Decir ¡®yo acuerdo¡¯ es mejor que ¡®yo consiento¡¯
La fil¨®sofa feminista Genevi¨¨ve Fraisse hace emerger las palabras de la pr¨¢ctica cotidiana para que los conceptos sean menos ambiguos, la igualdad no se reduzca a equidad y el gobierno dom¨¦stico sea democr¨¢tico
Acuerdo (agreement) es mejor expresi¨®n que consentimiento, asegura la fil¨®sofa feminista Genevi¨¨ve Fraisse (Par¨ªs, 1948), porque consentimiento ¡°tiene dos sentidos, es m¨¢s ambiguo¡±. Lo que corresponde es hablar de "un acuerdo" entre dos personas para algo, remarca con contundencia esta historiadora del pensamiento feminista.
La exdelegada interministerial de los derechos de la mujer durante un par de a?os del gobierno de Lionel Jospin (1997-1998) y exdiputada europea (1999-2004) particip¨® este verano en una mesa redonda en el Foro de Derechos Humanos El imperativo de la igualdad, en Esauira (Marruecos), desde la que anim¨® a las mujeres a no esperar a que pasen otras revoluciones para reivindicarse iguales: ¡°Si nos siguen diciendo que somos la contradicci¨®n secundaria, que hablaremos despu¨¦s de la revoluci¨®n, no nos llega nunca el turno¡±.
Fraisse es hija de Mayo del 68, fund¨® junto a Jacques Ranci¨¨re la revista Les r¨¦voltes logiques (Las revueltas l¨®gicas), ha estudiado la discriminaci¨®n que contiene la democracia moderna desde Rousseau en adelante, y sus fundadas reflexiones sobre los sexos la llevaron a contribuir en la elaboraci¨®n de Historia de las mujeres en Occidente. Por lo dem¨¢s, est¨¢ encantada de que el idioma al que m¨¢s ha sido traducida su obra sea el espa?ol: ¡°Las mujeres espa?olas son las mejores en temas de violencia de g¨¦nero y tener la obra en espa?ol permite llegar a Latinoam¨¦rica¡±.
Extraigo palabras de la realidad: este es mi m¨¦todo filos¨®fico para avanzar con la materia pol¨ªtica
La palabra que emerja de la pr¨¢ctica es la que est¨¢ en juego, la que ser¨¢ pertinente analizar o usar en un momento dado, explica la autora de una veintena de obras sobre la controversia de sexos y la exclusi¨®n de las mujeres a lo largo de la Historia, entre ellas La controversia de los sexos y Del consentimiento. ¡°Una palabra corresponde a un problema y eso hace concepto¡±, a?ade.
¡°No quiero escribir a favor o en contra de la prostituci¨®n, a favor o en contra del velo, porque en los dos casos se utiliza la palabra consentimiento [en el caso de la prostituci¨®n: consentir la dominaci¨®n]. Extraigo palabras de la realidad: este es mi m¨¦todo filos¨®fico para avanzar con la materia pol¨ªtica. Lo que vengo diciendo desde antes del #MeToo es que hay que usar la palabra acuerdo, que es menos ambigua¡±, seg¨²n Fraisse.
Resulta interesante constatar hasta qu¨¦ punto estas perspectivas de an¨¢lisis contrastan con las pol¨ªticas fallidas de nuestras sociedades, en las que muchos hombres se afanan en ¡°aplicar¡± conceptos pretendidamente ben¨¦volos en lugar de o¨ªr y rescatar lo que emerge de la pr¨¢ctica social de las mujeres. De ah¨ª el valor del m¨¦todo de esta feminista pionera que asegura que la familia es un espacio pol¨ªtico porque ¡°hay decisiones a tomar y poder que ejercer¡±, y que pensarla de esa manera (la articulaci¨®n entre dos espacios pol¨ªticos) obliga a salirse de la palabra ¡°conciliaci¨®n¡±, que resulta una trampa.
El eslogan de lo privado es pol¨ªtico se refiere, justamente, a la denuncia del trabajo gratuito que han hecho las mujeres dentro de casa, durante siglos, y porque en la construcci¨®n de nuestra ¨¦poca moderna, los pensadores excluyeron a la familia de la posibilidad de la igualdad, cuenta. En los planes de ellos?¡ªde Rousseau, Tocqueville o Proudhon¡ª no entraba el hacer entrar la igualdad en el seno de la familia. "Entonces tuvieron que arg¨¹ir que la familia no ten¨ªa nada que ver con el ¨¢mbito p¨²blico. No hay que confundir lo privado con lo ¨ªntimo. No se trata de saber lo que pasa en el ¨¢mbito dom¨¦stico, pero s¨ª de cuantificar el trabajo que se hace, qui¨¦n cuida a los ni?os, si hay violencia... Esto es un lugar pol¨ªtico: cuando un hombre mata a su mujer, significa que ejerce un poder sin control sobre el cuerpo de ella. En lo dom¨¦stico tambi¨¦n hay un gobierno, relaciones de poder, desigualdad y servidumbre voluntaria, que tambi¨¦n es pol¨ªtica. Uso a prop¨®sito la palabra gobierno para vida privada¡±, seg¨²n Fraisse.
En lo dom¨¦stico tambi¨¦n hay un gobierno, relaciones de poder, desigualdad y servidumbre voluntaria, que tambi¨¦n es pol¨ªtica
De abajo hacia arriba, hay que hacer salir las palabras de la pr¨¢ctica, de los textos, no solo de las personas. Son herramientas de lectura de los fen¨®menos y de las cosas, y que le permiten decir a Fraisse que ¡°el discurso de los juristas y el de las instituciones internacionales suelen mezclar los conceptos¡±. Habla, por ejemplo, de la utilizaci¨®n indistinta de los t¨¦rminos igualdad y equidad.
¡°La igualdad, como la libertad, son palabras que existen despu¨¦s de siglos, no sufren cambios de significado y no deben asociarse a otras, porque lo que sostienen se reduce. No se puede hablar de casi igualdad¡ que ser¨ªa algo as¨ª como la equidad. Equidad es como decir ¡®queremos igualdad , pero si no se puede tener totalmente, bueno, arreglamos un poco las cosas¡¯. Cuando mezclamos equidad con igualdad es que estamos del lado del poder. Equidad significa no ir hasta el fondo de la cuesti¨®n¡±, argumenta la autora de Musa de la raz¨®n.
Hay que ir hasta el final del concepto libertad y hasta el final de la igualdad: ¡°El concepto igualdad reapareci¨® en el siglo XVII y se pens¨® en el Contrato Social, pero no en t¨¦rminos de igualdad de sexos. En la democracia exclusiva de la ¨¦poca Moderna estamos todos bien dentro, pero a las mujeres no las contemplan todos los derechos civiles. No basta con hablar de ideas de igualdad en el plano ontol¨®gico, la democracia es para todos y todas. Por eso, a partir de la toma del espacio p¨²blico, en el siglo XVIII (con la revoluci¨®n francesa y las transformaciones industriales), estamos en una pr¨¢ctica feminista de demanda de derechos¡±.
Completado el ciclo de adquisici¨®n de derechos formales (civil, penal, pol¨ªtico, econ¨®mico, de familia) ¡°hacemos el balance y vemos que no alcanzan¡±, declara la fil¨®sofa, que tambi¨¦n se opone a la expresi¨®n discriminaci¨®n positiva para designar la paridad. ¡°En mi periodo pol¨ªtico yo dec¨ªa que no se fabrica la igualdad sin obligaci¨®n. Forz¨¢bamos a los padres a enviar a los ni?os a la escuela a finales del siglo XIX, cuando hicimos obligatoria la escuela¡±.
Por fin, llegamos al cuerpo. Dice Fraisse: ¡°Cuando hablamos de que nuestro cuerpo ¡®nos pertenece¡¯ nos remitimos al H¨¢beas Corpus del siglo XVII brit¨¢nico. La contracepci¨®n y el aborto como derecho son un H¨¢beas Corpus. Tomo el t¨¦rmino del ¨¢mbito judicial y no hago m¨¢s que reflotar el lema de los sesenta: ¡®Nuestro cuerpo, nosotras mismas¡¯. Transfiero t¨¦rminos para conceptualizar el debate. Ese es mi trabajo¡±.
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