Roc¨ªo Molina, la bailaora extrema que quiere ser madre y contarlo bailando
Es una bailaora ¨²nica. La m¨¢s revolucionaria de su generaci¨®n. Lleva el flamenco al l¨ªmite a base de desobedecer la tradici¨®n para volver siempre a ella. Ha cosechado todos los premios. Ha puesto a Barishnikov a sus pies. Ahora busca la fuerza desde la quietud, se ha inseminado para concebir un hijo y quiere contarlo bailando.
TRES NOES ALEJAN el f¨ªsico de Roc¨ªo Molina (M¨¢laga, 1984) del perfil de una bailaora. No tiene altura. No es esbelta. No tiene rostro flamenco. Tres noes que ha o¨ªdo siempre en bocas ajenas. Que le han hecho sentirse diferente. Pero resulta que, desde los tres a?os, su empe?o ha sido bailar flamenco. Y lo que se graba a fuego en la mente de un ni?o no tiene borrado f¨¢cil. Pasa tambi¨¦n que su cuerpo guarda chispa dentro. Por eso le es imposible estarse quieta. Sus carnes las recorren venas que bien podr¨ªan ser cables de alta tensi¨®n. Si la corriente que transmiten va a sus piernas, el tal¨®n se le sube como un resorte al gl¨²teo. Si el impulso se dirige a sus brazos, sus dedos se estiran y atizan con ritmo una barandilla de madera o lo que sea que pille por medio. No tiene altura. No es esbelta. No tiene rostro flamenco. Y pese a eso, la bailaora ha revolucionado el g¨¦nero.
Dice que de ni?a la llamaban la chinita. Ser¨ªa porque su cara es redonda. Sus ojos tienen un toque asi¨¢tico y su nariz, que se repliega hacia arriba desde la punta, deja ver sus fosas nasales. Por ellas coge aire y cuenta: ¡°Cuando era peque?a, la gente me ve¨ªa y no se pod¨ªa imaginar que yo quisiera ser bailaora o que me arrancara por tarantos, que es el primer palo que yo bail¨¦¡±. Explica, durante la sesi¨®n de fotos en los Teatros del Canal en una de sus visitas a Madrid, que tampoco pertenece a una familia con tradici¨®n flamenca y que a los tres a?os su madre la apunt¨® a una academia de baile. A los siete ya sab¨ªa que quer¨ªa ser profesional. Sent¨ªa que la danza para ella no era un juego, que se concentraba demasiado. Al cumplir los 13 quiso dar un paso m¨¢s e ingresar en el Real Conservatorio de Danza de Madrid. Pero desde el Conservatorio de M¨¢laga, donde estudiaba, le advirtieron de que su f¨ªsico no iba a dar el perfil: ¡°Estaba m¨¢s anchota, me pill¨® en pleno desarrollo. Me llevaron al endocrino porque dec¨ªan que as¨ª no podr¨ªa bailar. Que no me iban a aceptar en las pruebas. Fue muy duro. Siempre he tenido que luchar contra no dar el perfil¡±. Pero Molina pas¨® las pruebas y a los 17 finaliz¨® sus estudios con matr¨ªcula de honor. ¡°Al final ha resultado ser una ventaja. Como me ve¨ªa diferente a las dem¨¢s, empec¨¦ a sofisticarme. Me mov¨ªa una fuerza mayor, y eso ha marcado mi trayectoria. He crecido a base de esforzarme m¨¢s que otras bailaoras. Por ejemplo, a m¨ª las rodillas, por mi musculatura, no se me estiran de la misma forma. O me cuesta mucho mover la cadera en c¨ªrculos, como las mujeres. Todo esto me hizo creer mucho m¨¢s en m¨ª y pensar: ¡®Vale, yo no tengo esto, pero voy a desarrollar algo m¨¢s fuerte: una personalidad propia¡±.
El palmar¨¦s de Molina es extenso: ha recibido lecciones de figuras como Rafaela Carrasco o Eva Yerbabuena, ha bailado en la compa?¨ªa de Mar¨ªa Pag¨¦s, ha compartido escenario con La Chana, e Israel Galv¨¢n le propuso como reto una improvisaci¨®n. A los 20 a?os fund¨® su propia compa?¨ªa, con la que ha creado cerca de una decena de montajes. Con 26 recibi¨® el Premio Nacional de Danza. Y a los 28 trat¨® de levantar del suelo al legendario bailar¨ªn Mija¨ªl Barishnikov porque este se hab¨ªa arrodillado ante ella a las puertas de su camerino despu¨¦s de verla bailar.
La malague?a ya no es una joven promesa. Se ha convertido en una realidad que con su cuerpo menudo juega a estirar el flamenco hasta donde d¨¦ de s¨ª. Los oles se le est¨¢n cambiando por bravos y las palmas por aplausos. Los m¨¢s puristas sienten su arte m¨¢s cerca del teatro o de la danza contempor¨¢nea que de lo jondo, pero su baile se apoya en un profundo conocimiento del flamenco cl¨¢sico. Resulta revelador observar la evoluci¨®n de su baile a trav¨¦s de la opini¨®n de los cr¨ªticos. En 2008, Molina estren¨® su espect¨¢culo Oro viejo, una reflexi¨®n sobre el paso del tiempo. El periodista Manuel Boh¨®rquez vio el montaje y escribi¨®: ¡°?C¨®mo va a defraudar una artista como Roc¨ªo Molina? (¡) Anuncia la pr¨®xima revoluci¨®n del baile flamenco que ya ha comenzado¡±. Dos a?os m¨¢s tarde, a la bailaora le entraron ganas de volar. Dijo que al terminar Oro viejo se sent¨ªa vac¨ªa, enjaulada. Quer¨ªa ser libre y cre¨® Cuando las piedras vuelen. Se sumergi¨® aqu¨ª en un mundo on¨ªrico, introdujo proyecciones, zapate¨® en top y culote durante parte de la obra. El cr¨ªtico dijo entonces: ¡°Roc¨ªo quiere ir m¨¢s all¨¢ y tiene prisa. (¡) Tan grandes son sus saltos que un d¨ªa de estos se sale del flamenco¡±.Molina sigui¨® su camino e ide¨® Bosque Ardora, con la que consigui¨® un Premio Max a la mejor coreograf¨ªa. Y Boh¨®rquez replic¨®: ¡°Anoche me aburr¨ª como una ostra porque, para empezar, Bosque Ardora es un tost¨®n. Y el hecho de que se haya programado en un festival de flamenco, una tomadura de pelo¡±. A este espect¨¢culo le sigui¨® Ca¨ªda del cielo, una reflexi¨®n sobre la feminidad donde Molina te?¨ªa sus ingles, sus piernas y el suelo con una pasta p¨²rpura para representar la menstruaci¨®n. Si le quedaba alg¨²n purista entre el p¨²blico, quiz¨¢ con este montaje se baj¨® del barco.?
Pero no se puede hablar de l¨ªmites en el flamenco, plantea el escritor y periodista Juan Jos¨¦ T¨¦llez. Lo que tiene son gustos. Y no hay que tener miedo a explorar, dice, porque las bases est¨¢n muy bien cimentadas, se sabe d¨®nde queda el norte: ¡°Conocemos c¨®mo es el baile cl¨¢sico. Hemos visto bailar a Carmen Amaya, a Vicente Escudero¡ Contamos con esa br¨²jula y, por tanto, no cabe perderse, sabemos volver a puerto. Lo que hace Roc¨ªo es ir al ultramar del baile. Comprobar, como los navegantes antiguos, que m¨¢s all¨¢ no hay monstruos, sino posibilidades de enriquecer el flamenco¡±. El baile experimenta desde hace unos a?os, contin¨²a T¨¦llez, la misma revoluci¨®n que vivi¨® en su d¨ªa la guitarra con Paco de Luc¨ªa o el cante con Camar¨®n. Una evoluci¨®n con indicadores muy notables. Figuras como Israel Galv¨¢n, que han ido m¨¢s all¨¢ del horizonte que se les ten¨ªa previsto. ¡°Estamos en un momento de reinvenci¨®n del baile flamenco. Roc¨ªo innova y al mismo tiempo conserva un poso de tradici¨®n. En su arte se puede ver que el baile es nuevo, pero viene de lejos. El flamenc¨®logo F¨¦lix Grande dec¨ªa de Paco de Luc¨ªa que respetaba la tradici¨®n, pero la desobedec¨ªa, y Roc¨ªo responde a ese mismo perfil. Es una absoluta esponja que al mismo tiempo extrae elementos de la danza contempor¨¢nea, de la m¨²sica ¨¦tnica y de muchas influencias diversas, no solo de las can¨®nicas¡±.
Juan Jos¨¦ T¨¦llez: ¡°Roc¨ªo innova, pero conserva un poso de tradici¨®n. Su baile es nuevo,?pero viene de lejos¡±
A Molina el flamenco le hace vibrar m¨¢s que ning¨²n otro estilo. Se busca a trav¨¦s de ¨¦l. Cuanto m¨¢s lejos va, m¨¢s cerca se siente de lo jondo, y no le importa que la cr¨ªtica piense lo contrario: ¡°Yo no bailo para ellos. Ni siquiera para el p¨²blico. Bailo porque lo necesito; si no, morir¨ªa. Hago lo que quiero en el escenario y me encanta que los espectadores tengan tambi¨¦n esa libertad de pensar y decir de mi baile lo que les parezca. Me gusta ver las distintas reacciones de la gente y me resulta divertido cuando se enfada porque yo no lo hago para molestar a nadie. Buenas o malas, provocar emociones es lo que m¨¢s me gusta¡±.
Y con Ca¨ªda del cielo, su ¨²ltimo espect¨¢culo, desat¨® un verdadero torrente. Ella misma reconoci¨® entonces que una parte de su p¨²blico se despidi¨® tras este espect¨¢culo, pero tambi¨¦n otra se fideliz¨®. Con una falda de pl¨¢stico en su cintura, bail¨® sobre lo que significa para ella ser mujer, tacone¨® a ritmo de electr¨®nica, se enfund¨® dos rodilleras para tirarse de bruces contra el suelo¡ El montaje result¨® tan exigente que su propio cuerpo cambi¨® debido a la rutina f¨ªsica que requer¨ªa: ¡°Las piernas se me pusieron el doble, que ya de por s¨ª las ten¨ªa anchotas. Me he musculado bastante para soportar el fondo de Ca¨ªda. Durante toda esa ¨¦poca ten¨ªa que correr una hora antes de empezar siete horas de ensayo y, sobre todo, disfrutarlo para que no se convirtiera en un sufrimiento¡±. Molina encontr¨® con esta obra el placer de llevar su cuerpo al l¨ªmite. ¡°Entrar en trance es algo que busco, llega a ser adictivo. Doy tanto en cada actuaci¨®n¡ Dejo una parte de m¨ª y muere otra encima del escenario. Necesito entrar en ese estado y de hecho cada vez es mayor. A veces asusta, pero cuando entras ah¨ª es ¨²nico¡±.
Ahora tambi¨¦n sabe que es peligroso. Mientras gestaba Ca¨ªda del cielo, grab¨® un documental sobre su proceso de creaci¨®n. En ¨¦l aparece su madre y cuenta qu¨¦ siente cuando ve a su hija bailar: ¡°Me duele el alma de ver lo que esa ni?a da. Me asusta y yo s¨¦ que ella busca ese extremo, esa l¨ªnea que tiene que traspasar para dejar de ser ella y convertirse en ese monstruo¡±. Fue al ver a su madre con la voz rota y al borde de la l¨¢grima confesar que apenas reconoc¨ªa a su propia hija cuando se sub¨ªa a un escenario lo que le hizo darse cuenta de que quiz¨¢s estaba forzando la m¨¢quina demasiado. ¡°Hasta entonces no era consciente. Me sorprendi¨® que lo dijera ella, y pens¨¦: ¡®Jo¨¦, si es que es verdad¡¯. Hay una parte de autodestrucci¨®n muy fuerte que he buscado¡±. Hasta ahora. Ha llegado al l¨ªmite. Ya no encuentra ese desgaste f¨ªsico tan interesante de explotar y tampoco se lo pide el cuerpo. Molina ha entrado en una nueva etapa en la que pretende encontrar la fuerza desde la quietud. Pero la bailaora est¨¢ hecha de electricidad y el reto que se ha propuesto le resulta de los mayores que ha afrontado en su vida. ¡°Es de locos¡ No puedo¡ Me estoy poniendo disciplina para parar, para ensayar menos y dormir m¨¢s¡ Pero me gusta mucho sentirme despu¨¦s del cansancio. ?Fuah! Me tengo que atar a la silla y decirme: ¡®Quieta¡¯. Me cuesta much¨ªsimo. Pero ya he avanzado, ?eh? Ya empiezo a disfrutarlo, y el cuerpo me lo agradece¡±.
Su b¨²squeda de la quietud empez¨® hace un a?o. Operaron a la bailaora de apendicitis y tuvo que parar por obligaci¨®n durante 20 d¨ªas. Jam¨¢s hab¨ªa estado tanto tiempo sin moverse. Notaba que el cuerpo le mandaba dolores que no exist¨ªan. Le dol¨ªa la cabeza. Se pon¨ªa de mal humor. Sin que nadie lo supiera, se escapaba a su estudio para estirar. Se pon¨ªa una sole¨¢, levantaba los brazos y, al moverlos al ritmo de la m¨²sica, se le saltaban las l¨¢grimas. ¡°Hasta ahora creo que mi cuerpo me ha dominado mucho porque no era consciente de lo que hac¨ªa con ¨¦l. Ahora s¨ª que estoy escuch¨¢ndolo un mont¨®n porque creo que es el trabajo que tengo que hacer. No quiero dominarle, solo quiero que nos entendamos¡±.
La quietud le va a venir bien para su nuevo espect¨¢culo. Un proyecto que ha emprendido con S¨ªlvia P¨¦rez Cruz, en quien ha encontrado una sinton¨ªa casi m¨¢gica y de quien se ha hecho inseparable. Molina aprovecha un impasse de la sesi¨®n de fotos para pedirle a su agente que trate de liberarla al mediod¨ªa: ¡°Quiero comer con S¨ªlvia¡±. Cuenta la bailaora que el a?o pasado aprovech¨® que le tocaba actuar en Barcelona para mandar un e-mail a la oficina de la cantante, sin conocerla, e invitarla a su espect¨¢culo. P¨¦rez Cruz le contest¨® con otra propuesta. La catalana cantaba dos d¨ªas antes de la actuaci¨®n de Molina, as¨ª que la invit¨® a su concierto. ¡°Me dijo que le encantar¨ªa conocerme. Yo de verdad que ten¨ªa muchas ganas, pero soy muy fatigosa y despu¨¦s de la actuaci¨®n me dio mucha verg¨¹enza entrar en su camerino, as¨ª que no fui a saludarla. Le escrib¨ª un e-mail cont¨¢ndole que me hab¨ªa encantado¡±. Quiz¨¢ influida por la fuga de Molina, cuando le toc¨® a P¨¦rez Cruz acudir de p¨²blico, sinti¨® la misma verg¨¹enza y tampoco pas¨® a su camerino. La bailaora la excusa: ¡°Pero me escribi¨® unas palabras preciosas¡±. El destino quiso que coincidieran al d¨ªa siguiente en un avi¨®n rumbo a Sevilla. La vida se lo estaba poniendo a huevo. Era una obligaci¨®n. As¨ª que, al llegar, en el mismo aeropuerto empezaron con la ¡°tonter¨ªa¡±:
¡ªEs que a m¨ª encanta lo que t¨² haces.
¡ªPues yo te canto cuando quieras.
¡ªPues yo te bailo.
Y ese mismo d¨ªa Molina fue al concierto de la artista catalana con la intenci¨®n de taconear, pero sin saber qu¨¦. ¡°En ese escenario se par¨® el mundo. Tuvimos que hablar despu¨¦s y preguntarnos: ¡®Oye, ?aqu¨ª qu¨¦ ha ocurrido?¡¯. No podemos dejar pasar por alto esto porque nunca hemos vivido algo tan potente¡±. S¨ªlvia P¨¦rez Cruz trata de ponerle palabras a lo que sinti¨® aquella vez: ¡°Fue como si nos conoci¨¦ramos. Muy bestia. Nos miramos mucho, hab¨ªa much¨ªsima energ¨ªa, los m¨²sicos se emocionaron y nosotras acabamos abrazadas. Recuerdo que le dije: ¡®?Ya nos conoc¨ªamos, no? ?D¨®nde estabas?¡±. A ese encuentro le sucedi¨® otro y la cantante se pas¨® las horas previas pensando en inventarse algo para compartirlo con la bailaora. Molina le cont¨® su nuevo proyecto: la historia de una mujer lesbiana y soltera que quiere tener un hijo, pero que tiene miedo de enfrentarse sola a esa aventura. La artista catalana se ilusion¨® con la idea. De no haberse dedicado a la m¨²sica, habr¨ªa querido ser comadrona, as¨ª que se ofreci¨® a servirle de apoyo. Juntas han concebido Grito pelao, y la cantante conoce ahora c¨®mo es trabajar con la bailaora: ¡°Roc¨ªo no es nada ca¨®tica. Es muy ordenada y previsora, a veces demasiado. Piensa mucho en lo que puede pasar. Me gusta de ella que sabe escuchar. Es generosa cuando habla y cuando presta atenci¨®n. Es una currante muy bestia. Somos diferentes en el proceso creativo. Yo soy m¨¢s relajada. Lo sufro menos. As¨ª que nos equilibramos¡±.
¡°No quiero aprovechar mi embarazo para dar impulso a la obra. Pueden pasar muchas cosas y me apetece vivirlo como mujer"
Para dar a luz a Grito pelao, que se estrenar¨¢ en el Festival de Avi?¨®n (Francia) el 6 de julio y se presentar¨¢ en Barcelona el 18, Molina se insemin¨® el pasado mes de marzo. La bailaora siente el deseo de ser madre. Quiere vivirlo y contarlo bailando. Conoce el peligro que corre su propuesta art¨ªstica de ser tomada por algo fr¨ªvolo e insiste en que su espect¨¢culo no trata sobre una inseminaci¨®n o un embarazo, sino sobre el anhelo de tener un hijo: ¡°El embarazo igual se da como no se da. Ahora entro en el viaje de hacer los intentos. No quiero aprovecharme o utilizarlo para dar impulso a la obra. S¨¦ que hay muchas mujeres que hacen muchos intentos, no se quedan embarazadas y lo pasan mal. No pienso que esto vaya a ser f¨¢cil. Pueden pasar muchas cosas y tambi¨¦n me apetece vivirlo como mujer. Lo he hablado con m¨¦dicos, claro. Me dicen que tendr¨ªa que ir escuch¨¢ndome. Tambi¨¦n he llegado a un compromiso propio de ser, sobre todo, muy responsable y no ponerme al l¨ªmite. Primero por el futuro beb¨¦, si lo hubiera. Segundo, por m¨ª misma. Tercero, por mi equipo, que no quiero que sufra¡±. El proyecto no casa bien con la previsi¨®n. Molina sabe que, de quedarse embarazada, tendr¨¢ que adaptar la obra las veces que haga falta, empezando por sus movimientos y siguiendo por el vestuario.
Su propuesta es autobiogr¨¢fica y arriesgada. Los avances que ha conseguido a base de trabajar desde la quietud le van a ser muy ¨²tiles. Se prepara Molina para volver a romper los muros y, sin pensar en las cr¨ªticas, dejar atr¨¢s el puerto de lo jondo para volver a ¨¦l con m¨¢s fuerza. Inicia ahora un nuevo viaje al ultramar del baile. No sabe ad¨®nde le llevar¨¢, pero s¨ª que regresar¨¢ con las arcas repletas de material con el que seguir haciendo grande el arte flamenco.?
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