?Atenci¨®n, mire al suelo!
Preocupa la contaminaci¨®n del aire o del mar pero la de los suelos es un asunto marginado en la agenda medioambiental pese a su relaci¨®n directa con la alimentaci¨®n y la salud humanas
Cada a?o se publican centenares de estudios ¡ªy noticias¡ª y se lanzan multitud de campa?as sobre la contaminaci¨®n del aire, de los mares o de los r¨ªos. A medida que la conciencia medioambiental crece, se habla cada vez m¨¢s de la necesidad de proteger los bosques y cuidar de la biodiversidad. Pero hay un recurso del planeta, igual de finito y muchas veces igual de maltratado, cuya degradaci¨®n afecta a todos los anteriores. Y sin embargo, casi siempre es olvidado por casi todos: el suelo.
"El problema es que en todos los sectores, incluso en la agricultura, vemos el suelo solo como un soporte, como una plataforma sobre la que construir o cultivar", lamenta Ra¨²l Zornoza, investigador de la Universidad Polit¨¦cnica de Cartagena y secretario de la Sociedad Espa?ola de la Ciencia del Suelo. "No lo vemos como un recurso que, adem¨¢s, no es renovable a escala humana: estamos degradando algo que es esencial para producir comida", a?ade. Solo en Europa hay 340.000 terrenos contaminados que requieren acciones para sanarlos. En China, el 19% de la tierra cultivable est¨¢ contaminada con sustancias como cadmio, n¨ªquel o ars¨¦nico.
Pero el mayor problema, coinciden los expertos, no son estos preocupantes datos, sino la falta de ellos. Especialmente en los pa¨ªses en desarrollo. "Hay pa¨ªses con grav¨ªsimos problemas de contaminaci¨®n en los que ni existe informaci¨®n", apunta Zornoza. La FAO (agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) ha publicado este mi¨¦rcoles un informe en el que alerta de la "realidad oculta" que es la poluci¨®n de los suelos.
"Muchas veces asociamos la contaminaci¨®n del terreno a desastres como el de Chern¨®bil, a guerras o terremotos: pero es mucho m¨¢s", ha dicho Mette Wilkie, la directora de Ecosistemas de ONU Medio Ambiente en la apertura del simposio internacional que la FAO celebra esta semana. En la Uni¨®n Europea, donde hay m¨¢s abundancia de datos, se calcula que 36% de la poluci¨®n viene de la producci¨®n industrial (incluyendo la agricultura) y el comercio, el 17% de la industria petrolera o un 15% del tratamiento municipal de basuras.
Nos falta ser conscientes de que si estropeo el suelo voy a contaminar el agua que bebo, el aire que respiro y la comida que como
Pr¨¢cticas agr¨ªcolas inadecuadas (por ejemplo, con un uso abusivo de pesticidas y agroqu¨ªmicos), vertidos incontrolados de basura, abonos o aguas residuales, malas pr¨¢cticas en el tratamiento de residuos... Metales pesados, pl¨¢sticos y otros residuos acaban degradando la tierra ya sea por vertidos directos, al depositarse tras ser emitidos a la atm¨®sfera o a trav¨¦s del agua. Y viceversa. La contaminaci¨®n del suelo se traslada al aire y a los recursos h¨ªdricos (incluidos los mares). A veces, incluso, a la comida cultivada en ese suelo.
Los sistemas de irrigaci¨®n de los arrozales en Banglad¨¦s, por ejemplo, a?ade m¨¢s de 1.000 toneladas de ars¨¦nico a la primera capa de tierras, seg¨²n el investigador brit¨¢nico Steve McGrath, quien ha indicado que en varias regiones de China la concentraci¨®n de cadmio y otros elementos qu¨ªmicos est¨¢n llegando al l¨ªmite marcado por las autoridades medioambientales como admisible: seg¨²n el estudio, hasta 12 millones de toneladas de cereales se tienen que descartar cada a?o, con un coste de unos 2.570 millones de d¨®lares para los agricultores chinos. Los niveles de cadmio en algunas zonas del pa¨ªs han aumentado hasta un 250% en los ¨²ltimos 30 a?os. Y un exceso de metales pesados, se?ala el documento, puede adem¨¢s afectar al metabolismo de las plantas y reducir su productividad y la calidad de sus frutos.
Cuesti¨®n aparte son sus efectos sobre la salud humana. Para Marco Martuzzi, de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS), hay muchas evidencias al respecto, pero todav¨ªa cuesta relacionar ciertos efectos negativos de los qu¨ªmicos con su presencia en el suelo. "Hay estudios respecto a c¨®mo la presencia de qu¨ªmicos afecta al desarrollo cerebral de millones de ni?os en todo el mundo", ha apuntado. Martuzzi ha se?alado adem¨¢s cuestiones de justicia social: "Lo cierto es que los grupos m¨¢s vulnerables suelen vivir en las zonas m¨¢s contaminadas".
No todos estos elementos que ensucian los suelos son culpa del hombre: muchos ya estaban ah¨ª o se generan de forma natural. Pero el preocupante aumento, seg¨²n el estudio, s¨ª es achacable a la actividad humana. Por eso, insisten, la prioridad debe ser dejar de contaminar. "En Europa, por ejemplo, hay pasos aceptables, pero se ha descartado elaborar una directiva para proteger los suelos como la que se hizo para cuidar las aguas, en esa l¨ªnea de olvidarse de los suelos", critica Zornoza.
Hay distintos tratados y convenciones internacionales, pero su efectividad es limitada. En muchos casos, porque los pa¨ªses ni siquiera tienen datos ni capacidad efectiva para hacer cumplir las regulaciones al respecto, o para tratar las basuras y vertidos correctamente.
Y si no se avanza en la prevenci¨®n ¡ªe incluso aunque se limiten las pr¨¢cticas contaminantes¡ª habr¨¢ que ir limpiando los suelos. "Lo que, hoy por hoy, es un reto enorme", advierte Ravi Naidu, de la Universidad de Newcastle, Australia. Sobre todo, por su alto coste. "No hay apoyo ni investigaci¨®n para encontrar t¨¦cnicas m¨¢s viables de descontaminaci¨®n: habr¨ªa que esforzarse en hacerlo m¨¢s econ¨®mico", defiende Zornoza. Porque, recuerda el experto espa?ol, puede llevar cientos de a?os conseguir suelos adecuados y productivos. "Nos falta ser conscientes de que si estropeo el suelo voy a contaminar el agua que bebo, el aire que respiro y la comida que como".
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