?Es ya hora de beber?
Los c¨®cteles plantean el dilema original del mundo de la bebida de alta graduaci¨®n: qu¨¦ momento es el mejor, o est¨¢ m¨¢s justificado, para tomarse la primera
Cuando una amiga m¨ªa ten¨ªa 18 a?os la mandaron a Inglaterra en verano y descubri¨® eso tan poco espa?ol que es la hora del c¨®ctel. Llegaban las cinco de la tarde y la madre de la familia que la acog¨ªa le gritaba desde el piso de abajo: ¡°Paloooma, it¡¯s martini time!¡±. Digo tan poco espa?ol como podr¨ªa decir poco sueco. La hora del c¨®ctel es en realidad una excusa para beber alcohol antes de la cena. Lo cual, para los pa¨ªses muy del norte y muy del sur, es decir, sin flema, suele significar seguir bebiendo y al final no cenar.
La hora del c¨®ctel fue pr¨¢cticamente herida de muerte por Sexo en Nueva York. Por pura saturaci¨®n. Al menos dos generaciones de mujeres del Hemisferio Norte y sus amigos gais se acostumbraron a quedar despu¨¦s del trabajo para tomarse un c¨®ctel. Y cuando digo c¨®ctel digo Cosmopolitan, que es a los combinados lo que el Lambrusco al vino, solo que con vodka y zumo de ar¨¢ndanos (no tengo nada en contra del vino con burbujas, pero el Lambrusco me parece demasiado). Al caso. T¨®mese muchos cosmopolitans dulcecitos en vez de pedir comida y acabar¨¢ vomitando sobre esos zapatos tan bonitos que acaba de estrenar.
El efecto de Carrie, Charlotte, Miranda y Samantha fue devastador. Todo ten¨ªa que ser divertido y sofisticado y chispeante. Como en Manhattan, pero a escala espa?ola. En Madrid lleg¨® a abrir una cocteler¨ªa que parec¨ªa el decorado de la versi¨®n de teatro infantil de la serie: el interior estaba recubierto de boiseries en blanco y negro, las mesas eran de espejo y en la carta hab¨ªa un c¨®ctel, dulce y car¨ªsimo, por supuesto, que se llamaba L¡¯or. Como el nombre indica, la bebida en cuesti¨®n ten¨ªa oro, o un polvillo dorado que lo parec¨ªa y que se mov¨ªa en el l¨ªquido cuando brindabas mientras hablabas de chicos y de ropa. Lo juro, yo lo hice. Aunque todav¨ªa peor fue la reacci¨®n a todo aquello. Mad men, el whisky, los dry martinis y los hombres de verdad que se emborrachaban en el despacho a mediod¨ªa e impresionaban a los clientes por la tarde sin aflojarse la corbata. La diferencia es que, en la pr¨¢ctica, poca gente se puso a beber whisky y todav¨ªa menos dry martini. Al menos no tanta como cosmopolitans o, puestos a ser realistas, gintonics en copa de bal¨®n.
Mi c¨®ctel favorito es el Negroni. Hielo, piel de naranja, una parte de Campari, otra de verm¨² rojo y otra de ginebra. Vale tanto para el aperitivo (por el verm¨²) como para la hora del c¨®ctel (por la ginebra). En mi bar favorito lo pon¨ªan con una pelota de hielo grande y en un tumbler m¨¢s bien peque?o de cristal fino, pero es tan f¨¢cil de hacer que se puede pedir en cualquier parte. Est¨¢ muy rico, y tambi¨¦n est¨¢ lo suficientemente malo y es lo suficientemente fuerte como para no beb¨¦rtelo de un trago o encadenar cuatro y acabar vomit¨¢ndote los zapatos.
S¨¦ que no estoy solo en mi pasi¨®n, porque desde aproximadamente 2013 muchos medios proclaman cada a?o como el a?o del Negroni. Este debe serlo, porque en Nueva York hay un bar, Dante, que ofrece 12 tipos, y hay d¨ªas y semanas dedicadas a apreciarlo. Es muy posible que estemos ante una burbuja. O incluso ante una conspiraci¨®n. Algunos se preguntan si de verdad existe alguien a quien le guste en serio. A m¨ª, s¨ª. Llamo a mi amiga para confirmar la hora a la que su madre inglesa la llamaba para ofrecerle un martini, porque esto es periodismo, y me responde que despu¨¦s de cenar, como a las siete y media. Le digo que no tiene sentido, que esa no es la hora del c¨®ctel, y me dice que da igual, que ponga lo que quiera. Antes. O despu¨¦s. O antes y despu¨¦s. ¡°Estaba muy rico¡±, me cuenta. ¡°Al principio dec¨ªa no thanks, pero al tercer d¨ªa ya dije OK¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.