El oto?o de Jose Coronado
A sus 61 a?os y tras sufrir un infarto que le llev¨® a una depresi¨®n, el actor prepara dos series y una pel¨ªcula y asegura que "no hay nada" como ser padre
Le ha costado varios a?os asumir que ya no es el chico de la pel¨ªcula. Pero una vez pasado ese Rubic¨®n ¡ªduro para quien ha sido gal¨¢n durante tres d¨¦cadas¡ª Jose Coronado est¨¢ feliz meti¨¦ndose en la piel de hombres que peinan canas, m¨¢s cercanos a la enjundia del sabio con poso que a los j¨®venes con arrojo.
Viene con las pilas cargadas para este oto?o. Le veremos en dos series como Vivir sin permiso (Telecinco) y Gigantes (Movistar +) y una pel¨ªcula: Mi hijo. Se ha repuesto del infarto que le mand¨® de visita al abismo cuando terminaba Ushuaia, de Alberto Conejero, en el Teatro Espa?ol, en abril de 2017. Ha escarbado en lo esencial y se limita a sus 61 a?os a dos prioridades: su familia y su trabajo. Lo dem¨¢s, le sobra.
La paternidad es lo ¨²nico capaz de estabilizar o desestabilizar mi vida
Anda descalzo por su casa. No necesita intermediarios para pisar el suelo. Cuando habla, exhala energ¨ªa reconcentrada y entusiasmo, aunque confiesa haber dejado atr¨¢s una notable y reciente depresi¨®n: ¡°Qu¨¦ m¨¢s da, te lo cuento porque puede ayudar a m¨¢s gente. Yo era de esos gilipollas que cuando le dec¨ªan que alguien estaba deprimido contestaba: 'Pues que ocupe su tiempo¡±.
Pero cuando se le cruz¨® la nube negra, qued¨® consciente de que nadie anda a salvo. ¡°En mi caso, fue de libro. Cuando superas un infarto, a los tres o cuatro meses, es normal que te veas ah¨ª. Pero ya he salido. Me he tirado una larga temporada conmigo mismo. No ten¨ªa el co?o pa ruidos, vaya, y ahora s¨®lo quiero alegr¨ªa a mi alrededor. Y tambi¨¦n, que venga lo que sea, pero que me pille sin culpas, con honestidad ante la gente que quieres, sin postureo¡±.
Parte de su nuevo karma se la ha proporcionado su hijo mayor, Nicol¨¢s, de 30 a?os y actor como ¨¦l, junto a su hermana Candela, de 15. Han erigido una especie de templo budista en la terraza que les ayuda a conectar mundos: ¡°?l ha sido fundamental en mi recuperaci¨®n, me ha introducido en ese viaje. Incluso fuimos al Himalaya con Calleja. Meditar me viene muy bien, a mi manera¡±.
Le saca jugo para afrontar sus nuevos trabajos. Hace tiempo que dej¨® de anhelar el personaje ideal. Pero puede que este oto?o nos encontremos a alguien que se le parece mucho. En Vivir sin permiso, de Aitor Gabilondo, se nos presenta con barba poblada y aires de lobo de mar para interpretar a un capo gallego a quien en el minuto uno le diagnostican Alzheimer.
A partir de ah¨ª, la tensi¨®n no te separa de la pantalla gobernada por Coronado y Alex Gonz¨¢lez. Los dos repiten el t¨¢ndem de El pr¨ªncipe con Gabilondo, su mismo creador, en un cruce de El padrino con El rey Lear contempor¨¢neo y trasladado a las r¨ªas bajas gallegas. Para Gigantes, Enrique Urbizu lo viste de patriarca gitano con malas pulgas, violento y obsesionado con transmitir dureza a sus hijos.
En ambas creaciones no le ha temido a las canas ni a la caracterizaci¨®n que le coloca a?os encima. Una vez asumida su nueva etapa, hasta se pasa de frenada y no teme adentrarse en tipos incluso mayores que ¨¦l. ¡°No hace tanto tiempo, pasados los 50, interpretaba a t¨ªos de 40. Ten¨ªa la sensaci¨®n de que aquello se iba a acabar pronto. Me cost¨® asumirlo. Pero una vez aqu¨ª, he dicho: ?qu¨¦ quer¨¦is? ?Convertirme en abuelo? ?Pues toma!¡±.
No ha encontrado m¨¢s que ventajas, instalado en el faro de la experiencia: ¡°Disfruto much¨ªsimo a estos tipos. Son m¨¢s ricos, tiene m¨¢s enjundia, no se agarran al momento, sino a una trascendencia. Les traslado un poso m¨ªo. He pasado de 'hacer de' a algo m¨¢s org¨¢nico y verdadero, sin falsear. La mochila aporta mucho¡±.
A Coronado no le falta. Se ha metido en casi 100 personajes entre cine, televisi¨®n y teatro, pero llegado aqu¨ª, su faceta de padre es uno de los secretos que mejor exprime y aporta. Nicol¨¢s y Candela, hijos, con el actor, de Paola Domingu¨ªn y M¨®nica Molina, le acompa?an a cada paso. Son su gloria y su desvelo: ¡°No hay nada como sufrirlo y gozarlo en tus propias tripas. El padre, que est¨¢ ahora presente en el ochenta por cien de mis personajes, tienes que vivirlo desde la piel, no a trav¨¦s del intelecto. Puedo entender o aproximarme a lo que piensa o siente un sicario a la hora de matar. Pero s¨ª s¨¦ con certeza lo que te atraviesa y lo que es llorar cuando un hijo te coge la mano¡±.
En Vivir sin permiso y en Mi hijo encontramos las vetas m¨¢s aut¨¦nticas del actor por cruzarse con personajes en el mismo estado vital. ¡°En la traves¨ªa de la paternidad no dejas de prepararte sin saber lo que te viene por delante: amar, sufrir, ilusionarte, cabrearte. Es lo ¨²nico capaz de estabilizar o desestabilizar mi vida. Puedes superar la ruina o una enfermedad, pero lo que le pase a un hijo, o un desaire suyo, es mucho m¨¢s duro que una paliza en la calle. Que te sientas fracasado en tu labor como padre es fracasar en la vida¡±, confiesa.
Yo era de esos gilipollas que cuando le dec¨ªan que alguien estaba deprimido contestaba: 'Pues que ocupe su tiempo'
Desde que nacen, aturde ah¨ª la culpa. ¡°Se presenta incluso cuando les das, porque si accedes a caprichos no les est¨¢s haciendo bien. Pero qui¨¦n les dice que no. En ese caso, claudicar tambi¨¦n es sentirte culpable. Por lo que haces y por lo que no. Desde que naci¨® mi primer hijo, me cambi¨® la vida. Vino al empezar yo la profesi¨®n. Cuando no lo ten¨ªa, necesitaba menos de lo que me autoexig¨ª al verlo en mis brazos¡±.
Luego lleg¨® Candela y se propuso imponer una igualdad sin fronteras para ambos: ¡°Hijo o hija, debes aportar la misma libertad a uno que al otro. Lo que me parec¨ªa bien para mi hijo, me tiene que parecer igual de bien para ella. Es lo justo. Aunque te escueza por dentro y te lleven los demonios cuando queda con alg¨²n chico, te jodes. La dices, 'S¨¦ prudente, mi vida', y ya¡±. A todo eso, une alergia a lo autoritario: ¡°No s¨¦ ser jefe, no s¨¦ castigar. Ya no tengo edad, ni voy a aprender. Lo m¨ªo es llegar a pactos¡±.
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