No te conformes con una versi¨®n mediocre de tu hijo
Tener un ni?o con altas capacidades no es una desgracia, aunque sea m¨¢s dif¨ªcil de educar que a otro, el reto est¨¢ en sacar todo su potencial
Muchos padres piensan que sus hijos son los m¨¢s guapos, los m¨¢s simp¨¢ticos o los m¨¢s listos del mundo entero. Es normal, en el fondo saben que no es as¨ª, pero el amor de padre o madre tiene esos efectos: nubla el pensamiento. Pero a veces, los indicios de la inteligencia del cr¨ªo les hacen pensar que de verdad es m¨¢s listo que los dem¨¢s ni?os de su edad. As¨ª que no es raro conocer a alg¨²n pap¨¢ o mam¨¢ que hace alarde de lo brillante que es su ni?o. Y tampoco es raro que los dem¨¢s piensen que es un fanfarr¨®n por ir por ah¨ª presumiendo.
Antes les llamaban superdotados, ahora cada vez menos. Se ha dejado de usar el t¨¦rmino superdotaci¨®n y se ha sustituido por el de altas capacidades. Eso s¨ª, no suena tan rimbombante decir ¡°tengo un hijo con altas capacidades¡± como decir ¡°tengo un hijo superdotado¡±. El estereotipo al respecto nos hace una representaci¨®n mental de un ni?o, con gafas, con el pelo engominado, muy redicho, sin inter¨¦s por jugar, y capaz de aprend¨¦rselo todo el solito. Lamentablemente, se piensa menos en las ni?as al hablar de alta capacidad, no porque sean menos listas, sino porque tienden a pasar desapercibidas.
Lo cierto es que los ni?os y ni?as con altas capacidades no encajan habitualmente en ese estereotipo. As¨ª que muchas veces cuesta reconocerlos. A los padres, en ocasiones, se les enciende una alarma con algunas de las manifestaciones que la alta capacidad demuestra en sus peques: preguntas que no saben c¨®mo han llegado a plantearse, preocupaciones exageradas por la muerte, razonamientos muy complicados para su edad, precocidad al aprender a leer, una creatividad descomedida, perfeccionismo, habilidades innatas para ciertas tareas o disciplinas con las que el padre o la madre mismos no se identifican, o s¨ª.
Pero, por otro lado, parece que todos estos signos se desmoronan, porque uno cuando piensa en ese prototipo de ni?o o ni?a ¡°super¡±, no se espera que sus notas no sean todas de diez, que no se coja la enciclopedia y se la beba con pajita, que se interese por juegos de ni?os, que se pille una rabieta o que sea tan distra¨ªdo. Si adem¨¢s en el cole no te acompa?an con tus sospechas de las altas capacidades, y m¨¢s bien te encauzan precisamente por la parte de la distracci¨®n, hasta te planteas si la criatura tendr¨¢ TDAH. Si nos parece que todo el mundo tiene un hijo con altas capacidades, ya ni te digo con TDAH. As¨ª que como buen padre o madre preocupado te pones a buscar por internet informaci¨®n sobre las dos cosas. Qu¨¦ dif¨ªcil, hasta te das cuenta de que se pueden dan las dos circunstancias, incluso tres si incluimos la dislexia, en el mismo individuo. Lo cual te preocupa y te confunde a¨²n m¨¢s, y te preguntas ?qu¨¦ es lo que tiene mi hijo?
Pero lo cierto es que por mucho que nos parezca que hay ni?os as¨ª hasta debajo de las piedras, cuando vas a buscarlos no los encuentras. Hace unos a?os, estaba buscando cole y quer¨ªa saber si en uno de los que me interesaban aplicaban alg¨²n tipo de medida de atenci¨®n a los alumnos con altas capacidades. Por la informaci¨®n de la p¨¢gina web parec¨ªa que s¨ª, ya que dec¨ªan que ten¨ªan un programa que estaba orientado a estos estudiantes. Como no alcanzaba a comprender en qu¨¦ consist¨ªa o cu¨¢n bueno ser¨ªa, trat¨¦ de localizar a alguna familia cuyo hijo estuviera siguiendo el programa para que me contara su experiencia y tratar de averiguar as¨ª si el ni?o o la ni?a estaba contento. Pues no encontr¨¦ ni uno. En el AMPA me dijeron que prefer¨ªan permanecer en el anonimato. Ya ves, y yo que pensaba que la gente se sent¨ªa orgullosa de que sus hijos fueran inteligentes ¡
Hace poco hice un curso sobre altas capacidades en el que coincid¨ªamos docentes y familias. Me result¨® curioso que hubiera padres que aun teniendo el diagn¨®stico de que su peque ten¨ªa altas capacidades prefer¨ªan que ni siquiera la criatura lo supiera. Ya era la segunda ocasi¨®n en que me encontraba con que las familias prefer¨ªan guardar silencio. ?D¨®nde estaban esos padres que presum¨ªan de hijos listos? Me dio mucho que pensar. Yo creo que el ni?o o la ni?a con altas capacidades se da cuenta habitualmente de que es diferente, ocult¨¢rselo para mi ser¨ªa no aceptarlo tal y como es, y si no lo aceptara ?c¨®mo le iba a poder ayudar? Lo cruel no es decirle que tiene una capacidad superior a la media, esto no es marcarlo, no es ponerle una losa encima, lo perverso es permitirles creer que esa diferencia que ellos sienten es precisamente por todo lo contrario. Y es que, a menudo, cuando hacen en clase preguntas que los dem¨¢s no siguen, no se interpretan desde el punto de vista de una posible alta capacidad, sino que quedan como los raritos o los tontos de la clase. Tambi¨¦n suele ocurrir que sean muy brillantes para seguir razonamientos complejos, pero a la vez se muestren inmaduros. Parecen unos a?os mayores y la vez unos a?os m¨¢s peque?os. Esa disincron¨ªa implica que su madurez emocional y su capacidad intelectual no van a la par. As¨ª que no es raro que un minuto est¨¦n hablando de los agujeros negros, y al minuto siguiente tengan una rabieta o un arranque de frustraci¨®n descomedido.
Las razones de algunas familias para no querer que sus hijos, ni nadie de su entorno cercano, sepan que el ni?o tiene altas capacidades son diversas y comprensibles. Uno de los motivos que argumentaban es porque el ni?o no se sienta presionado, como si al dec¨ªrselo lo estuvi¨¦ramos marcando y privando del derecho a equivocarse, a fracasar, a ser imperfecto, a jugar o a disfrutar de su infancia. ?Qu¨¦ ha pasado para que vivamos con tanta negatividad el talento y la inteligencia? ?Por qu¨¦ queremos que estos ni?os se mimeticen?
Las altas capacidades, y por eso posiblemente se haya dejado de usar el t¨¦rmino superdotaci¨®n, son, como su propio nombre indica, un potencial, una capacidad alta. No son una carga, son una oportunidad de desarrollar la creatividad, de producir ideas originales y diferentes, de destacar en algo en lo que el chico o la chica se interese, de ser capaz de llegar, si tiene la suficiente motivaci¨®n, tan lejos como quiera. Aqu¨ª es donde, desgraciadamente, nos topamos, en multitud de ocasiones, con el sistema educativo. Y eso es algo que los padres de ni?os y ni?as con estas caracter¨ªsticas saben bien, pues es en este contexto donde se encuentran los mayores obst¨¢culos, el dolor y el estigma que se hace sentir a menudo.
Estad¨ªsticamente deber¨ªa haber unos 800.000 ni?os identificados con altas capacidades en nuestras aulas, pero apenas hay 25.000. Seg¨²n la ley, tienen derecho a medidas de atenci¨®n a la diversidad, como la aceleraci¨®n y adaptaciones curriculares, pero cuando llega el momento, esas medidas solo se aplican si el estudiante tiene un dictamen, un informe de una persona con competencia para redactarlo, que lo avale. ?Qu¨¦ ocurre entonces? Las cifras de alumnos detectados est¨¢n lejos de lo que deber¨ªan ser, porque el criterio para identificarlos es restrictivo, como si fuera preferible descartarlos, a identificarlos y empoderarlos para que su potencial se desarrolle.
El sistema educativo, en algunos casos, realimenta esa sensaci¨®n de que las altas capacidades son una carga, un grano molesto. La aceleraci¨®n de curso se ve mal, cuando pensamos en adelantar a un estudiante nos viene a la cabeza un mont¨®n de inconvenientes, porque seguimos pensando que agrupar a los ni?os por edad es algo natural, como si los adultos solo tuvi¨¦ramos amigos de nuestra quinta. Sin embargo, repetir curso est¨¢ a la orden del d¨ªa, y en ese caso se ve mejor justificado el que ya no est¨¦n con estudiantes de su mismo a?o de nacimiento.
En nuestro pa¨ªs, ni siquiera est¨¢ bien visto que en la misma clase haya ni?os con diferentes niveles, que vayan a diferentes ritmos, y por tanto no traten los mismos contenidos o no lo hagan con el mismo nivel de profundidad. ?Qu¨¦ podr¨ªan decir los padres y madres si se enteraran que mientras su hijo est¨¢ a¨²n aprendiendo a restar, hay otros que ya hacen divisiones? Pues deber¨ªamos aceptarlo, porque no significa nada, simplemente que son ni?os diferentes y que merecen atenciones distintas.
Estamos acostumbrados a homogeneizar. No se busca tanto desarrollar talentos, y potenciar eso en lo que cada uno pueda destacar, en lo que se sienta realizado, y le permita ser feliz, sino que parece mejor que todos sean iguales, homog¨¦neos, aunque eso implique que muchos se tengan que conformar con una versi¨®n mediocre de ellos mismos. Tener un hijo con altas capacidades no es una desgracia, aunque sea m¨¢s dif¨ªcil de educar que a otro ni?o, el reto est¨¢ en sacar todo su potencial. No hay tantos como parece, y deber¨ªamos alegrarnos de aquellos que son identificados, y luchar porque nadie, aunque no tenga un dictamen, se quede sin la oportunidad de desarrollar su talento. ?Ya sabes cu¨¢l es el de tu hijo?
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