El hambre es un crimen
El repunte de la subalimentaci¨®n coincide con una d¨¦cada de declive gradual de la paz mundial
No hay otro modo de decirlo, no hay atenuante: en un mundo que produce suficientes alimentos para dar de comer a todos sus habitantes, el hambre es un crimen.
Todos los d¨ªas vemos, desde la comodidad de nuestras butacas y a trav¨¦s de la confortable distancia que nos proporcionan las pantallas, la desesperaci¨®n de las personas pobres y vulnerables que se ven forzadas a migrar en las condiciones m¨¢s humillantes. La mayor¨ªa de ellas provienen de ¨¢reas rurales.
Tenemos que hacer m¨¢s por ellas. No podemos permitir, ni permitirnos, que se queden atr¨¢s.
Mirar hacia otro lado y no abordar las causas m¨¢s profundas para acabar con el hambre y la pobreza es un crimen, ante todo, porque sabemos c¨®mo hacerlo. Sabemos qu¨¦ funciona, sabemos c¨®mo hacerlo. Pero no lo lograremos si la violencia contin¨²a y los conflictos no cesan.
Los datos m¨¢s recientes de la FAO se?alan que, tras casi una d¨¦cada de descensos, el n¨²mero de personas afectadas por el hambre en el mundo ha vuelto a crecer, con 815 millones de personas v¨ªctimas de la subalimentaci¨®n cr¨®nica en 2016. En 2017, unos 124 millones necesitaron ayuda de emergencia para evitar caer en la hambruna, en comparaci¨®n con 108 millones en 2016.
No es casualidad que estas cifras coincidan con una d¨¦cada de declive gradual en la paz mundial debido, principalmente, a los conflictos en Oriente Medio y en ?frica y a sus efectos indirectos en otras zonas, seg¨²n el ?ndice Global de la Paz 2018, publicado hace unos d¨ªas.
La paz no es solo la ausencia de conflicto: es una din¨¢mica mucho m¨¢s compleja? en la que la alimentaci¨®n ocupa un lugar fundamental
No nos falta ninguna evidencia m¨¢s: en un mundo m¨¢s violento, el hambre aumenta. La relaci¨®n es directa. Es en pa¨ªses como Siria, Yemen, Afganist¨¢n, Sud¨¢n del Sur, Irak y Somalia donde encontramos algunas de las tasas m¨¢s elevadas de inseguridad alimentaria. Tambi¨¦n Am¨¦rica Latina ha asistido a un retroceso en su desarrollo y al repunte del hambre y de la exclusi¨®n social por los conflictos y la inestabilidad social.
Por eso es parad¨®jico que el gasto militar mundial contin¨²e aumentando frente a los escasos recursos que los pa¨ªses asignan la lucha contra el hambre.
Necesitamos m¨¢s compromiso y m¨¢s apoyo financiero para poder salvar los medios de vida que contribuyen a sostener una paz duradera. Una en la que las personas tengan oportunidades para permanecer en su tierra y la migraci¨®n sea una opci¨®n y no un ¨²ltimo resorte desesperado.
Esta relaci¨®n a menudo se pasa por alto, pero todos los pa¨ªses deben tener en cuenta que la paz y el fin de los conflictos son fundamentales para volver a reducir las cifras del hambre.
Y todos debemos recordar que la paz no es solo la ausencia de conflicto. La paz es una din¨¢mica mucho m¨¢s compleja y permanente de relaciones entre las personas y los pueblos en la que la alimentaci¨®n ocupa un lugar fundamental.
Los derechos humanos y los de los pueblos son valores indivisibles en la construcci¨®n democr¨¢tica y fundamentales para alcanzar la igualdad para todos y todas. Por lo tanto, es urgente fortalecer las condiciones de vida y trabajar por el desarrollo, tanto de los pueblos como de los peque?os y medianos productores rurales para que puedan afirmar sus valores y disfrutar una vida digna.
En esa din¨¢mica, hay algo incuestionable: los m¨¢s necesitados requieren el apoyo y la solidaridad del resto. Solo desde esa concepci¨®n seremos capaces de erradicar el hambre y construir una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s humana para todos.
Jos¨¦ Graziano da Silva es director general de la FAO. Adolfo P¨¦rez Esquivel es Premio Nobel de la Paz y miembro de la Alianza de la FAO por la Seguridad Alimentaria y la Paz.
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