La trampa de buscar reconocimiento a toda costa
Detr¨¢s se oculta un escalofriante miedo al fracaso y un punto flaco
A todos nos gusta un cierto reconocimiento en lo que hacemos. Hay personas que lo necesitan de la mayor parte de quienes le rodean y otras que son m¨¢s selectivas. El m¨²sculo de la b¨²squeda de reconocimiento es innato: comienza en nuestra infancia, persiguiendo a nuestros padres para que vean lo bien que hacemos las cosas, lo que nos ayuda a forjar autoestima y seguridad en nosotros mismos. Durante la adolescencia, la opini¨®n del grupo gana fuerza (muchas veces en exceso) y, ya de adultos, seguimos en esta b¨²squeda dependiendo de nuestro car¨¢cter, ya sea a la hora de cocinar, hacer un informe o bailar en una discoteca. El problema lo encontramos cuando se tiene la imperiosa necesidad de ser reconocido a toda costa. Cuando alguien, por ejemplo, hace una presentaci¨®n a varias personas y a la mayor parte le gusta, excepto a una¡ esa evaluaci¨®n negativa es capaz de amargarle los resultados totales. Pues bien, detr¨¢s de este comportamiento lo que se oculta es un escalofriante miedo al fracaso y un punto flaco, porque, como resume Hans Selye, el m¨¦dico precursor del estudio del estr¨¦s, ¡°tanto como anhelamos la aprobaci¨®n, tememos la condena¡±.
Cuando buscamos con desesperaci¨®n el reconocimiento (por supuesto, casi nadie lo admitir¨¢ abiertamente), le estamos otorgando un gran poder al otro en nuestro perjuicio. En el ejemplo anterior, esa persona es terriblemente vulnerable a la cr¨ªtica. Cualquier comentario que cuestione su trabajo ser¨¢ una bomba para sus o¨ªdos, ya sea proveniente de los jefes o del ¨²ltimo becario. Y el motivo es sencillo: ¨¦l o ella les han otorgado ese poder. En el fondo, su orientaci¨®n al logro se basa en su inseguridad, y eso los convierte en extremadamente vulnerables. Por tanto, ?qu¨¦ podemos hacer para gestionar nuestra b¨²squeda de reconocimiento?
Primero, el reconocimiento ha de ser un motor y no una tenaza. La l¨ªnea que lo divide es muy sutil, pero sencilla. Si ante un comentario negativo aislado sobre algo que has hecho no dejas de pensar en ¨¦l, la b¨²squeda de reconocimiento act¨²a m¨¢s bien como tenaza a tu talento o a tu potencial. Sin embargo, si dicho comentario te sirve como est¨ªmulo, aprendes de ¨¦l y pasas p¨¢gina, se convierte en un motor de superaci¨®n.
Segundo, ac¨¦ptalo: no vale la pena el reconocimiento de ciertas personas. Si buscamos agradar a todos, acabaremos no siendo nosotros mismos. Pero ciertas cr¨ªticas son incluso positivas. Si quieres lanzar un cambio, no conf¨ªes en que a todo el mundo le gusta. Es m¨¢s, si no incomoda a determinadas personas, es posible que el proyecto no resulte tan atractivo.
Y tercero, cree en lo que haces y disfruta con ello. Si trabajamos por reconocimiento, no somos creativos ni aut¨¦nticos. La libertad se consigue cuando nuestro trabajo nos permite disfrutar o cuando tiene un sentido. Por tanto, hazlo por ti primero, piensa en el otro, pero no le entregues todo el poder. Solo as¨ª podr¨¢s brillar con luz propia.
En definitiva, como dijo Oscar Wilde: ¡°S¨¦ t¨² mismo. El resto de papeles ya est¨¢n cogidos¡±, y esto se logra cuando la b¨²squeda de reconocimiento la colocamos en su justa medida.
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