Brasil barbarie
El pa¨ªs arriba de todo. Dios arriba de todos
Brasil transita sin escalas hacia la barbarie.
Los ojos de Beatriz se llenan de l¨¢grimas. Su madre la abraza y trata de decirle unas palabras dulces, tranquilizadoras. Quiere susurrar algo que la serene, que la acaricie, que le d¨¦ confianza. Quiere ofrecerle seguridad, quiere quitarle y quiere quitarse ese maldito miedo que las invade al escuchar un monstruo al que la multitud llama ¡°mito¡±. Beatriz llora de indignaci¨®n y de impotencia. Tiene s¨®lo 18 a?os y acaba de aprender qu¨¦ es la barbarie.
Bolsonaro saluda a los miles de personas que se congregan en la principal avenida de San Pablo y en m¨¢s de 40 ciudades en todo Brasil. Transmite su mensaje desde un celular, en el fondo de una casa aparentemente humilde, con s¨¢banas y ropas sec¨¢ndose al sol. Un ambiente familiar y apacible. Parece haber sido tomado de sorpresa, ese domingo 21 de octubre, que pasar¨¢ a la historia como uno de los d¨ªas m¨¢s sombr¨ªos de la democracia latinoamericana.
Bolsonaro grita frases cortas. Su discurso carece de met¨¢foras, de cualquier tipo de cuidado estil¨ªstico que interfiera en una oratoria que no es otra cosa que una sucesi¨®n de ¨®rdenes y consignas militares. Es directo, preciso y certero como un disparo. Busca enardecer a la multitud con alguna cruel ocurrencia o con alguna bestial amenaza. Cuando lo logra, r¨ªe satisfecho.
Falta exactamente una semana para las elecciones que, casi con seguridad, lo transformar¨¢n en el futuro presidente de Brasil. No ser¨¢ su ¨²ltimo discurso antes de la crucial elecci¨®n, pero s¨ª con el que se despedir¨¢ de quienes transformaron su campa?a en un fen¨®meno de masas. Por eso, se trata de un discurso especial: el discurso para entusiasmar a la tropa, antes del asalto final.
Para Bolsonaro, Brasil vive una guerra. Y ¨¦l pretende ganarla, destrozando al enemigo. Ve la pol¨ªtica como un movimiento de posiciones militares, de objetivos o, m¨¢s bien, de blancos a los que hay que acertar y demoler como requisito para vencer. Bolsonaro despide y arenga a su gente, ensa?¨¢ndose con uno de sus enemigos preferidos, el enemigo interno: los rojos.
Su discurso es una versi¨®n degradada, mal contada, impostada, caricaturesca, aunque no por eso inofensiva, del ¡°Llamamiento a la Naci¨®n¡± que el 15 de julio de 1932, Adolf Hitler formul¨® al pueblo alem¨¢n. Un grito en¨¦rgico y de aspiraci¨®n fundacional. Una liturgia demon¨ªaca destinada a producir odio, a construir un abismo, a trazar una frontera entre el bien y el mal, entre la pureza y el esp¨ªritu degradado, inhumano, bestial, de los enemigos de la patria. Bolsonaro no es Hitler, es verdad. Pero no por un problema ¨¦tico, sino m¨¢s bien de talento.
Bolsonaro es un fascista que entiende que construir la naci¨®n supone realizar una ¡°limpieza como nunca antes conoci¨® la historia del pa¨ªs¡±. Un pa¨ªs que vivi¨® m¨¢s tiempo en dictaduras que en democracias. Un pa¨ªs que ha vivido el ciclo democr¨¢tico m¨¢s largo de su historia, despu¨¦s de una dictadura de m¨¢s de dos d¨¦cadas. Un pa¨ªs en el que ser dictador o haber tramado una dictadura siempre ha permanecido impune, como los casi 60 mil homicidios que a?o tras a?o consumen la vida de los j¨®venes negros y de las mujeres negras que habitan esas mismas periferias que hoy conf¨ªan en que Bolsonaro dejar¨¢ de ser su verdugo, para ser su redentor.
Un pa¨ªs en el que ser dictador o haber tramado una dictadura siempre ha permanecido impune, como los casi 60 mil homicidios que a?o tras a?o consumen la vida de los j¨®venes negros y de las mujeres negras que habitan esas mismas periferias que hoy conf¨ªan en que Bolsonaro dejar¨¢ de ser su verdugo, para ser su redentor.
Autoritario, Bolsonaro amenaza al enemigo brasile?o: ¡°si quieren permanecer aqu¨ª, deber¨¢n hacerlo bajo nuestras leyes¡±. ¡°Aqu¨ª¡± es el pa¨ªs que le pertenece a Bolsonaro y la ¡°ley¡± lo que Bolsonaro cree que es la ley. Pocas horas antes de su discurso, en un video que r¨¢pidamente se viraliz¨® en las redes sociales, su hijo Eduardo, el diputado m¨¢s votado en la historia de Brasil, anunciaba que, si la Suprema Corte de Justicia se interpon¨ªa a sus intereses, simplemente la cerrar¨ªan ¡°con un cabo y un soldado¡±.
¡°O se van, o van a la c¨¢rcel¡±, vocifera Bolsonaro a m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n que no parece dispuesta a votarlo. ¡°Esos marginales rojos ser¨¢n desterrados de nuestra patria¡±. De ¡°su¡± patria, esa patria que, a pocos d¨ªas de volverse presidente, parece estar dispuesto a negarle a todo aquel que no adhiera a su cruzada moralizadora. ¡°Esta patria es nuestra. No de esa pandilla que tiene la bandera roja y la cabeza lavada¡±. Bolsonaro defiende ¡°el Brasil verdadero¡±. Y el define los l¨ªmites de la verdad
Bolsonaro apela al orgullo perdido, una nostalgia propia de los reg¨ªmenes desp¨®ticos, que remite a un pasado de gloria destituido, siendo ¨¦ste el mejor pueblo y ¨¦sta la mejor tierra del planeta: ¡°no seremos m¨¢s motivo de burla en el mundo¡±.
Promete acabar con la corrupci¨®n y arranca gritos enardecidos de la multitud cuando decide que Lula, ese ¡°borracho¡±, ¡°se pudrir¨¢ en la c¨¢rcel¡±.
¡°Mito, mito, mito, mito¡± ¨C gritan miles de personas en m¨¢s de 40 ciudades del pa¨ªs. Bolsonaro, lleg¨® a la condici¨®n de leyenda sin haber siquiera pasado un segundo por la condici¨®n de h¨¦roe, tampoco de gestor, siquiera de parlamentario eficaz, ni de esposo ejemplar (su ex compa?era hizo diversas denuncias de violencia, de las que sorprendentemente se arrepinti¨® a pocas horas de comenzar la campa?a electoral). Bolsonaro se volvi¨® un mito, quiz¨¢s en el sentido m¨¢s preciso del t¨¦rmino: en una ficci¨®n, un invento, una quimera.
Bolsonaro se volvi¨® un mito, quiz¨¢s en el sentido m¨¢s preciso del t¨¦rmino: en una ficci¨®n, un invento, una quimera.
Sabiendo que el ataque a Lula ha surtido efecto, este capit¨¢n con la cara pintada de esti¨¦rcol y sangre, esta atroz apolog¨ªa soldadesca, cobarde y prepotente, promete venganza a la multitud: ¡°pronto Lindbergh Far¨ªas [senador del PT] ir¨¢ a jugar domin¨® con Lula en la c¨¢rcel¡±. Y agrega, dirigi¨¦ndose al ex presidente preso en Curitiba: ¡°Aguarde, que Fernando Haddad llegar¨¢ tambi¨¦n. Pero no para visitarlo. Ser¨¢ para quedarse algunos a?os a su lado¡±. Bolsonaro no s¨®lo se ha vuelto due?o de la verdad. En su delirio autocr¨¢tico, se ha vuelto due?o de la libertad. ¡°Ya que Uds se aman tanto, se van a pudrir juntos en la c¨¢rcel¡±. Sabe que lo que desintegra, lo que corroe las bases de la democracia es el miedo. Y est¨¢ dispuesto a usarlo. Es parte de su arsenal de guerra. Amenaza un pol¨ªtico destacado, amenaza su oponente en la elecci¨®n, amenaza, amenaza, amenaza a quien se interponga en su camino, con la c¨¢rcel, con el exilio, con la violencia, con el escarnio.
Bolsonaro construye su condici¨®n de leyenda, haciendo del pueblo el mito salvador de la naci¨®n. Fascismo en estado puro, o sea, degradado, putrefacto.
Y vuelve a amenazar: ¡°izquierdistas, v¨¢yanse de nuestra patria, porque voy a cortarles todos los privilegios¡±. Promete cerrar las organizaciones no gubernamentales. Y vuelve a repetir: ¡°ser¨¢ una limpieza nunca vista en la historia de Brasil¡±.
Bolsonaro, un simple y vulgar racista, un apologista de la tortura, de los torturadores y de las dictaduras, explica que, a partir de ahora, las instituciones ser¨¢n respetadas. Quiere decir: a partir de ahora, habr¨¢ disciplina, rigor, firmeza. A partir de ahora, todo ser¨¢ orden y progreso, como consagra la bandera en la que se arropan los miles ciudadanos enardecidos que vociferan su nombre. Para esto, ¡°ver¨¢n unas fuerzas armadas altivas, que estar¨¢n colaborando con el futuro del pa¨ªs¡±. As¨ª, los ¡°izquierdistas ver¨¢n ahora una polic¨ªa civil y militar con retaguardia jur¨ªdica para hacer valer la ley del lobo¡±.
?Bolsonaro no entiende c¨®mo funciona la democracia? Quiz¨¢s s¨ª. Por eso, aspira edificarla sobre las ruinas de un estado de derecho en el que la justicia s¨®lo sirve para dar soporte y legitimidad a la acci¨®n represiva e impune de las fuerzas de seguridad. Una democracia sin justicia, sin derecho ni derechos. Una democracia en la que la soberan¨ªa popular parece estar dispuesta a cometer suicidio, a inmolarse para sacarse de encima un peligroso ej¨¦rcito de supuestos bolcheviques corruptos que ha destruido la naci¨®n. ¡°Se robaron todo¡±, grita la multitud. Bolsonaro les explica: ¡°nos robaron la patria¡±. Y ¨¦l se propone recuperarla.
Una democracia sin justicia, sin derecho ni derechos. Una democracia en la que la soberan¨ªa popular parece estar dispuesta a cometer suicidio, a inmolarse para sacarse de encima un peligroso ej¨¦rcito de supuestos bolcheviques corruptos que ha destruido la naci¨®n.
Bolsonaro sufre de incontinencia desp¨®tica, aunque no parece un exabrupto irreflexivo su amenaza de transformar a los movimientos sociales, en particular, a los ¡°bandidos¡± del Movimiento sin Tierra y del Movimiento de Trabajadores sin Techo, en ¡°organizaciones terroristas¡±. Sus amenazas se extienden al peri¨®dico Folha de S?o Paulo, a quien le propina un saludo marcial de muerte y silencio: el p¨¦same de ¡°su Brasil verdadero¡±, a un peri¨®dico que, por haber denunciado su ilegal estrategia electoral basada en las fake news, promete hundir y callarlo, quit¨¢ndole la propaganda gubernamental.
Se despide de la multitud afirmando que ama a los ni?os y que odia el socialismo, mientras repite el lema que lo acompa?¨® durante toda su campa?a: ¡°Brasil arriba de todo. Dios arriba de todos¡±.
La barbarie ha comenzado.
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