El fil¨®sofo que anticip¨® Mayo del 68
Henri Lefebvre, a pesar de haber contribuido de manera decisiva a c¨®mo entendemos hoy las ciudades, es un intelectual al que se ha hecho poca justicia
Hace casi tres d¨¦cadas, un 29 de junio de 1991, mor¨ªa en la localidad francesa de Navarrenx el fil¨®sofo y soci¨®logo Henri Lefebvre. Fil¨®sofo que acompa?¨® los acontecimientos hist¨®ricos de Mayo del 68 con su pensamiento y que, incluso, los anticip¨®: ese mismo a?o publicar¨ªa, poco antes de que estallaran las protestas urbanas en la periferia parisina de Nanterre, el que ser¨ªa su libro m¨¢s famoso y traducido, Le droit ¨¤ la ville.
Este a?o se conmemoran los 50 a?os de esta publicaci¨®n. Se han organizado m¨²ltiples actividades y debates, tanto en Francia como fuera de ella, para discutir sobre el derecho a la ciudad, sobre su relevancia hoy en d¨ªa y sobre c¨®mo se ha tratado de poner en pr¨¢ctica. Reflexiones, todas ellas, muy necesarias. No s¨®lo porque el derecho a la ciudad lleva varias d¨¦cadas siendo reivindicado como alternativa al modelo urbano hegem¨®nico, excluyente y segregador, sino porque Henri Lefebvre, a pesar de haber contribuido de manera decisiva a c¨®mo entendemos hoy las ciudades, es un intelectual al que se ha hecho poca justicia, tanto en vida, como despu¨¦s de su muerte: fue un pensador incomprendido e ignorado en su ¨¦poca; posteriormente, olvidado; y, actualmente, parcialmente estudiado.
Quiz¨¢s la raz¨®n de ello se halla en que Lefebvre no fue un pensador convencional, no s¨®lo por su producci¨®n cient¨ªfica, sino porque no fue un intelectual al uso. Hasta los 28 a?os trabaj¨® como obrero asalariado en la Citro?n y como taxista en Par¨ªs. A esa edad empez¨® a trabajar como profesor de instituto y tendr¨ªan que pasar a¨²n dos d¨¦cadas para que diera inicio su labor cient¨ªfica: primero, como director del Centre National de la Recherche Scientifique (1949-1961) y, despu¨¦s, como profesor universitario (1961-1973). Su etapa acad¨¦mica, a pesar de ser tard¨ªa (pues contaba ya con 60 a?os de edad), fue extremadamente productiva: vieron la luz una treintena de libros firmados por ¨¦l.
Del mismo modo que su trayectoria profesional no fue convencional, su pensamiento cient¨ªfico tampoco lo fue. Lefebvre reflexion¨® a partir de un enfoque heterodoxo y ajeno a las corrientes intelectuales del momento, como el estructuralismo o el posestructuralismo. Adem¨¢s, para algunos (como Sartre), su condici¨®n de marxista militante en el Partido Comunista Franc¨¦s lo hac¨ªa objeto de fuertes cr¨ªticas. Y, para otros (los marxistas ortodoxos), su condici¨®n de fil¨®sofo independiente que no se somet¨ªa a las determinaciones ideol¨®gicas del partido generaba rechazo. Ello probablemente explica cu¨¢n desapercibida ha pasado su obra en Francia.
Fuera del pa¨ªs, la situaci¨®n ha sido m¨¢s desigual. Su trabajo ha sido traducido a varios idiomas (alem¨¢n, coreano, espa?ol, japon¨¦s, ingl¨¦s, portugu¨¦s y serbocroata), pero solo algunas partes muy concretas, especialmente lo relacionado con lo urbano. En los Estados Unidos y Brasil, Lefebvre ha tenido una repercusi¨®n te¨®rica importante, mientras que en Europa ha ca¨ªdo en el olvido de forma considerable. Esta divergencia entre su recepci¨®n dentro y fuera de Europa se pone de manifiesto de manera di¨¢fana analizando el contexto lus¨®fono. En Brasil, laboratorios de investigaci¨®n y departamentos universitarios enteros se dedican a la obra de Lefebvre. En Portugal, en cambio, ha sido considerablemente ignorado por los editores. Algo parecido ha ocurrido en el contexto espa?ol.
Hasta los 28 a?os trabaj¨® como obrero asalariado en la Citro?n y como taxista en Par¨ªs. A esa edad empez¨® a trabajar como profesor de instituto y tendr¨ªan que pasar a¨²n dos d¨¦cadas para que diera inicio su labor cient¨ªfica
Tanto en Francia como en el contexto europeo en su conjunto, habr¨ªa que esperar hasta finales de la d¨¦cada de los 2000 para que una nueva generaci¨®n de investigadores europeos retomara su trabajo de forma sistem¨¢tica. Sin embargo, a pesar de estos intentos de analizar la totalidad del pensamiento de Lefebvre por parte de algunos intelectuales, lo cierto es que los escritos m¨¢s conocidos y estudiados son los que versan sobre lo urbano. No obstante, el fil¨®sofo reflexion¨® sobre cuestiones tan diversas como la modernidad, la cultura capitalista, el Estado o la participaci¨®n pol¨ªtica. Y lo hizo, adem¨¢s, desde los m¨¢s variados campos disciplinares: la filosof¨ªa, las ciencias pol¨ªticas, la teor¨ªa del lenguaje o la sociolog¨ªa. Quiz¨¢s por esta mirada ecl¨¦ctica acab¨® siendo ignorado por la filosof¨ªa continental.
En lo concerniente al an¨¢lisis de las ciudades, Lefebvre fue un pensador pionero que reflexion¨® sobre la ciudad, sobre la producci¨®n social del espacio y sobre la vida cotidiana. Conceb¨ªa lo urbano como el resultado de la relaci¨®n dial¨¦ctica entre el tiempo y el espacio, relaci¨®n que se manifestaba de manera particular en la vida cotidiana y en los usos de la ciudad. Aunque no s¨®lo eso: Lefebvre reivindic¨® la ¡°ciudad vivida¡±, esto es, los procesos de significaci¨®n social, ignorados por los profesionales de lo urbano (como los arquitectos o los urbanistas), que privilegiaban la ¡°ciudad material¡±, es decir, la planificaci¨®n, los edificios, la forma urbana.
El contenido simb¨®lico de calles y plazas
A partir de esta mirada centrada en las pr¨¢cticas sociales, Lefebvre llam¨® la atenci¨®n sobre la importancia de entender la ciudad no s¨®lo desde su materialidad f¨ªsica, sino como ¡°construcci¨®n social¡±. Enfoque en el que adquieren centralidad lo que podr¨ªa denominarse como intangibles urbanos: el modo de vida de los habitantes, su empleo del tiempo, los encuentros, el imaginario colectivo, las identidades o las memorias hist¨®ricas, entre otros. Elementos que, sin duda, son moldeados por la ciudad material, pues la forma urbana influye en el tipo de relaciones sociales que pueden establecerse en un determinado territorio. Pero que, a su vez, la moldean a ella dotando de contenido simb¨®lico y de significado social las calles, las plazas y los barrios.
Para Lefebvre, pues, el ¡°derecho a la ciudad¡± consist¨ªa fundamentalmente en garantizar el ¡°derecho a la vida urbana¡±, a llenar el espacio en el que habitas de flujos, de relaciones y de vivencias. El derecho, en definitiva, a apropiarte de la ciudad y a construirla colectivamente a partir de la vida cotidiana y de las pr¨¢cticas sociales y culturales. De la propuesta te¨®rica de Lefebvre, tambi¨¦n deriva la importancia de la agencia pol¨ªtica de los habitantes y el reclamo de mejores condiciones materiales de vida, sobre todo para las periferias urbanas.
A pesar de esta mirada integral sobre lo urbano vertebrada en sus diferentes dimensiones (material, pol¨ªtica y social), lo cierto es que buena parte de las interpretaciones realizadas en torno al derecho a la ciudad han prestado menos atenci¨®n a su lectura como ¡°derecho a la vida urbana¡±. Es decir, el modo en que este concepto se ha reivindicado hist¨®ricamente en las movilizaciones sociales y se trata de materializar a trav¨¦s de la pol¨ªtica institucional muy a menudo pasa por alto la importancia de los intangibles urbanos, de la dimensi¨®n sociomorfol¨®gica de la ciudad.
Y es que la inmediatez de acci¨®n que requiere dar respuesta a las necesidades materiales de los habitantes de las ciudades no es balad¨ª. Como tampoco lo es que nuestras ciudades tengan una s¨®lida legitimidad democr¨¢tica. Sin embargo, no por ello deber¨ªa de ser menos importante preservar las ciudades como espacios de producci¨®n social y de bienes simb¨®licos. Para ello, es fundamental proteger la cultura, el espacio p¨²blico, la vida de barrio y, en definitiva, la existencia de ciudades a escala humana. Ciudades andables, ciclables, jugables. Ciudades para la vida.
Eva Garcia Chueca es coordinadora cient¨ªfica del Programa Ciudades Globales, CIDOB
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