Errores que cometemos con los ni?os con altas capacidades
Es urgente que profesionales y padres nos ocupemos de ir desmontando la incultura y distorsi¨®n que abunda acerca de las superdotaci¨®n
Se ha publicado recientemente un art¨ªculo acerca de un ni?o belga de ocho a?os que va a entrar en la Universidad, tras completar sus estudios en 18 meses. Se dice en el art¨ªculo que tiene un cociente intelectual de 145. Este ni?o no es una excepci¨®n dentro del mundo de las Altas capacidades (AA CC). Lo que es realmente excepcional es que le hayan permitido seguir su ritmo. Lo que quiero transmitir y ya no s¨¦ c¨®mo, es que ni?os como este est¨¢n en todos y cada uno de los centros escolares de nuestro pa¨ªs, est¨¢n en las aulas siendo ignorados, apartados, mal diagnosticados.
Este ni?o fue educado en su casa al darse cuenta (como el resto de alumnos como ¨¦l) de que en clase se aburr¨ªa soberanamente, que no pod¨ªa seguir con ese ritmo de aprendizaje y sus padres le escucharon. El sistema espa?ol educativo, en su versi¨®n m¨¢s autoritaria y paternalista no nos permite a los padres elegir. No es posible desescolarizar en este pa¨ªs sin quedar fuera o al margen de la ley. Y se ampara redactando leyes que presuntamente est¨¢n para potenciar y canalizar el potencial de un alumno de alta capacidad, pero que no se suelen cumplir.
As¨ª que los padres se encuentran b¨¢sicamente atrapados entre un sistema que hace de la escolaridad una especie de secuestro legal, pero que no atiende las necesidades de este tipo de alumnado en tanto la mayor¨ªa de los docentes desconocen hasta lo m¨¢s b¨¢sico para poder apoyar a un ni?o superdotado. No, el ni?o belga no es noticia y tampoco es prodigio como dicen algunos titulares que tampoco se han molestado en informarse antes de lanzarse al reclamo, tan atractivo, como falso, de esta ¡°noticia¡±.
Nuestras universidades tendr¨ªan muchos ni?os como este si se les permitiera avanzar a su ritmo. Y ya no digo potenciar, digo solamente no obstaculizar su ritmo de aprendizaje. Es urgente que profesionales y padres nos ocupemos de ir desmontando la incultura y distorsi¨®n que abunda acerca de las altas capacidades, que rompamos con los mitos y los estereotipos tan difundidos como perniciosos.
De todos ellos, uno de los m¨¢s difundidos especialmente en el contexto escolar es que Alta Capacidad es igual que Alto rendimiento escolar. Y digo escolar, porque la mayor¨ªa de los ni?os de alto potencial, s¨ª son de alto rendimiento en aquello que les motiva, les reta y les estimula. En aquello que es de su inter¨¦s y de la forma en que quieren abordarlo. Tanto es as¨ª, que pueden parecer obsesivos cuando est¨¢n inmersos en el conocimiento de algo: dinosaurios, sistemas solar, cuerpo humano, geograf¨ªa¡
?Cu¨¢l es el problema, en mi opini¨®n, de que tengan un rendimiento mediocre o incluso bajo en la escuela?
- Las metodolog¨ªas tradicionales, procedentes del siglo XIX y con apenas modificaciones siguen trabajando en funci¨®n del procesamiento de la informaci¨®n de forma secuencial y por repetici¨®n, cuando la mayor¨ªa de los ni?os y ni?as con AA CC son predominantemente visoespaciales.
- Tambi¨¦n el ritmo de aprendizaje es muy diferente del de sus iguales en el aula, por lo que a fuerza de aguantar un d¨ªa y otro, llega el aburrimiento, la frustraci¨®n y la desconexi¨®n.
- Hay tambi¨¦n factores motivacionales: aprenden muy pronto que con muy poco esfuerzo logran notas razonablemente buenas, as¨ª que ¡°cubren el expediente¡± y pasan a dedicarse a lo que verdaderamente les interesa. Esta actitud puede funcionar en los a?os de primaria, pero empieza a complicarse cuando avanzan hacia Bachillerato y Secundaria.
Si algo define al sujeto con alta capacidad es que es extraordinariamente emocional, vincularse le resulta imprescindible para lograr el equilibrio emocional necesario para fluir a nivel cognitivo. La falta de v¨ªnculo del docente con el ni?o, sistemas de disciplina punitivos basados en el premio-castigo, la percepci¨®n de falta de control sobre su propio aprendizaje y la informaci¨®n masticada, conforman el camino m¨¢s r¨¢pido hacia el fracaso y los problemas de conducta.
Ellos son investigadores, necesitan descubrir por s¨ª mismos, usar las manos, el cuerpo, actuar el aprendizaje¡ cuando la escuela les convierte en sujetos pasivos que tragan pur¨¦ de informaci¨®n para despu¨¦s vomitarla en un examen, se sienten fuera del sistema. No hay nada ah¨ª para ellos.
Otro mito extraordinariamente lesivo es la idea, muy difundida por los equipos de orientaci¨®n de que no se puede evaluar antes de los 6 a?os.
Esto no solamente no es cierto, sino que la detecci¨®n temprana es imprescindible:
- ?Para estar atentos a la evoluci¨®n emocional y acad¨¦mica del ni?o.
- ?Para adecuar el modelo educativo de padres y docentes.
- ?Para ayudarles a entender su condici¨®n como base para construir una autoestima sana.
- ?Para evitar el aburrimiento, la desmotivaci¨®n y el fracaso.
- ?Para entender su forma de procesar la realidad y acompa?arles en el recorrido.
- ?Para canalizar todo ese potencial intelectual y emocional de forma constructiva.
Necesitan que los servicios de Orientaci¨®n, docentes y psic¨®logos est¨¦n lo suficientemente informados para ser capaces de detectar cuando un ni?o puede tener Alta Capacidad en lugar de colgarle diagn¨®sticos como Asperger o TDHA, llegando incluso a sugerir y prescribir medicaci¨®n.
Necesitan la paciencia y la comprensi¨®n de quienes conocen c¨®mo sienten y c¨®mo son. No se puede comprender lo que no se conoce: como padres, no podemos permitirnos el lujo de la ignorancia, y como docentes, tampoco. Est¨¢n en nuestras manos.
Estamos obligados a revisar nuestras creencias, el modelo en el que fuimos educados y cambiarlo
No necesitan una evaluaci¨®n detr¨¢s de otra porque los profesionales no se ponen de acuerdo en el n¨²mero de CI o la homogeneidad de los resultados. Es un sinsentido que un ni?o sea considerado Alumno con Necesidades Educativas Espec¨ªficas en Murcia o en Canarias y no en Madrid, por poner un ejemplo. Como tampoco es admisible que el ¨²nico criterio para atender la demanda educativa de un alumno sea el psicom¨¦trico, entendido adem¨¢s de forma fundamentalista. Para nosotros, un ni?o con 129 de CI es tan demandante de atenci¨®n espec¨ªfica como el de 140. Pero adem¨¢s, no se tienen en cuenta los talentos simples, ni complejos, ni la creatividad. Un ni?o que es altamente creativo necesita adaptaciones metodol¨®gicas o tendr¨¢ problemas de desmotivaci¨®n y de adaptaci¨®n.
No necesitan ir al psic¨®logo por tener AA CC, no es un trastorno. Recibimos constantemente ni?os que han pasado por varios psic¨®logos, con diferentes diagn¨®sticos, padres angustiados, cuando lo que realmente hay es un ni?o o ni?a de alto potencial, no detectado y por lo tanto no atendido.
Necesitan docentes capaces de verles con una mirada emp¨¢tica, que les devuelva la condici¨®n de lo que realmente son: ni?os. Ni?os que necesitan cosas distintas de otros ni?os y tienen DERECHO a ello.
Educar no es adiestrar
Si hay algo que nuestros ni?os y ni?as con AA CC nos est¨¢n diciendo a gritos es que el paradigma educativo est¨¢ profundamente caduco. Que no sirve. Que no sirve a ninguno, pero a ellos especialmente, les repele. Muchos de los ni?os que nosotros detectamos son tra¨ªdos a consulta por una raz¨®n fundamental: el rechazo al colegio y los problemas de conducta. No quieren ir. Llegan a enfermarse f¨ªsica y psicol¨®gicamente ante la idea de tener que ir 8 horas cada d¨ªa de sus vidas.
Escuch¨¦mosles, por favor. Tienen mucho que decirnos.
Nos est¨¢n diciendo que el modelo educativo, de crianza, tampoco les sirve. Que los esquemas en los que fuimos educados la mayor¨ªa de nosotros basados en el premio-castigo o en el ¡°porque yo lo digo¡±, no tienen ni efecto ni sentido para ellos. Estamos obligados a revisar nuestras creencias, el modelo en el que fuimos educados y cambiarlo.
No necesitan mil extraescolares ni tampoco frenar su voracidad intelectual
Nuestros hijos necesitan razones, necesitan explicaciones, necesitan l¨ªmites que tengan sentido para ellos y que, por supuesto, comparta y respete todo el sistema familiar. Necesitan coherencia. No van a respetarte por el simple hecho de que seas m¨¢s mayor u ocupes una posici¨®n jer¨¢rquica superior en el sistema familiar, solo van a respetarte si te ganas su respeto, si te ganas su admiraci¨®n, si eres capaz de aproximarte a su mundo, si te esfuerzas por comprenderles, si le aceptas y apoyas, si no juzgas, si no tratas de ¡°normalizarle¡±.
Nosotros invitamos a los padres a que salgamos del armario, a que hagamos una celebraci¨®n y una apolog¨ªa de la diferencia. Conozco adultos que sienten haber desperdiciado de alguna manera su vida por no conocer su condici¨®n, sinti¨¦ndose raros, extra?os, incluso locos. No podemos hacerles eso a nuestros hijos: son lo que m¨¢s amamos.
En un intento fallido por tratar de normalizar lo que no es, ni debe ser, normalizable, mandamos mensajes m¨¢s o menos expl¨ªcitos sobre c¨®mo deben ser o no ser: que dejen de moverse tanto o de hablar por los codos, que no pregunten sin parar y menos en clase, que no levanten la mano los primeros porque conocen la respuesta, que no cuestionen, que no le digan al profesor que se ha equivocado, que dejen de pensar en el sistema solar y jueguen al futbol, como los otros ni?os¡ en fin que ¡°no se les note tanto.¡±.
Lo que no necesitan
- No necesitan recibir el mensaje constante de que ¡°dejen de ser ellos mismos para adaptarse a la normalidad¡±. Sin querer, les estamos lanzando el mensaje: est¨¢ mal ser c¨®mo eres, finge. Por tanto, no necesitan ocultar su condici¨®n, sino celebrarla.
- No necesitan pedir disculpas, sino reclamar su derecho a ser atendidos, como por ley les corresponde.
- No necesitan padres bloqueados, por el miedo al qu¨¦ dir¨¢n o a la reacci¨®n del colegio o a las opiniones de amigos y vecinos, finalmente, incapaces de priorizar la verdadera necesidad: la felicidad de su hijo.
- No necesitan mil extraescolares ni tampoco frenar su voracidad intelectual.
- No necesitan que depositemos en ellos la expectativa del sobresaliente, ni del ¨¦xito. Tampoco el fantasma del fracaso.
Como tampoco es admisible que el ¨²nico criterio para atender la demanda educativa de un alumno sea el psicom¨¦trico, entendido adem¨¢s de forma fundamentalista
Nada en el mundo nos har¨¢ crecer tanto como ser capaces de superar nuestros l¨ªmites y reeducarnos para poder acompa?ar a nuestros hijos en su proceso de crecimiento dentro de una sociedad que les ignora, ningunea o se?ala.
Lo que necesitan
- Necesitan padres que tengan claras sus prioridades, dejando de poner energ¨ªa en ¡°los otros¡± y centr¨¢ndonos en c¨®mo podemos apoyar a nuestros hijos sin caer en la sobreprotecci¨®n ni en la hiperexigencia: si no eres parte de la soluci¨®n, eres parte del problema.
- Necesitan que se les permita ser tal como son, sin juicios, sin proyecciones de ¨¦xito o de cat¨¢strofe sobre ellos. Si van mal en el cole ser¨¢n unos fracasados, si sacan notas excelentes, ser¨¢n premios nobeles. Dej¨¦mosles en paz. Que disfruten su infancia a su manera, la que ellos decidan y prefieran.
- Necesitan que alejemos y nos alejemos de todas esas ideas y corrientes que andan por ah¨ª acerca de la ¡°maldici¨®n¡± o el ¡°castigo¡± de ser inteligente. Eso s¨ª son etiquetas, no la detecci¨®n. No es ni una maldici¨®n ni un castigo. Es una condici¨®n que necesita ser comprendida, aceptada, gestionada y atendida. Es una forma de procesar la realidad, la suya.
- En todo caso, si algo necesitan es respeto.
- Necesitan conocer de la mano de sus padres su realidad, sin eufemismos ni alaracas. No tenemos derecho a ocultarles algo tan esencial y adem¨¢s no es efectivo. Poder nombrar lo que nos ocurre es el principio de entenderlo. Ellos y ellas se saben diferentes, desde el minuto uno de conciencia. Tendemos a asociar lo diferente a lo patol¨®gico y eso atenta contra una autoestima en construcci¨®n. La comprensi¨®n de su diferencia, alejada de patolog¨ªas o anormalidades, les apoya a entender el porqu¨¦ de su sensibilidad, de sus inquietudes, de sus pasiones, incluso de sus obsesiones.
El ni?o belga solo difiere de otros ni?os con su mismo potencial en que sus padres le escucharon y el estado no tuvo la ¨²ltima palabra, sino que permiti¨® a los padres una libertad inalienable: la decisi¨®n de c¨®mo educar a su hijo.
*Olga Carmona es psic¨®loga y socia fundadora y codirectora del Centro de Psicolog¨ªa CEIBE en Madrid.
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