¡°El sida me ense?¨® a vivir¡±
Al ucraniano Dmytro Sherembey le detectaron VIH hace 17 a?os. Desde Kiev, la capital del segundo pa¨ªs de Europa Oriental con m¨¢s infecciones anuales, trabaja para informar sobre esta enfermedad
Le dieron dos meses, ¡°como mucho¡±. Dmytro Sherembey fue diagnosticado de VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) en 2001, con 24 a?os. Su ¡°mala vida¡± ¡ªresumida en alcohol, drogas y sexo sin protecci¨®n¡ª desemboc¨® en unas siglas que presagiaban lo peor. Cuando se sent¨® frente al m¨¦dico estaba demacrado. Hab¨ªa frenado el carro hac¨ªa unas semanas, debido a una preocupaci¨®n latente que no ahogaban ni sus traves¨ªas lis¨¦rgicas. Pero moverse por el mundo le costaba como si estuviera buceando el aire. La conciencia y la anatom¨ªa le pesaban m¨¢s de lo habitual. Y decidi¨® plantarse en la consulta con su mejor rostro. Si los an¨¢lisis daban negativo, pens¨®, es que pod¨ªa con todo: era invencible. Si sal¨ªan positivos, cambiar¨ªa su hoja de ruta por el mundo.
Como se puede intuir, no tuvo m¨¢s remedio que optar por la segunda parte del plan. El mazazo que recibi¨® en aquel centro de salud volte¨® por completo sus aspiraciones, su futuro. Le lleg¨®, dice ahora en un bar del centro de Kiev, en una ¨¦poca ¡°sin apenas informaci¨®n¡± sobre la enfermedad. Al menos, puntualiza, en Ucrania, su pa¨ªs. Los resultados tardaron dos semanas desde la extracci¨®n de sangre. Un tiempo que dedic¨® a pensar sobre el amor a su familia, que hab¨ªa descuidado en su periodo de maceraci¨®n et¨ªlica, o sobre las reglas que la existencia marca: descubri¨® que salt¨¢rselas acarrea consecuencias irreversibles. ¡°Sobre todo, cre¨ªa que mis posibilidades para cualquier cosa se reduc¨ªan mucho¡±, rememora. Una ¡°cat¨¢strofe¡± an¨ªmica, describe, causada por el sentimiento de culpa y la sentencia de muerte expedida por los m¨¦dicos.
¡°Exist¨ªa poca esperanza porque no hab¨ªa tratamiento¡±, masculla mientras devora un tentempi¨¦ de huevos con salchichas, zumo y caf¨¦. Sherembey cuenta su historia con una mezcla de cercan¨ªa y seriedad. No cierra puertas a las interrogaciones, pero tampoco decora con dramatismos aquellos duelos emocionales ni estira las explicaciones. Responde en seco y no se corta a la hora de ingerir, en plena charla, una de las dos pastillas de retrovirales que toma al d¨ªa. Esta medicaci¨®n ¨Cgratuita¨C mantiene a raya que el VIH no desemboque en sida (s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida, lo que provoca complicaciones en el organismo). Y con un f¨ªsico atl¨¦tico que en verano cubre con apenas un vaquero y una camiseta. ¡°Pesaba 40 kilos, ten¨ªa hepatitis C y cog¨ª tuberculosis¡±, a?ade cuando vuelve a su ¨¦poca oscura, ¡°pero me di cuenta de que nadie decid¨ªa cu¨¢nto me quedaba de vida¡±.
Tal bocanada de inspiraci¨®n alter¨® su rutina. Dej¨® aquello que le "distra¨ªa" y se junt¨® con sus seres queridos, a los que les omiti¨® de primeras su situaci¨®n real. En Chern¨ªgov, la ciudad en la que se cri¨® ¡ªal norte de la capital, pegada a Bielorrusia¡ª, fue document¨¢ndose sobre el VIH. ¡°La informaci¨®n es el mejor arma¡±, afirma. ¡°Y ni en la escuela ni desde el gobierno se ense?a sobre el sida o sobre enfermedades ven¨¦reas. No hab¨ªa ning¨²n programa de sensibilizaci¨®n ni de prevenci¨®n¡±, asegura, aludiendo al rebrote que parece estar sucediendo y al empe?o de algunos sectores por erradicar este problema.
La prevalencia de la enfermedad en Ucrania se increment¨® en un 3% de la poblaci¨®n, aunque su tasa de mortalidad se redujo en un 27%
Sherembey lamenta las bajas ¡°innecesarias¡± que ha causado esa laguna: desde 2010, seg¨²n datos de ONUSIDA (programa de las Naciones Unidas para la lucha contra el VIH), la prevalencia de la enfermedad en Ucrania se increment¨® en un 3% de la poblaci¨®n, aunque su tasa de mortalidad se redujo en un 27%. En 2016, no obstante, los c¨¢lculos revelaron unas 17.000 infecciones y unos 8.500 fallecimientos, alzando a la naci¨®n como la segunda de Europa Oriental (por detr¨¢s de Rusia) con el mayor ¨ªndice de crecimiento epid¨¦mico, tal como se?ala la plataforma Avert.org. ¡°Mucha gente hace locuras sin conocimiento. O padece VIH sin saberlo, porque no es algo que se hable¡±, analiza Sherembey preocupado unas cifras que hablan de 240.000 afectados en una poblaci¨®n de 45 millones.
Su diagn¨®stico se transform¨® en una ambici¨®n hasta entonces inadvertida. Dejar¨ªa atr¨¢s los malos h¨¢bitos y se preparar¨ªa para atajar esta pandemia. De repente, no hab¨ªa nada m¨¢s en su existencia que comprender qu¨¦ era este virus que muchas veces mataba por incomprensi¨®n. Despu¨¦s de soltar la bomba en el hogar familiar ¡ªmaquill¨¢ndola con una supuesta cura y con menos efectos de los que conllevaba¡ª se empap¨® de todo lo que encontraba sobre el tema. Y decidi¨® empe?arse en salvar a las dem¨¢s ¡°v¨ªctimas¡±. Entonces s¨ª que fue de frente. ¡°Si quieres proteger a los tuyos, tienes que decir la verdad¡±, sostiene.
Fue a parar a la fundaci¨®n AntiAIDS, de Elena Pinchuk, hija del ex primer ministro Leonid Kuchma. Esta empresa personal se ha propuesto paliar los abultados n¨²meros de afecci¨®n en el pa¨ªs. ¡°Hay m¨¢s anuncios en la tele, en las paradas de autob¨²s, en los hospitales¡±, comenta Sherembey, ¡°pero el Estado no hace nada en materia educativa: es una tragedia¡±. Form¨® parte inmediatamente del equipo. Su experiencia supon¨ªa un gran valor testimonial y te¨®rico, como demuestra disparando datos en medio del almuerzo: ¡°Ucrania es el pa¨ªs desarrollado con m¨¢s VIH. El 51% se produce por relaciones sexuales, aunque antes era por el uso de drogas intravenosas. Es dif¨ªcil determinar c¨®mo es el traspaso porque la informaci¨®n no es p¨²blica o la gente la oculta¡±, afirma. ONUSIDA expone que un 21,9% lo adquiere por esta ¨²ltima v¨ªa, que en trabajadoras sexuales la prevalencia es del 7% y que el 8,5% se da en relaciones masculinas homosexuales.
Este afectado se volc¨® en la lucha contra un virus que, seg¨²n dice, le cay¨® "como un regalo". Se integr¨® en la organizaci¨®n y comenz¨® una singladura de charlas, campa?as, conferencias, entrevistas y el nacimiento de una iniciativa llamada 100% LIFE, de la que es el coordinador estatal y que ha promovido hasta el cantante Elton John. ¡°El VIH ya no es un veredicto¡±, asevera. ¡°La persona que toma el tratamiento tiene un riesgo muy reducido de traspasarlo¡±, sigue explicando, con la creencia firme de que para 2020 se pueden reducir las infecciones en un 75%, como se plantea ONUSIDA: ¡°Para eso hay que asegurarse de que se toma el tratamiento¡±, matiza Sherembey. En Ucrania, esgrime, hay unas 13.000 personas trabajando en asociaciones contra la enfermedad.
¡°Nos sentimos m¨¢s seguros con la luz apagada, porque cuando se enciende vemos los errores que cometemos¡±, reflexiona. ¡°Pero es muy importante ser consciente de nuestra salud. Para nosotros y para la gente a la que amamos¡±, agrega en sinton¨ªa con el mensaje que suele lanzar su camiseta: Fight For Life (luchas por la vida). ?l lo logr¨®. Sus secuelas se esfumaron. Los niveles de virus en sangre resultan tan inapreciables que ha podido concebir dos hijos, de cuatro y seis a?os, junto a la pareja que conoci¨® trabajando en un hospital de Kiev para AntiAIDS. Y anda promocionando una reciente publicaci¨®n del libro Sex. Drugs. God, escrito a ra¨ªz de sus vivencias.
¡°Es c¨®modo saber que lo tienes y poder cuidarte. A m¨ª, el sida me ense?¨® a vivir¡±, reitera. ¡°El VIH quiere que la persona no sepa que existe. Cuando conoces que est¨¢s afectado, tienes la posibilidad de eliminarlo. Basta con hacerte la prueba, tomar el tratamiento y seguir viviendo tranquilamente, como una persona normal¡±, concluye en un local de Kiev a mediod¨ªa, 17 a?os despu¨¦s de que le pusieran una prematura corona de flores. Obviamente, no acertaron.
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