El misterio de los ataques s¨®nicos a diplom¨¢ticos de Estados Unidos
Mientras muchos expertos cuestionan su existencia, aparecen nuevos posibles casos en otros pa¨ªses
Perplejidad, desconcierto, extra?eza, desconfianza, propaganda, misterio... Son algunos de los s¨ªntomas de la extra?a enfermedad en que se ha convertido el caso de los supuestos ataques s¨®nicos a personal de la embajada de EE UU en Cuba. Hay informes a favor y en contra, una revisi¨®n m¨¦dica encargada por las autoridades estadounidenses que es cuestionada por expertos en neurociencia. Expertos en ac¨²stica niegan que el sonido pueda provocar ese tipo de da?os al tiempo que otros dudan de que exista una tecnolog¨ªa que se acerque a un arma s¨®nica. Sin embargo, aparecen nuevos posibles casos en otras legaciones diplom¨¢ticas, la pol¨ªtica internacional se enrarece.
A finales de 2016, tres agentes de inteligencia de EE UU destinados en su embajada en La Habana (Cuba) cayeron enfermos de algo de origen desconocido. Entre sus s¨ªntomas relataron p¨¦rdida de audici¨®n, mareos, ac¨²fenos, dificultad para mantener el equilibrio, problemas de visi¨®n y para conciliar el sue?o, jaquecas y deterioro cognitivo. En los meses siguientes, otros diplom¨¢ticos reportaron sensaciones similares. La mayor¨ªa cuentan que todo empez¨® tras o¨ªr un agudo y fuerte sonido que a alguno le pareci¨® una concentraci¨®n de grillos. Muchos sintieron al mismo tiempo un fuerte pulso de aire, como el que se siente al abrir la ventanilla de un coche a gran velocidad. A finales de 2017, el Departamento de Estado de EE UU mandaba a casa a 80 miembros de su personal diplom¨¢tico y hablaba de "ataques de naturaleza desconocida".
Desde entonces las certezas han ido en paralelo a las dudas. En marzo pasado, la prestigiosa revista m¨¦dica JAMA publicaba los resultados preliminares de la revisi¨®n m¨¦dica realizada a 21 de los afectados m¨¢s de 200 d¨ªas despu¨¦s de los supuestos ataques. El trabajo, a especialistas de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pensilvania, concluye que el personal destinado en La Habana presentaba "disfunciones cognitivas, en el sistema vestibular [interviene en el equilibrio] y oculomotoras persistentes". Al final del informe escriben: "Estas personas parec¨ªan tener un trauma prolongada en una variedad de redes cerebrales sin un historial asociado de traumatismo craneoencef¨¢lico", es decir, una conmoci¨®n cerebral pero sin golpe en la cabeza.
Sin embargo, el informe m¨¦dico ha sido criticado por muchos y no solo porque fuera encargado por el Departamento de Estado de EE UU. Primero desde Cuba: "No hay evidencias s¨®lidas de que existan lesiones cerebrales en la mayor¨ªa de los diplom¨¢ticos involucrados, y si la hubiera en alguno pudiera ser una lesi¨®n preexistente. Ninguno de los mecanismos propuesto se sostiene por los hechos", escribe en un correo el director del Centro de Neurociencias de Cuba, el doctor Mitchell Vald¨¦s-Sosa. "El reporte de los m¨¦dicos que los atiende publicado en JAMA est¨¢ lleno de lagunas reconocidas por la propia revista en un. Adem¨¢s, varios autores han publicado cr¨ªticas a las conclusiones del trabajo", a?ade.
Especializado en neurofisiolog¨ªa,?Vald¨¦s-Sosa forma parte del comit¨¦ de expertos cubanos que elabor¨® un informe sobre los supuestos ataques. Durante nueve meses revisaron las cercan¨ªas de las viviendas y hoteles donde se alojaban los afectados, realizaron revisiones m¨¦dicas a 20 ciudadanos cubanos que trabajaban en los hogares de los diplom¨¢ticos y barajaron posibles causas como alguna fumigaci¨®n excesiva. Pero los ¨²nicos datos de los enfermos con los que contaron fueron los publicados en los medios: "Hasta el momento, la informaci¨®n m¨¦dica compartida es m¨ªnima. Una sola hoja resumida sin una imagen, un resultado de laboratorio, ni datos demogr¨¢ficos", se lamenta el neurofisi¨®logo cubano. A falta de m¨¢s informaci¨®n, en su informe, los cient¨ªficos de la isla sugieren la posibilidad de que se trata de un "trastorno psicog¨¦nico colectivo", es decir, de un episodio de histeria colectiva.
La revisi¨®n m¨¦dica ha encontrado alteraciones en los sistemas auditivo, ocular y vestibular de los diplom¨¢ticos
El escepticismo m¨¦dico no procede solo del lado cubano. El profesor de neuropsicolog¨ªa de la Universidad de Edimburgo y editor de la revista especializada Cortex, Sergio Della Sala critica duramente tanto los m¨¦todos como los resultados de la revisi¨®n m¨¦dica en lo que se entra en su campo, la neurociencia cognitiva: "Los datos que incluye el estudio publicado en JAMA son perfectamente compatibles con cualquier distribuci¨®n normal. No hay evidencias de que las seis personas a las que sometieron a tareas cognitivas presenten alg¨²n tipo de d¨¦ficit", explica. Della Sala no cuestiona que los s¨ªntomas sean reales, lo que critica es con la metodolog¨ªa y criterios usados para estudiarlos, "cualquiera que hiciera las pruebas aparecer¨ªa como afectado".
Origen incierto
La otra gran pregunta a¨²n sin respuesta es, si los da?os son reales, ?qu¨¦ los ha causado? En caso de ser intencionado, algo que a¨²n esta por determinar, se han apuntado desde un virus o bacteria hasta a alg¨²n agente qu¨ªmico. Pero tanto unos como otros habr¨ªan dejado su rastro en otros ¨®rganos del cuerpo. Una investigaci¨®n del FBI en enero pasado descart¨® tambi¨¦n que se trata de un ataque con alg¨²n tipo de arma s¨®nica.
Pero el hecho de que al menos 18 de los afectados oyeran aquel extra?o sonido como a grillos, se?ala al sonido como posible causa. Tanto diversas polic¨ªas de EE UU como los militares disponen de los llamados dispositivos ac¨²sticos de largo alcance (LRAD, por sus siglas en ingl¨¦s). Tambi¨¦n se ha especulado con un ataque s¨®nico pero con la porci¨®n no audible, es decir, en las frecuencias m¨¢s bajas (infrasonidos) o m¨¢s altas (ultrasonidos) del espectro que percibe el o¨ªdo humano, que va desde los 20 hercios (Hz, o n¨²mero de ondas por segundo) hasta los 20.000 Hz
Los cient¨ªficos cubanos que han analizado se?alan a un posible "trastorno psicog¨¦nico colectivo"
"Los LRAD no pueden producir infrasonidos, operan en altas frecuencias", recuerda el investigador de la facultad de f¨ªsica de la Universidad T¨¦cnica de Dortmund (Alemania), J¨¹rgen Altmann. "Y, en realidad, los infrasonidos no tienen efectos impresionantes en todo caso", a?ade este cient¨ªfico que ya en 1999 public¨® un amplio trabajo sobre las posibilidades del sonido como arma. En cuanto a los ultrasonidos, Altman reconoce que tendr¨ªan m¨¢s posibilidades: "se puede fabricar emisores de ultrasonidos (y est¨¢n siendo usado en diversos sectores industriales) y los LRAD probablemente pueda emitir en las frecuencias de ultrasonidos m¨¢s bajas, pero el ultrasonido a alto nivel no se propaga bien por el aire", comenta el cient¨ªfico germano.
Hay a¨²n otra posibilidad, quiz¨¢ la m¨¢s peliculera, quiz¨¢ la m¨¢s cierta. El profesor de la Universidad de Michigan (EE UU) Kevin Fu es uno de los mayores expertos en el nov¨ªsimo terreno de la ciberseguridad ultras¨®nica. Junto a dos colegas de la universidad china de Zhejiang, ha sugerido que todo podr¨ªa deberse a un da?o colateral, a un efecto secundario y no deseado de alg¨²n nuevo sistema de escuchas. Sus colegas chinos demostraron el a?o pasado c¨®mo se puede usar ultrasonidos para que Siri y otros asistentes personales reciban comandos de voz pero inaudibles. Al revisar las grabaciones de los que habr¨ªan o¨ªdo los diplom¨¢ticos, encontraron un extra?o fen¨®meno sonoro llamado distorsi¨®n por intermodulaci¨®n. Tal y como explican en un art¨ªculo de la revista t¨¦cnica IEEE Spectrum, la interferencia entre dos ondas ultras¨®nicas de diferente frecuencia se puede producir un tercer sonido, este s¨ª audible. As¨ª s¨ª que encajar¨ªan casi todas las piezas.
El problema es que hace unos d¨ªas se confirmaba que otro diplom¨¢tico estadounidense hab¨ªa sido repatriado con los mismos s¨ªntomas, pero no estaba destinado en La Habana sino en el consulado que EE UU tiene en Cant¨®n, en la lejana China. Adem¨¢s, seg¨²n una nota de la agencia AP, las autoridades estadounidenses estar¨ªan investigando otros casos sucedidos en Uzbekist¨¢n y Singapur. ?Ataque global o de histeria?
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