?Demasiado mayor para viajar? Usted no me conoce
Con m¨¢s de 60 a?os, la edad y la experiencia acercan nuevos objetivos... No hay mejores o peores viajes, s¨®lo hay viajeros hallando su propio destino
Vivir para viajar. Viajar para vivir. Nuestra relaci¨®n con los viajes ha cambiado sustancialmente en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Antes resultaba algo excepcional. Anclado como mucho a las vacaciones y al exceso de calor. Desde los sesenta, la costa se ha venido convirtiendo en ese lugar familiar y con memoria. Y hoy es ya una forma masiva de entretenimiento y un contundente objeto de consumo. Lo que podr¨ªa diluir su enorme capacidad de cambio en nuestras vidas. Bufalino escrib¨ªa,"hay quien viaja para perderse, quien viaja para encontrarse". La experiencia del viaje es siempre transformadora y fascinante. De un modo u otro. Una suave depuraci¨®n de nuestra forma de estar en el mundo. Y posiblemente uno de esos sencillos m¨¦todos para acercarnos a nosotros mismos.
El viaje es ¨²til como gu¨ªa. Como hallazgo repentino o como sue?o pendiente. Olvidamos a menudo que tambi¨¦n se produce leyendo e incluso fantaseando. Por lo que nunca es demasiado tarde para acercarnos a la otra punta del planeta desde nuestro sof¨¢. Eso explicar¨ªa el ¨¦xito de programas y revistas de viajes. Investigaciones recientes confirman lo que muchos ya intu¨ªan. Que el hecho de leer sobre viajes modifica nuestro cerebro como si en realidad hubi¨¦semos estado all¨ª. Esto es una excelente noticia para los que f¨ªsicamente no pueden desplazarse. Ahora ese libro de Emilio Salgari tambi¨¦n puede ser una gigantesca invitaci¨®n a vagar por ?frica viviendo directamente una aventura sin rozar el riesgo. Un cerebro en movimiento b¨¢sicamente es un cerebro feliz. Equilibrado y disponible ante nuevos est¨ªmulos.
Con m¨¢s de 60 a?os, la edad y la experiencia acercan nuevos objetivos. Permiten tomar un avi¨®n para un descanso merecido. Observar de cerca los cuadros de ese museo. O simplemente pasear por aquel lugar en mitad de la naturaleza. No hay mejores o peores viajes. S¨®lo hay viajeros hallando su propio destino. Se tiende equivocadamente a utilizar el viaje como medida de estatus social. Una degradaci¨®n tan torpe del propio viaje que pr¨¢cticamente sonroja. Torremolinos es tan v¨¢lido como Budapest si logra crear un bienestar profundo. No debe olvidarse que existen diferentes lugares para diferentes personas. Y que el prejuicio nunca acompa?a a un buen viajero. Tampoco los horarios ni los planes r¨ªgidos. ?nicamente dejarse llevar y permitir la sorpresa. El deslumbrante atractivo de lo inesperado.
Al crecer tendemos a la monoton¨ªa. A movernos solo hacia lugares conocidos. Una peligrosa tentaci¨®n porque la rutina ofrece una falsa sensaci¨®n de comodidad. El viaje en cambio rompe esa inercia. Ver actuar a otros de diferente modo nos predispone a cuestionarnos. Y aunque resulte inc¨®modo es la v¨ªa m¨¢s segura de aproximarnos al cambio. Cuando cambiar resulta m¨¢s necesario y m¨¢s dif¨ªcil. Se aprende a viajar como se aprende a escribir. Es decir, con pr¨¢ctica, dedicaci¨®n y aut¨¦ntico inter¨¦s. Sino aparecer¨¢ el distanciamiento y el rechazo. Que al final destierran cualquier experiencia real de nuestras vidas. Es fundamental avanzar progresivamente. Tal y como uno pueda desenvolverse frente a los acontecimientos. Viajar tampoco debe ser una obligaci¨®n. Niega los principios b¨¢sicos en los que desarrollar su aprendizaje.
Por supuesto nunca habr¨¢ dos viajes id¨¦nticos. Como ser¨¢ diferente el viaje solo o en compa?¨ªa. Ya se sabe que se acaba por conocer a la perfecci¨®n a los acompa?antes. Lo que puede ser una agradable sorpresa o una incre¨ªble fuente de preocupaci¨®n. Siempre tendremos la posibilidad de dar un giro y dejarnos perder por alguna calle silenciosa o entrar en esa peque?a tienda de antig¨¹edades. Tal vez exista predisposici¨®n por el mar despu¨¦s de todo. Su sonido y el sol son una excelente compa?¨ªa. Acomodarse y simplemente ver pasar las horas. Al viajero le corresponde ser un excepcional observador. Porque no es necesario correr de un lado para otro. En ocasiones ¨²nicamente se trata de prestar atenci¨®n. Y el viaje mostrar¨¢ su significado.
*Julio C¨¦sar ?lvarez es psic¨®logo y escritor.?
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