueden parecer cosa de fil¨®sofos y matem¨¢ticos, pero est¨¢n muy presentes en la vida cotidiana
La primera ¡°microfalacia¡± de la semana pasada tiene que ver con el tiempo verbal. Se puede decir que alguien ¡°tuvo¡± o ¡°ha tenido¡± suerte en tal o cual circunstancia (por ejemplo, si le toca la loter¨ªa); pero decir que alguien ¡°tiene¡± suerte, en presente durativo, alimenta la difundida creencia (que no deja de ser una forma de superstici¨®n) de que hay personas, objetos o lugares ¡°afortunados¡±. Las largas colas ante ciertas administraciones de loter¨ªa con fama de ¡°dar muchos premios¡±, el generalizado uso de talismanes y peque?os rituales propiciatorios o el mito de los ¡°gafes¡± son claros ejemplos de que el irracionalismo est¨¢ lejos de haber sido desterrado de nuestra cultura.
La segunda es un ejemplo de lo que podr¨ªamos denominar ¡°falacias cuantitativas¡±: falacias por omisi¨®n que escamotean la baja probabilidad de algo cuya peligrosidad se exagera tendenciosamente. La probabilidad de transmisi¨®n del VIH con un uso correcto de un preservativo en buen estado (y prescindiendo de ara?azos, mordiscos u otras pr¨¢cticas de riesgo) es baj¨ªsima, por lo que advertir de que no elimina del todo el peligro de contagio, es como recomendar que no se salga a la calle por el riesgo de recibir un impacto en la cabeza (una maceta, un trozo de cornisa, un meteorito, una bala de goma¡). Hablar de un riesgo sin cuantificarlo carece de sentido, cuando no es pura demagogia.
En cuanto al ni?o Derossi, uno de los protagonistas de la novela Coraz¨®n, es el primero de la clase y a la vez el m¨¢s guapo y el m¨¢s generoso. La probabilidad de que, en un grupo de veinte individuos, alguien sea el mejor en tres cosas no relacionadas entre s¨ª, es de una entre 20 x 20 x 20 = 8.000; esto nos autorizar¨ªa a decir, redondeando, que ni?os como Derossi solo hay ¡°uno entre diez mil¡±; pero decir que solo hay uno en un mill¨®n es una exageraci¨®n desmedida, una de esas frecuentes ¡°falacias cuantitativas¡± que contribuyen a distorsionar nuestra visi¨®n de la realidad.
Falacias cl¨¢sicas
Las peque?as (o no tan peque?as) falacias anteriores son ejemplos de una antigua pr¨¢ctica argumentativa, denunciada por S¨®crates en su enfrentamiento con los sofistas y cuyo estudio sistem¨¢tico emprendi¨® Arist¨®teles, que en su libro Refutaciones sof¨ªsticas menciona trece tipos de ellas. Veamos algunas de sonoro nombre latino:
Falacia ad verecundiam o falacia de autoridad.
Falacia post hoc ergo propter hoc (tras ello, luego a partir de ello).
Falacia ad hominem (no confundir con el argumento ad hominem, que puede ser perfectamente v¨¢lido).
Falacia ceteris paribus (permaneciendo lo dem¨¢s constante).
Falacia ad ignorantiam.
Falacia ad consecuentiam.
Invito a mis sagaces lectoras/es a deducir a qu¨¦ tipo de falacia se refiere cada uno de estos latinajos y a poner alg¨²n ejemplo interesante.
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