Dolencias extra?as, autolesiones... El s¨ªndrome que desespera a los m¨¦dicos
Son pacientes con dolencias extra?as. Se autolesionan voluntariamente. En los casos extremos hacen enfermar a sus seres queridos. La persona con s¨ªndrome de M¨¹nchhausen demanda admiraci¨®n. Quiere tener el control sobre su salud. Pero ?cu¨¢les son sus l¨ªmites?
NO HAY M?DICO que no los conozca. Son enfermos habituales de los servicios de urgencias. Pacientes con las dolencias m¨¢s extra?as a los que incluso se les ha llegado a intervenir quir¨²rgicamente en m¨¢s de una ocasi¨®n. Llegan a provocarse, voluntaria y conscientemente, s¨ªntomas, enfermedades, trastornos. Acuden a los servicios sanitarios en busca de atenci¨®n m¨¦dica, pero cuando se intenta recopilar la informaci¨®n necesaria para el diagn¨®stico, para entender los achaques que supuestamente est¨¢n sufriendo, desde cu¨¢ndo y por qu¨¦, ocultan lo que se han hecho, c¨®mo se han provocado el supuesto s¨ªntoma. Y lo hacen de forma consciente y voluntaria. Una persona con s¨ªndrome de M¨¹nchhausen puede suponer, a priori, todo un reto para el facultativo que les atiende. Hasta que por fin se le desenmascara.
El s¨ªndrome de M¨¹nchhausen
por poderes consiste en da?ar
la salud de un ser querido. Sobre todo, de madres con sus hijos
Esta enfermedad carece de sentido. Los que la padecen llegan a hacer de todo: desde ingerir sin parar enormes cantidades de l¨ªquidos hasta inyectarse insulina para provocarse estados de coma, autolesionarse o inyectarse tambi¨¦n polvos de talco diluido en suero¡, la imaginaci¨®n de los que padecen este trastorno es infinita. El curioso s¨ªndrome recibe el nombre del alem¨¢n Karl Friedrich Hieronymus von M¨¹nchhausen (1720-1797), m¨¢s conocido como el bar¨®n de M¨¹nchhausen. Fue un oficial de caballer¨ªa que se alist¨® en el Ej¨¦rcito ruso y que particip¨® en las campa?as militares contra el Imperio Otomano. Cuando volvi¨® de la guerra, cont¨® todo tipo de haza?as que poco ten¨ªan que ver con la realidad. Sus historias acabaron en el libro Las aventuras del bar¨®n M¨¹nchausen, escrito por Rudolf E. Raspe en 1785. De las narraciones fantasiosas, exageradas y casi grotescas del bar¨®n tom¨® la idea el endocrin¨®logo brit¨¢nico Richard Asher cuando, en 1951, describi¨® ¡°un s¨ªndrome com¨²n que ha visto la mayor¨ªa de los m¨¦dicos, pero sobre el que casi nadie ha escrito. Al igual que el bar¨®n de M¨¹nchhausen, las personas que lo padecen realizan m¨²ltiples viajes; sus historias, como las atribuidas a ¨¦l, son dram¨¢ticas, falsas y fantasiosas¡±. Al final, su noble apellido da nombre a esta alteraci¨®n psicol¨®gica.
Este padecimiento es muy diferente del caso del hipocondriaco o del que sufre otras dolencias psicosom¨¢ticas. El hipocondriaco tiene miedo de padecer una enfermedad. Coinciden en que visitan con mucha frecuencia los servicios sanitarios, pero estos s¨ª aportan toda la informaci¨®n que pueden e intentan colaborar (dentro de lo que sus miedos les permitan). Por su parte, alguien con un dolor psicosom¨¢tico lo siente exactamente igual que quien se ha roto una pierna, aunque sea su estado mental el que produzca esa molestia. La cuesti¨®n es: ?por qu¨¦ alguien con el trastorno de M¨¹nchhausen puede considerarse un enfermo? Es dif¨ªcil explicar qu¨¦ mueve a estos individuos a hacer lo que hacen. No lo sabemos con certeza. Posiblemente ellos tampoco lo saben. Una de sus principales motivaciones que pueden explicar el s¨ªndrome es el poder.
La gran atracci¨®n de la mentira consiste en que es algo personal, le pertenece a uno, es su trabajo, es su obra. Al hacerlo, uno interviene en el orden de las cosas, disponi¨¦ndolas como le parece conveniente. Otra raz¨®n es la de adquirir el rol de persona luchadora. Es una manera de demandar al mismo tiempo consuelo y admiraci¨®n. Pero el juego puede llegar a ser a¨²n m¨¢s perverso. En algunos casos se llega a da?ar a un ser querido, lo que se conoce como el s¨ªndrome de M¨¹nchhausen por poderes. En este caso, el que necesita atenci¨®n m¨¦dica es alguien que depende de un enfermo con este s¨ªndrome. El caso m¨¢s claro es el del progenitor con el hijo. La madre o el padre que llega a arriesgar la vida de su peque?o para tener todo el control. Siente el poder de salvar a su hijo y muchas veces decide no hacerlo. La ¨²nica manera de saber con certeza que la persona tiene un s¨ªndrome de M¨¹nchhausen es la confesi¨®n. Muchas veces resulta incompatible con la l¨®gica de la biolog¨ªa, pero en medicina rara vez podemos afirmar que algo es del todo imposible.
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