La mitad de las vacunas se echa a perder, pero podremos evitarlo
El transporte supone una inmensa carga log¨ªstica, pero se pueden adoptar medidas para que las inmunizaciones no pierdan su potencia, como por ejemplo, dispositivos para el uso en zonas remotas que no dispongan de un suministro de energ¨ªa fiable
A lo largo de los a?os las vacunas han evitado innumerables casos de enfermedades y han salvado millones de vidas. Enfermedades infecciosas como la polio, el sarampi¨®n, la difteria, la tosferina, la rubeola, la viruela, las paperas, el t¨¦tanos y el rotavirus eran comunes en todo el mundo. Las vacunas actuales pueden prevenirlas.
Pese a ello, uno de cada cinco ni?os en el mundo no ha recibido ni siquiera las vacunas m¨¢s b¨¢sicas. Adem¨¢s, casi 20 millones est¨¢n en riesgo de contraer enfermedades prevenibles porque no reciben vacunas suficientes. La consecuencia es que todos los a?os mueren cerca de 1,5 millones de ni?os por enfermedades que se pueden prevenir mediante una buena cobertura de vacunaciones.
Una de las razones principales que explican estos datos es la existencia de muchas zonas rurales en el mundo que carecen de un suministro de energ¨ªa fiable. Para que sean eficaces, se deben mantener a determinadas temperaturas, por lo general refrigeradas. Pero sin electricidad no es posible garantizar las condiciones de la cadena de fr¨ªo.
Una cadena de fr¨ªo es una cadena de suministro a temperatura controlada que abarca desde el momento en que se produce la vacuna hasta que se administra. La cadena de fr¨ªo conserva las vacunas a temperaturas entre dos y ocho grados. Un corte de energ¨ªa puede hacer que la vacuna pierda su eficacia.
Sin acceso a la red de energ¨ªa el¨¦ctrica
La Alianza para Vacunas e Inmunizaci¨®n estima que solo el 10% de los establecimientos sanitarios de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo disponen de un suministro el¨¦ctrico fiable. Por ejemplo, en Uganda, m¨¢s del 70% de los establecimientos sanitarios carecen de acceso suficiente a la red de energ¨ªa el¨¦ctrica.
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el mundo cada a?o posiblemente se eche a perder m¨¢s del 50% de las vacunas debido a problemas relacionados con el control de la temperatura, la log¨ªstica asociada y los env¨ªos.
La mayor¨ªa de las directrices de los gobiernos recomiendan que se descarten las vacunas que puedan haber estado expuestas, pero este consejo puede conllevar un coste muy elevado. En 2011, seg¨²n datos de UNICEF, se perdieron en cinco meses vacunas por valor de aproximadamente 1,5 millones de d¨®lares, a menudo debido a dificultades para mantener la cadena de fr¨ªo en el recorrido hasta su lugar de destino remoto.
La OMS ha elaborado un conjunto de directrices destinadas a los gobiernos con el objetivo de reducir al m¨ªnimo la exposici¨®n a altas temperaturas si se produce un corte de energ¨ªa.
Pero nuestra investigaci¨®n revela que tales directrices no contienen instrucciones concretas sobre el modo en que los establecimientos sanitarios y las farmacias deben implantar sistemas de suministro de emergencia. Tampoco proporcionan ninguna lista de equipos normalizados que permitan prevenir los cortes de energ¨ªa y hacerles frente. Sin embargo, estas medidas ser¨ªan ¨²tiles en situaciones que podr¨ªan darse tanto en pa¨ªses desarrollados como en pa¨ªses en desarrollo. Nuestra investigaci¨®n trata de remediar esta carencia.
Posibles soluciones
El transporte de las vacunas durante campa?as que implican a miles de personas en zonas remotas supone una inmensa carga log¨ªstica. Pero se pueden adoptar medidas de diverso tipo para que las vacunas no pierdan su potencia y para que no haya que sustituirlas, teniendo en cuenta el enorme coste que ello conlleva.
Estas son algunas de las acciones que se pueden llevar a cabo:
Directrices m¨¢s adecuadas: esta propuesta se refiere a la formulaci¨®n de protocolos m¨¢s exhaustivos para los profesionales sanitarios. Tales directrices deben basarse en el ensayo sistem¨¢tico de la estabilidad y la potencia de las vacunas y otros medicamentos en diversas condiciones.
Nuevos equipos: esta medida contempla el suministro de equipos alternativos capaces de mantener la temperatura en caso de que se produzca un corte de energ¨ªa, como, por ejemplo, armarios frigor¨ªficos alimentados con energ¨ªa solar, refrigeradores de emergencia y registradores de datos. Estos equipos permitir¨¢n preservar los medicamentos y las vacunas termol¨¢biles.
Ya se han producido algunos avances prometedores. Por ejemplo, se ha desarrollado un dispositivo de almacenamiento de vacunas, Arktek, para su uso en zonas remotas que no dispongan de un suministro de energ¨ªa fiable.
Se trata de un dispositivo con una capacidad de aislamiento muy elevada que preserva la integridad de las vacunas manteni¨¦ndolas en hielo en su c¨¢mara interior. Puede mantener su contenido a temperaturas entre 0 ¡ãC y 8 ¡ãC durante un periodo de entre 30 y 60 d¨ªas, en funci¨®n de la temperatura exterior y la humedad. No necesita refrigeraci¨®n alimentada con energ¨ªa ni hielo adicional.
La Alianza para Vacunas e Inmunizaci¨®n estima que solo el 10% de los establecimientos sanitarios de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo disponen de un suministro el¨¦ctrico fiable
El dispositivo Arktek se ensay¨® con ¨¦xito y result¨® de gran utilidad en las campa?as de vacunaci¨®n llevadas a cabo durante el brote de ¨¦bola de 2014 y tras el terremoto que sacudi¨® Nepal en 2015.
Desarrollo de nuevas vacunas: esta medida consiste en el desarrollo de nuevas f¨®rmulas que no exijan una refrigeraci¨®n constante desde su fabricaci¨®n hasta su distribuci¨®n. Ya existen vacunas de este tipo; por ejemplo, las vacunas termoestables, que se pueden almacenar durante per¨ªodos m¨¢s largos por encima de los 8 ¡ãC. Sustituir las vacunas normales por versiones termoestables rebajar¨ªa los costes y permitir¨ªa que las vacunas se usaran en condiciones dif¨ªciles.
Algunas vacunas existentes, como las de la hepatitis A y la hepatitis B, la difteria, el t¨¦tanos, el virus del papiloma humano (VPH) y el rotavirus y la vacuna inactivada contra la poliomielitis, presentan buenos perfiles de termoestabilidad. Se est¨¢ trabajando para lograr que puedan usarse fuera de la cadena de fr¨ªo tradicional.
Otras, como la vacuna contra el virus del ?bola, son actualmente objeto de investigaci¨®n para aumentar su termoestabilidad. Este logro mejorar¨ªa considerablemente su administraci¨®n durante los brotes, en particular en regiones tropicales donde la poblaci¨®n vive en comunidades remotas que carecen de acceso a energ¨ªa.
Asimismo, hay diversos equipos que investigan la forma de producir otras vacunas termoestables, como una vacuna contra la gripe. Y algunos informes indican que usar una vacuna meningoc¨®cica A que pueda almacenarse a temperaturas m¨¢s altas de las habituales durante un tiempo limitado puede permitir que se ahorre el 50% de los costes de esta vacuna frente a las que exigen que se mantenga la cadena de fr¨ªo durante el suministro y el almacenamiento.
Sustituir la actual vacuna oral contra el rotavirus por una f¨®rmula termoestable tambi¨¦n podr¨ªa permitir un ahorro de hasta 10.945 d¨®lares estadounidenses por cada 100 personas en N¨ªger y podr¨ªa aumentar la cobertura vacunal general del 46% al 58%.
Las ventajas que presentan las vacunas termoestables son indiscutibles. Pero existen enormes dificultades t¨¦cnicas y reglamentarias. Por ejemplo, se precisa una gran cantidad de tiempo y recursos para demostrar que una vacuna sigue siendo eficaz despu¨¦s de estar expuesta a altas temperaturas, y los fabricantes necesitan estar seguros de que invertir los fondos necesarios para generar tales datos merece la pena.
El desarrollo de vacunas termoestables y el reetiquetado de algunas de las ya existentes para indicar que se pueden almacenar fuera de la cadena de fr¨ªo durante un tiempo limitado contribuir¨¢n en gran medida a la administraci¨®n de vacunas adicionales. Tambi¨¦n permitir¨¢n que se hagan importantes ahorros en materia de log¨ªstica, en particular en equipos de la cadena de fr¨ªo, y de desperdicio de vacunas.
Este art¨ªculo fue elaborado por Jackson Thomas, Gregory Peterson, Mark Naunton, Sam Kosari y Yap Boum y previamente publicado en The Conversation.
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