Viaje al ritmo de Ballena Gurumb¨¦
El artista sevillano publica su primer disco, titulado 'Afroandaluz', donde refleja sus a?os de investigaci¨®n de la historia de las m¨²sicas africanas por una decena de pa¨ªses
El viaje al ritmo de Ballena Gurumb¨¦ es una aventura en siglos y en kil¨®metros, en el tiempo y en latitudes. Todo empez¨® en un concierto de percusi¨®n antillana en la Plaza del Salvador de Sevilla, cuando apenas contaba con 18 a?os. "Pas¨® algo dentro de m¨ª. Como un im¨¢n. Fue un momento m¨ªstico. Hab¨ªa algo que me dej¨® loco", recuerda el m¨²sico sevillano Manuel Jim¨¦nez (1977) de cuando escuch¨® por primera vez esos ritmos sobrecogedores. Cuenta que hasta el momento tocaba rumbas, rock andaluz o escuchaba a los vecinos cantar fandango. Pero en su af¨¢n por encontrar esa conexi¨®n con sus latidos, su origen y su historia viaj¨® a Las Antillas, y de ah¨ª a una decena de pa¨ªses africanos y americanos. "Empec¨¦ a estudiar percusi¨®n tradicional antillana, a encontrar los v¨ªnculos con la esclavitud africana que pasaba por mi ciudad y poco a poco fui descubriendo ?frica, sus etnias, sus ritmos", se?ala el artista, que acaba de publicar su primer ¨¢lbum en solitario titulado Afroandaluz y que hoy act¨²a, a las 22.00, en el Corral de las Cig¨¹e?as, en C¨¢ceres. El 31 de mayo estar¨¢ en Plasencia y el 1 de junio en B¨¦jar.
Kund¨¦, kora, djembe, kpalongo, pandeiro, alfaia, cheker¨¦s, guatacas, dumdum o krim son solo algunos de los instrumentos que brillan en este disco de m¨²sica alegre, de fiesta, de celebraci¨®n, de prosperidad y de reconciliaci¨®n. "Aunque en los conciertos es donde de verdad se pasa bien, con el espect¨¢culo de llamada y respuesta, con el directo", dice entusiasta sobre sus composiciones, que recopilan disciplinas y estilos musicales de lo aprendido estos a?os en sus andanzas e investigaciones que le han llevado por Burkina Faso, Gambia, Venezuela o Brasil, entre otros. "No es una cuesti¨®n de mostrar el virtuosismo, es compartir el mismo comp¨¢s", adelanta. Cuenta como los patrones de 12 tiempos que sonaban hace siglos en ?frica occidental y la regi¨®n Bant¨², llegaron con los flujos esclavistas hasta Venezuela para convertirse en llaneras, o hasta ser base de las buler¨ªas del flamenco. O como las zarabandas o las chaconas, interpretadas por los esclavos en Sevilla, al principio prohibidas y tocadas sin los instrumentos de su tierra, solo sobre una banqueta, con pisadas o palmas, se asimilan despu¨¦s en las cortes espa?olas hasta difundirse por los salones de la nobleza europea.
Hizo con la mochila y la guitarra El Palmar-Dakar, la trayectoria inversa a la de sus amigos inmigrantes subsaharianos llegados en patera
Sus temas son sus viajes. Cuenta que en uno de ellos, que ha titulado El Palmar (C¨¢diz)-Dakar, quiso hacer la trayectoria inversa a la de sus amigos los inmigrantes subsaharianos llegados en patera a Andaluc¨ªa. Y ataviado con "poco dinerito", una mochila y una guitarra, baj¨® desde Tarifa a Marruecos, al Sahara, a Mauritania y a Senegal y recuerda como en esa traves¨ªa la guitarra hasta le sirvi¨® de pasaporte. "En una de las aduanas me hicieron tocarla, y en un sitio de total mal rollo, termin¨® todo el mundo bailando", cuenta de un trayecto que realiz¨® paso a paso. "Es diferente a cuando coges un avi¨®n, que solo te transporta", dice recordando una cita le¨ªda en el libro ?bano de Ryszard Kapu?ci¨½ski. As¨ª vas descubriendo como no hay tantas diferencias entre nosotros, solo van cambiando poquito a poquito algunas interpretaciones de la religi¨®n, de la forma de preparar el t¨¦, el color de la piel, es progresivo. Y cuando apenas te das ni cuenta ya est¨¢s en el ?frica negra y no ha sido tanto", reflexiona. "Descubr¨ª que al final lo que separa a mi tierra Andaluc¨ªa de all¨ª no es mucho m¨¢s que un desierto", concluye el artista, reci¨¦n aterrizado en Sevilla de participar en un proyecto de cooperaci¨®n cultural de la organizaci¨®n Voces en N¨ªger y Costa de Marfil.
"En el disco hay ra¨ªces africanas por todas partes, los ritmos me salen de forma natural", se?ala Manuel, cuyo nombre art¨ªstico es Ballena Gurumb¨¦. "Manuel me lo pusieron mis padres, Ballena me llamaban cuando hac¨ªa kayak por el Guadalquivir, y Gurumb¨¦ lo puse yo, que fue una de las danzas que los africanos popularizaron en Espa?a y sus colonias durante la ¨¦poca esclavista y que dejaron su legado en numerosos g¨¦neros tradicionales iberoamericanos. Es un nombre participativo", bromea simp¨¢tico. En el disco toca con una decena de m¨²sicos como el compositor gaditano Javier Ruibal, la violinista de Chicago Leslie Jordan, el senegal¨¦s Biram One Pac, el bajo Humberto Lincoln, el bater¨ªa Toni Mangas o el trompetista Antonio Campos en una banda intercultural que ha nombrado La Mojiganga.
"No es una cuesti¨®n de mostrar el virtuosismo en los conciertos, es compartir el mismo comp¨¢s", dice Ballena Gurumb¨¦
Ballena Gurumb¨¦ se pasea por la exposici¨®n de instrumentos africanos ?Te suena ?frica?, en Sevilla, como el que se adentra de un paso en otra dimensi¨®n. Toma al azar algunos de los 500 instrumentos que conforman esta muestra y los hace sonar como si fuesen una extensi¨®n de s¨ª mismo. Tambores parlantes, sonajas, mbiras, balafones, xil¨®fonos... decenas de ellos. Se ha convertido en multinstrumentista despu¨¦s de sus infinitas experiencias vividas desde sus principios en Guadalupe, donde aprendi¨® la gwoka, un ritmo vinculado a los cimarrones, una m¨²sica de rebeld¨ªa contra el poder colonial y esclavista. "Estaba mal vista, pero despu¨¦s se tom¨® como bandera. ?bamos por las calles para mostrar nuestro descontento con el sistema, con el tambor como fusil", recuerda. Igual que cuenta cuando conoci¨® la historia de los negros curros en Cuba. "Curro era sin¨®nimo de sevillano, fueron los primeros negros africanos que despu¨¦s de pasar por Andaluc¨ªa llegaron a la isla para buscar trabajo, en el siglo XVI, antes de la esclavitud de las plantaciones, y all¨ª dejaron sus ritmos", ilustra.
Invita as¨ª con su m¨²sica a bailar por el pasado, por los ritmos que los ancestros marcaron y extendieron sorteando fronteras mentales y f¨ªsicas, siempre con la m¨²sica como esencia de la comunicaci¨®n. ¡°Quien puede andar, puede bailar, y quien puede hablar, puede cantar¡±, recoge en la presentaci¨®n de su disco de un proverbio dinka.
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